La Confesión de Accra

A cinco años de su proclamación, Caminos publica la Confesión de Accra adoptada por la Asamblea General de la Alianza Reformada Mundial en agosto del 2004. En mayo del 2006, la Alianza y el Consejo de Misión Mundial se reunieron en Kuala Lumpur y con el tema de Viviendo la Confesión de Accra revisitaron aquel texto y analizaron sus implicaciones. Con ellos “afirmamos que Accra no es el fin, sino una señal en el camino…e invitamos a todo el pueblo de Dios para que en forma unida realicemos este viaje”.

La Confesión de Accra
INFORME DE LA SECCIÓN SOBRE ALIANZA
Alianza por la justicia económica y la vida en la tierra

Introducción

1. En respuesta al urgente llamamiento de la región del Africa austral, reunida en 1995 en Kitwe, a reconocer la urgencia cada vez mayor de la injusticia económica mundial y la destrucción del medio ambiente, la 23ª Asamblea General (Debrecen/Hungría, 1997) invitó a las iglesias miembros de la Alianza Reformada Mundial a entrar en un proceso de “reconocimiento, educación y confesión” (processus confessionis). Las iglesias, escuchando el clamor de hermanos y hermanas de todo el mundo y mirando la amenaza al don de Dios de la creación, reflexionaron sobre el texto de Isaías 58,6 “…romper las cadenas de la opresión y los yugos de la injusticia, y dejar en libertad a los quebrantados”.
2. Desde entonces, nueve iglesias miembros se han comprometido con una declaración de fe; hay algunas que están en proceso de establecer una alianza, y otras han estudiado la situación y han llegado a reconocer la profundidad de la crisis. Además, en cooperación con el Consejo Mundial de Iglesias, la Federación Luterana Mundial y organizaciones ecuménicas regionales, la Alianza Reformada Mundial celebró consultas en todas las regiones del mundo, desde Seúl/Bangkok (1999) hasta Stony Point (2004). Asimismo, cabe señalar la consulta de las iglesias del Sur, Buenos Aires (2003), y la de las iglesias del Norte y del Sur, London Colney (2004).
3. Reunidos en Accra (Ghana) para celebrar la Asamblea General de la Alianza Reformada Mundial, tuvimos ocasión de visitar los calabozos en que se recluía a los esclavos de Elmina y Cape Coast, donde millones de africanos fueron tratados como mercancías, vendidos y sometidos a los horrores de la represión y la muerte. En la actualidad, las realidades en curso de la trata de seres y la opresión provocada por el sistema económico mundial hacen que el clamor de “nunca más” suene a mentira.
4. Hoy venimos a asumir un compromiso de fe.

