- Palabras en la presentación de Reencauzar la utopía. Movimientos sociales y cambios políticos en América Latina (Editorial Caminos, La Habana, 2012), compilación de Miriela Fernández y Llanisca Lugo, en la XII Feria del Libro.
No sé si será casualidad u otra causa mayor, como dice el poeta, pero eso no es importante. Lo cierto es que en este lugar, donde se reunían el Che y sus compañeros de lucha para encauzar la utopía de la Revolución, estamos ahora para rencauzar la utopía de la América Latina.
Este texto de la Editorial Caminos sirve de pretexto al encuentro de amigos y amigas en los predios de esta XXII Feria Internacional del Libro (2013). Para el programa de este evento puede ser otro libro y otra presentación más, pero para los que nos encontramos en esta sala tiene significaciones especiales: ganó Correa las elecciones en Ecuador, Chávez regresó a Venezuela, y el 24 de febrero se reúne el nuevo parlamento cubano para elegir su presidencia y el Consejo de Estado. Sin dudas Latinoamérica vive intensamente la época de cambio o el cambio de época. De cualquier modo que se mire la realidad de nuestros pueblos nos golpea la inteligencia y la conciencia con la pregunta: ¿hacia dónde vamos a cambiar?
De esto habla Reencauzar la utopía. Movimientos sociales y cambios políticos en América Latina, de las compiladoras Llanisca Lugo González y Miriela Fernández Lozano, texto que reúne a catorce autores, comprometidos todos en pensamiento y acción, con la realidad latinoamericana. Son hombres y mujeres, colegas, amigas y amigos, compañeras y compañeros, hermanas y hermanos que van liderando, organizando, acompañando al movimiento social latinoamericano en sus experiencias anticapitalistas y, como se manifiesta en estas páginas, van configurando su rostro socialista.
La diversidad epistemológica sobre la cual los autores se posicionan para hacer el análisis de cuestiones como la relación entre los movimientos sociales y los gobiernos progresistas; los lazos entre los movimientos sociales, la institucionalidad política y la vanguardia revolucionaria; los vínculos entre lo social, lo político y el papel del Estado; los modelos de sociedad frente a la crisis global del capital; la integración regional y los intereses socioeconómicos nacionales, son perspectivas diversas pero desde las cuales se vislumbran, también, nuevas problemáticas por la conductividad social de los bienes comunes a partir de las políticas de los gobiernos progresistas que reconocieron el derecho de los pueblos sobre sus tierras y los recursos naturales y humanos.
La lucha contra las devastaciones ambientales, por la tierra, el agua, los hidrocarburos y la diversidad, se enfrentan a las clásicas nociones de desarrollo, crecimiento económico y progreso, y promueven diversas formas de producción y reproducción en las que la vida natural y humana es el criterio de sostenibilidad y eficiencia. Todo ello queda claramente plasmado en las experiencias que se recogen en el texto.
En este libro se habla de movimientos sociales reales y concretos: juvenil, campesino, obrero, de mujeres, indígena, afrodescendiente, estudiantil, cristiano, feminista, magisterial, ecologista, pacifista, por la paz, la vivienda, el software libre, y muchos otros encontrados y articulados en redes sociales y campañas nacionales y continentales, con un nuevo sentido de la unidad que parte de sus prácticas de vida concretas, de alguna movilización para alguna conquista, lo cual obliga a “copensar” las formas de convergencia de los movimientos sociales con los líderes y las vanguardias desde esta visión, poco vista en la tradicional teoría sociopolítica.
La unidad del movimiento social popular, tal y como constantemente enfatizan las autoras en esta compilación, solo es posible si reconocemos la diversidad como valor ético y político en la acción transformadora, lo que supone, como se señala, “el reto de reconocer lo individual y lo colectivo, de desear, pensar y hacer juntos proyectos concretos, necesarios, posibles, desde los saberes y conocimientos acumulados; superando los prejuicios con la confianza de andar tendiendo puentes y no poniendo zancadillas; admitiendo la transparencia en la toma de decisiones y el manejo de recursos, abriendo espacios equitativos para mujeres y hombres, y procedimientos claros para la participación de todas y todos”.
Las experiencias políticas acumuladas por los sectores populares en sus luchas, el cambio de correlación de fuerzas a escala mundial, la globalización presente en todos los niveles de la vida social, y la consiguiente transformación neoliberal de nuestras sociedades bajo el signo de la democracia, obligan a los movimientos sociales y políticos y a los sectores populares, a su organización política, y a los intelectuales orgánicos, a un repensar estratégico de la política y del poder.
En los diferentes textos de Reencauzar la utopía… se hace evidente este tema y se constata la urgencia de asumir las reflexiones sobre el poder y la política como procesos de construcción, socialización y participación colectiva, desde las prácticas cotidianas de vida, resistencia y confrontación de los sujetos sociales que representan las fuerzas que promueven el cambio hacia el socialismo.
Es una preocupación común de los autores la construcción de nuevos espacios de creación y coordinación continental, rescatando las experiencias de los foros sociales mundiales y la Alianza Social Continental en la lucha contra el ALCA; para trabajar con fuerza en esta articulación y coordinación del movimiento social popular hacia alternativas emancipatorias que pongan freno a las estrategias de dominación múltiple global del capital transnacional.
Cada texto expone, con matices diferentes, el empeño de las fuerzas progresistas latinoamericanas por superar la enajenación y la explotación a que nos someten desde el poder del mercado y de sus economías.
Por supuesto que Reencauzar la utopía… no es un libro de academia, carece de una rigurosa metodología científica y está contaminado por los problemas cotidianos. Lamentablemente, la crítica y la creación “teóricas” también nos han sido usurpadas por la lógica del capital. En nombre de la ciencia y la velocidad del conocimiento se despoja a la academia de compromisos históricos y responsabilidades sociales y, en consecuencia, la actitud esperada de los intelectuales es mantenerse apegados a la tradición y las costumbres.
Este libro, que con satisfacción y respeto presentó en este recinto ferial, entra con humildad teórica —no por eso menos profunda— en el diverso mundo de las confrontaciones de ideas para defender con agudeza la crítica y la creación revolucionarias. Es el esfuerzo de dos mujeres jóvenes que andan por los difíciles caminos de la solidaridad internacionalista, y a ellas va también nuestro reconocimiento público, porque atreverse a rencauzar la utopía es una rebeldía cotidiana que se acompaña de canciones y tormentas; y eso vale la pena recordarlo.
A los interesados en el libro, un último comentario, no precisamente comercial: acompañar las acciones concretas que emergen como estrategias anticapitalistas de un sentido de vida solidario, internacionalista y humano; convertir las demandas políticas y sociales en un programa revolucionario de alcance ético, jurídico y cultural; unir a las personas y a los distintos grupos sociales en objetivos sociales comunes, es un reto enorme que el pensamiento emancipatorio no puede pasar por alto.
Es imposible reproducir en un texto lo que acontece, la riqueza propositiva de estos debates se pierde siempre por la paradoja del tiempo. Lo que pretendo con esta presentación es decirles a ustedes cómo es que se ha sacudido el polvo para que se pueda ver la continuidad de estos procesos sociohistóricos y culturales, y reafirmar la posibilidad de la emancipación latinoamericana.
Muchas gracias nuevamente porque el texto merece que llegue a la academia, y no solamente a los espacios de las redes de los educadores populares, sino que se distribuya por las bibliotecas de las universidades, porque muchas veces se subestima este tipo de literatura para los estudios de filosofía, los estudios de teoría sociopolítica. Y sin ella no podemos saber qué está pasando hoy en la América Latina.