aminos publicó en su número 43 un dossier sobre el ecumenismo. Notablemente ausente en ese dossier estaba una consideración cubana del asunto. El multílogo que reproducimos a continuación reunió, en el Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr., a un conjunto de actores de las iglesias y el movimiento ecuménico cubanos durante una mañana del pasado mes de junio. Esperamos que esta publicación ayude a llenar aquella ausencia y sea una contribución al reavivamiento del ecumenismo actual en nuestro país.
Caminos: Bienvenidos al CMMLK. Les pediría que comenzáramos con una ronda en la cual cada uno se presente y explique muy brevemente su motivación para participar en esta mesa.
Rafael Barrera: Soy católico, secretario ejecutivo del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero. Mi parroquia es la de San Martín de Porres, en Alamar, donde vivo. Fui elegido delegado del Poder Popular en el 2005 y trabajo en CITMATEL como jefe de proyectos de sitios web y multimedia, además de desempeñarme como profesor universitario a tiempo parcial. El ecumenismo es un principio básico del Grupo Romero. En sus más de veinte años de existencia ha estado presente en toda su labor. Por eso me motiva compartir mis experiencias con los aquí presentes y conocer las de ustedes.
Raúl Suárez Ramos: Estoy aquí porque me siento responsable en relación con el tema del ecumenismo por tres razones. En primer lugar, por ser director del Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr., que es una organización ecuménica que forma parte del Consejo de Iglesias de Cuba. Como expresidente del Consejo de Iglesias también me interesa debatir el tema, porque constantemente estamos siendo citados para tratar asuntos vinculados al ecumenismo en Cuba. Y en tercer lugar, por la condición de diputados de algunos de nosotros; tanto al hermano Arce como a Odén Marichal como a mí, los diputados de diferentes partes del país nos plantean sus preocupaciones en relación con temas que, de una manera u otra, tienen que ver con el ecumenismo.
Rodolfo Juárez: Soy metodista y actualmente me desempeño como asesor jurídico del Consejo de Iglesias. Los que me conocen saben que trato de estar presente en todas las cuestiones que tengan que ver con el ecumenismo. Participé en la actividad ecuménica con el Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC) de los años sesenta, y creo que eso marcó mi vida, de modo que he tratado siempre de estar lo más al tanto posible de estos temas que se refieren a la unidad de la iglesia.
Reineiro Arce: Prácticamente toda mi vida eclesial ha sido ecuménica. De manera similar a Juárez, comencé en el Movimiento Estudiantil Cristiano en los años setenta. Fui secretario general del Movimiento y después ocupé varias responsabilidades en el Consejo de Iglesias de Cuba: fui director del Centro de Estudios durante cinco años, después presidente del Consejo y en la actualidad soy rector del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas. Creo que el tema es sumamente importante, sumamente actual –siempre lo ha sido–, y por esa razón estoy aquí para intentar dar un aporte y aprender de mis hermanos y hermanas.
Amós López: Soy miembro del Equipo Pastoral de la Iglesia Bautista Ebenezer de Marianao y siento el ecumenismo como vocación humana antes que cristiana. El ecumenismo siempre ha sido muy importante en mi vida, en las relaciones humanas y específicamente en el área pastoral, que es donde más he venido trabajando el tema, sobre todo en la liturgia, el acompañamiento pastoral, el diálogo y los proyectos comunes con otras iglesias, la práctica educativa.
Coralia Blanco: Soy pastora de la Iglesia Bautista Shalom en Boca de Mariel y trabajadora del Centro Martin Luther King. El tema me interesa porque mi vida ha estado marcada por una gran dosis de ecumenismo, tanto en el ámbito familiar como en el eclesial y laboral. Por eso me interesa tanto dialogar y aprender sobre el tema.
Alicia Sevila: Soy trabajadora también del Centro Martin Luther King y me interesa el tema porque es el eje temático de nuestro trabajo en el Programa de Reflexión y Formación Socioteológica este año, y por un grupo de vivencias personales a lo largo de toda mi historia de vida.
Ofelia Miriam Ortega: Soy pastora de la Iglesia Presbiteriana Reformada en Cuba. Me gustaría hablar de los niveles de importancia que ha tenido el ecumenismo en mi vida, comenzando por el nivel local. Creo que una de las mayores experiencias de mi vida actual es mi participación en la Iglesia Presbiteriana de la Playa, donde nuestros músicos son de la Iglesia Adventista y tenemos un coro del barrio. Esa interacción entre la sociedad, las otras iglesias y la cultura de nuestro país es muy importante para mí. En el plano provincial enseño Etica Teológica y Teología y Género en el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, y ahí también tenemos una relación de bastante fluidez con la Iglesia Católica Romana de la ciudad. Hay cosas muy interesantes en el ecumenismo matancero que no pasan, quizás, en otros lugares. Y en cuanto a lo nacional, tenemos el trabajo que desarrollamos en el Instituto Cristiano de Estudio de Género a nivel nacional y también nuestra relación con el Consejo de Iglesias de Cuba y con los distintos centros de reflexión. En cuanto a lo internacional –y lo dejo para último, porque muchos piensan que lo internacional es lo más importante para mí, cuando en realidad es lo local, lo provincial y lo nacional–, en este momento soy vicemoderadora de la Alianza Mundial Reformada y presidenta para la América Latina y el Caribe del Consejo Mundial de Iglesias. Por supuesto, me interesa mucho el tema del ecumenismo, porque eso ha sido mi vida: fui bautizada en la Iglesia Católica Romana, asistí a la Iglesia Bautista hasta los cuatro años, a esa edad pasé a la Iglesia Presbiteriana y después me casé con un pastor bautista, de manera que mi vida ha sido ecuménica desde un principio.
Kirenia Criado: Soy cuáquera y mi vida ecuménica comenzó por la necesidad de establecer un grupito más grande en Puerto Padre con cuáqueros y católicos, que eran las iglesias presentes allí en ese momento, para poder montar las obras de Navidad, aunque la verdad es que no le llamábamos ecumenismo a lo que hacíamos. Después apareció el grupo de ULAJE1 en Oriente y conocí su trabajo. Más tarde tuve la experiencia del Seminario de Matanzas y ahora soy trabajadora del Centro Martin Luther King, que es un centro ecuménico. Me interesa, entonces, el ecumenismo, porque, como decía Alicia, es el eje temático de nuestro Programa, pero también porque mi vida se ha llenado y enriquecido con la experiencia de muchas personas que han compartido conmigo su fe y su espiritualidad.
Ailed Villalba: Soy miembro de la Iglesia Episcopal. Pensando en cómo comencé a entender la idea de ecumenismo recordé que yo era católica romana y a veces iba a la Iglesia Episcopal a buscar a un novio que tenía allí. Un día oí a Juan Ramón de la Paz decir en un retiro: “Nosotros tenemos un pedacito de la verdad”, y eso fue de tal importancia para mí que decidí que esa era a la iglesia a la que yo quería asistir. Su liturgia se parecía a la de la Iglesia Católica, la gente se vestía más o menos igual, pero me dijeron: “Mira, no tenemos toda la verdad”. Me interesa el ecumenismo por eso, me interesa como el espacio para compartir nuestras verdades, como el espacio para compartir quiénes somos.
