El auge de iglesias y sectas
Los últimos tres lustros han traído importantes cambios en las sociedades africanas, al calor de la implantación del modelo neoliberal en la economía y la política. Aunque la religión parece cobrar mayor realce y se multiplica el número de iglesias, la extensión del delito y otros vicios sociales no permite concluir que esté creciendo la religiosidad. Como en cualquier sitio en tiempos de crisis, proliferan las sectas, los profetas-mesías y los remedios mágicos, al tiempo que los espectáculos religiosos afianzan sus espacios en los medios de difusión, y la música evangélica aumenta su popularidad y su mercado. Este artículo se propone subrayar que ciertas tendencias evidentes en las sociedades africanas, que a primera vista parecerían indicar un fortalecimiento de la religiosidad, tienen motivaciones más complejas. Denotan agudas dolencias sociales y contribuyen al cambio acelerado de mentalidad entre amplios grupos de africanos.
La proliferación de iglesias y sectas es un indicador engañoso, en tanto puede tener su contraparte en la pérdida de feligreses por parte de entidades religiosas de más antigua presencia. Por ejemplo, en años recientes, fuentes de la Iglesia de Uganda (anglicana) lamentaban la pérdida de su membresía, que iba a engrosar sectas de reciente creación.1 Además, muchas de las nuevas iglesias son objeto de serias críticas: la propia prensa ugandesa ha advertido contra la multiplicación de “centros milagrosos”, así como de falsos profetas y de “sacerdotes precristianos que secuestraron la Biblia y la revolvieron en el consumismo, la avaricia, la propaganda, la hipocresía y montones de basura teológica”.2
En la República Democrática del Congo (RDC), la competencia por la captación de nuevos adeptos ha desembocado en una presencia callejera cada vez más visible y audible de las diversas sectas, hasta el punto de que –según un artículo de prensa– parecería “como si la RDC ya no fuese un Estado laico”.3 En Kenya se registra cierto asombro por el “aumento significativo de movimientos proféticos y carismáticos” nutridos de seguidores que, a veces impulsados apenas por las ansias de evasión, siguen acudiendo a ellos en masa, atraídos por la llamada prédica de la prosperidad –o el llamado eufemísticamente “cristianismo práctico”, cuya base es la noción de que quien sirva al Señor y sea generoso en sus dádivas a la iglesia, no puede dejar de hacerse rico–, a pesar del final catastrófico de algunos en suicidios colectivos. Se ha llegado a plantear que los kenyanos parecen “ir de compras en busca de religiones alternativas” porque “experimentan alguna disonancia en su modo de estar en el mundo”.4 El señor Duncan Olumbe, director de misiones de la Asociación de Uniones Cristianas de Kenia (FOCUS), atribuye el rápido crecimiento de los feligreses cristianos en su país (2% anual) al atractivo que ejerce “la prédica de la prosperidad” como promesa para salir de la miseria, pero advierte que “muchos que se dicen cristianos no viven según las reglas cristianas”, y que hay kenyanos que crean iglesias no para difundir la palabra de Dios, sino para “llegar a fin de mes”, priorizando a las capas que disponen de algún dinero.5
Buen número de figuras eclesiásticas relacionan abiertamente la situación en la esfera de la fe con profundos problemas económicos y sociales. El obispo anglicano de Maseno oeste opinó que la corrupción era “una enfermedad” del corazón muy extendida en Kenya, y que lo único que el gobierno hacía para enfrentarla era apenas “un adorno de vitrina para el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial”.6 En la vecina Tanzania, el arzobispo anglicano, Donald Mtetemela, lamentaba “el deterioro de nuestras sociedades, la injusticia, la corrupción, las cárceles llenas de gente, el aumento de la drogadicción y el incremento de la tensión en las familias, la sociedad, la iglesia y la política”. Criticó que “muchos aspiren a ser líderes, pero por motivos erróneos”.7
También en Ghana se ha interpretado la proliferación de iglesias no como un éxito, sino como un fracaso, en tanto buen número de las recién fundadas eran más bien “empresas para obtener ganancias, que se alimentan de la ignorancia y las dificultades de la población”.8 A la par, se escuchan críticas a lo que se interpreta como decadencia moral: el obispo anglicano de Accra, el reverendo Offei Akrofi, exhortó a contrarrestar la hipocresía existente entre los actuales cristianos y a renovar el compromiso con los principios de la religión,9 mientras el jefe supremo de la Misión Afrikania en Ghana, O. K. Kofi Ameve, lamentaba el auge de “la vagancia, la deshonestidad, el egoísmo, la avaricia, la corrupción, la indisciplina y la falta de patriotismo”.10
En los muchos países africanos que han sido desgarrados por conflictos armados, se acentúan tanto los indicios de desmoralización como la proliferación de sectas. En la Liberia de la posguerra civil, varias iglesias lanzaron una cruzada para contrarrestar “los ataques demoníacos (…) el terrorismo, el conflicto civil, la brujería, la magia, el crimen, la enfermedad, los asesinatos rituales, los sacrificios humanos, el maltrato a las mujeres y los niños, la ebriedad, la drogadicción”.11 Otros llamaban a los liberianos a “practicar la honestidad, la unidad, el patriotismo, y a descartar el fraude, el robo y la corrupción”.12 En ese país, una nueva iglesia, el Templo de la Adquisición de Poder, acusaba un crecimiento espectacular a solo un año de fundada.
En Uganda, otro país inmerso en una guerra civil, el obispo de la diócesis de Luwero, Evans Mukasa Kisekka, expresó su desagrado por “el robo y la brujería rampantes” y lamentó los niveles de corrupción.13 En Sierra Leona –también un escenario bélico reciente– la prensa capitalina se ha alarmado por la meteórica proliferación, en la última década, de las iglesias “del renacer”, que captaron al 75% de los afiliados de las denominaciones cristianas prexistentes, quienes buscaban, según estudios realizados, la salvación, o pareja, o solución a problemas como los del desempleo o poder emigrar.
