EL primer reto es no olvidar Participación juvenil contra el TLC en Costa Rica

Lisett Gutiérrez

Entre septiembre y diciembre del año 2007 tuve la oportunidad de asistir al Seminario de Investigadores/as y Formadores/as (SIF), que convoca el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), en San José, Costa Rica. Llevaba la propuesta de estudiar teóricamente la relación entre culturas juveniles y proyectos de vida desde una perspectiva emancipatoria que visibilizara a los y las jóvenes como sujetos sociales.
Mientras me familiarizaba, en contacto directo con sus autores, con el pensamiento crítico de maestros como Franz Hinkelammert, Wim Dierkxsens y Henry Mora, disfrutaba el diálogo con los más jóvenes orientadores Gabriela Miranda, Anne Stickel y Mario Zúñiga, y aprendía a convivir con colegas de toda la América Latina, tuve la magnífica experiencia de vivir de cerca esa increíble movilización popular que fue el movimiento costarricense del NO al TLC.
No soy capaz de describir la admiración que me produjo presenciar la autorganización e integración –por supuesto que no exenta de conflictos– de los más diversos sectores y grupos sociales en torno a un objetivo común: el rechazo a una política neoliberal, la defensa de una autoestima ciudadana y el derecho de cada uno y cada una a definir los destinos de su propio país.
En medio de ese escenario, los y las jóvenes hacían suya la causa. Desfilaban con volantes, camisetas, plegables y pegatinas, con carteles, máscaras, disfraces, instrumentos musicales y coros; viajaban por distintas comunidades a lo largo del país. Me encontré con jóvenes emancipados/as, conscientes y convencidos/as de que se integraban de manera activa y voluntaria a una lucha nacional. Su forma de participar en la política no tenía nada que ver con el desencanto y la apatía ni con las demandas contraculturales exclusivamente juveniles, incapaces de conectarse con otras propuestas más amplias que han sido descritas como formas más usuales de proyección política de los y las jóvenes en los últimos años.
Cuando el referendo del 7 de octubre dio la victoria al Sí y abrió las puertas a la implementación de un tratado de libre comercio con los Estados Unidos en Costa Rica, estos muchachos y muchachas aún se sentían fuertes y esperanzados de que la voluntad popular continuara su resistencia a la entrada del neoliberalismo. Pensaban en nuevas alternativas, valoraban sus errores, compartían su experiencia y, sobre todo, se sentían orgullosos de haber tomado parte en una campaña política nacional de tales dimensiones, a pesar de no obtener el resultado deseado.
En aquel momento, cuatro de ellos, dos mujeres y dos hombres, aceptaron mi propuesta de entrevistarlos. Compartieron conmigo los recuerdos de sus inicios en las luchas sociales, pensaron en su condición de personas jóvenes, matizada por el compromiso político, valoraron la movilización en sentido general, hicieron pronósticos al respecto y enviaron su testimonio a los jóvenes cubanos y latinoamericanos. A un año de aquellas grabaciones, tengo el placer de ponerlas por escrito, con la voluntad de que las palabras de Andrea, Checho, Tania y Jasón lleguen a los lectores de Caminos, y que estas páginas se conviertan en homenaje y recuerdo de un auténtico y hermoso movimiento juvenil.

¿Cómo te integraste a la lucha contra el TLC?

Andrea: Me integré hace aproximadamente un año y medio. Antes había participado en el movimiento ecologista, y luego, por cuestiones de la universidad, me había apartado un poco del movimiento social. Hace un año y medio, por la coyuntura del Tratado de Libre Comercio, me acerqué nuevamente a un grupo que se llama MILPA Universitaria, que es del partido Frente Amplio, y de ahí comencé a contactar con el movimiento Cultura Frente al TLC, otro grupo de artistas que trabaja contra el tratado. Me integré hace como un año al movimiento de Cultura. Así fue más o menos el proceso, porque la universidad me lo permitió, tuve tiempo para dedicarme a esa lucha.
Checho: Yo creo que era ya una decisión tomada. Es decir, no hubo que decidir, porque estaba inmerso en un proceso de activismo que me llevó hasta allí. Yo ya había participado en el Combo en el año 2000.1 Las políticas neoliberales se agudizan en Costa Rica con los cambios estructurales a finales de los ochenta y los noventa. Luego, en el 2000, comienzan las privatizaciones. Ya habían privatizado algunas cosas antes; la más fuerte es la del ICE (Instituto Costarricense de Electricidad), una institución que por su función genera mucha identidad en la gente. Entonces tuvo lugar una movilización contra la privatización del ICE, a la que me incorporé desde la universidad. Luego seguí vinculado al movimiento estudiantil hasta el 2004, año en el que comenzó en realidad lo del TLC. Entonces ahí arranca esa cosa hasta ahora, un poco como por rebote; o sea, necesariamente había que movilizarse frente a eso.
Tania: Me activé en la lucha social durante mis años de secundaria, en la lucha de los exámenes del Ministerio de Educación Pública.2 Una acción como esa se insertaba ya en la lucha contra el TLC; pero fue después, en la organización en la que participaba, donde comenzamos a trabajar contra el TLC, sobre todo en la información sobre el tema. Luego terminé la secundaria, dejé esa organización y me pasé a otra universitaria, aunque por diferencias políticas me salí de esa también, y ahora me encuentro en el movimiento de Cultura.
Jasón: Mi integración se produjo desde que yo participaba en un colectivo político, justo en el momento en el que se inicia toda esta discusión, en el 2002 ó 2003, fundamentalmente. Comencé a trabajar políticamente en un colectivo, en un barrio con la Educación popular, y casi que nos cayó el tema encima, ¿verdad? Vimos con claridad que era necesario meternos a trabajar políticamente el tema del TLC, en el sentido no sólo de la tramitación legal que se daba en la Asamblea Legislativa, sino de la necesidad informativa de la población. El tema era complejo, con un idioma bastante técnico. Entonces nos aproximamos al trabajo del TLC a partir de nosotros mismos, para tratar de entender de qué se trataba, de qué carajos se hablaba cuando se decía TLC. Y esa era una necesidad compartida no sólo por los jóvenes, sino por el pueblo en general. De ahí que nos viéramos llamados a informar a las comunidades, los sectores populares, los sectores rurales, los sectores alejados donde la información no llegaba. Así fue como me entregué prácticamente a la lucha del TLC: a partir de una necesidad y de algo que casi nos cayó encima.