Nerva Cott: Soy pastora de la Iglesia Episcopal de Cuba en la Catedral de la Santísima Trinidad. Creo que el ecumenismo ha sido la esencia de nuestra formación, de nuestro ser. Considero que la única forma en que se puede realizar de una manera integral la misión es cuando nos unimos con todos los que buscan el bienestar de la humanidad y la salvación de la creación. Es una causa común a la que todos tenemos que decir presentes, y también es una motivación para estar unidos a todos los que tienen esos mismos objetivos.
Juan Ramón de la Paz: El ecumenismo esencialmente cubano es un ecumenismo patriótico y no lo inventamos nosotros: lo inventaron los misioneros patriotas. Al estudiar la historia de la iglesia en el siglo XIX vimos que todos los misioneros patriotas de las más diversas denominaciones, incluida la Iglesia Romana, que apoyaban el proyecto de independencia de Cuba, estaban muy unidos, se conocían, compartían conocimientos y también pasaban fácilmente de una denominación a otra, porque el único criterio que tenían era el proyecto de la libertad de Cuba, el patriotismo, la dignidad de los cubanos. Así, a inicios de la república mediatizada, muchos de ellos, más los nuevos valores que se fueron incorporando, practicaban ese ecumenismo patriótico, que es el verdadero. El ecumenismo burocrático, eclesiástico, es muy peligroso, porque se puede convertir en lo que se está convirtiendo en muchos sectores hoy en día: en un ecumenismo antipatriótico, un ecumenismo de penetración cultural foránea, de hegemonismo de otro proyecto político anexionista que se está dando en Cuba hoy, igual que se dio siempre en otros tiempos.
Cuando se produjo una gran crisis ecuménica en la década del sesenta, nosotros enfrentamos al obispo José Agustín González, que representaba ese ecumenismo anexionista y nada patriótico ni cubano; en una sesión del Consejo de Iglesias de Cuba se produjo un enfrentamiento violento y algunos de los asistentes salieron de aquella sesión. Eso marcó el triunfo del ecumenismo patriótico en el Consejo de Iglesias Evangélicas de Cuba, que inmediatamente se reunió e hizo una declaración de ecumenismo social que después apareció y fue ratificada por la junta directiva y por las asambleas. Después creo que ha desaparecido, porque con el paso del tiempo parece que con las nuevas tendencias que hay en el ecumenismo de hoy, lo patriótico, lo social, el compromiso con nuestra patria y con nuestro pueblo se han ido diluyendo un tanto, y se piensa que con un ecumenismo interdenominacional se puede agradar a los sectores conservadores que hay en las distintas iglesias para atraerlos hacia el Consejo y hacia los programas. Sospecho que en los últimos años el ecumenismo se ha ido destiñendo, ha ido perdiendo su esencia.
Caminos: Juan Ramón nos ha metido de lleno en varios de los temas que queremos abordar. Uno es el tema histórico: ¿Cuál es el momento de oro –o los momentos de oro– del ecumenismo cubano? El señalaba uno: el ecumenismo de los misioneros patriotas, pero quizás ha habido otros. También están los momentos que no son de oro: los retos, los desafíos, los problemas. ¿Podemos comenzar por esos temas?
Raúl Suárez: Yo considero que en el movimiento ecuménico hay un período que se extiende desde el inicio de la Revolución hasta el año 1971, que es cuando yo participo por primera vez. Y pienso que es después de eso que se produce una edad de oro del movimiento ecuménico cubano, que comienza a partir de 1972-1973 y que se extiende aproximadamente hasta 1983.
Para mí, para nosotros –es decir, para mi familia, que fue la primera que se integra al movimiento ecuménico y después lo hace la iglesia local– esa fue una edad de oro, porque el Consejo tenía como protagonistas a lo mejor de la teología cubana del momento. Eran las personas más actualizadas en educación cristiana, en el tema de la evangelización; y, desde luego, entre todos y todas se discutía y se enriquecía el ecumenismo. Creo que a partir de 1983 se abre una nueva etapa. En esa fecha se celebró en Cuba la reunión entre misioneros y misionados. Vino el Consejo de Iglesias de Canadá, el Consejo de Iglesias de los Estados Unidos, se reúnen con nosotros representantes del Consejo Mundial de Iglesias y también de la América Latina. Y se hizo una evaluación crítica, profética, de las relaciones entre las juntas misioneras de los Estados Unidos y nosotros, los misionados. A partir de ahí comienza un movimiento rico, con el ingrediente de que a partir de 1984 el movimiento ecuménico cubano tiene la tremenda oportunidad y la tremenda responsabilidad de dialogar directamente con la máxima dirección del Partido. Finalmente, creo que el Período Especial, que ha sido una prueba tremenda para nuestro pueblo, lo ha sido también para el movimiento ecuménico, y yo considero que se ha producido un considerable deterioro del ecumenismo en Cuba.
Reinerio Arce: Yo estoy de acuerdo con la periodización que hace Raúl, pero no creo en los momentos de oro. Yo creo que cada momento tiene posibilidades de ser de oro y puede también ser un momento crítico. Me parece que eso es importante para el ecumenismo actual, porque si catalogamos de esplendoroso un momento ido, la nostalgia del pasado nos impide ajustarnos a la realidad de hoy. Yo me incorporé al Movimiento Estudiantil Cristiano a fines de los sesenta o principios de los setenta, y creo que el MEC estaba en la vanguardia del movimiento ecuménico. Viví esa época con todos sus retos y dificultades. Ahora bien, pienso que es importante para el análisis de hoy, que es lo que nos trae aquí, que obviemos las nostalgias del pasado, que tratemos de aprender de él, pero ajustándonos a la realidad de hoy. Si lo hacemos, veremos que hay oportunidades, que el movimiento no está en los lugares donde estuvo, sino en otros, y que nuestra tarea es identificar las comunidades, los lugares donde está el germen de un movimiento ecuménico de tradición patriótica. Yo estoy muy contento con el grupo de diálogo e intercambio que hemos creado, y creo que eso también es una posibilidad y un reto. En resumen, para mí no hay época de oro, sino que cada época es de oro y también un momento crítico de retos y dificultades.
Se pueden hacer muchas anécdotas de los setenta y de todos los problemas que enfrentábamos. Incluso teníamos que reunirnos en el parque, porque no nos permitían entrar a varias iglesias. Pero creo que lo que hay que hacer es responder a los retos de la iglesia y de la sociedad de hoy, saber encontrar los espacios que existen y no dejarnos llevar por la nostalgia de lo que fue y no es, porque la realidad cambia constantemente, y eso no sólo para el movimiento ecuménico, sino para la sociedad en general.
