La pedagogía de Jesús. Una propuesta sentipensante para construir sujetos participativos

Boris Tobar Solano

_Nadie echa vino nuevo en vasijas viejas;
Porque el vino las rompería.
Así se echaría a perder el vino.
¡El vino nuevo en vasijas nuevas_!

.

Motivación

Hay muchos títulos con los que hacemos presente a Jesús: mi Señor, Emanuel, Cristo, amigo, hermano… y usted, ¿con qué adjetivo llama a Jesús?
¿Por qué no llamarle Maestro?
“En cierta ocasión se le acercó un joven a Jesús y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna?” (Mt 19,16).
¿Por qué el joven le da Jesús el calificativo de Maestro sin ser maestro?
¿Qué cualidades debe tener una persona para recibir el título de maestro o maestra?

Introducción

“La pedagogía de Jesús: una propuesta sentipensante para construir sujetos participativos” es un material elaborado con el objetivo de familiarizarnos con la propuesta pedagógica de Jesús, cultivar sus actitudes para las relaciones interpersonales y hacer nuestras sus habilidades y estrategias educativas para, a semejanza de él, generar un aprendizaje más eficiente, participativo y comprometido con la construcción de una teología vital para el cuidado de la vida. Los destinatarios principales de este material son los agentes de pastoral, profesores y coordinadores de formación que buscan identificarse más con la propuesta pedagógica del Maestro de Nazaret.
El contenido temático de estas páginas es el siguiente: en primera instancia, le tomameros el pulso a nuestra práctica pedagógica y, en un segundo momento, abordamos detalladamente la práctica pedagógica de Jesús, deteniéndonos en su persona y sus objetivos, destinatarios, contenidos, metodología/estrategias, en el proceso educativo, así como en algunos recursos y en su estilo de evaluación.
Metodológicamente, este texto está hecho para ser leído, pero sobre todo para ser trabajado con pequeños grupos. De ahí que frecuentemente se incluyen preguntas que invitan a una lectura interactiva.
Esperamos que, de la mano de Jesús, descubramos nuevas herramientas pedagógicas para caminar en fidelidad con nuestras comunidades y los sueños de Jesús.

Pistas para recoger, analizar y evaluar nuestra práctica pedagógica

Construyamos un cuento
Una forma normal de recoger, analizar y evaluar un proceso pedagógico sería ir a los fríos datos. Sin embargo, creo que hay otra forma más lúdica e indirecta de hacerlo: construir una pequeña novela y luego conversar sobre ella.
El tema de nuestro cuento será el itinerario religioso-educativo de una persona de nuestra iglesia. Cada uno de los presentes en el taller escribirá su novela. Luego haremos un análisis de nuestra práctica teológico-pedagógica.

Claves básicas para plantear un proceso pedagógico
Cuando hablamos de pedagogía no nos referimos sólo a cómo trabajamos con los sujetos del aprendizaje: ese es el campo de la metodología y los recursos.
La pedagogía abarca la totalidad de los componentes del proceso educativo, que pueden sintetizarse en diez grandes preguntas.

—-¿Cuál es el marco de realidad que se recoge en el cuento? ¿Desde dónde? ¿Qué rasgos de la sociedad, la cultura, la economía visibiliza? (Desde dónde)
—-¿Desde qué principios ético-pedagógicos y teológicos está construido el discurso? ¿Incluye valores como la justicia, la autonomía, la misericordia? (Desde qué)
—-¿Quién soy yo como educador? ¿Qué es lo que la gente dice de mí? ¿Cuál es mi mayor fortaleza intelectual, actitudinal y práctica? ¿Cuál es mi mayor debilidad en el campo educativo? (Quién)
—-¿Quiénes son los destinatarios de nuestras charlas, cursos, reflexiones? ¿En qué situación, emotiva, intelectual se encuentran? (Para quién)
—-¿Cuáles son los objetivos generales que nos mueven? ¿Qué clase de objetivos son? ¿Son objetivos personales, sociales, culturales, económicos, políticos o religiosos? ¿Están planteados en sus tres niveles: intelectual, actitudinal y procedimental? (Para qué)
—-¿Los contenidos básicos están acorde con las necesidades e intereses de los destinatarios? ¿Cuáles son los temas más desarrollados? ¿Están acordes con las necesidades y objetivos? (Qué ofrecemos)
—-¿Cómo generamos la construcción del conocimiento? ¿Qué corriente pedagógica seguimos? ¿Cuáles son sus principios básicos? (Cómo)
—-¿Es secuencial el estudio? ¿Cuál es el proceso que sigue? ¿Guardan una lógica nuestros procesos de aprendizaje en lo micro (charlas, diálogos) y en lo macro (programas sistemáticos de formación)? ¿Cómo sabemos que se está construyendo conocimiento? (Cuándo)
—-¿Qué recursos técnicos o espaciales utilizamos? ¿Audiovisuales, películas, grabaciones? ¿El salón de reuniones, el bar, el patio? (Con qué)
—-¿Qué sistemas de evaluación usamos para medir el grado de construcción del aprendizaje? (Que logramos)

Estas preguntas son el corazón de un planteamiento pedagógico que nos pueden guiar en la educación. Solo después de responderlas podremos descubrir cuál es el modelo pedagógico de fondo que da identidad a nuestro estilo educativo.

La pedagogía de Jesús como pedagogía
sentipensante y dialogal

Nos acercaremos a la pedagogía de Jesús siguiendo el mismo esquema de las preguntas clave.

Jesús vive, conoce y reconoce su entorno vital:
¡lee los signos de los tiempos!
Jesús, como maestro y profeta, es un visionario de su tiempo, ha recorrido la geografía de la periferia y del centro. Conoce las relaciones tensas entre judíos y samaritanos, entre judíos y extranjeros. Ha experimentado en su propia vida lo que significa la presencia del Imperio romano con sus soldados que rondan los pueblos y sobre todo con los cobradores de impuestos para Roma. Palpa día a día el contraste existente entre los pobres, que cada vez son más, y los ricos dueños de la tierra. Siente la exclusión social de unos que se creen buenos y rechazan a multitudes consideradas pecadoras. Se da cuenta de que los jefes religiosos le han impuesto al pueblo cargas pesadas y yugos imposibles de llevar. En fin, todas estas situaciones, personas y espacios fueron para Jesús, signos de los tiempos, kairos de Dios, que debían ser interpretados y transformados.

