Las luchas de los pueblos siempre han sido así: desde abajo, hechas de tanteos, construyendo al paso con los materiales a la mano. Siempre empiezan igual, descosidas, fragmentarias, pequeñitas, retándonos la paciencia. Pero ahí están, pese a los desalientos y las traiciones, pese a la resignación y los avances tremendos de los poderosos. Siempre recomponiendo, siempre retejiendo, siempre reaprendiendo.
Caminos rinde homenaje hoy a todas hablando de unas pocas. Es una manera de expresar nuestra solidaridad y nuestra esperanza. Celebramos su fuerza y su creatividad, su empecinamiento y su valor. Honramos a sus mártires, que son los nuestros.
Desde la Lacandona y los asentamientos de campesinos sin tierra; desde la resistencia uruguaya y el sufrido pueblo paraguayo; desde Cuba que debate su camino, pero no se rinde, hacemos nuestras las consignas de los “luchadores de las batallas perdidas y por ganar” al recibir en Madrid a los mineros que caminaron cuatrocientos kilómetros para decir lo suyo y lo de todos ellos: “¡Viva la lucha de la clase obrera!” “¡La lucha es el único camino!” “¡Crear, crear, poder popular!” “¡Sí se puede!”, “¡No son recortes, es lucha de clases!” “¡El pueblo unido jamás será vencido!”