Pero el fenómeno también afecta a países en paz. En Botswana, con menos de dos millones de habitantes, el número de iglesias sobrepasó recientemente las novecientas. En Zimbabwe –donde el número de iglesias congregacionales se ha mantenido, pero el de las pentecostales aumenta dramáticamente–, el auge de las iglesias evangélicas fue calculado y promovido. En 1993, la Asociación Evangélica de Zimbabwe se había propuesto la creación del mayor número posible de iglesias para el año 2000 y, en efecto, desde esa fecha y hasta el 2001 se fundaron alrededor de mil. Pero dentro y fuera de las iglesias se lamenta que muchas sectas atribuyan mayor importancia a la enseñanza de sus líderes que al aspecto bíblico; que muchas nuevas entidades surgieran a partir de pugnas entre altos funcionarios eclesiásticos; que tantas personas se atribuyan el título de “pastor” sin que su conducta o sus calificaciones lo justifiquen; y que algunos dirijan sus iglesias más bien “como organizaciones de negocios”.
En Nigeria se repetía el fenómeno de la proliferación de iglesias y sectas, tanto entre la feligresía cristiana como la musulmana, pero sin que ello –muchos fieles lo observaban– condujera a un verdadero afianzamiento de la religiosidad. En el 2002, el fundador y presidente del Movimiento Islámico para el Africa, el príncipe Bola Ajibola, se quejaba en un discurso pronunciado durante una ceremonia de “la falta de comprensión y (…) de conocimiento básico de los asuntos esenciales del Islam por parte de los musulmanes”, a lo que atribuyó el “abandono sin precedentes de esa religión a favor de otras”.14 También en Nigeria muchos se quejan de la proliferación de iglesias en cada esquina, que perturban con sus ruidos y “se convierten más en casas de negocios que en centros de oración”.15 El reverendo Lordslaght Deji Oshibowale, controlador general del God’s Kingdom Gospel (Evangelio del Reino de Dios), lamentó que tantas iglesias recién fundadas estuvieran desencaminándose.16 El comentarista político nigeriano M. I. Abubakar exhortó al gobierno federal a poner coto a la proliferación de organizaciones religiosas que surgen, en su opinión, “para engañar a la opinión pública”.17 El obispo católico de Umuahia, estado de Abia, lamentó que a pesar del surgimiento de “muchas iglesias y casas de oración”, la mayoría de los nigerianos “tienden a la falta de religiosidad”.18
Como en otros países africanos, en Nigeria se escuchan frecuentes críticas a esa “falta de religiosidad” que, en apariencia, contradice la multiplicación de iglesias y sectas. Un comentarista consideró paradójico que, en momentos cuando el espíritu del materialismo en cierto modo refluye en el Primer Mundo, esté en auge en países en desarrollo como Nigeria, donde existe “una propensión a la riqueza fácil, mal habida (…) y una tentación a usarla para la explotación humana y el autoengrandecimiento”.19 Poco antes, el mencionado obispo de Umuahia alertó que “la corrupción espiritual, el fraude y la deshonestidad”, así como “la laxitud y la decadencia”, han debilitado “el tejido moral que mantiene unida a la sociedad”, en tanto “la mayoría de la gente en nuestra sociedad ha perdido el sentido de lo moralmente correcto e incorrecto”.20 El arzobispo metodista de Abuja, el reverendo S. O. Makinde, criticó en general a muchos nigerianos porque “aman el dinero [y] juegan la política del dinero”.21 Comentando el ahondamiento de la brecha entre ricos y pobres en Nigeria, el profeta C. E. Okereke, fundador de la International Church for the Global Success of All in Christ (Iglesia Internacional Éxito de Todos en Cristo) , exhortó a los dirigentes a no permitir que el amor por el dinero nuble su razonamiento.22 El reverendo L. D. Oshibowale, controlador general del God’s Kingdom Gospel, opinó que la única solución frente a todas las crisis políticas que enfrenta la nación es “volver a Dios, que los líderes de la nación busquen el rostro de Dios”.23
El auge del televangelismo “milagroso” en Nigeria
Precisamente en Nigeria, en tiempos recientes ocurrió un incidente paradigmático relacionado con la creciente popularidad del televangelismo. Pero el auge del espectáculo religioso, en vivo o difundido por los medios masivos, junto a los demás cambios que hemos venido describiendo, no es ni con mucho un fenómeno exclusivamente nigeriano. Por ejemplo, en Kinshasa, capital de la RDC, la lucha entre distintas sectas por la captación de nuevos miembros ocurre en plena calle, con el empleo de altoparlantes. Freetown, capital de Sierra Leona, está plagada de campañas y prédicas religiosas que se convierten en grandes funciones sociales y ocupan cada vez más las ondas de difusión. En Ghana, el gradual acaparamiento de las ondas radiales por los evangelistas ha provocado numerosas críticas; allí también se ha criticado la proliferación de iglesias y el hecho de que muchas tiendan a cambiar la cristiandad bíblica por “la religión del entretenimiento”:24 en particular, el jefe tradicional, N. B. A. Nkrawiri II, de los sunyani, criticó el excesivo énfasis en el mensaje radial “de la prosperidad” con el cual, a su juicio, ciertos evangelistas inescrupulosos engañan a las personas, se enriquecen y dividen a las familias.25
Pero es cierto que en Nigeria, en el 2002, el problema alcanzó un nivel sin precedentes, en primer lugar debido a la proliferación de pastores-profetas que atraen multitudes “en busca de milagros, de signos y maravillas” que curen “problemas tales como la infertilidad, el desempleo, las dificultades financieras, la salvación de viejas maldiciones, las enfermedades y otras cosas”.26 Aunque cada uno de esos predicadores se especializa en un terreno de actividad –profecías, curaciones, enseñanza, prédica, asesoría matrimonial, etc.–, la mayoría basa su carisma en su capacidad para realizar “milagros”. Un caso ilustrativo es el de T. B. Joshua, denunciado por una cumbre de líderes religiosos nigerianos, pero todavía con firmes seguidores que creen en su capacidad para curar muchas enfermedades recurriendo en ocasiones a conversaciones con ángeles en sus sermones, viajes a otros sitios del reino espiritual y sacrificios de animales.