Jesús enseñó desde un marco de principios humano-pedagógicos

Toda pedagogía tiene una cosmovisión sobre Dios, los seres humanos, la sociedad y el mundo, que constituye el marco de referencia para construir el proceso educativo.
Goméz y Espinosa1 sintetizan así los elementos más sobresalientes de la de Jesús:
—-La formación integral: en varias ocasiones, Jesús hace alusión a la importancia del factor espiritual en el hombre y la mujer. Le preocupa en esencia este aspecto, sin desconocer los factores materiales asociados a su condición humana –sobre todo la salud, el alimento, el vestido y otros que contribuyen a su bienestar–. Se encuentran en los Evangelios diferentes referencias en las cuales El presenta el contraste entre el mundo, la vida material, frente a un “Reino” y una vida de carácter puramente espiritual.
—-La valoración del ser humano por encima de la ley: Jesús reconoce y promueve como esencial el principio del respeto por el otro, básico en las relaciones pedagógicas y de desarrollo humano, que hace que los seres humanos tengan en cuenta su mundo interior como fundamento para generar el cambio personal. En su mensaje central resalta especialmente el “valor del ser humano” hasta elevarlo, en el contexto de su doctrina, a la categoría máxima de “el hombre como hijo de Dios”. Ninguna otra realidad ni divina (Dios), social (la ley), cultural (tradiciones) o económica (mercado) puede colocarse por encima de la persona humana.
—-El empleo de la cotidianidad: el discurso de Jesús se caracteriza por el empleo de los elementos del entorno que rodean a las personas que encuentra en su camino. Es así como en sus enseñanzas respeta y tiene en cuenta la nacionalidad y las diferencias culturales de aquellos a quienes se dirige (judíos, samaritanos, paganos, etc.), así como las características sociales de quienes orienta (pescadores, pobres, ricos, recaudadores de impuestos, militares, religiosos, leprosos, etc.) o critica (escribas, fariseos, letrados y sacerdotes). Desarrolla parte de su vida y su doctrina en el ambiente familiar propio de la época, se adapta en todo a las limitaciones, y condiciones de sus coetáneos, y en sus máximas hace uso del lenguaje cotidiano propio de su tiempo y de sus circunstancias.
—-El rescate del sentido de la dignidad humana: para que el ser humano viva conforme al modelo de sus enseñanzas, Jesús promueve su liberación como una condición necesaria y conforme a su naturaleza. Desarrolla toda su labor en un espíritu de libertad que le permite al ser humano restaurar su dignidad para llegar a ser “señor de sí mismo”, independiente de todo tipo de esclavitud que lo sujete y oprima.
—-El principio de igualdad del maestro frente a la diversidad de los alumnos: Jesús aplica los principios de igualdad, que actualmente se reclaman, de todos los alumnos frente al maestro; y más aún, recurre a la atención personalizada que debe darse a aquellos que presentan más dificultades.
—-El principio de respeto entre los miembros de la comunidad educativa: Jesús promueve las relaciones con los demás: “todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos…” (Mt 7,12). Toma como un principio universal el respeto hacia los otros y los límites que deben tener las acciones de cada uno frente a sus semejantes.
—-Las enseñanzas dirigidas a la convivencia social: la pedagogía de Jesús se asocia a la vida en comunidad. Desde el principio y durante toda su vida pública, la cotidianidad de sus acciones se desarrolla junto al grupo de personas que escoge. A lo largo de esa vida comunitaria se presentan diferentes momentos que son propicios para impartir sus enseñanzas, tanto en forma colectiva como mediante explicaciones individualizadas como las que proporciona a sus discípulos con las parábolas del sembrador y la cizaña. Jesús demuestra en su liderazgo que el líder debe servir a la comunidad, y lo sustenta con sus hechos y palabras: “si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 10,44).
—-El valor de la perseverancia, la persistencia y la fortaleza para asumir los retos: Jesús no les oculta a sus discípulos el trabajo y las dificultades que se les presentan en el trasegar de la vida. Los insta a luchar y a defender lo que creen; les enseña que los problemas y obstáculos son para solucionarlos, superarlos.
—-El descanso en medio de las actividades a ejecutar: este es un principio actual que también considera Jesús, cuando deja a las muchedumbres y se va con sus discípulos, cambia de actividades en su vivir cotidiano y recurre a espacios de soledad y de silencio para trabajar su mundo interior. El descanso es un principio pedagógico muy necesario como garantía de la salud mental, para promover el desarrollo sano del ser humano en forma integral.
—-Dios está para servir al ser humano: el Dios que Jesús vive y comparte no es un contratista que hace un acuerdo: “yo te doy, tú me das”. Es un ser que se pone al servicio del ser humano. Nunca es un competidor ni un esclavizador de las personas.

Jesús: el maestro de la sintonía con el otro
Jesús fue una persona con una gran capacidad para sintonizar afectivamente con los demás. Con respecto al pueblo expresa sentimientos de solidaridad: “Me da compasión este pueblo” (Mt 15,32). Con personas particulares, como el joven rico, se muestra cariñoso: “Jesús lo miró, y sintió cariño por él” (Mc 10,21). Más aún, se pone en contacto piel a piel con la persona. Por ejemplo, ante un leproso no sólo muestra compasión, sino que le extiende la mano (Mc 1,40-42). Por eso, toda educación pasa por el amor y por la expresión gestual. ¡Ese fue el gran secreto de Jesús!
Además, su capacidad para sintonizar con los otros se ejerció mediante la palabra expresada con autoridad, que hizo de él no solo un predicador más de los que ya había por allí, sino que le permitió asomarse ante los otros como un “personaje” generador de inquietudes: “Fueron hasta Cafarnaún. Allí Jesús empezó a comunicar su doctrina… Su manera de enseñar impresionaba mucho porque hablaba como quien tiene autoridad; era todo lo contrario de los maestros de la Ley” (Mc 1,21-22). Su palabra tenía autoridad porque era expresión de una actitud convencida y porque estaba respaldada por su testimonio. Era lo contrario a los maestros de la Ley, cuya autoridad les venía dada por haber estudiado en Jerusalén.
A esto se sumaba su gran fantasía creadora, que le permitía fácilmente entrar en el mundo del otro y provocar la comunión con sus destinatarios, o incluso salir triunfante de situaciones adversas. Cuando parecía estar entre la espada y la pared, Jesús decía la palabra precisa o hacía el gesto oportuno. Recordemos el pasaje del impuesto al César, cuando parecía estar arrinconado: elabora la respuesta oportuna y la gente se queda sorprendida (Lc 20,20-26).
Por estas y otras muchas cualidades, Jesús se constituyó en Maestro sin haber estudiado la Ley en Jerusalén. Era el personaje que fascinaba a quien lo escuchaba, ¡incluso al propio rey Herodes!, y frente a su palabra nadie podía quedar indiferente. Provocaba adhesión o rechazo a su persona.
Las actitudes del educador son la carta de presentación de cualquier estilo pedagógico, pero sobre todo del popular.