¿Cuál fue la motivación para integrarte a este movimiento?

Andrea: En realidad yo participo en el movimiento social desde que tenía dieciséis años, en el movimiento ecologista, el movimiento feminista. Por circunstancias de la vida tuve que alejarme, pero me pareció que esta coyuntura ameritaba unirme nuevamente; el país estaba realmente ante un gigante neoliberal, que era ese tratado con los Estados Unidos, y sentí la necesidad de hacerlo por mi país, por nosotros, por los jóvenes, por las mujeres, por los niños, por los estudiantes, por mí.
Checho: Es algo complicado de explicar, porque yo provengo de una especie de clase media que no ha vivido esas contradicciones, que tiene aspiraciones desde el punto de vista simbólico muy burguesas, de llegar a clase alta (acá toda la clase media quiere ser clase alta, yo creo que eso es casi que latinoamericano). Existe siempre esa aspiración, lo cual traza muchas pautas. Ahora, como muchas veces no se da la posibilidad material para esto, sí persisten pautas de comportamiento, sobre todo en la crianza. Yo me crié en ese contexto, en el seno de una familia católica, relativamente practicante. Sin embargo, yo había escuchado historias de militancia de mi papá en los años setenta, y siempre me interesó la cosa. Cuando llegué a la universidad, me encontré con que ahí es más fuerte la necesidad de movilización y todo eso.
Tania: A mí lo primero que me interpeló fue la lucha de los exámenes del Ministerio, porque era algo que afectaba a compañeros míos, que se estaban quedando fuera porque la educación era muy mala. A través de esa lucha comencé a adquirir conciencia sobre los espacios políticos nacionales y sobre la política; cuando adquirí conciencia de esto a un nivel muy básico y sensitivo, empecé a cuestionarme entonces las cosas, empecé a leer sobre el TLC. Como este provocaba un fervor nacional, y ya yo estaba metida en eso, pues no me podía salir de él.
Jasón: Ya he comentado el por qué. Era un tema que venía a cambiar claramente lo que nosotros entendíamos o creíamos tener como país, o lo que queríamos también como país. Era un proyecto de ley que traspasaba eso mismo, que en definitiva traspasaba el ser un proyecto de ley y se convertía en un proyecto de transformación del Estado, que se convertía en un proyecto de transformación social, económica y política. Sus contenidos hablaban de todos los temas y todos los ejes que componen la sociedad, desde lo cultural, la agricultura, el tema del campesinado, la juventud, el tema de la educación. Todos los temas fueron tocados y por eso yo me sentí llamado. Fue un evento que dijo: “a partir de acá, de este proyecto de ley, va a ser otra Costa Rica, pase lo que pase”. Si no pasa el TLC, va a ser otra Costa Rica, porque potenciamos una transformación en este país, o al menos se sostiene lo que veníamos construyendo, que mal que bien se entiende como el Estado Social de Derecho, cualquier cosa que esto pueda significar para muchas personas. Entonces me sentí llamado y motivado a partir de que este país en el que yo había nacido y yo había crecido se iba a transformar. Entonces, claramente, yo me sentí llamado y nos sentimos todos llamados y todas llamadas a decir: “bueno, aquí nos toca opinar, aquí nos toca decidir”. Y es la primera vez en muchos años, puedo decir que desde el 95 cuando la lucha de maestros, que hubo una lucha importante; o si no antes, en el 70, cuando hubo luchas sociales importantes en las que se decidió qué era este país y qué iba a ser este país. Y bueno, básicamente eso, significaba un tema de transformación del país, y por eso claramente nos vimos llamados a participar.

¿Cómo tú definirías el enfrentamiento del pueblo de Costa Rica al TLC antes, durante y después del referendo?