Leer los signos de los tiempos

5. Hemos escuchado que la creación sigue gimiendo, en cautiverio, esperando su liberación (Ro 8,22). El clamor de las personas que sufren y las heridas de la creación misma nos están cuestionando. Observamos una convergencia drástica entre el sufrimiento de las personas y el daño hecho al resto de la creación.
6. Los signos de los tiempos se han vuelto más alarmantes y hemos de interpretarlos. Las causas subyacentes de los tremendos peligros para la vida son, sobre todo, producto de un sistema económico injusto defendido y protegido mediante la fuerza política y militar. Los sistemas económicos constituyen una cuestión de vida o muerte.
7. Vivimos en un mundo escandaloso que niega el llamamiento de Dios a la vida para todas las personas. Los ingresos anuales del 1% de los más ricos del mundo equivalen a los del 57% de los más pobres. Cada día, veinticuatro mil personas mueren a causa de la pobreza y la desnutrición. La deuda de los países pobres sigue creciendo aunque hayan reembolsado múltiples veces las sumas originalmente prestadas. Las guerras causadas por el deseo de control de los recursos se cobran la vida de millones de seres; otros tantos millones más pierden la vida a raíz de enfermedades evitables. La pandemia mundial del VIH/sida aqueja la vida en todos los rincones del mundo, lo cual afecta a los más pobres en lugares donde no se dispone de drogas genéricas. La mayoría de las personas sumidas en la pobreza son mujeres, niños y niñas, y sigue aumentando el número de personas que viven en la pobreza absoluta con un ingreso inferior a un dólar por día.
8. Esta política del crecimiento ilimitado entre los países industrializados, y el afán de lucro de las empresas transnacionales, han saqueado la tierra y han dañado gravemente el medio ambiente. En 1989, desaparecía una especie al día; en el 2 000, una cada hora. Entre las consecuencias devastadoras cabe mencionar el cambio climático, el agotamiento de las poblaciones de peces, la deforestación, la erosión del suelo y el peligro de agotamiento de las fuentes de agua dulce. Las comunidades se han visto afectadas, se pierden los medios de subsistencia, el aumento del nivel del mar pone en peligro a las regiones costeras y las islas del Pacífico, y aumentan las tormentas. Altos grados de radioactividad ponen en peligro la salud y el medio ambiente. Por otra parte, se patentan formas de vida y conocimientos culturales para obtener ganancias económicas.
9. Esta crisis guarda relación directa con la implantación de la globalización económica neoliberal que se basa en los siguientes principios:
• la competencia ilimitada, el consumismo y la acumulación de riquezas y el crecimiento económico desmedidos son mejores para el mundo entero;
• la posesión de la propiedad privada no conlleva ninguna responsabilidad social;
• la especulación con el capital, la liberalización y la desregulación del mercado, la privatización de los servicios públicos y los recursos nacionales, el acceso sin restricciones para las inversiones e importaciones del extranjero, impuestos más bajos y el libre desplazamiento del capital van a producir riquezas para todos;
• las obligaciones sociales, la protección de los pobres y los más débiles, los sindicatos y las relaciones interpersonales quedan subordinados a los procesos de crecimiento económico y acumulación de capital.
10. Se trata de una ideología que aduce que no hay otra alternativa y exige una cadena interminable de sacrificios a los pobres y a la creación. Promete la falacia de salvar el mundo mediante la creación de riqueza y prosperidad, se atribuye la soberanía sobre la vida y exige una lealtad total que equivale a idolatría.
11. Reconocemos la enormidad y la complejidad de la situación. No buscamos respuestas sencillas. Como personas que buscan la verdad y la justicia y que miran con la mirada de las personas sufrientes e impotentes, vemos que el (des)orden actual del mundo proviene de un sistema económico extremadamente complejo e inmoral defendido por el imperio. Al utilizar el término “imperio”, nos referimos a la conjunción del poder económico, cultural, político y militar que constituye un sistema de dominación dirigido por naciones poderosas para proteger y defender sus propios intereses.
12. En la economía liberal clásica, el Estado existe para proteger la propiedad privada y los contratos que se firman en el mercado competitivo. Gracias a la lucha del movimiento obrero, los Estados comenzaron a regular los mercados y a garantizar el bienestar del pueblo. Desde la década de 1980, con el libre movimiento del capital, el neoliberalismo se ha dedicado a desmantelar los mecanismos estatales que garantizaban el bienestar de los ciudadanos. En el neoliberalismo, la economía tiene la finalidad de aumentar las ganancias y el rendimiento para beneficiar a los propietarios de la producción y del capital financiero mientras se excluye a la mayoría de las personas y se trata a la naturaleza como una mercancía.
13. Al igual que los mercados, las instituciones políticas y jurídicas que los protegen han adquirido una dimensión mundial. El gobierno de los Estados Unidos de América y sus aliados, juntos con las instituciones financieras y de comercio internacionales (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio), se valen de las alianzas políticas, económicas y militares para proteger y priorizar los intereses de los dueños del capital.
14. Observamos una drástica convergencia de la crisis económica con la integración de la globalización económica y la geopolítica respaldadas por la ideología neoliberal. Se trata de un sistema mundial que defiende y protege los intereses de los poderosos. Nos afecta y atrapa a todos. Desde la óptica bíblica se entiende que tal sistema de acumulación de riquezas a costa de los pobres no es fiel a Dios y ocasiona sufrimientos evitables a las personas. Se denomina Mamón. Jesús nos dijo que no es posible servir a Dios y a Mamón (Lc 16,13).

Confesión de fe frente a la injusticia económica
y la destrucción del medio ambiente