Los destinatarios de la enseñanza de Jesús
El primer destinatario de su enseñanza fue, definitivamente, el pueblo en general, a quien Jesús le hablaba en lenguaje sencillo y con parábolas (Mt 13,2-3). Pero al interior del conjunto del pueblo, Jesús tuvo una cercanía especial con los pobres, cuya dignidad de personas elevó; con los cautivos como Juan Bautista, provocador de su vocación; con los ciegos físicos y espirituales y con todos los enfermos que con actitud de fe se acercaban a él. Y con los oprimidos que tienen ansia de liberación (Lc 4,16-19).
A los apóstoles y discípulos los llamó a vivir con él y apropiarse de la pasión del Reino. A que fueran sal y levadura del mundo y participaran en su proceso educativo de forma más cercana. Por eso en privado les explicaba las parábolas que decía en público (Mc 4,33-34).
A los fariseos y maestros de la Ley los tenía por destinatarios no invitados de su predicación, pero supo ubicarse muy bien ante ellos, unas veces expresándose con lenguaje irónico (Mc 2,23-28) y otras denunciando su hipocresía y dogmatismo (Mt 12,34; Mc 2,1-11).
Desde otra forma de organizar a los destinatarios, Jesús se dirigió:
—-a mujeres como Marta y María. A esta última, por su gesto de estar a sus pies, la elevó a la calidad de discípula (Lc 10,38-42). O como la suegra de Pedro, a quien le tomó la mano, la curó y la reinsertó en la comunidad para el servicio (Mc 1,29-31);
—-a niños, con quienes se mostró cariñoso y a quienes puso de ejemplo: “Dejen que los niños vengan a mi, no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos” (Lc 18,16);
—-al pueblo: pobres, cautivos, ciegos, enfermos y oprimidos fueron los destinatarios primeros de Jesús y deben continuar siendo los de nuestra iglesia como señal de identidad y fidelidad a nuestro fundador. En el campo educativo, los pobres son también los alumnos, los catequizandos, la gente que no tiene polo de atracción, los que no son abanderados, los que están en silencio, los tímidos… Creo que si Jesús estuviera nuevamente entre nosotros, fundaría una escuela con toda esta clase de gente.
Pero también fueron sus destinatarios los apóstoles y discípulos, es decir, un grupo humano que se fue hermanando. Hoy también, toda educación, pero sobre todo la popular, necesita de pequeños grupos de destinatarios, ¡comunidades vivas!, donde la palabra circule, la confianza crezca y el compromiso aumente.
Indirectamente, también se implicaron como destinatarios del mensaje de Jesús las autoridades religiosas y políticas. Hoy no deben ser destinatarios indirectos, sino que deben sentirse directamente llamadas a ser parte del auditorio de la iglesia de Jesús, aunque en la pedagogía popular, el destinatario indiscutible debe ser el pueblo socialmente organizado y las pequeñas comunidades de discípulos.

La pasión mayor de Jesús y los objetivos
de su enseñanza
Jesús, como buen pedagogo, tenía clara su pasión mayor o utopía que lo movía a trabajar: el Reinado de Dios, e hizo de esa utopía el centro de su predicación. Marcos abre su evangelio con estas palabras: “El plazo está vencido, el Reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva” (Mc 1,15). Es decir, había llegado la hora en que las ilusiones del pueblo se concretaran. Esto es importante resaltarlo al hablar de nuestra pedagogía, pues la Educación popular no se agota en el uso de metodologías participativas y aprendizajes significativos, sino que, en última instancia, busca construir sujetos que digan que el plazo se ha cumplido y que ahora nos toca a nosotros ser constructores de nuestro propio futuro. Con la expresión “el Reino de Dios se ha acercado”, Jesús les trae la Buena Noticia: ¡Dios está entre nosotros! ¡El sueño tan esperado y anunciado por los profetas se ha cumplido! Cuando nos dice “tomen otro camino”, nos pide dar un nuevo rumbo, un nuevo horizonte, a nuestras vidas, una metanoia, un cambio en nuestra forma de pensar la pedagogía, de sentir y actuar con nuestros destinatarios. Diríamos que Jesús nos invita a desaprender lo aprendido, que es un paso necesario del proceso.
Por último, estas palabras de Marcos terminan con la invitación a “creer en la Buena Nueva”, a creer en nuestros destinatarios, a creer que sí es posible saborear los primeros frutos del Reino. “Creo en el hombre y en la comunidad”, decía Leónides Proaño. Creer en los otros y en sus posibilidades nos permite contar con ellos como sujetos y trabajar en conjunto con y para ellos. Por eso, la Buena Noticia pedagógica es decirles a los sujetos: “ustedes no son un banco de depósito de conocimientos, sino sujetos con quienes podemos interactuar y construir aprendizaje.” Esa es la utopía del Reino, que se concretó en objetivos específicos que cada evangelista desarrolla de forma diferente.
Mateo nos propone el objetivo de Jesús en clave de bienaventuranzas (5,1-12) y desde un lugar concreto: el monte. Esto es significativo, porque supone que el nuevo Moisés entronca sus objetivos con el imaginario del pueblo de Israel, sus ilusiones y expectativas y, sobre todo, su modelo referencial de Moisés liberador y legislador. Los objetivos de Jesús no son conceptos o imágenes extrañas al pueblo: son parte de su imaginario. ¡Gran comienzo pedagógico! Pero, al mismo tiempo, haciendo una relectura, Mateo supera los mandamientos y pone como centro la motivación mayor de todos los seres humanos: la felicidad.
­—Felicidad para los que tienen espíritu de pobre (no un pobre espíritu), porque pueden descubrir el valor absoluto: el Reino (5,3).
—-Felicidad para los que ahora lloran, porque recibirán el consuelo de muchos hermanos (5,4).
—-Felicidad para los que han soportado pacientemente la exclusión económica, porque llegó el tiempo del nuevo reparto equitativo de los bienes de la tierra (5,5).
—-Felicidad para quienes han trabajado por superar situaciones injustas, porque llegó la hora de recibir los frutos de su lucha: la justicia en abundancia (5,6).
—-Felicidad para los compasivos, porque en reciprocidad recibirán misericordia (5,7).
—-Felicidad para los de corazón puro y honesto, porque descubrirán a Dios en su corazón (5,8).
—-Felicidad para los trabajadores incansable por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios y hermanos de comunidad (5,9).
—-Felicidad para aquellos que por proclamar la justicia y la bondad son perseguidos, porque de ellos es el Reino de Dios (5,10).
Pero este objetivo de lograr la felicidad tiene dos sentidos: la de tarea de los sujetos y la de regalo-gracia que surge del encuentro con Dios en o con los otros.
Lucas, en el anuncio programático realizado por Jesús en la sinagoga de Nazaret (4,14-30), entronca sus objetivos con la utopía de Isaías, que resume los objetivos específicos y los destinatarios del proyecto de Jesús:
—-Anunciar buenas nuevas a los pobres, que por tantos años han recibido solo malas noticias.
—-Anunciar a los cautivos que está próxima su libertad, que recuperarán su dignidad humana.
—-Anunciar a los ciegos que pronto verán.
—-Anunciar que llegó la hora de despedir libres a los oprimidos.
Y como confirmación de que estos son sus objetivos, en una ocasión llegaron donde Jesús unos discípulos de Juan el Bautista para preguntarle: “¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” Jesús no contestó ni sí ni no, sino que los remitió a su práctica: “Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia la buena nueva a los pobres” (Lc 7,21-23).
Por el fondo y la forma, Lucas, al igual que Juan, define el objetivo eje de Jesús: “yo he venido para que tengan vida y vida abundante” (Jn 15,15). Marcos, en cambio, no presenta un momento solemne de anuncio de su programa u objetivos, sino que simplemente nos remite a un día en la práctica (1,16-45).
Construir sujetos felices, realizados, o mejor, alterorrealizados, llenos de vida y comprometidos en una práctica solidaria (con los pobres, ciegos, enfermos, oprimidos) al estilo de Jesús es nuestro mejor objetivo.