Andrea: ¿El enfrentamiento con el poder, con la gente que nos quiere imponer un tratado? Bueno, mi percepción es que acá esa lucha es una lucha antigua; tiene por lo menos cuatro años con el nombre TLC, y antes que el TLC hubo el Programa de Ajuste Estructural. Esta lucha ya tiene mucho rato, pero el TLC tiene cuatro años, nuestra lucha tiene cuatro años, y cuando yo llegué a la lucha todavía no se había hablado de referendo, estábamos en otro momento. Sí había mucho interés, mucha preocupación de parte de muchos sectores, había propuestas, entre ellas el referendo, en un sector de la población. Siento que cuando se declara oficialmente que vamos a ir a un proceso de referendo fueron los poderosos los que nos llevaron a esa decisión: no fue que el pueblo triunfó, nos jugaron sucio, nos llevaron a su cancha, nos llevaron a su terreno que es el electoral. Pero hubo como una efervescencia. Antes de esto ya se venía trabajando en los comités patrióticos, que fue una propuesta que surgió de un sector del movimiento social, y aunque los comités patrióticos empezaron a proliferar por todo Costa Rica, yo siento que fue cuando se dijo: “vamos a un referendo”, que la gente sintió la necesidad y la urgencia de ir a los comités patrióticos, y fue algo imparable. Yo, por lo menos, nunca había visto algo así en este país. Porque ibas a cualquier comunidad y había gente organizada políticamente alrededor de un objetivo común, que era el de derrocar el TLC, y eso me parece una cosa maravillosa. Todo el mundo estaba lleno de esperanza también. Viene el referendo y se dan los resultados, que son los que ya sabemos, con una manipulación horrorosa en los medios tres días antes del referendo, y después de eso yo siento que hay mucha incertidumbre en el movimiento social. Los comités patrióticos siguen trabajando, pero hay incertidumbre, se habla de desconocer el referendo, pero nadie sabe qué significa exactamente desconocerlo con acciones concretas. Para eso se están haciendo estas asambleas ahora, una el 13 de octubre y otra este sábado, para ver qué es lo que vamos a hacer. Pero más o menos esa es la valoración de lo que ha sido, a grandes rasgos.
Checho: Yo creo que hay cosas buenas y cosas malas. Y aunque esa es la respuesta más fácil, yo creo que es la más certera, porque por un lado perdimos, y yo creo que eso ya hay que asumirlo: se perdió; se jugó y se perdió. Yo creo que queda un aprendizaje fundamental para mí, y es que jugar en la cancha institucional, en la cancha oficial, es también tirarse a perder. El referendo fue una forma de jugar muy sometidos a las posibilidades de influencia de la clase dominante, que ya tiene todo a su favor. Otra cosa evidente de esto también es la ausencia de una república en este país, la ausencia de un estado de derecho. Claramente, desde el momento en que le dan la reelección a este tipo,3 se ve, por ejemplo, que el poder judicial está cada vez más apuntado con un proyecto, o por lo menos que cada vez responde más a los intereses de personas que tienen un proyecto, a las que se les crean las condiciones para que hagan lo que quieran. Igualmente con el tribunal electoral, que fue completamente permisivo con todos los abusos del oficialismo. Entonces yo creo que el aprendizaje –y eso es algo bueno, al menos yo lo valoro mucho– es que no se puede seguir jugando en la institucionalidad. Si se juega en la institucionalidad hay que saber que existe ese tipo de riesgos: que pase lo que pasó con el referendo. Igual, yo creo que es algo bueno, sobre todo a nivel del tejido social y el movimiento que se generó. Creo que todavía hay sectores activos, creo que todavía la agenda de instrumentación está convocando, pero también siento que si el proceso sigue en ese tipo de diálogo con la institucionalidad, siempre bajo los parámetros de su propia lógica, no es mucho lo que va a pasar. Yo creo que hay suficiente irritación como para que se llegue a la posibilidad de la desobediencia civil y a otro tipo de resistencia.
Tania: Yo lo valoro como algo espontáneo, como lo del Combo del ICE, que se armó la lucha en una semana, en un mes. Yo lo valoro como una experiencia y un aprendizaje increíbles para el pueblo de Costa Rica, porque fueron cuatro años de estar resistiendo al TLC. Esos cuatro años lograron generar unos contactos en la comunidad, adquirir una experiencia, una educación y una conciencia sobre el problema que incluso después del referendo no se va a quedar ahí: ahí no se apaga. Todavía las comunidades, todavía el pueblo de Costa Rica sigue luchando. Entonces, para mí tiene un valor increíble, porque no importa lo que pase con el TLC. Había un montón de personas que antes no adquirían conocimiento sobre los problemas políticos nacionales que los afectan directamente, pero una vez que se activaron por medio del TLC, van a seguir activados. Eso es para mí lo más importante.
Jasón: Independientemente del resultado, antes del referendo se inició en este país, como te mencionaba anteriormente, un proceso de articulación ciudadana social, popular, como hace muchos años no se había visto. Un proceso en el que los vecinos y las vecinas –vecinos y vecinas de cuarenta años te estoy hablando– que nunca en su vida habían participado en nada político, comenzaron a participar. Antes del referendo se empezó, entonces, a crecer, a articular, a amarrar redes sociales, donde la gente se comunicaba, se hablaba, se preguntaba, se preocupaba: “¿Qué es esto?” “¿De qué se trata?” “¿En qué nos afecta?” “¿Qué nos toca hacer?” “¿Qué no nos toca hacer?” “¿Hasta dónde toca nuestra cotidianidad y hasta dónde toca eso de lo que abstractamente se habla y se conversa: el Estado y la sociedad?” Eso antes. Ahora, cuando ya estábamos muy próximos al referendo, que fue tres meses antes, empiezan a darse y a crecer un montón de comités patrióticos, que fueron los que articularon a la sociedad. Y después, en eso es en lo que estamos: se mantienen los comités patrióticos, se mantienen los ciudadanos, se mantienen las ciudadanas jóvenes, los adultos, los niños, las mujeres, los indígenas, los agricultores, los estudiantes, los homosexuales, los bisexuales, los transexuales; todo tipo de gente, de todo tamaño, todo color y todo sabor, como se dice. Ese es el valor del referendo: se logró articular un proceso social como nunca se había visto en Costa Rica, en el que se activó un proceso ciudadano en la toma de decisiones y un involucramiento o toma de conciencia. Esa es la valoración positiva, independientemente de los resultados, que ya es otro tema bastante complejo.