15. Un compromiso basado en nuestra fe se puede expresar de diversas maneras, según nuestras tradiciones regionales y teológicas: como confesión, como acto de profesar nuestra fe con otros, como declaración de fe, como personas fieles a la alianza con Dios. Escogemos la confesión, no en el sentido de una confesión doctrinal clásica, ya que la Alianza Reformada Mundial no puede hacer tal confesión, sino para mostrar la necesidad y urgencia de una respuesta activa a los problemas de nuestro tiempo y al llamado de Debrecen. Invitamos a nuestras iglesias miembros a recibir y responder a nuestro testimonio común.
16. La Asamblea General de la Alianza Reformada Mundial, que ha visto los signos de los tiempos, habla a partir de la tradición reformada afirmando que la justicia económica mundial es esencial para la integridad de nuestra fe en Dios y nuestro discipulado como cristianos. Creemos que la integridad de nuestra fe corre peligro si guardamos silencio o nos negamos a actuar frente al sistema actual de globalización económica neoliberal; por tanto, confesamos ante Dios y ante los demás:
17. Creemos en Dios, Creador y Sustentador de toda la vida, que nos llama asociados en la creación y redención del mundo. Vivimos bajo la promesa de que Jesucristo vino para que todos tengan plenitud de vida (Jn 10,10). Guiados y sostenidos por el Espíritu Santo nos abrimos hacia la realidad de nuestro mundo.
18. Creemos que Dios es soberano sobre toda la creación. “De Jehová es la tierra y su plenitud” (Sal 24,1).
19. En consecuencia, rechazamos el orden económico mundial actual impuesto por el capitalismo neoliberal global y todo sistema económico, con inclusión de las economías planificadas absolutas que cuestionen el pacto de Dios y excluyan de la plenitud de vida a los pobres, los vulnerables y toda la creación. Rechazamos toda pretensión de imperio económico, político y militar que subvierta la soberanía divina sobre la vida y atente contra el justo reinado de Dios.
20. Creemos que Dios ha sellado un pacto con toda la creación (Gn 9,8-12). Dios ha creado una comunidad terrenal sobre la base de una visión de justicia y de paz. El pacto es un don de gracia que no se vende en el mercado (Is 55,1). Es una economía de la gracia para toda la creación como nuestro hogar. Jesús nos muestra que se trata de un pacto incluyente, en el cual los pobres y los marginados son las partes preferentes, y nos insta a que la justicia para con “los más pequeños” (Mt 25,40) sea el eje de nuestra comunidad de vida. En este pacto se bendice e incluye a toda la creación (Os 2,18ss.).
21. En consecuencia, rechazamos la cultura del consumismo desenfrenado, la avaricia y el egoísmo competitivos del sistema de mercado mundial neoliberal y cualquier otro sistema que sostenga que no existen alternativas.
22. Creemos que toda economía del hogar de la vida concedida por el pacto de Dios para sostener la vida es responsable ante Dios. Creemos que la economía existe para servir a la dignidad y el bienestar del pueblo en comunidad, dentro de los límites de la sostenibilidad de la creación. Creemos que los seres humanos han sido llamados a optar por Dios y no por Mamón y que confesar nuestra fe es un acto de obediencia.
23. Por eso rechazamos la acumulación incontrolada de riquezas y el crecimiento sin límite que ya han costado la vida de millones de personas y han destruido gran parte de la creación de Dios.
24. Creemos que Dios es un Dios de justicia. En un mundo de corrupción, explotación y avaricia, Dios es, de manera especial, el Dios de los desamparados, los pobres, los explotados, los que han sufrido injusticias y malos tratos (Sal 146,7-9). Dios llama a establecer relaciones justas con toda la creación.
25. Por esto rechazamos toda ideología o sistema económico que anteponga las ganancias a las personas, que no se preocupe por toda la creación y que privatice esos dones de Dios creados para todos. Rechazamos toda prédica que justifique implícita o explícitamente a aquellos que apoyan o dejan de resistirse a esa ideología en el nombre del Evangelio.
26. Creemos que Dios nos llama a ponernos del lado de las víctimas de la injusticia. Sabemos qué es lo que el Señor pide de nosotros: ser artífices de la justicia, amar la misericordia y transitar los caminos de Dios (Miq 6,8). Todos estamos llamados/as a oponernos a toda forma de injusticia económica y destrucción de la creación, para que “corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso” (Am 5,24).
27. Por eso rechazamos toda teología que afirme que Dios está solamente del lado de los ricos y que la pobreza es la culpa de los pobres. Rechazamos toda forma de injusticia que destruya las relaciones justas por razones de género, raza, clase, discapacidad o casta. Rechazamos toda teología que afirme que los intereses humanos se imponen a la naturaleza.
28. Creemos que Dios nos llama a escuchar el clamor de los pobres y el gemido de toda la creación y a ser seguidores en la misión pública de Jesucristo, que vino para que todos tengan vida y la tengan a plenitud (Jn 10,10). Jesús trae justicia al oprimido y da pan al hambriento; libera al preso y devuelve la vista al ciego (Lc 4,18); apoya y protege a los humillados, al extranjero, al huérfano y a la viuda.
29. Por esto rechazamos todas las prácticas o enseñanzas de la iglesia que excluyan de su misión a los pobres y el cuidado de la creación y acomoden a aquellos que vinieron a “hurtar, matar y destruir” (Jn 10,10), en vez de seguir al “Buen Pastor” que vino a dar la vida por todos (Jn 10,11).
30. Creemos que Dios convoca a hombres, mujeres y niños de todos los lugares, a ricos y pobres, a elevar la unidad de la iglesia y su misión, de tal manera que la reconciliación a la cual Cristo nos llama pueda hacerse visible.
31. Por esto rechazamos todo intento que se produzca en la vida de la iglesia de separar la justicia y la unidad.
32. Creemos que estamos llamados en el Espíritu a rendir cuentas de la esperanza que hay en nosotros mediante Jesucristo y a creer que la justicia prevalecerá y la paz reinará.
33. Nos comprometemos a buscar un pacto mundial para la justicia en la economía y sobre la tierra en la casa de Dios.
34. Confesamos humildemente esta esperanza, sabiendo que nosotros también nos sometemos al juicio de la justicia de Dios.
• Reconocemos la complicidad y la culpa de aquellos que consciente o inconscientemente se benefician del sistema económico neoliberal mundial actual; reconocemos que entre ellos se cuentan iglesias y miembros de nuestra propia familia reformada, y, por tanto, hacemos un llamamiento a confesar el pecado.
• Reconocemos que nos ha cautivado la cultura del consumo y la codicia competitiva y el egoísmo del actual sistema económico que, con demasiada frecuencia, ha impregnado nuestra propia espiritualidad.
• Confesamos el pecado de mal utilizar la creación y no haber logrado desempeñar nuestro papel como custodios y compañeros de la naturaleza.
• Confesamos el pecado de que nuestra falta de unidad dentro de la familia reformada nos ha impedido cumplir a plenitud la misión de Dios.
35. Creemos, en obediencia a la palabra de Jesucristo, que la iglesia está llamada a confesar, dar testimonio y actuar, aun cuando las autoridades y la legislación puedan prohibírselo, y a riesgo de ser castigada y sufrir por ello (Hch 4,18). Jesús es el Señor.
36. Nos unimos en alabanza a Dios, Creador, Redentor, Espíritu, que “quitó de los tronos a los poderosos y exaltó a los humildes, a los hambrientos colmó de bienes y a los ricos envió vacíos” (Lc 1,52-53).