¿Qué contenidos da Jesús en su enseñanza?
Si nos tocara hacer un programa en clave de pedagogía popular de los contenidos de la teoría y la práctica de Jesús, de lo que él hizo para alcanzar sus objetivos, tendríamos que agruparlos en siete materias:
—-Formar comunidad de discípulos: Jesús descubrió desde el inicio de su predicación la necesidad de configurar un pequeño espacio comunitario donde se testimonien los valores del Reino. Describamos algunas de sus características: una comunidad de invitados al discipulado (Mc 1,16-20), fermento y levadura del Reino, en la que se consideren todos hermanos (Mt 1,23-24) y se cultive la amistad profunda (Jn 15,15). Es un espacio de “poder”, no para oprimir, sino para servir (Lc 22,25-26; Mc 10,43), que ora en común (Lc 9,28; Mt 26,36-37) y demuestra la alegría de saborear los signos de la presencia del Reino (Lc 10,23-24). Es una comunidad misionera que está llamada a dar testimonio de Jesús resucitado como la mayor Buena Nueva (Mc 16,15).
—-Formar pequeñas comunidades con rostro propio de tipo generacional, de género, étnicas, ecológicas, profesionales, en las que se pueda realizar procesos de sensibilización sobre su identidad y misión y generar compromisos barriales, parroquiales, articulados en una gran tarea popular. ¡En tiempos de masificación e individualismo, las pequeñas comunidades son espacios de salvación!
—-Acoger a los marginados: recordemos que la sociedad judía en tiempos de Jesús excluía a un gran segmento de la sociedad, fundando su exclusión en razones religiosas. El rechazo a los leprosos, ciegos, paralíticos y toda clase de enfermos venía de la idea de que Dios bendice con salud y riqueza a los buenos y justos y maldice con enfermedad y pobreza a los pecadores. Se sumaban a esta exclusión los inmorales, los herejes, los niños y las mujeres. La gran novedad de Jesús fue su cambio de conducta frente a estos grupos humanos. Se acercó a ellos, curó sus dolencias (Tm 8,2-4), los reinsertó en la sociedad. Su cambio de actitud se constituyó en Buena Noticia: los excluidos eran hijos amados de Dios y Dios mismo se hizo próximo a ellos en Jesús de Nazaret. Hoy la exclusión ya no viene sólo del sistema religioso, sino del económico. Aquí esperamos descubrir buenas noticias. Grandes o pequeños gestos y proyectos de justicia, no de limosna.
—-Dar una nueva pedagogía: Jesús usó un lenguaje sencillo para entrar en comunicación con el pueblo. Utilizó sus mismos códigos y desarrolló un conjunto de recursos y estrategias para hacer de sus escuchas sujetos activos del aprendizaje y de su pedagogía liberadora.
—-Combatir el poder del mal: Jesús de Nazaret fue un apasionado de la vida, y dar vida en abundancia fue su misión por excelencia. Era capaz de conmoverse con el llanto de una viuda (Lc 7,13), de luchar contra el hambre (Mc 6,35-44), la letra que mata (Mc 2,23-28) y la muerte (Mc 5,41-42), y contra todas las fuerzas de espíritu de muerte (Mc 1,21-26). Hoy, con tantas formas de muerte, unas lentas, otras sofisticadas y otras que matan el espíritu, es necesario identificarse con el biófilo Jesús para defender a muerte la vida.
—-Abrir a todos el Reino: la sociedad de Jesús estaba tremendamente dividida entre judíos y extranjeros, prójimos y no prójimos, puros e impuros, hombres privilegiados y mujeres marginadas, ricos y pobres. La práctica de Jesús fue combatir esas diferencias injustas: gracias a una mujer extranjera descubrió la universalidad de su Reino (Mt 15,21-28). Puso como modelo de prójimo de un judío a un samaritano (Lc 10,29-37). Criticó la ley de la pureza, diciendo que no hay nada puro e impuro externo (Mt 23,23-24). Elevó a las mujeres a la condición de discípulas (Lc 8,1-3) y exigió un trato simétrico entre varones y mujeres (Mt 19,7-12). Denunció a los ricos Epulones que sólo piensan en acumular riquezas sin importarles el dolor de los Lázaros (Lc 16,19-31). Hoy no se trata de abolir las diferencias regionales, étnicas o nacionales. Se trata de que las diferencias sean reconocidas y de que se les otorgue un trato simétrico. Y de superar otras diferencias, como las económicas.
—-Tener una dimensión profética: Jesús no solo actuó como un filántropo preocupado por el bienestar de los pobres. Denunció la raíz de las inequidades. Desenmascaró la hipocresía de los líderes religiosos, que exigían el cumplimiento de la Ley y la realización de sacrificios cultuales, pero eran los primeros en ignorar la Ley (Lc 11, 37-52). Denunció la opresión de los reyes y gobernadores que se presentaban como servidores pero oprimían y dominaban al pueblo (Lc 22, 25). Criticó la hipocresía de los ricos bienhechores que daban los bienes o monedas que les sobraban, y alabó a quienes dan de lo que necesitan (Mc 13,41-44). Un proceso de educación popular centrado en la persona de Jesús necesariamente tiene que ser profético, pues debe denunciar la idolatría del capital, del dinero o del poder y anunciar que el único valor absoluto es Dios y la vida humana.
—-Revelar el rostro cariñoso de Dios: en tiempo de Jesús, la experiencia del Dios liberador había sido sustituida por la del Dios legalista, distante y hasta castigador. Las autoridades religiosas habían cerrado las puertas del Reino a miles de personas. Jesús, con su práctica cercana a los necesitados y su experiencia de intimidad con Dios traducida en parábolas, reveló el rostro cariñoso de un Dios preocupado por la vida de sus hijos, que no castigaba sino bendecía, que perdonaba, que estaba más cerca del pueblo de lo que el mismo pueblo imaginaba. Jesús corrió el velo y nos mostró de cuerpo entero a un Dios padre/madre Abba.
Hoy que vivimos tiempos de relativismos, hacer la experiencia del Dios de Jesús y su Reino como valor absoluto será nuestra carta de identidad.