Tan fuerte ha sido la competencia en el terreno de los milagros, que aunque casi todos esos pastores son de denominaciones evangélicas, ya van apareciendo algunos católicos “milagrosos” que sólo mediante ese recurso consiguen detener la fuga de fieles hacia las más atractivas denominaciones que operan con milagros. Por cierto, el hecho de que muchos predicadores se hicieran ricos de la noche a la mañana les permite sustentar con el ejemplo la llamada “prédica de la prosperidad”, atractivo adicional para sus seguidores. Habituados a largos maratones evangélicos con millares de fieles en busca de soluciones milagrosas a sus problemas, los predicadores fueron penetrando gradualmente las ondas de radio y televisión hasta ocupar los horarios de mayor audiencia. Las emisoras de televisión captaron muy rápido el potencial del “televangelismo”, ya practicado en los Estados Unidos y otros países, y comenzaron a competir unas con otras en cuanto a presentar en vivo milagros cada más espectaculares. La situación alcanzó tal nivel a principios del 2004, que la entidad reguladora de transmisiones, la Nigeria Broadcasting Corp. (NBC), decretó la prohibición de transmitir por televisión lo que calificó de milagros “no autentificados”, sobre la base de que el código de transmisiones de Nigeria establece que “las transmisiones religiosas serán cuidadosas en términos del contenido respecto a su credo y no serán presentadas en un modo que induzcan a error a la opinión pública”.27
La medida causó grandes reacciones, en tanto afectaba los poderosos intereses de las emisoras, incluyendo a sus patrocinadores y a muchos acaudalados televangelistas. También desató una polémica nacional que tocó aspectos tanto teológicos como éticos y legales, en especial los referidos a las relaciones Iglesia-Estado. Por supuesto, fue impugnada ante los tribunales.
Muchos ciudadanos e instituciones religiosas –en particular las entidades católicas, así como la Asociación Pentecostal de Nigeria, la God’s Kingdom Society (Sociedad Reino de Dios), la Iglesia del Dios Vivo– la consideraron correcta, por opinar que la mayoría de los milagros escenificados en la televisión eran exagerados y estaban obviamente destinados a engañar a los más ingenuos y crédulos. Otros (como el prelado de la Iglesia Metodista de Nigeria, el doctor S. Mbang), aun admitiendo la necesidad de poner freno al lucro de los falsos profetas, criticaron que la NBC tomara la medida sin consultarla con factores importantes del sector religioso. Exponentes de un poderoso sector contrario a la acción reconocieron que “hay charlatanes identificables en el púlpito hoy en día”, pero sostuvieron que no correspondía a la NBC desenmascararlos. El apóstol G. Oduyemi, fundador del Bethel Worship Centre for All Nations (Centro de Culto Bethel para Todas las Naciones) de Lagos, reflejando la posición de los televangelistas afectados, fustigó la prohibición como “un error maligno, costoso e injustificable”.28
Numerosas entidades religiosas y televisivas se movilizaron para proceder legalmente contra la prohibición. A mediados de julio, un tribunal supremo federal en Abuja desestimó la objeción preliminar sometida por la NBC frente al pleito y dio la razón a los demandantes. Después, un tribunal supremo federal en Lagos recibió una solicitud para disponer a perpetuidad la imposibilidad de que la NBC o sus agentes cumplan su medida. Pero la controversia puso al descubierto diversos niveles de problemas.
Una primera polémica de índole teológica fue el papel de los milagros en el Evangelio, hasta qué punto podría “probarse” o “cuestionarse” un milagro, quiénes estaban facultados para realizar un milagro y si estos deberían o no “divulgarse”. En ese punto, los ministros de la God’s Kingdom Society, fijaron la posición de que Cristo concedió el poder para realizar milagros a los primeros apóstoles para establecer la iglesia, y tras cumplirse ese objetivo, el don cesó. Otros más flexibles, como el apóstol Gabriel Oduyemi, fundador del Bethel Worship Centre for All Nations, opinó que los milagros forman parte del ministerio de la fe y de la prédica de Dios, y que en Nigeria hay hombres dotados del don divino para realizarlos. Los milagros –insistió– han de divulgarse, pues de otro modo la gente no sabría que hay curación en nombre de Jesucristo.29 El supervisor general de la Bible Life Church (Iglesia Vida de la Biblia), el obispo L. Umunna, fue más allá, al argüir que sin milagros no habría evidencia para respaldar el mensaje de Dios, y propuso dejar que los falsos profetas coexistan con los verdaderos hasta que “el dueño de la cosecha [Dios] venga a separar el trigo de la paja”.30 Para el secretario de The Deeper Life Christian Ministry (Ministerio Cristiano de la Vida Más Profunda), hermano S. Afuwape, los milagros son parte integrante de la iglesia porque confirman el Evangelio; pero quienes centran su atención en ellos no hacen sino atender a cosas menores y engañar a la gente. Los religiosos contrarios a la divulgación de los milagros recuerdan que Cristo, al hacerlos, pidió a los beneficiados mantenerlos en secreto. Por eso algunos, como el obispo del Calvary Kingdom Church (Iglesia Reino del Calvario), J. Ojo, de la Asociación Pentecostal de Nigeria (APN), opinaron que si bien nadie era capaz de prohibirlos, lo que sí debía prohibirse era la propaganda en torno a ellos, con la cual algunos los llevan a un extremo ridículo. El reverendo Chris Okotie, de la Iglesia Casa de Dios, insistió en que nadie tiene derecho a verificar un milagro por ser una realidad muy subjetiva ubicada en el terreno de la fe y no de la ciencia.31
Otro aspecto complicado de la polémiva tuvo que ver con las libertades individuales y las atribuciones del Estado para regularlas. Al emitir el fallo sobre las objeciones presentadas por la NBC a la querella interpuesta contra la prohibición de transmitir los milagros por la televisión, un juez planteó que la Constitución de 1999 daba pie a que los demandantes entablaran pleito contra las directivas, y que en el caso en cuestión, la demanda estaba plenamente justificada. En línea con el fallo del tribunal, un sector de la opinión pública nigeriana consideró que la medida de la NBC constituyó una injerencia respecto a la libertad de culto.32
Hay quienes reducen el ángulo de la relación entre Iglesia y Estado implicada en el caso a la ausencia de simples medidas burocráticas de registro. Por ejemplo, el presidente de la Asociación Pentecostal de Nigeria (APN), el obispo M. Okonkwo, observó que resulta difícil imponerles regulaciones a la mayoría de los practicantes de curas milagrosas porque no pertenecen a ninguno de los bloques miembros de la Asociación Cristiana de Nigeria (ACN); es decir, por no estar registrados. Pero otros se refieren a aspectos más complejos al ver, detrás de la medida de la NBC, un reflejo de alegadas pugnas entre sectores de poder, manifiestas aquí en el terreno de la fe. Así, el apóstol Gabriel Oduyemi, fundador del Bethel Worship Centre for All Nations, opinó que la prohibición constituía un intento calculado por parte de personas de otras creencias para detener la expansión del cristianismo en Nigeria. (Recuérdese que la existencia en Nigeria de variedad de cultos agrupados en tres grandes grupos de creencias –cristianas, musulmanas y tradicionales populares africanas– incide con fuerza en la vida política del país).