Alianza por la justicia

37. Al confesar nuestra fe, nos aliamos en obediencia a la voluntad de Dios como un acto de lealtad a la solidaridad mutua y las relaciones responsables. Esta alianza crea lazos que nos unen para trabajar por la justicia en la economía y en la tierra tanto en nuestro contexto común global como en los diversos escenarios regionales y locales.
38. En este viaje común, algunas iglesias ya han expresado su compromiso en una confesión de fe. Las instamos a que sigan traduciendo esta confesión en acciones concretas tanto a nivel regional como local. Otras iglesias ya han empezado a comprometerse en este proceso, por ejemplo, adoptando medidas; las instamos a que incrementen su grado de compromiso mediante la educación, la confesión y la acción. Sobre la base de nuestra corresponsabilidad en la alianza, instamos a aquellas otras iglesias que están aún en proceso de reconocimiento a que profundicen su educación y avancen hacia la confesión.
39. Sobre la base de esta relación de alianza, la Asamblea General insta a sus iglesias miembros a que emprendan la difícil y profética tarea de interpretar esta confesión para sus respectivas congregaciones locales.
40. La Asamblea General insta a las iglesias miembros a que lleven a la práctica esta confesión mediante el seguimiento de las recomendaciones del Comité de Asuntos Internacionales en materia de justicia económica y ecología.
41. La Asamblea General compromete a la Alianza Reformada Mundial a trabajar junto con otras comuniones, la comunidad ecuménica, la comunidad de otros credos, los movimientos civiles y populares que luchan por la justicia económica y la integridad de la creación y hace un llamamiento a nuestras iglesias miembros para que hagan lo mismo.
42. Así pues, proclamamos rotundamente que nos comprometemos a nosotros mismos, a nuestro tiempo y a nuestra energía a cambiar, renovar y restaurar la economía y la tierra, y que escogemos la vida, de modo que vivamos nosotros y nuestra descendencia (Dt 30,19).

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