¿Qué significó para ti, qué significa, formar parte del movimiento del NO en esta etapa de tu vida?

Andrea: Bueno, como te decía hace un rato, a pesar de que ya había participado en el movimiento social, en luchas contra la minería de oro a cielo abierto, contra una petrolera, nunca había estado inmersa en un proceso nacional como este, que para mí fue un crecimiento político, una maduración a nivel político. Fue como una gran escuela. Después de esto yo creo que ya no soy la misma: perdí mucha ingenuidad, porque cuando entramos al referendo yo realmente creí en algún momento en este proceso y ahora me doy cuenta de que fue como una gran trampa. Creo que todas esas experiencias me han hecho madurar muchísimo a nivel político y, por supuesto, a nivel personal, porque no puedo desligar lo político de lo más íntimo de mi ser. Y ha sido también, como mujer, muy interesante participar en esta lucha, porque me he tenido que enfrentar a hombres, patriarcas, líderes en comunidades, que de repente, cuando te ven tan joven, no les da mucho… Entonces, tuve un gran reto en ese sentido. Todavía sigue siendo un reto por lo que te decía, porque esto no se acaba. Haber llegado al referendo como lo hicimos nos enfrenta a un “¿ahora qué vamos a hacer?”, y para mí es realmente una gran responsabilidad en este momento pensar en qué voy a hacer yo y qué va a hacer mi grupo, cuál va a ser nuestro aporte de ahora en adelante en el campo político en este país. A ratos me preocupo, a ratos todavía no me puedo creer lo que pasó, cuesta asumirlo. Pero sí siento una gran responsabilidad como joven, como mujer, como persona que participa en el movimiento social, siento que tengo sobre los hombros algo bien fuerte. Y también siento que me ha motivado en muchos aspectos, hasta en cuestiones artísticas, intelectuales… Me ha inyectado muchas ganas de hacer, a pesar de que ha sido fuerte. Y pensaba que esta cuestión de ser joven es muy relativa: de repente ahí hay un parámetro de quién es joven, podés citar edades, y lo que querás, pero yo pienso que ser joven tiene que ver más con la forma en que se tome la vida, con la vitalidad, la energía, las ganas de hacer las cosas. Y en este proceso yo me he llenado de ganas de hacer las cosas, de trabajar en conjunto, de trabajar con hombres y mujeres de muchas partes del país y con universitarios también. Ha sido como un gran motor en mi vida, y así asumo yo el ser joven. Es como sentir muchas ganas de vivir y de no aceptar las cosas como vienen, sino de ser yo sujeta histórica y construirlas con mis compañeros y compañeras.
Checho: ¿Como joven? Como joven ha sido muy complicado: estuvo la etapa de tomar conciencia a través de acciones, que sería como el activismo; y después la de tomar conciencia a través del pensar, que está vinculado con el activismo, pero es también estar involucrado en procesos más orgánicos como colectivos o movimientos. Eso a mí me ha generado muchas contradicciones, en realidad, más que plenas satisfacciones. Yo creo que la satisfacción está en que puedo ver las contradicciones en mí que antes no veía, cosas que reproduzco con personas, cosas ante las que no estaba sensibilizado. Por ejemplo, el rollo del género es algo que de repente acá se vuelve muy famoso; entonces, hay que tener un discurso de género. Yo tenía un discurso de género, y tal vez hasta acertaba con algunas categorías, pero no sabía de lo que estaba hablando, y una vez que me encuentro en un espacio organizativo con mujeres que toman decisiones políticas, y tratando de incidir en una comunidad, me doy cuenta de las cosas terribles que yo reproduzco. Y no sólo con el tema del género, con muchas otras cosas. Entonces yo creo que ha sido un desgarre personal, un proceso de desgarramiento que yo valoro como positivo.