La prohibición dictada por la NBC también sacó a la luz –más allá de los debates teológicos o legales– aspectos éticos en torno al descontrolado auge de los milagros en el país. Reaccionando frente a la medida, el prelado de la Iglesia Metodista de Nigeria, el doctor S. Mbang, lamentó que los líderes religiosos hubieran abandonado el mensaje de la salvación para poner más énfasis en los milagros, en busca de un mayor enriquecimiento y de publicidad barata. El secretario nacional de APN, el obispo J. Ojo, dijo que, aunque creía en los milagros, se oponía a su manipulación para explotar a las masas pobres.33
La mercantilización del producto religioso siempre impone cuestionamientos teológicos, legales y éticos, pero también comerciales. El reverendo C. Okotie, de la Iglesia Casa de Dios, observó la dificultad de trazar la línea divisoria entre los anuncios religiosos y los puramente comerciales, pero sostuvo que aunque no siempre son ciertas o verificables las cualidades que se propagandizan de un producto, no se prohíbe por ello su propaganda.34 Pero otros señalaron que todos los anuncios de productos y servicios deberían someterse a pruebas de integridad y veracidad, y si un “artículo religioso” entraba en el terreno de los negocios, debería ser sometido a las mismas reglas. Los ministros de la God’s Kingdom Society apoyaron la posición de la NBC para “proteger a la opinión pública de la miríada de charlatanes y engañadores que se exhiben como hacedores de milagros”.35 Otros señalaron que como Estado laico, el nigeriano no estaba en condiciones de determinar cuáles milagros eran verdaderos y cuáles falsos, y la NBC tampoco requería “un departamento de metafísica para investigar, autentificar, confirmar y aprobar o desaprobar los milagros transmitidos por televisión”, y, por tanto, se había hecho lo debido: prohibir, en vez de censurar, los actos de “falsos pastores que realizan falsos milagros y usan una fuente falsa de poder bajo el manto del cristianismo”. Pero visto desde esa perspectiva, “lo que subyace sutilmente a la medida es que la sustentación de milagros por parte del cristianismo es una absoluta falsedad, y los que están en la mirilla son el cristianismo y su avance incontrolado por las ondas”.36
Sin embargo, las fuerzas opuestas a la prohibición demostraron ser muy poderosas y, al final, predominaron mediante la acción por distintas vías. Una fue la del Comité de Información del Senado nigeriano, cuyo presidente, T. Wada, tras prolongadas conversaciones con directivos de la NBC, expresó que tenía dificultad para “hallar el raciocinio y la moral que subyacen a la prohibición” y que, a su juicio, tanto la NBC como la Junta de Censura de Videos y Películas deberían concentrarse en “asuntos fundamentales”, como los contenidos de muchos productos de Hollywood exhibidos en el país, que no son científicos al tratar temas como el de la brujería. Así, el asunto se fue diluyendo gradualmente en la segunda mitad del 2004.
Pero valdría la pena subrayar que la explotación de los medios de difusión, y en especial de la televisión, se ha ido extendiendo a un número creciente de iglesias y sectas, también en Africa, y ello de un modo no exento de contradicciones. En mayo del 2006, cuando la Iglesia Católica de la República Democrática del Congo insistía en lanzar su propio canal de televisión, el gobierno de la provincia de Kinshasa clausuró la ya existente radio-televisión Mensaje de Vida, propiedad del televangelista F. Kuthino, acusado de “incitar el odio y la división durante sus sermones”.37 Una tendencia similar se esboza entre los musulmanes: por ejemplo, un estudio del movimiento maliense Ansar Dine y de su líder carismático Sharif Haidara ilustra el modo como el Islam recurre, en años recientes, a los medios masivos de comunicación, pero también subraya que se apela a las sensibilidades y no a la racionalidad de los feligreses. No obstante, lo incuestionable es que, con su prolongada explotación de la televisión, el pentecostalismo carismático impuso un nuevo formato religioso que se ha expandido a otras iglesias, según observa un estudio sobre su uso de la televisión en Ghana.38
El auge de la música evangélica
En ese mismo contexto de creciente adversidad económica para las mayorías, de extraordinaria proliferación de iglesias, profetas y soluciones mágicas, y de promoción y explotación de lucrativos “productos” religiosos que en Nigeria diera lugar al efímero enfrentamiento en torno a la teledifusión de “milagros en vivo”, se presenta también por toda Africa un extraordinario auge de la música evangélica. Es sabido que, por una variedad de razones, la música de corte religioso suele, de cuando en cuando, en cualquier parte del mundo, pero sobre todo en tiempos de extrema penuria, desbordar las fronteras de los templos y competir en popularidad con la música profana. La música evangélica mueve hoy en día una inmensa industria con altísimas cifras de ganancias: ese género es el de mayor venta en la Sudáfrica contemporánea. En Ghana acaparaba ya, en el período 1990-1999, el 50-70% de la transmisión radial y la producción local de casetes.39
En este punto, hay que recordar que la música evangélica no es un fenómeno nuevo en el continente. Por ejemplo, en Sudáfrica su surgimiento data de principios del siglo XX, con la expansión por el país de las iglesias sionistas, que incorporaron gradualmente elementos musicales africanos a sus cultos. La música evangélica tuvo especial importancia en Africa desde los tiempos tempranos de la cristianización debido a que incluso muchos predicadores eran analfabetos; de ahí el papel de los himnos, como los que creó el llamado Harrist Movement en el sur de Costa de Marfil a partir de 1913. Pero durante varias décadas, los himnos y otras músicas evangélicas permanecieron en los templos; nuestro interés aquí se centra en su trasformación en mercancía. En Nigeria, el tránsito de la música evangélica de los templos al dominio público y su adaptación para el entretenimiento y el mercado ocurrió en los setenta, y así sucedió en la mayoría de los países, hasta que durante las dos décadas siguientes se consolidó como opción para un público amplio más allá de las iglesias.