Ofelia Miriam Ortega: Coincido con Reinerio, y pienso, además, que tratar de discernir cuál fue la mejor época puede ser un ejercicio de extrema subjetividad. Si me presionan yo escogería las décadas de los sesenta y los setenta, porque en esa etapa descubrimos muchas cosas. Primero, descubrimos que la tarea y la misión de la iglesia no podían realizarse solamente intramuros. Segundo, creo que había más confianza mutua y deseos de cooperación, confiábamos más los unos en los otros todos los que estábamos involucrados en esa etapa del ecumenismo. Tercero, hubo una influencia teológica que ayudó mucho en el Movimiento Estudiantil Cristiano, la influencia teológica de Dietrich Bonhoeffer, de la teología dialéctica, que es una teología ecuménica que formó mucho nuestra vida. Y también fue una etapa en que, en medio de contradicciones entre la Iglesia y el Estado, buscamos alternativas, buscamos espacios para encontrarnos y organizamos redes de cooperación que funcionaron muy bien. Raúl mencionaba la educación cristiana, pero hubo también encuentros ecuménicos de gran significación, como los celebrados en el Seminario Evangélico de Teología en la década de los setenta. Y, además, confrontamos las crisis del momento –porque hubo crisis en esa etapa– con esperanza y confianza en la acción de Dios en nuestra misión. La fe que llevábamos al ecumenismo se hizo más verdadera y purificada de tradiciones y desencuentros: empezábamos a vivir una trayectoria desconocida y única en la que Dios nos llevaba la delantera. Creo, entonces, que también fue una etapa de retorno a la palabra de Dios, y el rencuentro con ella dirigió nuestras reflexiones en nuevas visiones bíblicas y transformadoras.
Por último, creo que hay que mencionar en esa etapa la renovación litúrgica que hizo de muchas de nuestras congregaciones comunidades de celebración y no funerales, como lo que estábamos viviendo hasta entonces; hubo una renovación litúrgica que favoreció grandemente nuestra espiritualidad.
Rafael Barrera: Creo que el ecumenismo es un camino, y que es un camino de oro completo. Lo que pasa es que el camino tiene momentos de entusiasmo, momentos de más fácil caminar, y momentos más trabajosos, porque hay que ir cuesta arriba. Para mí, el momento de descubrimiento coincidió con una época de cambios en el mundo, que fue la década de los sesenta. Entonces se produjeron muchos cambios a nivel mundial y en nuestro país. Yo comencé a escuchar de ecumenismo a partir del Concilio Vaticano II. Quizás nos inspiran nostalgia esos tiempos porque fue la época de oro de la juventud, al menos en esta parte del mundo que nos es más cercana. Pero coincido con Raúl en que a partir de los ochenta y hasta aquí ha habido un cambio de velocidad al recorrer el camino ecuménico.
Los noventa han sido para mí una época de superación de barreras de exclusión, a partir de los encuentros del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero. He ido rompiendo las barreras que me separan de otras personas, del otro. Por ejemplo, está el tema de la orientación sexual: había un tabú con el tema de la homosexualidad, y descubrí que los homosexuales son también seres humanos con los mismos derechos que tienen todas las personas a la vida y a sentirse plenamente realizadas. Pongo ese ejemplo porque fue una de las barreras que he tenido que vencer más recientemente, lo que no quiere decir que no me queden otras. La praxis de conocer a esas personas y de la reflexión que se va dando en todo el mundo es también una forma de practicar el ecumenismo, ya no por una práctica doctrinal, sino por una experiencia de vida.
Retornando a los sesenta, la verdad es que el grupo de jóvenes universitarios que se reunía en la parroquia de Cristo Rey a fines de los sesenta y principios de los setenta era un grupo ecuménico. Cuando entro a la universidad en la década del setenta encuentro ese grupo, me uno a él, y a contrapelo de lo que se estaba dando en la sociedad cubana en la esfera del marxismo, lo interesante es que allí había una praxis ecuménica. Esa fue una experiencia muy importante para mí.
Amós López: A mí me parece que la periodización es un intento demasiado serio para hacerlo hoy. Creo que una periodización del movimiento ecuménico amerita un espacio mucho más prolongado, con otras personas que no están aquí. Pero me atrevería a decir, desde la época en que me incorpore hasta acá, que las celebraciones evangélicas que se dieron a finales de los noventa marcaron un nuevo período en el ecumenismo, por las relaciones que se han ido tejiendo a partir de esos espacios de celebración entre las diferentes denominaciones. Yo creo que, también a partir de los noventa, la producción teológica se ha diversificado. El surgimiento de centros de inspiración cristiana y de proyección ecuménica, y de otros movimientos, además de los que históricamente existían, con nuevas propuestas de producción teológica, bíblica, pastoral, ha abierto el espectro de la reflexión ecuménica y ha brindado la oportunidad de compartir en esos ámbitos. Ha hecho posible compartir las experiencias de las diferentes iglesias y su manera de desarrollar la misión.
Lo otro que quiero tocar rápidamente son los desafíos actuales del ecumenismo. Creo que consisten en reconocer los múltiples rostros que tiene ese ecumenismo y las múltiples maneras en que se hace. Alguien decía que hoy el ecumenismo está mucho más diversificado y encuentra nuevos protagonistas, que no siempre están en el círculo de las discusiones sobre el ecumenismo. Una pregunta sería sobre qué quiere hablar el ecumenismo de hoy. Hemos tenido temas recurrentes como el compromiso social o las relaciones interdenominacionales, pero el interdenominacionalismo no es ecumenismo, sino solamente una de sus caras. Yo decía al inicio que, para mí, el ecumenismo es cuestión de vocación humana, y si es así, todo aquello que afecte a la promoción de la vida humana sería un tema esencial para la discusión ecuménica.
Reinerio Arce: Yo creo que el problema es el siguiente: en un momento dado –entre los sesenta y los ochenta– el ecumenismo y el interdenominacionalismo estaban muy relacionados, pero el interdenominacionalismo se fue institucionalizando y se fue identificando el ecumenismo con el interdenominacionalismo. Lo que ahora está institucionalizado no es el ecumenismo, y a veces se confunde uno con el otro. Yo creo que lo primero que hay que hacer es diferenciarlos. Lo otro es que los espacios del ecumenismo han cambiado: yo insisto en el tema de los espacios. En los sesenta y los setenta eran los movimientos ecuménicos, y si se puede hablar de momento de oro es del momento de oro de los movimientos ecuménicos, del MEC, de ULAJE, de CELADEC,2 de ASEL3 y de todos los movimientos. Pero eso fue moviéndose, surgieron los centros. Los centros caracterizaron una nueva forma de ser ecuménico.