Tania: Uy, para mí fue muy importante porque específicamente el trabajo más fuerte fue en el movimiento de cultura. Trabajábamos con comunidades y fue un aprendizaje increíble, porque uno siempre trata con su círculo de amigos, con su carrera, siempre con círculos reducidos. Pero cuando usted se ve en las comunidades tiene que adquirir una educación para tratar con personas que están ajenas al ámbito suyo, y tiene que adquirir esas herramientas, y además, de golpe, porque no fue como que tuviéramos talleres o algo así, sino que fue de golpe. Adquirir esas experiencias en el mismo proceso para mí fue muy importante, porque marcó mi identidad hacia el futuro –porque yo soy joven, ¿verdad?–, y me dio un montón de herramientas y de experiencias que me van a ayudar a enfrentar otras. Como me identifiqué con el movimiento de cultura, ahora significa que ya es parte de mi vida. No pienso en estos momentos dejar el movimiento, no tengo ningún tipo de diferencias políticas; más bien me identifico con el proyecto que tiene el colectivo. En este momento es parte de mi vida, es como un proyecto personal mío que va a durar hasta que se acabe el colectivo, que para mí no va a ser pronto. Entonces tomar el colectivo y hacerlo parte de mi vida significa sacar tiempo más allá de la carrera y de las demás responsabilidades que tengo, familiares o con otras personas que ya forman parte de mi vida: yo tengo que sacar tiempo para leer, para llamar, para el trabajo operativo que tenga dentro del colectivo. Por eso tiene una significación muy grande, no es algo pasajero, sino que ya es permanente en mi vida. Otra cosa es que, para mí, las luchas políticas en Costa Rica siempre han tenido una dinámica muy tradicional. Siempre ha sido la misma. Entonces, insertarme en esta dinámica tradicional, y yo como joven proponer ideas nuevas –porque yo no tengo años y años de estar reproduciendo la dinámica, sino que vengo fresca, vengo con propuestas nuevas– ha sido un reto. Porque es difícil sentarse con un montón de personas que ya tienen una única visión que no ha crecido, porque forma parte de la política tradicional de Costa Rica, que se engloban en una única forma de ver las coyunturas nacionales y de ahí no salen. Ellos no piensan que hay que cambiar o siempre estar retroalimentándose de las demás luchas, incluso de espacios internacionales: no, siempre ha sido lo mismo. Entonces, llegar yo como joven, insertarme en estos espacios tradicionales y proponer cosas nuevas; y además, que se hayan dado cuenta de que esas propuestas son importantes y de que van mejorando la dinámica de cómo llevamos esta lucha, para mí ha sido una cosa superimportante de la que yo me siento orgullosa. Yo digo: “uy, sí, este reto lo logré llevar”. Y lo sigo llevando. Es sentirme orgullosa de mi trabajo, de mi experiencia, y además, tener la fortaleza de llegar a proponer cosas nuevas a espacios donde tal vez antes no se proponía cada nuevo. Y como joven, yo pienso que todos los jóvenes se sienten interpelados por esta experiencia de llegar y proponer cosas nuevas a los espacios tradicionales.
Jasón: En esta etapa de mi vida, formar parte del movimiento del NO al TLC significa lo que te comentaba: básicamente formar parte del espacio en el cual se decide qué es lo que queremos y se lucha por lo que queremos o se deja de luchar. Porque en muchos casos la gente deja de luchar porque lo ve como algo ajeno, fuera de su cotidianidad. Formar parte significa poner mi grano de arena en la construcción de un modelo de país, en la construcción de un estado social, en la construcción de una cotidianidad, de una ciudadanía, en la construcción de juventudes. Formar parte del movimiento del NO significa formar parte de la construcción del país, independientemente incluso del estado social de derecho. Formar parte del movimiento cultural, contracultural, del movimiento musical incluso, del movimiento artístico, del movimiento juvenil, del movimiento estudiantil, del movimiento ciudadano, etc., etc., eso es lo que significa para mí. El movimiento transformó mi cotidianidad, mi juventud. No porque antes no participara en eventos políticos o colectividades políticas, sino porque la intensidad con la que se tuvo que abordar ese trabajo de resistencia contra el TLC transformó mi cotidianidad como joven. Incluso mis espacios libidinales, mis espacios lúdicos, se vieron totalmente restringidos a la necesidad de trabajo político. No sé si eso es bueno o es malo, eso ya lo dirá el tiempo, aunque uno pueda tener sus indicios, pero significó la transformación de mi cotidianidad en todos los sentidos: entenderme como joven ya no era sólo como aquel joven que se cataloga como rebelde sin sentido, sino como un joven rebelde con mucho sentido, con mucho por qué luchar.