¿Con qué metodología evangelizó Jesús?
El Maestro de Nazaret no utilizó los principios básicos de la pedagogía de su tiempo, cuya base era el “principio de autoridad”: “Moisés dijo…”, “dicen las Escrituras…”, “el maestro Gamaliel dice…”, sino que desarrolló una pedagogía intersubjetiva en la que el aprendizaje se iba construyendo con participación de los sujetos y en un clima amplio, no reducido al espacio de la “escuela”: los escenarios cotidianos se constituían en lugar, objeto, y finalidad del aprendizaje. Detallemos algunos de sus principios y estrategias.

– Utiliza la pregunta: el uso de la pregunta como medio de construcción de aprendizaje es un recurso muy antiguo. Ya los filósofos griegos como Sócrates o Platón lo empleaban. El primero de estos estaba convencido de que la verdad estaba en el alma de cada persona y de que una pregunta oportuna la sacaría a la luz. A este método Sócrates lo llamó mayéutica.
La pregunta es todo un arte, porque posibilita entrar en contacto con los sujetos, provocar diálogo y debate, motivar. El arte está en saber formular preguntas.
En el testimonio que nos dan los Evangelios descubrimos que Jesús usó la pregunta para distintos fines. Uno de ellos fue provocar la reacción de sus oyentes. En cierta ocasión, cuando los maestros de la Ley lo criticaban diciendo que expulsaba demonios porque el poder del demonio estaba en él, Jesús reaccionó formulándoles una pregunta: “¿Cómo puede Satanás echar a Satanás?” (Mc 3,24). Otro de sus fines fue recoger las necesidades de los presentes. Cuando se encontró con el ciego de Jericó le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” (Lc 18,41). También usó la pregunta para saber lo que la gente y sus discípulos pensaban de él. Una vez, haciendo un alto en el camino, les preguntó a sus amigos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” (Mt 16,13).
Pero la finura mayor se da en el uso de la repregunta, porque Jesús, ante una pregunta, replicaba con otra, normalmente con preguntas fáciles de contestar, con lo cual la persona que había preguntado resultaba el protagonista, el que construía conocimiento. Recordemos aquel pasaje de la parábola del buen samaritano, en que un maestro de la Ley le preguntó: “¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús, genialmente, no le contestó, sino que le hizo, a su vez, otra pregunta: “¿Qué dice la Biblia, qué lees en ella?” El maestro de la Ley se lució en su respuesta e insistió con otra pregunta: “¿Quién es mi prójimo?” Y otra vez Jesús no le contestó directamente, sino que elaboró una parábola y le respondió con otra pregunta: “¿Según tu parecer quién se portó como prójimo?” “El que se mostró compasivo”, contestó el maestro, y Jesús lo felicitó por sus respuestas. (Lc 10,25-37). Así, Jesús no depositaba información ni trasmitía verdades, sino que provocaba construcción de aprendizaje haciendo que el mismo oyente descubriera la verdad.
También utilizaba la repregunta como acertijo o para poner entre la espada y la pared a quienes preguntaban maliciosamente. Una vez, cuando Jesús estaba en el templo, vinieron las autoridades judías a preguntarle: “¿Con qué derecho has actuado en esta forma? ¿Quién te ha autorizado para hacerlo?” Jesús, rápidamente, relacionó las cosas y le vino a la memoria la figura carismática y popular de Juan. Les dijo que si le contestaban una pregunta él les contestaría la suya: ¿el bautizo de Juan era cosa de Dios o de los hombres? Esta pregunta puso en apuros a las autoridades, pues si decían que era de Dios, entonces también él tenía derecho a hacer lo que hacía, pues tenía el mismo carisma que Juan; pero si decían que de los hombres, iban en contra de algo evidente para el pueblo. Por eso contestaron que no lo sabían. Jesús les dijo que si no le contestaban, él tampoco contestaría (Mc 11,27-33).
En nuestro contexto, muy poco usamos las preguntas adecuadas, tal vez una que otra y sólo para salir al paso. Porque elaborar una pregunta generadora o constructora de aprendizaje no es cosa fácil: requiere elaborar algunas y quedarse con una. Sin embargo, es el instrumento central para desarrollar procesos de enseñanza-aprendizaje, y tenemos que hacerlo nuestro.