Para terminar, yo coincido con Ofelia en que se está dando un ecumenismo de base en grupos pequeños, en grupos diversos: iglesias locales, o la experiencia nuestra con los proyectos sociales apoyados por el Instituto de Género y el Seminario, en los que participan diversas denominaciones con una idea patriótica, social, de compromiso. Son grupos pequeños, pero es que nos acostumbramos también a la idea de lo grande, olvidando que el reino de Dios es como la semilla de mostaza. Tenemos que empezar a pensar en pequeño, en la diversidad de lo pequeño, y ahí yo creo que actualmente está el germen y el futuro del ecumenismo cubano. Si es así, el reto consiste en saber cómo interrelacionarnos, cómo vincularnos, cómo articularnos. Es decir, el desafío está en que logremos articular creativamente esas experiencias pequeñas que están teniendo los centros, que está teniendo el Seminario, que están teniendo las iglesias, que están teniendo determinadas organizaciones, que están teniendo otras personas. Porque Ofelia caracterizaba lo que nos impactó en aquella época, pero hay cosas nuevas: por ejemplo, el tema del diálogo interreligioso. En aquella época a nadie se le hubiera ocurrido invitar a un santero a una reunión del MEC. Hay temas como lo ecológico, el análisis de género, esas son las cosas nuevas que se unen a las riquezas de los setenta.
Raúl Suárez: Amós y Reinerio trataron un tema que considero muy importante: la Celebración Evangélica Cubana, que fue una actividad netamente cubana dirigida por los cubanos y orientado por los cubanos. Fue también una oportunidad excepcional para colocar los logros obtenidos por nuestra lucha revolucionaria y cristiana. Pero sus resultados cayeron en manos que no eran las nuestras, y creo que es ahí cuando surge el movimiento interdenominacional. Este movimiento interdenominacional es fabricado y financiado desde el exterior, de eso no tengo duda. Y, por otra parte, simultáneamente con este interdenominacionalismo creciente, ya hay universidades, seminarios, institutos cristianos en Cuba. Todo eso es financiado desde el exterior, es interdenominacional y coincido plenamente con Reinerio en que no es ecuménico. Ya estamos saboreando los frutos amargos de la neocolonización eclesial y teológica en nuestro país.
Creo que el signo de esperanza está en el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas y en los centros, en el Centro de Estudios del Consejo –al que estamos involucrando– y también en el Consejo en la persona de su presidenta, que está trabajando unida a nosotros. Creo que el asunto de los resultados de la celebración evangélica cubana tenemos que estudiarlo, porque ahí es donde empezó: fue nuestra gran gloria nacional, pero fue también el inicio de muchos problemas que tenemos en la actualidad.
Kirenia Criado: Yo le agradezco a Reinerio que tocara el tema de los espacios y el de la nostalgia por los espacios que en algún momento animaron y avivaron una red de relaciones, una hermandad consciente de reflexión teológica, bíblica, pastoral. Y sí, realmente hay una nostalgia muy fuerte que hace que no se vean los nuevos espacios donde se está dando el ecumenismo, y que oscurece incluso el hecho de que las mismas personas que formaron parte de aquellos otros espacios en el pasado forman parte de lo nuevo que se está viviendo hoy, y siguen diciendo que estamos en una gran crisis.
Mi experiencia en el Seminario fue una de las más ricas que he vivido: pasó por lo afectivo y por reconocer el saber del otro y que ese saber me enriquecía. Eso dio lugar a una hermandad muy consciente, de crecimiento desde lo personal, pero también en la reflexión bíblico-teológica. En estos momentos se están dando muchos espacios de base que no estamos leyendo. Para poner un solo ejemplo, en Holguín se está dando un curso de Antiguo Testamento animado por cuatro o cinco jóvenes de diferentes iglesias, colaboradores del Programa Socioteológico del CMMLK, al que asisten unas cincuenta personas de la región: Puerto Padre, Velasco, Floro Pérez, Bayamo, Holguín. Entonces, ¿por qué tenemos miedo de decir que ahí se está dando ecumenismo? Porque, ¿para qué es el ecumenismo? Para ayudar en las relaciones humanas, para ayudar en nuestros espacios. Y si es así, ¿qué es lo que nos está pasando que no logramos leer los espacios ecuménicos actuales?
A veces me da miedo de que al añorar una época de oro estemos convirtiéndonos en un elemento de la crisis y en un freno para el ecumenismo de nuestros días, porque no lo podamos reconocer. Entonces te agradezco, Reineiro, que hayas tocado el tema de esas redes de relaciones que se está formando y el del reto que significa tratar de articularlas y tener el coraje de acabar de ponerle nombre. Yo creo que sí, que se está dando un ecumenismo, se está dando.
Rodolfo Juárez: Yo tampoco, como decía Reinerio, creo en épocas de oro, pero sí coincido con Miriam en que la época de los sesenta y los setenta representó un avance, sobre todo por la influencia que se tuvo en el pastorado joven y aquí tenemos dos ejemplos. Roy Acosta, Raymundo García, Luis Villalón, Israel Batista, Gisela Pérez, Juan Ramón de la Paz, Nerva Cot, Livio Diaz y otros, todo este grupo que luego influencio el ecumenismo, también estuvo en esos grupos iniciales de los sesenta, sobre todo en el MEC, que fue rescatado por Reinerio y otros líderes en los setenta. Yo pienso que fue el empuje que les daban esos movimientos ecuménicos a las iglesias y al propio Consejo lo que hizo que el Consejo incluso cambiara su nombre y se denominara entonces Consejo Ecuménico y no solamente Consejo de Iglesias de Cuba.
Yo no tengo ninguna añoranza ni ningún temor a cambiar nada. Sencillamente yo creo que el que olvida el pasado comete los mismos errores en el futuro. Tenemos que analizar en qué fallamos, tenemos que saber por qué languidecieron los movimientos ecuménicos hasta el punto de que hoy, prácticamente, muchos han desaparecido y otros luchan por subsistir, pero no pueden empujar a nadie.
Todos esperábamos que el Consejo de Iglesias fuera el baluarte del ecumenismo en Cuba y, realmente, no lo ha podido ser ni lo va a ser, porque su estructuración no se lo permite. No se quiere dañar a los que están adentro ni ahuyentar a los que están afuera, y se mantiene una coexistencia pacífica, pero improductiva. Yo sé que hay muchas cosas puntuales, pero creo que si vamos hacer avanzar el ecumenismo, tenemos que crear de alguna manera un movimiento ecuménico. No sé si se llamará movimiento: no es un problema de nombres, pero sí debe tener alcance e incluir a personas completamente comprometidas, no de nombre, sino de acción. Como decíamos en una reunión que celebramos en Matanzas, el ecumenismo no es un asunto que yo tomo hoy y dejo mañana, sino que es un compromiso de por vida, es un compromiso hasta que Cristo venga. Se trata, entonces, de crear grupos comprometidos de personas que también tengan cierto grado de influencia en sus propias denominaciones, porque a veces lo que hacemos son charlas de viejos: nos reunimos y hablamos de ecumenismo, pero no influenciamos a nadie. Todo esto tiene que restructurarse, pero con un compromiso.
