La naturaleza de la actual fase del capitalismo
El capitalismo atraviesa una fase imperialista globalizada, en la que sus leyes y su modo de producción (explotación del trabajo, apropiación de la plusvalía, acumulación, concentración y centralización) dominan la economía de todos los países. En esta fase, la esfera principal de acumulación de las riquezas se ubica en el capital financiero. Los capitalistas que ganan más riquezas son los que tienen más capital en forma de dinero.
Esos capitalistas transforman sus capitales (bienes) en dinero. Y usan ese capital en la forma de dinero para apropiarse de la plusvalía producida en el sector productivo. Esa apropiación se da a través de la tasa de intereses, la tasa de servicios (capital aplicado en empresas de energía eléctrica, teléfono, agua, etc.) en royalties, a partir de la especulación en la compra y venta de acciones de las empresas más lucrativas, y en las bolsas internacionales de mercados agrícolas y mineros.
Ese proceso de desarrollo del capitalismo llevó a la concentración del capital mundial en alrededor de quinientas empresas (que controlan más del 50 % del PIB mundial) y en grandes bolsas de acciones y mercados.
Debido a la revolución informática y tecnológica de los últimos veinte años y a la globalización del mercado, ese capital financiero aumentó su velocidad de aplicación y especulación. Un mismo valor puede ser aplicado, en un mismo día, en tres bolsas diferentes de tres continentes diferentes.
Ese proceso productivo aumentó la velocidad de acumulación del capital financiero y trajo como contradicción que este se despegara cada vez más de la base real de la producción del valor, de la plusvalía que se produce en la esfera productiva.
Naturaleza de la crisis actual
La crisis actual tiene una naturaleza cíclica, resultante de la lógica normal de funcionamiento del capitalismo. Pero esta se agravó por la combinación de los siguientes factores:
a) Un gran volumen de capital financiero se transformó en simple papel, en letras del tesoro, en promesas de pagos, en hipotecas, sin ningún vínculo con la moneda o la producción de bienes.
b) El gobierno de los Estados Unidos abusó de la “fabricación-emisión” de la moneda dólar, como una forma de financiación del déficit público (más gastos del gobierno que recaudación) y el déficit comercial (más importaciones que exportaciones).
c) Se produjo un gran aumento de la especulación en las bolsas, descolgada de la producción real.
d) Las guerras en Irak y Afganistán han tenido costos muy elevados.
e) Como había mucho dinero en circulación (de tres a diez veces más que el valor de los bienes de mercado) la tasa de interés cayó. Con eso, muchos capitalistas se fueron a aplicar ese capital financiero en las bolsas de mercados y alimentos.
f) Los precios de los alimentos se descolgaron del valor y el costo, y hoy son apenas efectos de la especulación y el control oligopóligo que las grandes empresas ejercen sobre el mercado mundial. De ahí que los precios de los mercados se eleven o se depriman con independencia del valor y el costo.
g) La especulación en la bolsa elevó exageradamente el precio del petróleo.
Consecuencias de la crisis
Las empresas, bancos y fondos de inversión que tenían más capital/dinero aplicado en papeles, sin una base real de bienes, fueron los primeros en entrar en picada y quebrar. Como están interconectados en todo el mundo, la quiebra de uno de ellos empujó a los otros que tenían papeles suyos. Habrá una destrucción de trillones de dólares (hasta hoy han desaparecido más de trece trillones) que se expresaban apenas en papel. Sus propietarios capitalistas perdieron.
Las empresas del sector productivo que tendrán más dificultad serán aquellas que aplicaron parte de su capital a la especulación financiera, o las que dependen del capital de préstamo de los bancos.
Los gobiernos usan los ahorros nacionales (la plusvalía social recolectada en todo el mundo), guardados en las reservas de los bancos centrales y en el tesoro nacional, para socorrer a las grandes empresas y evitar su quiebra. Reponen ese capital, compran acciones, realizan préstamos extraordinarios o abren líneas de crédito subsidiado.
El dinero que se le ha sacado al pueblo trabajador en los países centrales y en los países periféricos se utiliza hoy para salvar a los capitalistas.
Es imposible determinar (dada la interacción de relaciones económicas, sociales, políticas e ideológicas) cuál es el grado de profundidad y expansión de esta crisis, cuánto tiempo va a demorar. Mientras tanto, se puede afirmar que desde el punto de vista económico, va a producir una mayor concentración de renta y riqueza, y va a disminuir el ritmo de producción de bienes reales. A la vez, disminuirá el empleo y los niveles salariales para poder aumentar la tasa de transferencia de ganancias.
Las grandes empresas aumentarán su explotación de la economía de los países periféricos a partir de un aumento de sus tasas de ganancia, para poder transferir a las matrices esa riqueza y así salvarlas de la crisis.
Las grandes empresas y el capital financiero aumentarán la presión con el objetivo de controlar y explotar los bienes naturales: tierra, agua, minerales, energía, biodiversidad. La naturaleza es la última frontera de apropiación del capital, y es allí donde puede tener sus mayores tasas de ganancia.