En el seno de las propias iglesias hay puntos de vista encontrados respecto a si es beneficioso o no el auge de la música evangélica. Por ejemplo, el obispo de la diócesis de Busoga, Uganda, el reverendo M. Kyomya, opina que el ingreso de instrumentos musicales modernos a las iglesias ha atraído a los jóvenes a Dios.40 Pero otros, como el arzobispo de la archidiócesis de Lagos, A. O. Okogie, critican la tendencia en el seno de los católicos a recurrir a canciones no litúrgicas como las que cantan los pentecostales. Okogie rechazó que la Iglesia Católica sea un salón para bailar y divertirse.41
Una primera cuestión a dirimir es si la gente va más a la iglesia por una necesidad de santidad o por otros motivos. Una hipótesis que consideran los analistas es que las personas tienden a ir más a la iglesia en tanto “los sufrimientos económicos están impulsando la asistencia a la iglesia, pero (…) por motivos erróneos”. Es decir, imposibilitada de pagar la entrada a otros centros de entretenimiento, la gente acude a las iglesias, donde pueden satisfacer su gusto por todo tipo de música.42 Por otro lado, son frecuentes los festivales de música evangélica, como el Festival Cristiano de Canto y Clamor por la Vida, realizado en junio del 2004, en Luanda, en la iglesia Simão Toco. Algunos festivales se empaquetan como grandes shows comerciales, como los Nguva Yakwana, uno de los espectáculos evangélicos que, en Zimbabwe, constituyen un lucrativo negocio: en Harare, unas cinco mil personas asistieron al festival anual de música Jabula en julio del 2004; pocos días después se celebraron casi simultáneamente el concierto anual Nguva Yakwana y la gala cultural Umdala Wethu. En Faith City (Igbesa, estado de Ogún, en Nigeria), se celebró en agosto del 2004 el Concierto de la Iglesia, con mil setecientas cincuenta voces en diferentes orquestas, organizado por el reverendo P. Akazue, supervisor africano de la Iglesia de la Fe Apostólica.43 Bajo los auspicios del pastor J. Senyonga, de la Iglesia Cristo Vive, se celebró en un gran estadio en Kampala (Uganda), con la participación del presidente y la primera dama del país, un concurso de los treinticinco mejores cantantes evangélicos por el Premio Máximo de la Música Radial, consistente en un auto.44 Bulawayo (Zimbabwe) fue escenario del superespectáculo de música evangélica Ngaavongwe Music Explosion 2004 Vhangeri Rodhuuka, organizado por el pastor y músico E. Musakwa.
Y esto nos lleva a una segunda cuestión a dirimir: si la música evangélica es un modo de difundir el evangelio o “un negocio comercial”.45 En la medida en que se impone a nivel planetario un nuevo sistema de valores, con la mercantilización de todos los aspectos de las relaciones humanas, no sorprende que poco a poco, una tras otras, distintas iglesias vayan aceptando la búsqueda del lucro como algo ético y normal. Las iglesias de la Fe Apostólica fueron de las últimas en trasladar sus himnos, cantados durante décadas en sus templos, al sector de la música comercial. Sus primeras incursiones comerciales no se tomaron muy en serio, porque nadie pensaba que su música a capella lograra penetrar el mercado (y, en efecto, una grabación de 1983 fue un estrepitoso fracaso), pero en 1999 ocurrió su primer gran éxito, cuando Vabati VaJehova grabó su primer álbum, del que se vendieron más de cincuenta mil ejemplares, y ya en el 2001 el grupo ganó el premio al mejor grupo coral en los premios Trama; luego Vaparidzi, un nuevo grupo apostólico de cinco miembros, siguió sus pasos, y para el 2002, los apostólicos marcaban ya la pauta en la música de Zimbabwe y sus himnos a capella eran los de mayor venta.46 No resulta raro que los lanzamientos de discos de las grandes estrellas de música evangélica africana cuenten con la presencia de buen número de empresarios, como en mayo del 2004, cuando el lanzamiento de un álbum doble de la pastora-cantante nigeriana, J. Pela, contó con la presencia de “pastores de las iglesias, industriales y otras personas del mundo de las corporaciones”.47 Hoy en día, la orquesta del Ejército Nacional de Zimbabwe ha aportado su música a grabaciones de importantes cantantes evangélicos nacionales. El joven ugandés E. Kislev, de la Iglesia Pentecostal de Kampala, hijo de un pastor que empezó en el género a los ocho años, planeaba cursar estudios de producción musical. Este problema se relaciona con la pregunta de que hasta qué punto es evangélica o no una música, en la medida en que los músicos, en busca de popularidad o por otros motivos, van modificando tanto el tipo de melodía como las letras. Por ejemplo, el ugandés C. K. Musanyusa Sserwadda tiene sonoridades pop-reggae afrocaribeñas, mientras que el grupo ruandés Sowers incluye ritmos lingala, salsa, zouk, hip-hop y R&B en sus canciones evangélicas, algunas de las cuales son bailables. La tswana A. Kerapelang funde ritmos reggae, country, disco, jazz africano y rumba. El zimbabwe L. Khumalo tiene canciones con “leves toques de rock and roll”.48 El cantante ugandés F. Hannie es un caso polémico, pues ha desviado los temas de la música evangélica, de la convencional relación hombre-Dios a la de hombre-mujer, lo que acentúa la polémica en torno a si es o no música evangélica.49
De nuevo, como en el caso de los acaudalados televangelistas, el meteórico ascenso al estrellato y a la riqueza de grupos musicales integrados por marginales parece confirmar el sueño de la llamada “prédica de la prosperidad”. En Zimbabwe, un antiguo niño callejero de triste historia, L. Khumalo, se convirtió en una muy popular estrella al grabar su primer álbum de música evangélica. En Kampala, un grupo de diez niños de la calle, huérfanos del SIDA, tratan de emularlo. También el ugandés G. Bussisi pasó su infancia como “niño callejero” y miembro de pandillas en Kampala, y sus canciones recuerdan su infancia. Otro aclamado cantante de música evangélica, Wilson Bugembe, fue un niño de la calle.50 La tswana Annafiki Kerapelang fue abandonada, a los dos meses de edad, por su madre (tras perforarle ambos ojos) en un corral de puercos, pero logró sobrevivir y, ciega, es hoy una estrella de la música evangélica. Pero hay casos aun más insólitos: en Kampala acaba de lanzarse un disco y video de música evangélica de Gloria Senyonjo, de dos años y once meses de edad, ¡que compone sus propias canciones!51
