En Maputo, Mozambique, en ocasión de la V Conferencia Internacional de la Vía Campesina, nosotras, las mujeres del campo de los diferentes continentes, hemos sostenido nuestra III Asamblea de las Mujeres. Nos encontramos con la alegría del compartir, el cariño de las compañeras, la riqueza de nuestras culturas diversas y la belleza de las mujeres de Africa, Asia, Europa y las Américas.
Somos mujeres con historias y luchas comunes por la vida, la tierra, los territorios, la soberanía alimentaría, la justicia, la dignidad; mujeres que compartimos saberes y experiencias, convencidas de que las ideas, como las semillas, cuando se intercambian crecen y se multiplican. Somos mujeres que hemos luchado contra la violencia a lo largo de la historia, luchadoras que continuamos defendiendo nuestros territorios y nuestras culturas del saqueo, la devastación y la muerte perpetrados por quienes han impuesto su poder desde el tiempo de la colonia, y que hoy continúan intentando colonizar no sólo nuestros territorios sino también nuestras mentes y nuestras vidas.
Como mujeres reclamamos el respeto de todos nuestros derechos y rechazamos al sistema patriarcal y todas sus expresiones discriminatorias. Nos reafirmamos en el ejercicio pleno de la participación ciudadana. Exigimos nuestro derecho a una vida digna, el respeto a nuestros derechos sexuales y reproductivos, la aplicación inmediata de medidas para erradicar toda forma de violencia física, sexual, verbal y psicológica y la eliminación de prácticas de feminicidio que aún persisten.
Denunciamos que los procesos migratorios, particularmente el de las mujeres, están estrechamente relacionados con el empobrecimiento y la violencia social y de género en el campo así como con desplazamientos de las mujeres hacia los centros de producción empresarial, el tráfico de mujeres para enriquecer el negocio del entretenimiento y las expulsiones de las mujeres de las tierras productivas. Todos estos factores se conjuran contra la permanencia y los medios de sustento de las comunidades campesinas y contra la soberanía alimentaría.
Reafirmamos que denunciar la discriminación hacia las mujeres implica reconocer que, si bien el sistema patriarcal y el machismo han existido históricamente, el modelo neoliberal profundiza las condiciones de discriminación y aumenta las situaciones de violencia contra las mujeres y las niñas en las zonas rurales. Por tanto, la lucha antineoliberal debe ir a la par de la lucha por la igualdad de género, la no discriminación de las mujeres y el combate inclaudicable contra todas las formas de violencia en el campo, y en particular la violencia doméstica que sufren las mujeres.
Las mujeres sufrimos discriminación de clase, de género, étnica, sexual, estética, entre otras. Creemos que un tipo diferente de sociedad con otro tipo de relaciones de géneros es posible. Otro mundo es posible ahora.
La globalización y la resultante división del trabajo están basada en cuestiones de género que hacen que las mujeres estén concentradas en sectores de producción controlados por las transnacionales, como en determinadas ramas del agronegocio, las maquilas de México, América Central o Asia, o el turismo sexual.
Para lograr la soberanía alimentaria y la reforma agraria, nos comprometemos a luchar conjuntamente para eliminar todas las formas de violencia, que también incluyen la crisis alimentaria, el cambio climático, el avance de los monocultivos, los transgénicos y los agronegocios.
Estas expresiones de violencia incluyen:
·—aumento del hambre y las hambrunas y de enfermedades graves y mortales
·—aumento significativo de la pobreza y de la brecha entre ricos y pobres
·—violaciones a los derechos humanos y represión política
·—mercantilización y privatización de la naturaleza y las tierras agrícolas tradicionales, lo que conduce al desplazamiento y las migraciones forzadas de los pueblos indígenas y de las campesinos y campesinos
·—privatización y contaminación del agua y del aire
·—extracción incesante de minerales y destrucción, apropiación y concentración de la tierra productiva
·—pérdida dramática de la biodiversidad y destrucción de los bosques
·—conspiración para la destrucción de los conocimientos y los métodos de producción campesina
·—cambios climáticos imprevisibles que destruyen los cultivos
·—pérdida del control de las semillas por los campesinos y campesinas y su apropiación por las empresas transnacionales, lo que resulta en la pérdida de alimentos culturalmente apropiados
·—incremento de los precios de los alimentos básicos sin que ello beneficie ni a las campesinas y los campesinos ni a la agricultura de pequeña escala.
La lucha contra la violencia hacia las mujeres comienza en nuestros corazones y en nuestras conciencias. Acabar con estas formas de violencia exige nuestro esfuerzo y nuestra unidad en la lucha, y nuestro compromiso en la construcción de una sociedad más justa. Aunemos nuestras voluntades para construir un mundo sin violencia, comenzando por construir una mujer nueva y un hombre nuevo.
En solidaridad, las mujeres de la Vía Campesina continuaremos construyendo un mundo lleno de vida, justicia y equidad. En esta III Asamblea Internacional de las Mujeres de la Vía Campesina urgimos a todas las personas miembros, mujeres y hombres de todas partes del mundo, a unirse en esta lucha. ¡Por la vida y la soberanía alimentaria, detengamos la violencia hacia las mujeres ya!
Globalicemos la lucha
Globalicemos la esperanza