¿Crees que ha habido algo distintivo que identifique a las jóvenes y los jóvenes como grupo social entre todos los que participaron en la campaña del NO?

Andrea: Sí, y tal vez quisiera insistir en esto de lo que es ser joven, porque de repente podría decir que sí ha habido formas de hacer política distintas a la de otra gente que tal vez puede que sean jóvenes o que se sientan jóvenes, pero tienen una forma muy tradicional de hacer las cosas. Yo siento que hay un sector en esta lucha, de gente joven, que ha empezado a introducir estrategias novedosas, y eso tiene mucho que ver con el arte, ha estado muy de la mano con lo que podríamos llamar las formas de hacer arte político. Yo creo que esto es novedoso, y también tengo que decir que, desde mi punto de vista, hay una influencia de gente que ha venido a este país de Argentina, de Colombia, de México, y que han vivido ya experiencias políticas muy distintas a las nuestras. Yo siento que ellos han venido también a aportar un poco a nuestra lucha. Pero sí, siento que se han introducido nuevas formas de hacer política, y eso me parece que es como una respuesta de los jóvenes a tanto tradicionalismo de otros sectores. Ya los jóvenes no se identifican con discursos, o cuando dicen “huelga general”, se preguntan, “¿qué es una huelga general?” Hay un montón de concepciones de lo que se puede hacer políticamente que muchos jóvenes no tienen todavía dentro de sí, no lo han procesado. Entonces empiezan a resignificar esos conceptos partiendo de sus experiencias personales y por eso los hacen ser distintos también. Es así un poco, ¿verdad? Tal vez no sé cómo explicarlo todavía, porque ni siquiera lo he terminado de procesar.
Checho: Claro que primero en lo evidente: estar movilizados contra el TLC. Pero eso quiere decir estar movilizados contra un tipo de política. Cerca de la mitad de la población de manera expresa dice: “no quiero TLC neoliberal”, pero yo creo que la gente que se opone, en su gran mayoría, entiende que eso está vinculado con las políticas que se vienen desarrollando desde el primer gobierno de este señor, en 1986. Yo creo que, en ese sentido, hay un alto nivel de politización comparado con lo que había antes, y eso yo creo que es muy importante, o sea, es otro tipo de organización lo que existe ahora. Ya es manifiesto que existe una fuerza social, que puede terminar o no de formarse o de tener incidencia, pero sí es una fuerza social que está en contra del proyecto de esta gente. Entonces está todo el tema de la gobernabilidad, que sí, es muy liberal y todo eso, pero que su referente se pone en juego. Esta gente no puede gobernar así tan fácil, no lo está logrando, lo está logrando sólo a través de abusos. Aquí en Costa Rica la institución es muy respetada: esa es la forma tica, el medio tico, así somos los ticos, todo se resuelve así. Por eso nace el referendo, por eso nace de los dos lados: nace porque esa es la forma tica, y en realidad hay un todo imaginario alrededor de eso, para que no haya enfrentamiento, digamos. Pero a pesar de eso, a pesar de la legitimidad que supuestamente pueda traer por gravedad el fallo de la consulta popular, eso no legitima ante todo el mundo, porque el nivel de politización que implicó que esa gente se movilizara y se articularan las redes es un tejido que no se olvida tan fácilmente. Entonces, yo creo que hay muchas bases, mucho territorio fértil para seguir haciendo oposición al proyecto de esta gente.
Tania: Sí, para mí eso se manifiesta en las actividades culturales y artísticas que se dieron. Sobre todo en el movimiento artístico. Bueno, no todo, por supuesto que tiene sus excepciones, pero los jóvenes estaban más sensibles a ver el arte como una dinámica sensibilizadora ante la lucha contra el TLC. Entonces, para mí sí es como el ente regularizador de todos los jóvenes: proponían formas artísticas para la lucha y, además, estaban anuentes a recibir ideas nuevas, a sensibilizarse con manifestaciones culturales y populares del pueblo de Costa Rica. Más que los viejos…
Jasón: Para mí, algo que los jóvenes logramos en esta coyuntura fue encontrarnos con otras generaciones: encontrarnos con nuestros abuelos, nuestras abuelas, nuestros padres, nuestras madres, nuestros tíos, nuestros primos, en la misma lucha. Nunca antes, por ejemplo, los jóvenes de mi edad hablaban con sus padres de política. Ahora lo hicieron; y lo hicieron en los comités patrióticos y fuera de los comités patrióticos: lo hicieron en la calle, en una escuela, en una charla, en la comunidad, en el barrio, en la universidad, donde fuera. Eso, para mí, fue algo que caracterizó a los jóvenes: el hecho de ver que podían interactuar con otras generaciones, qué no sólo era entre los jóvenes, sino que también era con mayores e incluso con niños que te llegaban a preguntar: “bueno, ¿qué carajos es esto del TLC?” Y no es fácil explicarle a un niño qué es esto del TLC, ¿verdad? Eso por un lado. Lo otro es la necesidad de respeto entre nosotros mismos. Nosotros quizá arrastramos con muchos de los males que nos heredan los movimientos sociales, la cotidianidad, los padres. Tuvimos que romper con la autoridad que se nos imponía de otros espacios. Tuvimos que romper con el sectarismo, por ejemplo: el joven, por lo general, cree tener la razón, y esa es su razón, y no tiene por qué justificar nada. Claro que hay situaciones en las que no hay que justificarse, pero hay situaciones en las que se vio enfrontado y dijo: “no, aquí tengo que respetar al otro o a la otra, independientemente de que tanga grandes diferencias con mi posición, porque aquí la lucha es una, aquí el objetivo es uno”. Esa es otra de las características que determinaron el actuar y el devenir de la juventud: tuvo que respetar y tuvo que aprender a interactuar con la pluralidad de la población, con la pluralidad en todos los sentidos: económico, social, político, etc.

¿Qué retos tú sientes le plantea a la juventud costarricense el resultado del referendo?