También se producirá un mayor control sobre la agricultura por parte de las empresas, que precisan aumentar sus tasas de ganancia. Y con eso también disminuirá el margen de ganancia de los terratenientes capitalistas en los países exportadores agrícolas.
Las crisis son parte del modo de funcionar del capitalismo. Con cada crisis el capitalismo se renueva mediante la reconcentración de riqueza y la expulsión de los capitalistas más ineficientes.
En la crisis actual, globalizada, están funcionando mecanismos internacionales de mutuo socorro entre gobiernos para salvar a las grandes empresas capitalistas.
Los efectos de la actual crisis probablemente serán menos trágicos y violentos que los de la crisis de 1929, porque actúa más capital financiero. Y también porque en el mundo alrededor del 50 % de la población económicamente activa está ya fuera del sector productivo. Sin embargo, esta crisis será más duradera, o sea, el capitalismo puede demorar mucho en poder recomponer sus bases productivas de modo que sustenten al capital financiero.
La clase trabajadora de la ciudad y el campo observa atónita los movimientos de los gobiernos y los capitalistas. No entiende la naturaleza de la crisis y sus probables consecuencias sobre las condiciones de vida. Por eso está inerte, no reacciona. Los capitalistas y su modo capitalista de producir solamente sufren derrotas en las crisis. Estas pueden abrir espacios para la disminución de la explotación y la mejoría de las condiciones de vida de la población, si la clase trabajadora junta sus fuerzas y hace una gran movilización política. En otras palabras: el capitalismo no pierde por sí mismo, sino que se renueva. Sólo pierde si hay lucha de clases, lucha política de la clase trabajadora, productora de las riquezas, contra él.
Contradicciones de la crisis que la clase trabajadora podría aprovechar
Los organismos internacionales salieron desmoralizados de la crisis. El FMI, el Banco Mundial, la OMC y la FAO demostraron su inutilidad para prevenir las crisis, mucho menos para resolverlas.
El comportamiento ideológico de la clase dominante cambiará. Se percibe que los sectores neoliberales fueron derrotados ideológicamente (escuela de Chicago, Fukuyama…), y ascienden ahora los sectores ideológicos neokeynesianos, que defienden la intervención del Estado para regular la economía. (Resulta muy sintomático sobre quiénes han recaído los dos premios Nobel de economía y de la paz, que revelan esa nueva hegemonía ideológica).
Los Estados Unidos perdieron su hegemonía política. Carecen ya de moral para controlar el mundo. La fuerza política de Europa, Rusia y China crece. Y ciertamente, aún habrá muchas disputas entre ellos, pues se ha generado una contradicción entre el poder económico y militar de los Estados Unidos, que aún mantiene con sus empresas y su Estado, y la pérdida de su fuerza política.
El dólar pierde su representatividad.
Probablemente la agricultura industrial pierda su fuerza, porque depende cada vez más de elevados volúmenes de crédito, capital financiero que será afectado por la crisis.
Reflexiones para el debate político sobre qué hacer
La Vía Campesina internacional debe colocar todas sus energías en la articulación de las fuerzas populares en nuestros países, nuestros continentes y a nivel mundial. Hay que tomar la iniciativa y promover un movimiento que estimule la lucha política y obtenga sus victorias en esta situación de crisis.
Algunas banderas que pueden motivar las movilizaciones en todo el mundo:
1. El fin del dólar como moneda internacional.
2. El fin de la OMC, el FMI, el Banco Mundial, y su sustitución por un nuevo orden internacional que genere otros organismos, con la participación de la sociedad y las fuerzas populares.
3. La retirada inmediata de toda fuerza militar extranjera de todos los países del mundo,en primer lugar, la retirada de Afganistán, Irak y Haití. Y también de todas las bases militares extranjeras (más de mil), existentes hoy.
4. La defensa de un nuevo orden económico de la producción mundial, que se fundamente en la prioridad de la producción de alimentos, la generación de empleos, vivienda digna y educación para todos.
5. El control y la soberanía populares sobre las riquezas naturales: la tierra, el agua, el petróleo, los minerales, la energía y la biodiversidad. La defensa de la soberanía alimentaria y energética, ahora una soberanía mucho más nacional y popular.
Para eso precisamos
Convocar a reuniones nacionales a todas las fuerzas populares existentes, de forma unitaria, para debatir los procesos de movilización popular frente a la crisis.
Convocar reuniones continentales de todas las fuerzas populares.
Preparar una gran movilización popular en todos los países y a nivel mundial.
Enfrentar a las empresas transnacionales y los bancos extranjeros en todos nuestros países con acciones de masas.
Articular con gobiernos progresistas y proponer la convocatoria de una conferencia internacional extraordinaria de todos los países periféricos, no alineados, con la participación de gobiernos y fuerzas populares.
Preparar desde ya la realización de una manifestación mundial unitaria, con paro general, marchas y acciones directas.