– Construye parábolas: las parábolas son comparaciones para aproximar gráficamente a los oyentes a una realidad abstracta o extraña, con la cual se quiere dar un mensaje y provocar una reacción emocional.
Jesús de Nazaret creó más de cuarenta parábolas elaboradas y otras tantas imágenes para relacionarse creativamente con el pueblo. Marcos nos cuenta que Jesús usaba muchos ejemplos para entregar su enseñanza, adaptándose a la capacidad de la gente (Mc 4,33). ¡Gran reto en verdad!
Formamos parte de una cultura racional abstracta, y, por tanto, no hemos cultivado este modo de comunicación. Por eso le vamos a seguir la pista a Jesús para que él mismo nos enseñe a construir parábolas.
Jesús tenía varias novedades que quería compartir: por ejemplo, la cercanía y la naturaleza del Reino, su experiencia nueva de Dios, la ética de sus discípulos, la ética de sus adversarios. Pero él no las tradujo a fórmulas lógico/abstractas distantes de su auditorio, sino que se hizo la pregunta: ¿a qué se parecen estas realidades que quiero comunicar? Buscó imágenes de su medio: de la naturaleza (la semilla que crece por sí sola, los pájaros que no siembran ni cosechan), los objetos de la casa (la sal, la levadura, la ropa, la lámpara), la familia (las actitudes de los hijos, y de los padres), el trabajo (la gente que busca trabajo, el sembrador), las cualidades de las mujeres (arreglo de la casa, reclamo ante los jueces). Recogió imágenes de lo que ocurría en los caminos, los templos, las plazas (el asaltado en el camino, las actitudes de algunas personas al orar, la gente que sale a buscar trabajo en las plazas).
Elaboró sus parábolas usando dos elementos imán que se buscan o atraen, pero que en este proceso encuentran obstáculos, y también tiempo, sujetos o actitudes que les ayudan a superar el obstáculo. Es decir, Jesús desarrollaba una narrativa visual que les permitía a sus oyentes ver una película en su interior, construir sus propios audiovisuales. Normalmente continuaba con una pregunta: ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? ¿Quién actuó como prójimo? ¿Qué hará el dueño de la viña?, que provocaba variadas reacciones en el auditorio: admiración del pueblo o ira y rechazo en fariseos.
Detengámonos en la parábola de los viñadores asesinos (Mt 21,33-46). ¿Qué tema concreto aborda? ¿Qué imágenes del entorno toma? ¿Cuáles son las realidades que funcionan como imán y se atraen? ¿Cuáles son los obstáculos a esa atracción? ¿Cuáles son los elementos que permiten el encuentro? ¿Qué pregunta hizo Jesús y qué reacciones causó su parábola?

– Habla con autoridad: “Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea. Ahí estuvo enseñando los días sábados, y todos se admiraban de su modo de enseñar, porque hablaba con autoridad” (Lc 4,31). ¿Qué significa que hablaba con autoridad? Definitivamente, el Maestro no fundamentaba su autoridad en algún título obtenido en Jerusalén o en su irrupción divina antes de hora, sino en su gran fantasía creadora y en su coherencia de vida.
La creatividad es el otro lado de la moneda del autoritarismo. A más imaginación creativa, es decir, a más alternativas, más autoridad, a menos creatividad, más necesidad de autoritarismo. Quien se respalda en la Ley o en su papel, como los maestros de la Ley o los fariseos, demuestra poca imaginación para salir adelante en situaciones difíciles.
La coherencia de vida –hacer lo que se dice y decir lo que se hace– y el testimonio hicieron que Jesús se ganara el título de Maestro y que su palabra cobrara significado para su auditorio. Por eso, él fue capaz de decir “hagan lo que las autoridades les dicen, pero no imiten lo que ellos hacen”, frase lapidaria para expresar que quienes eran autoridad realmente no lo eran.
Entre nosotros, como educadores, guías de comunidad, pastores, e incluso como padres de familia, es necesario cultivar la creatividad, porque nos permitirá salir adelante en situaciones cotidianas y, sobre todo, en momentos difíciles en que aparentemente la única salida pareciera el autoritarismo ¿Recuerdas algún pasaje en que Jesús actuó autoritariamente?

– Dialoga y es capaz de aprender: el diálogo es otra forma clásica de descubrir conocimiento. Recordemos los diálogos de Platón con sus amigos, en los que al calor de unas preguntas se generaban diálogos, es decir, un fluir o correr de palabras significativas que a veces entraban en contradicción, pero que al final provocaban un nuevo conocimiento, nuevas conclusiones filosóficas.
En el caso de nuestro amigo, en los pocos diálogos que nos registran los Evangelios, Jesús aprende algo más de sus “beneficiarios”. ¡El maestro aprende de sus discípulos/alumnos! Por ejemplo, una vez, cuando Jesús salía hacia la región fronteriza de Tiro y Sidón, una mujer extranjera inició un diálogo desesperado: “Señor, hijo de David, ten compasión de mi: mi hija está atormentada por un demonio”. Increíblemente, Jesús se quedó en silencio y fueron los discípulos los que le pidieron a su maestro que la despidiera. Luego, Jesús le contestó con una frase nacionalista: “He sido enviado sólo para las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. Pero la mujer no se dio por vencida y siguió con su insistente petición. Se puso de rodillas y le dijo: “Señor, socórreme.” Jesús le contestó: “No se debe echar a los perros” (es decir, a los extranjeros) “el pan de los hijos” (los israelitas). La mujer le dio la razón a Jesús, pero también le dijo: “Hasta los perritos comen las migas que caen de la mesa de sus patrones.” ¡Esta fue la frase genial que hizo cambiar la mentalidad de Jesús! ¡Aprendió de una mujer que el Reino de Dios rompe fronteras culturales y geográficas! Por eso, inmediatamente le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo.” Y en ese momento quedó sana su hija (Mt 15,21-28).
Aprender de las personas que todos minimizan o no valoran es la gran lección que nos deja este diálogo.