Yo estoy de acuerdo con lo que mencionaba Amós: la última acción ecuménica de magnitud –que creo que no fue realizada con ese objetivo– fue la Celebración Evangélica de 1999. Quizás los líderes de las iglesias y el Consejo de Iglesias estén pensando en hacer una en el 2009, cuando se cumplan los diez años, porque si bien es cierto lo que dijo Raúl, que fue tomada por quienes ya no estaban interesados en el ecumenismo, sí tuvo resultados ecuménicos que no se aprovecharon. Creo que en el futuro podemos pensar en algo como eso, quizás a los diez años de la Celebración Evangélica tener otra y encauzarla hacia el ecumenismo y no, como decía Reinerio, hacia el interdenominacionalismo, porque eso es lo que, por ejemplo, en el Consejo, está matando el ecumenismo.
Rafael Barrera: Quería referirme a que, efectivamente, el ecumenismo se está dando a otro nivel, y yo creo que hay que ver cuáles son los polos de atracción de este ecumenismo, que no son los mismos polos de los sesenta y los setenta. Hace poco tuve una experiencia como delegado del Poder Popular: el Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero apoyó la realización de cursos para la formación de líderes comunitarios y la promoción de la participación popular en el Taller de Transformación Integral del Barrio en Alamar Este. Los participantes tenían diferentes orígenes, tanto sociales como de credo religioso. Ahí se produjo un ambiente ecuménico centrado en un aspecto fundamental: los problemas de los cubanos de hoy. Cada quien hacía sus reflexiones, daba sus enfoques y hablaba desde sus vivencias, pero todo era considerado por el conjunto de las personas, en una búsqueda común por lograr una mayor participación de la sociedad cubana en la solución de sus problemas. Esa es una experiencia ecuménica: no estaba dirigida por una organización política, ni por una organización religiosa, ni había una sola institución, aunque sí un marco institucional, el del Taller de Transformación Integral del Barrio, pero los protagonistas eran de diferentes lugares y sectores sociales. La experiencia es interesante, porque no es lo mismo lo que ocurría en la década del setenta, cuando los creyentes eran excluidos y muchos se autocensuraban de expresar sus sentimientos o creencias religiosas.
En este momento se están dando esas experiencias en las que comparten personas no solamente de distintas creencias religiosas, sino que tienen puntos de vista diferentes. No se trata de un contexto eclesial, sino de un contexto comunitario en el que se están dando pautas ecuménicas. No son propiamente espacios eclesiales, pero sí espacios del pueblo de Dios en busca de justicia para la solución de los problemas que hay en el entorno. Esas búsquedas tocan lo ecológico, tocan lo social, tocan lo económico, tocan lo político, tocan las ideas y tienen como base esta frase: “Juntos sí podemos lograr que la participación popular sea efectiva”.
Ailed Villalba: Yo no viví la época de oro del MEC que ustedes mencionan tampoco viví la época de la COEBAC,4 no soy bautista. No sé si habría participado o no. Lo que me quedan son los recuerdos que ustedes comparten, y cuando hablamos de lo que tenemos hoy y de dónde salió, hay cosas que, indiscutiblemente, hay que mencionar. Pero oyéndolos a ustedes hablar me puse a pensar si las cosas interesantes y provechosas que ustedes contaban las tenemos o no las tenemos hoy. Y me dije: “Bueno, algunas sí”. Cambió el contexto, cambió quizás aquello con lo que estamos trabajando, pero muchas de esas cosas las tenemos.
Voy a poner un ejemplo: el mes pasado celebramos el VII Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios. El taller fue organizado por GALFISA –que es el grupo de América Latina del Instituto de Filosofía– y el Centro Martin Luther King. Yo quiero comentarles algo que ocurrió en ese taller, que para mí fue una experiencia ecuménica y tiene que ver con las cosas que ustedes han mencionado. Ustedes decían que había sido una época de oro porque había un liderazgo joven, había pastores jóvenes involucrados. Pues en el taller había también mucho liderazgo joven, y eso se debió a que quienes estaban invitando promovieron que estuvieran presentes personas jóvenes. Como no era solamente para iglesias, no todos eran pastores, por supuesto, pero también había pastores.
Otro elemento, que es la importancia del descubrimiento. Yo me decía: “Contra, descubrimos un montón de cosas en el Taller de Paradigmas”. Y la verdad es que estamos descubriendo un montón de cosas en las iglesias. Lo que pasa es que lo que estamos descubriendo son cosas diferentes. Hay iglesias que todavía están descubriendo que la misión no es solamente intramuros: hay iglesias que todavía necesitan descubrirlo. Y a los que ya creemos que descubrimos que la misión no es solamente intramuros, que sea extramuros nos trae un montón de complicaciones y tenemos que descubrir otras cosas. Están los temas de género, de la participación, del poder. Entonces, todavía estamos en una época de descubrimiento.
Otra cosa es la renovación litúrgica: yo creo que las iglesias todavía están viviendo renovación litúrgica de diferentes maneras. Y creo que el Taller de Paradigmas fue un evento en el que se dio una liturgia variada y renovada. Comenzaron mostrándonos solamente cosas culturales y nosotros mismos, los que estábamos participando, le dimos el toque de renovación litúrgica cuando estábamos interactuando entre nosotros, porque la liturgia no es solamente lo que se muestra.
También decían que aquella fue una época de empuje, y yo creo que estamos viviendo una época de empuje. Lo que pasa es que estamos empujando diferentes cosas: algunas son las mismas, otras no. Y decían que había entonces personas comprometidas, y yo creo que somos personas comprometidas; lo que pasa es que también estamos comprometidas con diferentes cosas. La otra cosa que decían es que fue una época en que había problemas en el diálogo Iglesia-Estado. Bueno, pues hoy seguimos teniendo problemas con respecto al diálogo, no solamente entre la Iglesia y el Estado, sino también con nuestras propias iglesias. Los nuevos descubrimientos y las nuevas participaciones traen nuevos retos. Por tanto, para mí, Ailed, que no participé ni en el MEC ni en la COEBAC, este es mi momento de oro.
En cuanto al interdenominacionalismo, claro que hay ecumenía en el interdenominacionalismo El problema es cuando empezamos a pensar sobre la base de la jerarquía. Hay que trabajar un ecumenismo de base. Y si nos problematiza esa expresión es porque a veces pareciera que no estamos en la base. ¡Ah! Si no estamos en la base entonces tenemos un gran problema. Y me lo digo a mí misma. Si cuando hablo del ecumenismo de base me refiero al que hacen otros, entonces tengo un problema: no estoy en la base, tengo que volver a la base.