¿Son estas estrellas vehículo religioso o vehículo mercantil? La popular cantante evangélica zimbabwe “Mai” Charamba subraya que los cantantes evangélicos “somos como profetas; no creamos mensajes, sino que recibimos el mensaje de Dios y lo pasamos a su pueblo”.52 Muchos de estos cantantes afirman haber hallado, en su consagración a la música religiosa, un cambio de vida en el abandono de vicios y pecados. Abundan los ejemplos en el mundo de una estrella del canto que, en un determinado punto de su carrera, cambia su estilo de vida y su perfil artístico (los casos del norteamericano E. Presley o la sudafricana B. Fasie). Otros pasan a ser, de derelictos sociales, grandes estrellas: es el caso de Kigozi, campesino de cincuenta años de una aldea ugandesa, que dejó la bebida para convertirse en cristiano renacido y difusor del evangelio mediante la música, convirtiendo su casa en la Lubugumu Living Apostle Church (Iglesia Apóstol Vivo Lubugumu).53 Para muchos de estos compositores, su pasado de vicios y pecados y su “renacer” a la pureza son temas frecuentes en las canciones, con las que se identifican fácilmente los fieles. Es el caso de popularísimas canciones del corte de Baba Ndakatadza (“Dios, pequé”), del zimbabwe W. Gudo, que llegó al número uno del hit parade nacional en el 2002.54
Varios creadores aseguran que se inclinaron por ese tipo de música tras recibir alguna señal del Cielo. Así, la sensación de la música evangélica zimbabwe, W. Gudo, criado en la Iglesia de la Fe Apostólica, dice que nunca fue músico serio hasta que una voz espiritual le dijo que cantara el mensaje de Dios en su música. La nigeriana J. Pela dice haber sido salvada años atrás, cuando se casó con un pastor.55 El popular quinteto ugandés First Love sostiene que canta “por Dios” con la misión de “llegar a todos los pueblos del mundo”.56
Pero en realidad, una seria contradicción radica en el estilo de vida de la mayoría de las grandes estrellas de la música evangélica, que terminan predicando principios muy distintos a los que siguen en su accionar cotidiano. Hay quienes observan que Evangelio significa “difundir la palabra de Jesús”, y, por tanto, al hacerlo, el cantante “debe reflejar la enseñanza de Jesucristo y los mandamientos de Dios”. Algunos tratan de reconciliar su apariencia estrafalaria con su papel de difusor de la palabra divina, como L. Tokee-Opitoke, cantante evangélico nigeriano que viste como un diablo –afirma– “pero se comporta como un ángel”; miembro de una iglesia del renacer, dice ser un “predicador” pero no con discursos, sino con canciones.57 Pero llama la atención la forma como muchos cantantes de música evangélica “traicionan las enseñanzas del Evangelio y optan por vivir vidas escandalosas”. Así, se escuchan elogios para los pocos músicos evangélicos famosos que mantienen rectitud en sus costumbres, y muchas críticas respecto a la vida licenciosa de la mayoría, a los que se ve dedicados a esa música como “truco de mercado” y “se han hecho ricos cantando canciones que urgen al buen comportamiento cuando viven vidas que no cuentan la misma historia”.58 Algo parecido ha ocurrido con los grandes espectáculos de música evangélica, muy lucrativos, cuyos directivos en ocasiones se mezclan con delitos económicos.
Por otro lado, hay casos de ciertos artistas bien establecidos y comprometidos que incluyen en su repertorio canciones de crítica social, como el ugandés C. K. M. Sserwadda, que promueve la ética socioeconómica.59 Pero las críticas en ocasiones pueden alcanzar a las propias iglesias. Por ejemplo, en la RDC, el popular músico L. Délivrance lanzó un disco a fines del 2001 que le valió ataques de algunos pastores, pero un año después hizo otro con la intención de que fuera “una severa interpretación de los pastores de las iglesias del renacer que pululan por toda Kinshasa”.60
Al igual que con el recurso de la televisión y otros medios de difusión masivos, en que los evangélicos abrieron un camino primero criticado pero luego seguido en mayor o menor medida por otras iglesias, en el terreno de la música evangélica ocurrió un fenómeno parecido. Hay quienes plantean que, en Uganda, la fuerte competencia evangélica forzó una “renovación carismática” entre los católicos desde mediados de los noventa, que dejó como única diferencia en el estilo de culto de los católicos carismáticos respecto a los pentecostales algunos rituales sencillos como la sagrada comunión o la sotana de algún que otro sacerdote. Y ya para el 2006, un sacerdote católico ugandés de cincuenta años ganó un prestigioso premio de música evangélica.61
La música evangélica es una mercancía cotizada que va trascendiendo las fronteras. Los Sowers, grupo multinacional rwandés, incluye congoleses que cantan en kinyarwanda, lingala, inglés y swahili. El grupo evangélico ghanés The Disciples, de la Iglesia Metodista Cristiana de Ghana, ya ha actuado en Costa de Marfil, por lo que la lengua no es un obstáculo a la promoción de estas canciones, y esto suscita la interrogante de si el gusto por la melodía es más fuerte que el mensaje evangélico implícito en la letra. El quinteto ugandés de música evangélica First Love, fundado once años atrás en la Iglesia Pentecostal de Kampala, ya ha actuado en Kenya, Zambia, Malawi, Sudáfrica, Suecia y Suiza, y en el 2004 realizó una gira por buen número de ciudades norteamericanas.62 Muchos grupos terminan asentándose en Occidente: los Makoma, una familia de músicos evangélicos de la RDC, se reubicaron en Holanda; Soul Influence, septeto a capella de músicos evangélicos de Zimbabwe, Kenya, Zambia y la RDC, está ahora basado en Toronto, Canadá; el ugandés F. Hannie, trasladado a Inglaterra desde el 2001, se ha unido a otros diez artistas ugandeses y desde Londres vuelve a popularizarse en Uganda.