Andrea: Esa sí es una gran pregunta que estamos en este momento construyendo. El reto es no irse para la casa y decir: “nos ganaron”, sino partir, en primer lugar, de que esto está empezando. En segundo lugar, tenemos que encontrar la forma o las formas creativas de llegar a la gente que todavía está inmóvil. Y eso significa que tenemos también la gran responsabilidad de formarnos teórica, política y artísticamente –tres componentes que para mí son inseparables– para a partir de esa formación y de un análisis muy profundo de lo que somos los ticos y las ticas, formular estrategias efectivas para empezar a despertar a este pueblo. Para mí ese es el gran reto de la juventud en estos momentos. Y lo peor que podríamos hacer es irnos para la casa y decir: “se acabó y nos ganaron”. Yo espero que ningún joven asuma eso en este momento, que perdimos. Yo creo que es, de verdad, el inicio de un proceso que no sé hacia dónde nos lleve, pero esperamos que sea lo mejor para este país.
Checho: Bueno, el primer reto yo creo que es no olvidar, tener una memoria histórica de las cosas, porque yo siento que hay muchos sectores que se movilizan y que se desinflan, juveniles y de todos lados. Pero los jóvenes tenemos también esa responsabilidad, a veces asumida o impuesta desde muchos prejuicios adultocéntricos, de mantener esto, o sea: “adelante, la juventud”. Yo creo que la memoria histórica es muy importante, eso por un lado. Y si yo pudiera pedirle deseos al genio le pediría que todo el mundo permaneciera politizado y movilizado, pero eso no es tan fácil. Lo que sí se puede tratar es de que todo el tema de la resistencia quede más incorporado a la cotidianidad, porque el modelo neoliberal y las políticas neoliberales del capitalismo están en todas partes, sobre todo en una sociedad que está tan influida por los patrones de consumo gringos como Costa Rica. Aquí los patrones de consumo son así: la gente que puede se va a Miami o a cualquier otro lugar de los Estados Unidos a comprar. Entonces, con el joven existe un gran riesgo de que todo el aparato ideológico y esos patrones de consumo te enajenen y no sólo que no haya memoria histórica, sino que no haya nada: sólo una reproducción absoluta del sistema. Yo creo que, en estos momentos, lo más difícil para la juventud es evitar reproducir los patrones oficiales, dejar de producir los patrones que reproducen de por sí la cultura de poder y el sistema capitalista como tal. Es muy difícil, porque estamos bombardeados por todos lados. Y en términos del movimiento del NO, básicamente sería seguir movilizados, seguir conteniendo el proyecto neoliberal.
Tania: Claro, es que muchos jóvenes que antes no se activaban, se activaron después del referendo, porque ya sentían la necesidad: “uy, ya puedo votar”, “yo ya tengo voz y voto, y entonces me activo”. Y como el referendo tuvo una dinámica muy diferente a muchas otras luchas políticas, y muy diferente a la que se viene ahora –que igual, es en contra del TLC, pero es completamente diferente–, para mí el reto está en ver qué pasa después del referendo, cuál actitud van a tomar, cuáles dinámicas piensan que es importante ahora proponer para seguir la lucha en un ámbito diferente, que ya no es el referendo. Entonces, para mí ese es el reto mayor: que no se sientan perdidos, porque su experiencia casi que la adquirieron con el referendo.
Jasón: Ahora sí vamos a hablar de los resultados. El resultado de la pérdida electoral, independientemente del fraude que se dio –porque sí se dio un fraude– le plantea un reto fundamental a la juventud. Empezamos a luchar hace cuatro años jóvenes de quince, dieciséis, hasta treinta o treinta y cinco. Le plantea el reto de entender varias cosas: entender que en el escenario político de la lucha electoral no se logran las cosas, que es la cancha del gobierno, que son las leyes de ellos, que es el estadio, la bola, los árbitros de ellos. Para mí, a los jóvenes se les plantea el reto de entender esto: que en esa cancha, si querés interactuar, tenés que entender que es con sus reglas, con todo en contra. El segundo reto es que hay mucha gente, que hubo mucha gente y que habrá mucha gente que se articuló en este proceso y frente al TLC, que van a seguir luchando, ahora, por ejemplo, por reivindicaciones de carácter local: el tema del agua, el tema de los servicios públicos, el tema de la educación, el tema del alumbrado público, etc., etc., todas las luchas cotidianas que permiten articular procesos de resistencia. Entonces al joven también, para mí, esto le plantea el reto de entender que ahora no tenemos sólo la necesidad de resistir frente a un modelo de desarrollo –más bien de crecimiento– que representaba el TLC, sino que también tenemos que entender que hay cotidianidades que se van a articular en nuestros barrios, y que tenemos que ver cómo vamos a trabajar con esa gente. El joven para mí tiene el reto de entender eso: que la lucha sigue, no en el sentido demagógico, porque incluso dentro de los espacios de resistencia hay demagogia. La lucha sigue para los jóvenes: tenemos que seguir trabajando con los niños, tenemos que seguir trabajando con las mujeres, tenemos que seguir trabajando con los hombres, con los campesinos, con los indígenas, con los artistas, con los músicos, con los profesores, con todo el mundo. Esos son los principales retos: entender que hay, que se construyó y se articuló una red social que no se puede dejar al abandono, no se puede dejar como si nada hubiera pasado. ¿Se perdió todo con el referendo? No, aquí hay mucho todavía por lo que seguir articulando el tejido social.

¿Qué testimonio te gustaría que les llegara a otros jóvenes de la América Latina, y en especial de Cuba, acerca de esta experiencia?