¿Por qué, entonces, el Taller de Paradigmas Emancipatorios fue una experiencia ecuménica? Porque fue una experiencia de compartir; porque los jóvenes, por ejemplo, creamos un espacio, creamos una carta y nos cogimos el espacio para hablar. Entonces, no es que otros nos hagan partícipes, es que ya somos partícipes. El problema es cuando vienen las luchas de poder.
Kirenia Criado: Rafael decía que los sesenta y los setenta fueron una época de cambios, y Reinerio, que decía que había sido la época de oro de los movimientos, también insistía en que habían sido tiempos de cambios. Hoy estamos en una época de grandes cambios. ¿No será que tenemos que hacer una lectura bíblica y teológica de los cambios que están ocurriendo hoy? Porque lo primero que tenemos que hacer es empezar a leer nuestra realidad, y hacerlo de una manera muy crítica, entendiendo la crítica como reflexión, para saber dónde estamos y cuál sería nuestra misión.
De eso se trata: de leer nuestra realidad y, a partir de ahí, elaborar acciones concretas sobre las que tenemos que ponernos de acuerdo.
Suárez decía algo que yo también creo: que la época de crisis del ecumenismo se corresponde con un debilitamiento de los movimientos que en algún momento fueron la punta del ecumenismo en Cuba. Juárez decía que hace falta, entonces, crear otro movimiento. Y yo creo que en vez de estar pensando en crear otro movimiento, tenemos que mirar esos espacios pequeños que ya existen y encontrar la manera de formar parte de esos espacios para escuchar lo que se está hablando. Por ejemplo, en esos pequeños grupos que se hacen en el Seminario, ¿qué es lo que se conversa? En esos espacios donde se está dando ecumenismo –que sin duda se está dando– entremos a ver qué hablan, y yo creo que lo que vamos a hallar es que no son tan diversos en cuanto a sus objetivos.
Hay una cosa muy clara, y es que esos grupos se están encontrando para leer la realidad, para escribir su propia historia, sea de oro, de plata o de bronce. Entonces, ¿por qué no ver esos grupos como espacios que se pueden articular? ¿Por qué no reflexionar sobre si realmente es cierto que esos espacios están dando cuenta de lo que queremos como ecumenismo? Y si no es así, vamos a sentarnos a discutir sobre cómo cambiamos las cosas, porque realmente no están dando cuenta de ese ecumenismo que queremos, cuyo objetivo principal es transformar la realidad, permitir que crezcan el ser humano y la vida humana por encima de todas las cosas y ver cómo Dios se mueve en la historia. En resumen, hagamos una lectura bíblico-teológica del ecumenismo que está produciéndose en la práctica.
Raúl Suárez: Yo pienso que el desafío no es el de crear un nuevo movimiento, sino el de recuperar el nuestro. El otro aspecto es que contra viento y marea –y ese viento viene de distintas partes– en lo que toca a la preocupación por los jóvenes somos nosotros los que tenemos que ponerlos en posiciones de responsabilidad. Modestia aparte, yo creo que he dado un ejemplo cuando con setenta años y no totalmente bien, pero todavía con energía para hacer algunas cosas, lo entendí, y en estos momentos la iglesia tiene un equipo pastoral de tres jóvenes. A veces nosotros mismos somos los que les cerramos el paso a los jóvenes. No es que nosotros nos retiremos de todo –yo quiero estar en todo– pero creo que es el momento en que tenemos que hacer un gesto y decir “Mira, ya yo he dado bastante y voy a seguir dando en esto y en lo otro, pero vamos a colocar jóvenes”. Yo sé que hay suspicacia con los jóvenes, porque los jóvenes no son exactamente como han sido Miriam, Sergio Arce, Odén Marichal y Raúl Suárez. La revolución es la que los ha formado, mientras que yo me formé veinticuatro años en el capitalismo, y otros más se formaron allá, y, sin embargo, hemos caminado con el proceso. Hay que confiar en los jóvenes y hay que darles espacio. No tiene que ser de la noche al día barrer con una directiva. Yo creo en la transición, en la continuidad, en que distintas generaciones vayan asumiendo, hasta que los jóvenes despeguen y lleguen a ser mayores en ese sentido.
Creo que algo que estamos tratando de hacer es ver el ecumenismo a la luz de la realidad cubana, y en ese sentido, como dijo Miriam y yo he hecho varias veces, tenemos que poner las manecillas del reloj hacia el Sur, que es donde están los pobres, que son los que nos evangelizan. Los del Norte son los que nos quitan nuestra identidad, nuestra inspiración, nuestra teología, y el Sur es el que nos hace más nosotros, más cristianos, más evangélicos, más patriotas y más revolucionarios.
En cuanto a la realidad cubana, la experiencia me dice que hoy no estamos desafiando desde nuestra base bíblica y teológica a la dirección política del país como hicimos en otros tiempos; y que cada vez que desafiábamos a la dirección política del país con un pensamiento bíblico, teológico, contextualizado, encarnado, como dice Arce en su Teología en Revolución, la dirección política del país se abría, y se abrían espacios. Los centros no surgieron por gusto, el Partido no nos llamó para decirnos “Abran centros”. Pero los abrimos porque se había seguido un proceso. Cada vez que viene algún extranjero y me dice que cambió la relación entre la Iglesia y el Estado debido a la visita del papa, le aclaro que no, que fue por nuestra acción y nuestro testimonio que cambió esa relación.
La otra cosa sobre la que quería llamar la atención respecto a la relación del ecumenismo con la realidad cubana es que no hay dudas de que el Período Especial nos afectó. No hay dudas de que hubo, de la noche al día, un cambio de lenguaje en nuestra gente, una toma de distancia, y casi hemos caído en el apoliticismo. Nos cuesta trabajo a veces decir: “somos revolucionarios”, o “somos socialistas”. Nos cuesta trabajo, estamos cuidándonos, estamos cuidando el interdenominacionalismo. El debilitamiento de los movimientos ecuménicos es parte de esta historia del Período Especial. Para citar un ejemplo: de la noche al día ULAJE se puso a atender los hogares de ancianos. Esa no era la misión de ULAJE, desde mi punto de vista. Y el MEC empezó a tomar distancia también de los temas que nos ayudaron a nosotros, como pudieran ayudar a los jóvenes de hoy.
Los proyectos han sido buenos, porque nos han ayudado en nuestra ecumenía, pero todo el mundo quiere tener un proyecto, porque detrás del proyecto hay muchas cosas que no son la misión ecuménica. Aquí nosotros tenemos proyectos de construcción de viviendas, como los tiene allá el Seminario, y están haciendo mucho bien. Pero ustedes saben la cantidad de proyectos que hay por ahí que no obedecen a una estrategia ecuménica, sino a una estrategia de sobrevivencia de la organización o de la institución.