Hoy día, la música evangélica es apenas una porción de un verdadero complejo mercantil religioso. La esposa del industrial nigeriano A. Ajagu, A. Ausbeth-Ajagu, se proponía a principios de este año, a través de su Divine Heritage Ministry (Ministerio Herencia Divina) –que no es una iglesia, sino una “extensión cristiana multimedia”– propagar el evangelio cristiano mediante “el teatro, la televisión, la radio, los libros, las publicaciones, los conciertos, las cintas de audio y video, películas, seminarios y asesoramiento”.63 Pero las mismas formas –en las que, como hemos visto, convergen el arte, la religiosidad y el lucro económico— pueden ser apropiadas con otros fines, incluso para impugnar aspectos de las propias iglesias. En Kenya, donde se perfila una potente cultura del teatro, la danza y el disco evangélicos, un sector de jóvenes artistas presiona por una creciente independencia respecto a las iglesias, al tiempo que otro pretende reformar la liturgia con elementos de música y teatro evangélicos. Una tendencia emergente la encabezan grupos juveniles que impulsan representaciones teatrales en las iglesias para “animar” la liturgia. Otra, mucho más controvertida, es la del tipo “moderno” de ministerio de iglesia que están ideando otros grupos de jóvenes, sobre todo en zonas urbanas, y que consiste en bailes de tipo discoteca (música rap, reggae, etc.). Este tipo “moderno” de ministerio de iglesia, según plantean muchos de ellos, debería remplazar la liturgia “de vieja data y pasada de moda”. Ambos grupos de jóvenes insisten en hacerse cargo totalmente de sus propios programas, y las más de las veces los realizan sin el respaldo de las iglesias respectivas; alegan que el uso del teatro y la danza en la iglesia se justifica por las historias bíblicas, y que la generación más vieja no entiende sus necesidades y no sabe atraerlos. Algunas iglesias han llegado a un compromiso con el fin de retener y complacer a los jóvenes, pero unos pocos lo ven como un traspaso de la santidad de la Iglesia y siguen firmemente opuestos a esa tendencia durante el servicio. Hay casos en los que a ciertos grupos se les ha impedido proseguir sus actuaciones: T. Mukora, miembro de un equipo de danza contemporánea evangélica, cuenta que muchas veces fueron expulsados de iglesias, pero atribuye su aceptación definitiva al hecho de que “fuimos comisionados, no por el hombre, sino por Dios”. Algunas iglesias han apoyado mucho la nueva tendencia, como la Nairobi Lighthouse Church (Iglesia Faro de Nairobi), organizadora en años recientes de un evento anual llamado Fin de Semana Extremo, que atrae más de cuarenta mil jóvenes por día, con teatro, danza y actuaciones musicales de todo tipo, así como presentaciones de disc jockeys y prédica de la palabra divina. Pero muchos otros líderes eclesiásticos, sobre todo los de la generación más vieja, se oponen a la danza en la iglesia y temen que si se deja a los jóvenes dirigir su propio espectáculo, podrían terminar cambiando todo el significado del culto. En cualquier caso, los jóvenes han puesto la polémica no sólo en términos prácticos, sino también teológicos, pues dicen que quieren regresar a la iglesia de los orígenes, cuando el teatro y la danza no le eran ajenos.
Está claro que la música evangélica, así como otras formas artísticas de lo que al menos en principio debía propiciar la difusión del Evangelio, se han convertido, en especial en Africa, en una lucrativa mercancía. Pero en su traslado del templo al mercado existe todo un conjunto de elementos sutiles que no pueden soslayarse y merecerían un examen posterior más profundo. Por ejemplo, un estudio de la música evangélica en Zimbabwe admite que esta ya no puede evaluarse en términos de su valor comunal y espiritual, debido al grado en que ha sido mediada por la comercialización. Pero al propio tiempo indica aspectos a explorar, como su papel antipatriarcal, en tanto ha viabilizado la promoción de mujeres y niños artistas como ningún otro género musical en la historia del país.
La comercialización de la música evangélica suscita contradicciones. Un bar de Kampala, Uganda, auspicia los jueves una Noche de Música Evangélica con canciones del género en cualquier estilo, pero –según la prensa– lo importante es ir vestido extravagantemente, y, sobre todo, imitar la imagen que se tiene de los grupos musicales norteamericanos, por lo que “aunque las canciones cantan loas a Dios, las actitudes no son muy religiosas”.64 Así, la música evangélica, que en sus orígenes representó una recuperación de la tradición cultural africana, ahora puede ser un vehículo de occidentalización. En particular en Uganda se escuchan críticas contra las iglesias que atraen feligreses con música y milagros y con el mimetismo de sus pastores –en su mayoría improvisados– respecto a los acentos de sus congéneres norteamericanos en su habla, así como sus modas en el vestir y su estilo de prédica. También un estudio de los videos evangélicos producidos en Nigeria concluye que sus promotores auspician “un proyecto de consumo de mercancías occidentalizado”.65
La música sacra llevada a la vulgarización, y la “iglesia-espectáculo”, en torno a los cuales se mueven complejos mercantiles cada vez más variados, son otros tantos síntomas de un continente cuyos habitantes viven la angustia de un continuado retroceso en sus condiciones de vida que les induce a la falta de esperanzas. En ese contexto, la música y el espectáculo al alcance de todos se convierten en una opción sumamente atractiva, manipuladora de las emociones o de las esperanzas, a la espera de soluciones mágicas.
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Notas:
1—G. Musamali: “Retirement Life Worries Church Of Kampala”, New Vision, Kampala, 2 de mayo del 2002.
2—A. Tacca: “On the Mark”, The Monitor, Kampala, 7 de noviembre del 2004.
3—I. Mbumak: “Le viol de la liberté de conscience et de religion: Un phénomène en vogue en RDC”, Le Phare, Kinshasa, 10 de septiembre del 2002.
4—M. Muninzwa: “Some Attention Could Save Society From Sects”, The East African Standard, Nairobi, 2 de marzo del 2002.
5—J. Mulama: “Christians Are Forming Churches to Make Ends Meet”, African Church Information Service, 9 de septiembre del 2002.
6—Ibid.
7—O. Njuguna: “Archbishop Presents Case for Qualified Theologians”, African Church Information Service, 30 de septiembre del 2002.
8—“Churches Have Failed the Nation”, Ghanaian Chronicle, Accra, 19 de julio del 2004.
9—“IBN Holds Religious Parade”, Accra Mail, Accra, 2 de octu10—I. Homeku: “Libation Ban Call Causes a Stir”, Ghanaian Chronicle, Accra, 11 de septiembre del 2002.
11—“National Crusade Releases Program – Wants All Churches Closed On Sunday”, The News, Monrovia, 19 de febrero del 2002.
12—B. K. Jarkloh: “The National Crusade, Nation’s Restoration”, The News, Monrovia, 26 de febrero del 2002.
13—“Bishop Prays for End to Corruption”, The Monitor, Kampala, 27 de diciembre del 2001.