– Motiva a los cambios de paradigmas: los modelos o esquemas con los que pensamos e interpretamos la realidad son un asunto capital en la Educación popular, porque las novedades que recibimos se corroen si las seguimos conservando en los viejos moldes. Por ejemplo, si una persona piensa en categorías dualistas de cuerpo y alma, reorganiza todo nuevo conocimiento antropológico dualísticamente.
Por eso es importante la crisis pedagógica como expresión de que los viejos moldes de pensamiento están en proceso de cambio.
En este sentido se dice que tenemos que desaprender lo aprendido.
El crítico de Nazaret era consciente de esta necesidad de cambiar los paradigmas, por lo que incluso construyó parábolas para enfrentar ese problema. Les decía a sus discípulos: “vino nuevo en odres nuevos”, y también: “nadie pone en vestido viejo remiendo nuevo, porque este en la primera lavada se encogerá y dañará todo el vestido”. La realidad del Reino era tan amplia y nueva que las limitadas categorías de la teología clásica judía no podían interpretarlo sin traicionar su mensaje. Por eso exigía una metanoia, no solo un cambio ético, sino también un cambio en el modo de procesar la realidad.
El caso más significativo fue el vivido con sus discípulos, quienes escuchaban de la boca del mismo Jesús las enseñanzas e interpretaciones, pero en un momento dado fueron incapaces de entender el milagro de los panes. Jesús, que sabía la razón de su torpeza, les dijo: “Abran los ojos y tengan cuidado de la levadura de los fariseos como de la de Herodes”, es decir, no piensen con los mismos esquemas legalistas o políticos de esos grupos. Si no superan esa forma de pensar, “teniendo ojos no verán y teniendo oídos no oirán” (Mc 8,15-21).
Igualmente hoy, muchas personas de buena voluntad pretenden educar popularmente a sus destinatarios, invierten en libros, realizan talleres… pero no logran su objetivo, la gente sigue pensando con esquemas tradicionales. ¿Qué pasó con ese educador?

– Parte de los acontecimientos: iniciar un diálogo o una charla con un hecho de vida es un excelente recurso pedagógico, porque los oyentes ponen la totalidad de sus sentidos en sintonía con los hechos. Ven, sienten, palpan lo que se narra, que, al final, provoca reacciones afectivas.
En cierta ocasión Jesús estaba hablando y, de pronto, un grupo de pájaros voló junto a él. Inmediatamente conectó con el tema y les dijo a sus oyentes: “Miren como las aves del cielo no siembran ni cosechan, ni guardan en bodegas, y el Padre celestial nunca les hace faltar el alimento ¿No valen ustedes más que las aves?” (Mt 6,26). En otra ocasión, junto a las alcancías del templo, Jesús miraba cómo la gente echaba dinero para el tesoro. Los ricos daban grande limosnas. Pero también llegó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Jesús entonces aprovechó la ocasión para educar a sus discípulos sobre la diferencia entre la limosna y la caridad: “les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos ellos. Pues todos han dado dinero que les sobraba; en cambio ella dio de lo que necesitaba para vivir” (Mc 12,41-44).
En otra oportunidad, cuando unos niños se acercaban a él, sus discípulos los rechazaron y no permitieron que se acercaran a Jesús. En ese mismo momento les reconvino y les enseñó que el Reino es para los que se parecen a los niños (Mc 10,14-16).
Hasta hoy, este recurso es empleado en muchos folletos populares, y es generador de diálogos concretos en los grupos o comunidades que los leen o escuchan.

– Provoca la relación de realidades y genera nuevo conocimiento: conocer es relacionar, conocer es concluir. Quien solo asimila información guarda datos como en una bodega, que no le son útiles, porque se pierde la capacidad de recuperación.
Jesús logra su objetivo al predicar con autoridad y provocar en los escuchas la relación con el estilo de enseñanza que realizan las autoridades: “Su manera de enseñar impresionaba mucho, era todo lo contrario a los maestros de la Ley” (Mc 1,21-22).
Relacionar y concluir parece muy simple, pero en la vida práctica no lo es. Millones habían visto caer manzanas de los árboles, pero solo Newton relacionó y concluyó con su descubrimiento de la ley de la gravedad. Por eso, en un proceso de Educación popular hay que hacer conscientemente ejercicios de relación y conclusión, para ir creando hábitos.

– Su personalidad lo vuelve sujeto de admiración: si estamos de acuerdo en que personalidad es la manera singular de sentir, pensar, actuar e influir sobre los otros, definitivamente Jesús fue un hombre de gran personalidad. Ante los otros, Jesús era un personaje, es decir, una persona que atrae e invita a conocerlo y conversar con él.
En el Evangelio aparecen infinidad de personas que se acercaron a Jesús para pedirle algo. Pero la pregunta es: ¿por qué se acercaban a Jesús? Por ejemplo, el joven rico se aproximó, lo llamó Maestro, y le hizo una pregunta sumamente seria: ¿qué debo hacer para darle sentido a mi vida? Y el joven se acercó justamente porque veía en Jesús al personaje fascinante que tal vez le daría respuesta a su pregunta.
Luego, un educador popular, además de utilizar técnicas que faciliten el diálogo, también y sobre todo debe ser una persona que genere confianza y que los otros descubran que hay algo bueno en él.

– Enseña a aprender desde la práctica: el aprendizaje se confirma cuando se lleva a la práctica, cuando se multiplica el saber con otros. Por eso Jesús involucró a los discípulos en la misión (Mc 6,7), para que pusieran en práctica lo que iban aprendiendo con él y lo relacionaran con la vida. ¡Aprender desde la práctica, he ahí una gran lección! Además, alguna vez los confrontó con las necesidades del pueblo para probar cómo resolvían las dificultades: “denles ustedes de comer” (Mc 6,37).
Su formación no consistió en largos años de teoría para luego ser aplicada, sino en un aprendizaje que se iba retroalimentando con la práctica.