Andrea: Me gustaría, a partir de mi experiencia en el movimiento Cultura frente al TLC, dejar claro que se trabajó en comunidades, y para mí lo más rico e importante cuando fui a las comunidades rurales, alejadas, o urbano-marginales, fue saber que hay procesos políticos vividos por esas comunidades, que hay también un acervo cultural propio, característico de estas gentes, y que vos no podés llegar y creer que llegás como con “la respuesta a”, sino partir de que podés llegar con una propuesta, pero que siempre tenés que escuchar a esa comunidad, conocer esa comunidad y elaborar un proceso de retroalimentación con ellos, nunca pretender que sos vos el que sabe. Y creo que ese para nosotros fue el gran aprendizaje: saber que éramos uno más aprendiendo con la gente de la comunidad, y no los jóvenes que teníamos las respuestas y las formas de lucha más efectivas. Cada comunidad tiene su forma de lucha; cada comunidad tiene su concepción particular de lo que es hacer política, hacer arte; y hay que partir de esa experiencia, y retroalimentarse y aprender uno también como joven que viaja por Costa Rica. Es importante que los jóvenes tengan esa necesidad de construir y de buscar. Para empezar. Y yo creo que acá, si algo fue importante, es que a partir de esta coyuntura política hubo un despertar y una búsqueda; y esa búsqueda, sea lo que sea que los jóvenes empezaron a buscar, generó mucha creatividad, y hubo muchas expresiones artísticas de muchos, muchos tipos. Y para mí eso fue algo muy rico que aportamos los jóvenes a esta coyuntura política: una gran creatividad. Yo creo que eso también ha pasado en otras coyunturas políticas, en momentos históricos importantes de la humanidad. Es como que, cuando te llevan contra la pared, hay una respuesta así, muy desde adentro de la gente, y esto acá, en particular, generó en verdad cosas fascinantes desde el punto de vista del arte, de la creatividad. Para mí eso sería un testimonio que podría compartir.
Checho: No sé, tal vez partiendo de lo difícil que está en este momento vincular cosas a nivel regional, a nivel del continente, del subcontinente, lo que diría es que estamos aquí. Eso es lo básico: que estamos bien, que estamos aquí, que existe gente acá que está oponiéndose a eso y que está oponiéndose en serio, y que cree que el proyecto neoliberal y que el capitalismo sólo llevan al suicidio colectivo, y que no queremos suicidarnos. Estamos en la misma nota, digamos, estamos en la misma frecuencia. Y que hay que articular esas cosas, que hay que articular esas experiencias desde lo muy particular. Y que no reproduzcamos tampoco los patrones de la vieja izquierda, tradicional y autoritaria, la vieja izquierda patriarcal, que seamos más creativos. Creo que tenemos que ser más creativos porque ya se demostró que no funciona, que eso es hacerle el juego a la lógica del poder; que tenemos que transformar el poder, no tomarlo.
Tania: Yo me recuerdo antes, con grupos de amigos siempre jóvenes, que todos veían los ámbitos políticos tradicionales como “ay, sí, eso es cosa de los viejos”, “es que ya la política tradicional me tiene harto (o harta)”, “ya esos espacios no son para mí”. Y cuando uno se mete es esos espacios, se da cuenta de que los espacios políticos no son únicamente formales, sino que lo político nos rodea en todas las relaciones personales, en lo cotidiano, en espacios informales. Entonces, adquirir esa experiencia de meterse en estos espacios políticos que antes eran completamente ajenos, que antes uno decía: “Uy, no, esto no es para mí, no me siento identificada con esto”, genera herramientas para después enfrentar todos los demás espacios políticos que hay en la cotidianidad. Es darse cuenta de que lo político no está en un solo espacio, en un espacio formal: no, nos rodea durante toda nuestra vida. Entonces, esas herramientas ahora son muchísimo más útiles en los demás espacios de mi vida, porque ya tengo nuevas formas para combatir. Es que siempre va a haber un espacio político donde hay poder, y a uno, como joven, le pasa que siempre está en una posición de inferioridad ante ese poder en el espacio que sea, puede ser en el aula, puede ser en la familia. Ahora sí ya tengo conciencia de esto y, además, de cómo combatirlo con todas esas herramientas que creé en la lucha contra el TLC. Para mí eso es el testimonio más fuerte, porque cambia tu forma de ser, cambia tu identidad. Y además, se le abre el mundo a muchos otros espacios, e incluso a cómo llevar tu vida. Se abre ese nuevo mundo y esas nuevas oportunidades que antes no tenías.
Jasón: Tremenda pregunta: que hay que ser rebeldes, independientemente de ante lo que sea, llámese un modelo de desarrollo neoliberal, llámese una imposición cultural, llámese una imposición partidaria, llámese una imposición familiar, llámese una imposición sexual, llámese una imposición musical. Hay que ser rebelde. Porque sólo siendo rebeldes buscamos y alcanzamos la autoestima y buscamos y alcanzamos dignidad. Eso es fundamental para los jóvenes. Si no buscamos autoestima o si no buscamos dignidad, si no buscamos libertad y justicia –lo que sea que eso signifique para cada joven, lo que sea que eso signifique– me parece que estamos perdiéndonos de mucho por lo que estamos acá, en este mundo, independientemente de lo que signifique este mundo y hasta cuándo dure, que sin buenas cosas ambientales no mucho va a durar. Un testimonio es ese: que hay que ser rebeldes, que hay que ser libres, que hay que ser respetuosos en el sentido amplio, no en el sentido de “respeto a mi padre porque es mi padre, y así está establecido socialmente”; no, el respeto se gana. Básicamente es lo que a mí me gustaría que la juventud, como sea que esta se defina, a partir de edades o a partir de sentimientos, piense que tiene que mantenerse rebelde para buscar autoestima y dignidad.

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Notas:

1—Combo se llamó al conjunto de transformaciones sobre energía y telecomunicaciones propuestas a la Asamblea costarricense como proyecto de ley (Todas las notas son de los editores).
2—Exámenes de ingreso a la enseñanza universitaria, que sirven para dejar fuera a jóvenes que no han tenido una enseñanza media de calidad.
3—Se refiere a la reelección presidencial de Oscar Arias en el 2006 por un estrecho margen sobre su seguidor, tras un cambio de la constitución política de Costa Rica para permitir esa posibilidad.

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