Juan Ramón de la Paz: Cuando hablamos del pasado puede parecer que es una cuestión muy evangélica, muy cristiana, muy bíblica, de la época del paraíso de Adán y Eva. Y no, no es así. El problema es que nosotros derrotamos la derecha y la fuerza reaccionaria y conservadora, la pulverizamos en el movimiento ecuménico, y se hizo una declaración que era lo contrario a lo que ellos querían. Y todos los que estaban en posiciones conservadoras y reaccionarias se fueron del movimiento ecuménico o del país. Pero ahora es lo contrario. Ahora son las fuerzas de derecha conservadoras y reaccionarias las que cada vez avanzan más, y se atreven más, y dicen más, y tienen neutralizada a mucha gente, aun en las instituciones ecuménicas, en los foros ecuménicos, en las asambleas, en la junta directiva. Y usted ve que la gente tiembla cuando va a hablar del patriotismo, de la revolución, de todo lo que es la esencia del ecumenismo, que nos ha costado a nosotros lágrimas, sudor y sangre. No se trata, de ningún modo, de volver atrás, sino todo lo contrario. Las fuerzas conservadoras, reaccionarias –que no son gratuitas tampoco, porque está todo eso escrito en el plan Bush; hasta nos mencionan a las iglesias por nombre–, cada vez son más fuertes, tienen más recursos, y avanzan más, y nosotros estamos en una posición de desventaja, estamos más fragmentados, estamos más debilitados, estamos más aislados.
Rodolfo Juárez: Primero, quiero aclarar que no hablé de crear un nuevo movimiento. Yo pienso que el movimiento ecuménico es uno, y lo dije en una intervención mía, pero que es un niño que se ha quedado raquítico y hay que alimentarlo para que crezca, porque es mejor alimentar algo para que crezca que no resucitar a los muertos, porque lo que hay detrás de esta añoranza son muertos. Yo también creo, como decía Kirenia, que se trata de aprovechar los espacios. Si hubo un mérito en esas décadas anteriores –y no es una cuestión de nostalgia– es que se hicieron las cosas que eran necesarias para dialogar con la crisis que se produjo a principios de los sesenta, cuando se declaró el socialismo. Se buscó a Bonhöeffer, a Hromadka, el libro Un cristiano de Alemania Oriental, escrito por un pastor protestante alemán y traducido y distribuido por el MEC, que tenían que ver con la situación que vivíamos en aquel momento. Luego, en los setenta, pasó lo mismo: se empujaba, se buscaba el diálogo con la Juventud Comunista. Pero ahora tenemos que ponernos de acuerdo, porque estamos completamente regados.
A veces puede parecer que lo queremos llevar todo al ámbito de la política. Pero me sorprendió la esposa de Reinerio el sábado, porque hizo una presentación maravillosa sobre la familia. Y me llamó la atención que las investigaciones que los psicólogos han hecho arrojan que en la familia no se habla de política. Y es que todos estamos con tantos problemas –las mujeres tienen que pensar qué cocinan mañana, cómo se atiende al hijo, cómo lo llevan a la escuela, cómo lo visten– que la política pasa a un segundo plano. Las preocupaciones cotidianas abruman de tal manera, tanto al hombre como a la mujer, que no se está hablando de política en los hogares. Yo creo que tenemos que buscar realmente cuáles son los temas sobre los que tenemos que dialogar en el movimiento ecuménico, porque a veces abarcamos tanto que no apretamos nada.
Reinerio Arce: Yo insisto en que no es lo mismo interdenominacionalismo que ecumenismo, y que el problema es cuando lo identificamos como lo mismo. Volvamos a los paradigmas de los setenta y los ochenta: en el MEC nos reuníamos para analizar a quiénes apoyábamos para el Consejo. Mientras sigamos identificando las dos cosas estamos perdidos. Al Estado y el Partido les pasa igual: confunden ecumenismo con interdenominacionalismo. Por eso, cada vez que pedimos una reunión citan a todos los jefes de obra y la reunión se convierte en algo formal. El gobierno y el Partido tienen que tomar conciencia de eso, porque creo que hemos sido críticos y autocríticos, pero no tenemos los espacios para un diálogo de este tipo con el Partido. La reunión con Balaguer a la que fuimos unos veinte fue una reunión crítica: ahí se plantearon los problemas sobre la mesa. Pasaron dos años, nos reunimos con Lazo y pasó lo mismo. No se han celebrado más reuniones de este tipo.
Rafael Barrera: Hay un lema que no se ha mencionado aquí y que, sin embargo, está en la base del ecumenismo: es el de la unidad en la diversidad. Ahora bien, ¿unidad en torno a qué? Ahí es donde a veces se pierde el faro, el punto de atracción. Porque como cambia el contexto, cambian también los polos de atracción. Todo movimiento ecuménico tiene que partir de una unidad y una diversidad, si no, para mi, realmente no hay ecumenismo centrado. Uno de los puntos, entonces, es cuáles son los elementos de unidad que hoy están llamando a ese ecumenismo. El otro tiene que ver con la diversidad. Insisto en que a veces hay procesos dentro de este caminar que requieren que cada grupo reflexione, se mire hacia dentro, recupere sus elementos identitarios, no para cuestionarse los de los demás, sino para poder enriquecer el contexto. Pienso que en la época en que empezaron a identificarse esos grupos, esos movimientos, esas diferenciaciones fueron importantes para el movimiento ecuménico, porque la uniformidad no es el elemento clave; la clave es encontrar en medio de la diversidad cuáles son los polos de unidad que permitan avanzar.
Yo entiendo que en estos momentos hay varios polos de unidad: están los polos sociales, los polos contextuales comunitarios; yo pienso que las situaciones que atraviesa la juventud hacen que sea muy cuestionadora en cuanto a su actuación y a las direcciones hacia las cuales tiene que encauzar sus esfuerzos. Mi experiencia de trabajo en la comunidad me dice que hay cosas nuevas en las que los jóvenes están pensando. Si en aquella época se fortaleció el movimiento ecuménico fue también por ese cuestionamiento que le hacía la sociedad a nuestras convicciones religiosas, a nuestra creencia. El movimiento ecuménico era una forma de fortalecer nuestra identidad de creyentes, de decir que teníamos apoyo social y estábamos presentes. En estos momentos hay otros cuestionamientos: son las cosas que interpelan nuestra condición humana en la comunidad, y estoy convencido de que allí es donde hay que buscar. Si no los vemos, si no los descubrimos, no seremos capaces de de servir de catalizadores para ese movimiento ecuménico que existe, pero de maneras diferentes.