14—T. Suleiman: “Why Muslims Abandon Faith By Ajibola”, This Day, Lagos, 2 de octubre del 2002.
15—Esta tendencia, que parece abarcar a todo el Tercer Mundo, contrasta con la contracción de la religiosidad formal en el mundo desarrollado, según sostiene, por ejemplo, F. Beaugé: “Vers une religiosité‚ sans Dieu”, Le monde Diplomatique, n. 522, año 44, septiembre de 1997, pp. 22-29.
16—C. Igbokwe: “Proliferation of Churches Meant to Salvage Nation – Cleric”, This Day, Lagos, 9 de octubre del 2002; N. Machie: “We Are Sunk in Moral Crisis, Says Bishop Ugorji”, Daily Champion, Lagos, 3 de octubre del 2002; “Check Proliferation of Religious Organisations-FG Urged”, Daily Trust, Abuja, 33 de septiembre del 2002.
17—“Check proliferation of…”
18—N. Machie: op. cit.
19—O. Emeh, Jr: “Living Beyond Materialism”, This Day, Lagos, 10 de octubre del 2002.
20—N. Machie: op. cit.
21—Chikas Ohadoma: “‘Ecumenical Centre, a Collective Shame on Christians’-Makinde”, This Day, Lagos, 11 de julio del 2002.
22—R. Oyifioda: “Cleric Urges Leaders to Bail Out the Poor”, This Day, 4 de octubre del 2002.
23—C. Igbokwe: op. cit.
24—Id.
25—S. Y. Kewura: “Stop These Gospel Preachers”, Ghanaian Chronicle, Accra, 5 de octubre del 2004.
26—B. Williams: “50 Most Powerful Pastors”, Newswatch, Lagos, 4 de agosto del 2002.
27—S. Eyoboka: “Mixed Reactions Over Miracles Ban”, Vanguard, Lagos, 14 de abril del 2004.
28—O. Bassey: “Cleric Condemns NBC’s Ban on Miracles”, Biafra Nigeria World News, 21 de julio del 2004.
29—Id.
30—S. Eyoboka: op. cit.
31—Id.
32—S. Eyoboka: “GKS Hails Ban on Miracle Broadcast”, This Day, Lagos, 4 de julio del 2004.
33—Id.
34—Id.
35—Id.
36—D. Onojafe: “Miracle Broadcast, Beyond NBC’s Brief”, NBC, 14 de mayo del 2004.
37—“JED Calls for the Immediate Re-Establishment of Religious Television Station’s Signal”, Press Release, Journaliste En Danger, Kinshasa, 16 de mayo del 2006.
38—M. De Witte: “Media’s Living Word: Televised Charismatic Christianity in Ghana”, Journal of Religion in Africa, vol. 33, no. 2, 2003, pp. 172-202.
39—Dickinson, L.: “Popular Pentecostal/Charismatic Music in Ghana”, in Übung: Pop Music Cultures of Africa: Past and Present, 9thJune, 2005, Internet.
40—G. Bita: “Church Music Attracts Youth”, New Vision, Kampala, 15 de octubre del 2004.
41—A. Ahiante: “Okogie Charges Catholics On Doctrine Frowns At Pentecostal Songs in Parishes”, This Day, Lagos, 26 de julio del 2004.
42—Financial Gazette: “And Now to the Notebook…”, 10 de octubre del 2002.
43—T. Oyekanmi: “Apostolic Faith Sings for Africa’s Salvation”, This Day, Lagos, 31 de agosto del 2004.
44—E. Basudde: “Gospel Music Awards On”, New Vision, Kampala, 8 de octubre del 2004.
45—D. Nherera: “Apostolic Sects Invade Entertainment Scene”, The Herald, Harare, 13 de junio del 2002.
46—M. Sibanda: “Apostolic Faith Sects Expose Hymns to Public”, The Daily News, Harare, 12 de junio del 2002; D. Nherera: op. cit.
47—F. Iwenjora: “Jane Pela’s Sing Aloud Launched”, Vanguard, Lagos, 15 de mayo del 2004.
48—C. Gande: “Former Street Kid Becomes Christian, Gospel Music Singer”, The Daily News, Harare, 15 de octubre del 2002.
49—R. Okello: “UK Artist Brings Fresh Taste of Church Music”, New Vision, Kampala, 20 de abril del 2004.
50—N. Kiwere: “Former Street Kid Has Album”, New Vision, Kampala, 22 de octubre del 2004.
51—N. Kiwere: “Baby Gloria Sings, Releases Music Video”, New Vision, Kampala, 1ro de octubre del 2004.
52—S. Vusumuzi: “Zimbabwe: The Gospel, According to Mai Charamba”, Zimbabwe Standard, Harare, 30 de julio del 2006.
53—N. Kajoba y S. Kiryowa: “Nsobya, the Pianist”, New Vision, Kampala, 14 de mayo del 2004.
54—“Gospel Sensation Driven By Voice of God”, Financial Gazette, Harare, 28 de noviembre del 2002
55—F. Iwenjora: op. cit.
56—“Uganda’s First Love Rocks America”, New Vision, Kampala, 14 de mayo del 2004.
57—B. Njoku: “Showtime: I’m a Gospel Musician With a Difference – Pastor Lynns”, Vanguard, Lagos, 6 de noviembre del 2004.
58—B. Moyo: “Fungisayi’s Marriage Redeems Gospel Music”, Financial Gazette, Harare, 28 de mayo del 2004.
59—M. Mazinga: “Keno Musanyusa Launches Album”, New Vision, Kampala, 1ro de octubre del 2004.
60—Jakm: “Daniel Nilhe promet ‘Luka délivrance’”, Le Phare, Kinshasa, 8 de noviembre del 2002.
61—I. Mazinga: “Uganda: Father Musaala to Launch ‘Endongo’”, New Vision, Kampala, 29 de junio del 2006.
62—“Uganda’s First”…
63—M. Ekah: “Nigeria: Drama As Weapon for Social Change”, This Day, Lagos), 2 de mayo del 2006.
64—D. Muhumuza: “Uganda: Gospel Night Gone Wicked”, The Monitor, Kampala, 14 de mayo del 2006.
65—A. F. K. Ukah: “Advertising God: Nigerian Christian Video-Films and the Power of Consumer Culture”, Journal of Religion in Africa, vol. 33, no. 2, 2003, pp. 203-231.