El proceso educativo seguido por Jesús
con sus destinatarios
Siguiendo el evangelio de Marcos, nos damos cuenta de que Jesús siguió un proceso formativo con el pueblo y, sobre todo, con los discípulos.
Con respecto al pueblo, Jesús inició el anuncio del Reino enamorado del pueblo. Prácticamente vivía para él. Alguna vez se escapó para orar en soledad, y cuando allí asomaron sus discípulos para decir “todos te buscan”, les contestó: “vamos, pues para eso he venido” (Mc 1,36-38). A veces le seguía tanta gente que no tenía ni tiempo para comer (Mc 6,31).
Recibía el cariño, el aprecio y la fama de la gente del pueblo. Pero poco a poco se fue dando cuenta de que su cercanía con el pueblo no era correspondida en términos de seguimiento, sino sólo de interés coyuntural. Por eso, en cierta ocasión, de camino a Cesarea de Filipo, les preguntó a sus discípulos: ¿quién dice la gente que soy yo?, y recibió las más variadas respuestas. Esto le hizo tomar otra actitud en el proceso.
Se distanció de las multitudes y si alguien entraba en diálogo con él, empezó a hablar de exigencias: cargar con la cruz, ser radical en la dimensión ética, desprenderse de los bienes, etc.
Al llegar a Jerusalén, las multitudes primero le aclamaron como hijo de David, y luego pidieron que lo crucificaran. ¿Acaso fracasó Jesús en su proceso formativo con el pueblo?
Siguiendo en clave pedagógica, Jesús desarrolló con sus discípulos un verdadero proceso: en un primer momento, los discípulos arrancaron con entusiasmo (Mc 1-5). Acompañaban a Jesús a todas partes: a la sinagoga, a la casa, a los campos, al lago. Se quedaban a solas con él y hasta hacían proyectos. ¡Era la ilusión del primer momento! Además, participaban de la dureza del camino, aunque a veces no tuvieran qué comer. Pero también ganaban en confianza e intimidad, y hasta se ponían apodos. Jesús los iba educando en la libertad, frente a las tradiciones y costumbres. La causa del entusiasmo general era la persona fascinante de Jesús, el sueño del Reino y los halagos del pueblo.
En un segundo momento surgieron las divergencias y la crisis (Mc 6-8). Este nuevo momento de los discípulos se dio porque Jesús no era lo que ellos imaginaban. De la multiplicación de los panes no entendieron nada; caminó sobre las aguas y creyeron que era un fantasma; no entendieron su discurso sobre la pureza. El amigo tan cercano ahora les parecía un extraño y empezaron a tener las primeras dudas. La causa de esta nueva actitud era que todavía conservaban en su mente viejos esquemas de pensamientos, la levadura de los fariseos y herodianos, que les impedía ver a un Mesías siervo.
El tercer momento fue el de la ceguera y las instrucciones (Mc 8-13). Ante las dudas de sus discípulos sobre quién es Jesús, él mismo les hace la gran pregunta: “¿Y para ustedes, quién soy yo?” Pedro, iluminado, contestó en forma correcta: “tú eres el Mesías”, pero luego se olvidó de su confesión. En ese momento los discípulos estaban totalmente ciegos, más ciegos que los ciegos de Betsaida y Jericó. Ante esta realidad, Jesús inició una formación acelerada de sus discípulos: les aclaró que su estilo mesiánico era de servicio, y tres veces les habló de la cruz. A sus mejores amigos los hizo participar del misterio de su persona. Les exigió más fe. Les recordó que si alguien quiere ser el primero, debe ser el último entre los discípulos. Ya en Jerusalén, Jesús los instruyó con acciones proféticas de crítica al templo y a las autoridades. La causa de este tercer momento fue la revelación de un nuevo estilo de Mesías, que les obligaba a romper con los esquemas anteriores. ¡Un cambio de paradigmas siempre es doloroso, porque implica perder nuestras seguridades!
El cuarto momento fue el abandono del proceso por parte de los discípulos (Mc 14-15). La realidad que tenían que asumir era muy dura, por eso Pedro lo negó, Judas lo traicionó y los demás desaparecieron de la escena. Parecía que el proceso pedagógico había fracasado…
Pero el quinto momento fue el de volver a Galilea para recomenzar, ahora con el resucitado en el corazón (Mc 16).

Los recursos utilizados por Jesús
El tema de los recursos es muy amplio. Me detengo sólo en los recursos que podríamos llamar espaciales.
Jesús de Nazaret utilizó los recursos populares que tenía en su medio. Así, aprovechó todos los lugares para educar: las casas, donde habló en confianza con sus discípulos y seguidores y curó a los enfermos (Mc 2,1-11); las sinagogas de los pueblos vecinos, donde predicó, curó y polemizó con sus adversarios (Lc 6,6); el lago, lugar de concentración de pescadores y otros trabajadores, que fue el escenario de muchos acontecimientos educativos de Jesús (escogió a sus discípulos, subido en una barca les predicó en parábolas, etc.) (Mc 4,1-2); el templo, lugar donde fue a orar, pero también a denunciar su corrupción (Mc 11,15-19); la montaña, que hizo lugar de encuentro con su Padre y revelación de su mundo íntimo a un grupo de sus discípulos (Mt 17,1-3).

La evaluación de su práctica
La evaluación es un recurso necesario al comenzar, desarrollar y terminar un proceso formativo, para partir de las necesidades y expectativas de la gente, monitorear cómo se desarrolla el proceso y ver los resultados. Jesús evaluó su práctica evangelizadora, evaluó su persona, a los discípulos y los resultados alcanzados. La evaluación de su práctica fue tan evidente que el evangelista Marcos nos muestra un corte en 8,27, cuando Jesús preguntó a sus amigos: ¿quién dicen los hombres que soy yo?; y ustedes, ¿quién dicen que soy? Más tarde en ese capítulo Jesús se distancia de las multitudes y se dedica más tiempo a educar a sus discípulos. Evaluó la misión de los doce con ellos mismos. Escuchó sus experiencias y compartió con ellos su punto de vista (Lc 10,17-20). El mismo revisaba su práctica en la oración diaria, y en tiempos fuertes de desierto evaluó su estilo mesiánico.

……………………………………………..
Notas:

1—Luz Angela Gómez y Luz María Espinosa: “Modelo pedagógico de Jesús”, Revista de Ciencias Humanas, Universidad Tecnológica de Perea, Colombia, n. 24, 2000.

0 comentarios en «La pedagogía de Jesús. Una propuesta sentipensante para construir sujetos participativos»

  • Aminta Gómez Vega dice:

    Bastante importantes los títulos de la revista sobre la Pedagogía de Jesús, su método, su manera de acercamiento a los demás, al ogro, y hoy coincide su método con lo que la nuevas tendencias pedagógicas requieres. Gracias por esta profundización.Los seguiré con los alumnos en formación pedagógica.

  • Un artículo elaborado con excelencia. Bastante útil, profundo, significativo. Busco el año que fue elaborado para darle el crédito al autor. No lo encuentro. Gracias por este genial contenido.

Dejar una respuesta