Ailed Villalba: Entre pregunta y pregunta yo estaba recordando que hemos celebrado talleres regionales para formación de líderes –ya se ha dicho que el ecumenismo es el tema eje del trabajo del año del Programa Socioteológico del Centro–, y en esos talleres, a partir de la discusión, salían preguntas para seguir enriqueciendo el debate. Algunas aparecen en el número de abril del boletín Caminos: ¿Unidad para qué? ¿Cuál es el propósito de la unidad? Cuando hablamos de diversidad, ¿quiénes son los diversos, las diversas y de qué diversidad se trata? Si vamos a formar un cuerpo, ¿qué estructura tendría, cómo sería ese cuerpo, quién sería la cabeza? (y esto nos trae, entonces, el tema del protagonismo y del poder). Había otras preguntas más; una, muy importante, sobre el respeto, la aceptación, y qué no se está dispuesto a negociar. Son algunas preguntas que tenemos que hacerles hoy a nuestras prácticas. Y también son importantes en relación con otro tema, que es el del análisis conjunto de los problemas. Se hablaba ahorita de analizar a quiénes apoyábamos de manera organizada. Yo le añadiría otro adjetivo: solidaria. Creo que no estamos analizando las cosas organizadamente y que no estamos siendo solidarios.
Pienso que las preguntas que nos tenemos que hacer en nuestros diferentes espacios son: ¿Qué voy a hacer yo? ¿Qué vas a hacer tú? ¿Qué podemos hacer juntos? Y, ¿qué no podemos hacer juntos? Porque va a haber cosas que no podamos hacer juntos, por supuesto. Y ahí la pregunta es: ¿Qué no estamos dispuestos a negociar? Y no solamente porque no quiero soltar este micrófono y que más nadie hable, sino porque es que en la casa común sí cabemos todos y todas, pero para que quepamos todos y todas tiene que haber justicia, y aquello que no venga por la justicia va a tener un problemita para entrar.
Raúl Suárez: Quiero tratar un asunto que no ha salido mucho: la agenda de nuestro trabajo ecuménico. A mí me ha preocupado siempre que muchas veces hemos asumido la agenda de las instituciones ecuménicas que nos rodean en la región y a veces también en el mundo. Hemos traído la agenda de la Conferencia de Iglesias del Caribe, y también la agenda de la FUMEC,5 de ULAJE continental, de CELADEC, y las hemos metido aquí adentro. Y eso nos dividía. Tenemos que desentrañar cuál es la agenda para lograr una estrategia ecuménica.
La otra cuestión es que a veces nos meten temas acá para los que nuestras iglesias no están preparadas, ni siquiera las más adelantadas. Eso sí nos puede crear problemas con nuestras iglesias: trasladar inmadura y descontextualizadamente algunos temas. Yo creo que tenemos que hurgar en las bases bíblicas de nuestra ecumenía. Yo creo que ahí hay respuestas para este momento, porque cuando la Biblia dice que en el Reino se van a sentar a la mesa con Abraham los del Oriente y el Occidente, los del Norte y el Sur, me parece que hay materia para elaborar un acercamiento no problemático para Cuba sobre el diálogo interreligioso. En Cuba no hay conflictos religiosos, pero nos quieren meter esos temas entre nosotros y debemos estar alertas. El texto de Juan 17 es tremendo, y también el de Jesús cuando le dijeron: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera, y quieren verte” (Lc 8,20-21), y él dijo: “no, un momentito, mi madre y mis hermanos y hermanas son los que hacen la voluntad de Dios”. Ahí hay elementos para el macroecumenismo y para unirnos con todas las personas de buena voluntad para impulsar la calidad de vida de nuestro pueblo.
Ofelia Miriam Ortega: A mí me gustaría señalar algunos aspectos que están vinculados a la articulación. Por ejemplo: muchas veces restringimos el ecumenismo a su dimensión eclesiológica, pero el ecumenismo no tiene únicamente esa dimensión. En la articulación que queremos tenemos que considerar por dónde va el ecumenismo, que no es exclusivamente por su dimensión eclesiológica. Se ha mencionado aquí también –y yo creo que es muy importante– que el ecumenismo en Cuba hoy es un fenómeno multifacético, que el esfuerzo ecuménico es promovido por diversos grupos y acontece en muchos niveles y en muchos espacios. De manera que, entonces, no es posible juzgar que un tipo de ecumenismo es mejor que otro.
Raúl Suárez: En esta promoción del ecumenismo no pueden participar solamente los líderes, sino que tienen que estar las bases de las iglesias. Porque hay otros grupos que están entrando al Consejo y que sí están poniendo sus bases. Fue lo que sucedió en la Asamblea del Consejo: no estaban las bases de las iglesias históricas. Los que estaban allí mayoritariamente eran nuestros hermanos pentecostales, que yo aprecio mucho. Y, por lo tanto, ellos le imprimieron su sello a la asamblea. Entonces, si queremos que el ecumenismo sea realmente expresión de la diversidad que anuncia, también como pastores locales debemos trabajar hacia el interior de nuestras iglesias.
Caminos: Bueno, amigos, amigas, obviamente esta discusión no se va a agotar aquí. Les doy las gracias a todos y todas por su sinceridad, que ha aportado a la riqueza de este intercambio. Para terminar, Kirenia ha sugerido que hagamos una ronda en la que cada quien diga cómo se siente personalmente desafiado en su condición de persona ecuménica.
Kirenia Criado: ¿A qué me siento desafiada? A escuchar y, sobre todo, al diálogo.
Ailed Villalba: Retomando lo que decía al principio, me desafía a poner a dialogar las diferentes verdades y a defender esa o esas verdades que yo creo que son importantes, que ayudan a la transformación mía y a la de los demás, y que son justas.
Ofelia Miriam Ortega: Me desafía a realizar encuentros, a la construcción de espacios y a la colaboración con los espacios que ya existen.
Nerva Cott: Me desafía a continuar conociéndonos, identificándonos en todo aquello que es justo y que promueve al ser humano para ser cada día mejor.
Juan Ramón de la Paz: Me desafía a ser más radical de lo que he sido, aun cuando he sido excluido de muchas reuniones por mi radicalidad.
Alicia Sevila: Yo me siento desafiada a seguir abriéndome a algunas cosas a las que todavía no me abro y a continuar en el camino en el que siento que estoy andando.
Coralia Blanco: Me desafía a seguir caminando en la diversidad y la articulación.
Amós López: Me desafía a reconsiderar constantemente la razón de ser de mi vida y también de la iglesia cubana.
Reinerio Arce: Me desafía a continuar trabajando para articular los espacios que ya existen.
Rodolfo Juárez: Me anima a seguir hurgando para ver de qué manera podemos hallar las verdaderas razones por las cuales llegamos al momento ecuménico en que nos encontramos.
Raúl Suárez: A mí me desafía a recuperar la memoria histórica del movimiento ecuménico cubano, considerando que más del 70% de los miembros de nuestras iglesias no llevan más de unos quince años en ellas.
Rafael Barrera: Me desafía a descubrir los motivos de unidad para trabajar con todos por un enriquecimiento mutuo de esa diversidad que nos caracteriza como pueblo.
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Notas:
1—Unión Latinoamericana de Juventudes Ecuménicas.
2—Comisión Evangélica Latinoamericana de Educación Cristiana.
3—Acción Social Ecuménica Latinoamericana.
4—Coordinación Obrera Estudiantil Bautista de Cuba.
5—Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos.