César López, afamado poeta cubano, fue amigo personal e íntimo de Frank País García. En estas líneas reflexiona sobre la dimensión ética, religiosa y humanista de ese misterio que continúa siendo Frank, desde la privilegiada posición que le da haber estado allí.
De Frank País han hablado muchos y de muchos temas: desde su capacidad para asumir a tan temprana edad responsabilidades increíbles, como la de organizar una red clandestina de acciones en las ciudades y luego de apoyo a la Sierra Maestra, hasta su decisión de morirpor la causa que abrazó. Sin embargo, desde hace unos pocos años, corrientes de autores extranjeros, han pretendido convertir a Frank en un líder evangélico, religioso, que eventualmente se enroló en el aparato revolucionario, y desmontar a un Frank revolucionario, vertical en sus ideales, que sin apartarse de su credo evangélico, decidió consagrar su existencia a la lucha revolucionaria. ¿Qué cree usted, que fue amigo personal de Frank y que lo conoció en su intimidad familiar?
Lo primero en este aspecto es decir que puede ser fácilmente pasto de elucubraciones, de conjeturas equivocadas. Desde mi humilde percepción, creo que para Frank esto fue un dilema muy serio: me refiero al hecho de enfrentar la religión con la revolución. A Frank lo asesinan siendo aún muy joven, en medio de una crisis de sentimientos que no llegó a resolver.
¿A qué crisis se refiere?
Me refiero a que Frank pasaba por graves dramas personales en el momento que lo matan. El no era el mismo muchacho que fue bautizado a los catorce años: se había operado en él un cambio radical que lo había hecho convertirse en el líder clandestino que fue. Para comprender este tema hay que explicar algunos conceptos básicos de la religión que profesaba Frank. La Iglesia Evangélica Bautista acepta el bautizo como un símbolo, pero con una profunda convicción por parte del bautizado, demostrad a por la frase que en el momento del bautismo pronuncia el Pastor: “bajo tu profesión de fe, yo te bautizo”. Por eso es que en esta religión no se bautiza a nadie hasta que tiene la convicción clara de querer ingresar a la Iglesia
Ahora bien, Frank fue uno los asistentes a la Primera Iglesia Bautista de Santiago de Cuba más tempranamente bautizado. Cuando en el seno de esta iglesia nace un niño que es hijo de un miembro de la comunidad bautista, los padres lo presentan ante el grupo evangélico. Pero esta presentación es sólo un ofrecimiento de disposición de la criatura a la Iglesia, pues, como decía antes, no es hasta que el sujeto, pasada la adolescencia, tiene una clara conciencia y es movido por la fe, que pasa a formar parte de la comunidad evangélica como un miembro activo, mediante el bautismo. Y Frank muestra tempranamente una supuesta vocación de dedicar su vida a la Iglesia, al Señor, como un futuro pastor; y digo supuesta por la edad que tenía, pues era apenas un joven adolescente de quince o dieciséis años. Sin embargo, yo puedo decir por mi conocimiento de su pensamiento que ya a los dieciocho, en medio de profundas crisis espirituales, su actitud de ofrecer su vida a la Iglesia no era la misma, aunque sí se mantenía con las mismas aptitudes. En una de sus cartas, aproximadamente a los diecinueve años, él se pregunta si las cosas que le están pasando se deben a que se está alejando de Dios. Eso prueba la seriedad del conflicto personal al que se enfrentaba.
¿Cree usted que esas crisis espirituales, de, digamos, enfrentamiento a la palabra divina, guardan relación con los problemas que enfrentó desde diversas direcciones, por el hecho de matar a otra persona, ya enrolado en la actividad revolucionaria?
Sin dudas ese problema lo sacudió como criatura creyente, como miembro activo de la Iglesia, como lector serio de la Biblia, de la palabra de Dios, pero también como ser ético, lo que le generó una tormenta moral y una profunda angustia para tratar de resolver el equilibrio o el desequilibrio entre una convicción, yo diría humanista, más allá de la religión, y el uso práctico de la violencia revolucionaria. Tanto es así que en aquella época nosotros leíamos una obra dramatúrgica de Jean Paul Sartre, Las manos sucias, en la que ese problema está enfocado de otra manera, y cuando Frank tiene que matar, usa esa metáfora. En otra de sus cartas dirigida a mí, él dice que ya tenía “las manos sucias”, porque eso fue motivo de preocupación y de conversación entre nosotros en varias oportunidades.
Frank leía mucho a Sartre, como a otros escritores que influyeron grandemente en su formación. Yo puedo afirmar que al menos hasta el último año en que nosotros nos vimos, las lecturas habían influido mucho en él: la lectura de la Biblia, de algunos filósofos, existencialistas sobre todo, la lectura de poesía, naturalmente, y sabía de dos obras, ambas de Sartre, que podían ser contrapuestas en cuanto a este tema: Las manos sucias, que era una conflictiva crítica a la lucha armada, a la lucha clandestina violenta, y La puta respetuosa, que era lo contrario.
¿Qué papel jugaron en esta “tormenta moral” los reclamos maternos por su conducta violenta en la lucha armada?
En primer lugar, creo que es tiempo de decir ciertas cosas: ya muchos de los protagonistas de estos hechos han muerto, entre ellos Frank, y eso hace que podamos tocar ciertos aspectos delicados. Yo estoy seguro de que esa pretendida conversación entre Frank y Doña Rosario sobre el tema de matar o no, nunca se produjo. Frank nunca le habría hablado así a su madre, y menos Josué. Creo que esa es una reconstrucción que hace Doña Rosario movida por la emoción y por la distancia temporal, pero te repito, estoy convencido de que esa charla no se produjo. Esa certeza que tengo está motivada por la extrema confianza que teníamos Frank y yo, al punto que muchas cosas de su intimidad quien único las conoció durante mucho tiempo fui yo, sobre todo mientras estuve en Cuba. Pero además, Josué era demasiado joven para manejar ese tema, y de carácter completamente distinto al de su hermano: era un muchacho muy impulsivo, al extremo que a pesar del inmenso amor que sentía por sus hermanos, en dos ocasiones agredió a Frank. En una, por una discusión tonta, le lanzó un cuchillo que le dejó una cicatriz leve en el rostro, y en otra, durante otra riña entre hermanos, Josué empujó a Frank del techo de la casa.
Los tres eran completamente distintos, coincidentemente todos muy inteligentes, aunque el más formal en cuanto a los estudios fue Agustín, como conoces, graduado de Ingeniería en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Pero la relación más íntima era entre Frank y Josué, aunque se llevaban dos años, pues Frank nació en 1934, Agustín en 1935 y Josué un año después. Y yo no diría que Frank quería más a Josué o que lo prefería, sino que el carácter espontáneo de Josué, frente a la personalidad metódica de Agustín, hacía a Frank inclinarse por su hermano más pequeño. Por ejemplo, una de las cosas que a Frank le gustaban era ir a ver cierto tipo de cine, a ver algunas películas en las que la violencia generara conflictos éticos, lo que también puede ser un elemento nada desdeñable en el reto de entender esta vorágine de sentimientos. Y a estas películas, algunas, él llevaba a Josué, cosa que nunca hizo con Agustín. Pero fíjate, la primera vez que detienen a Frank, Agustín salió solo a protestar, al igual que lo hizo cuando lo asesinan, y en ambas ocasiones lo detuvieron y lo mantuvieron colgado por los pies durante horas. Eso muestra que no había desamor ni nada parecido. Pero lo cierto es que a pesar de la intervención de sus hermanos en la lucha, con dosis de participación diferentes, como es evidente, el asunto de matar lo asumió él, y le dolió mucho.
Sin embargo, quienes lo conocieron, sobre este tema dividen sus criterios: unos a favor de la preparación y disposición que tenía para matar y otros completamente opuestos. ¿En qué lado está usted?
Pues bien, creo que ambos grupos tienen razón. Los que conocieron sólo una faceta de Frank tienen razón en afirmar que este no mataría nunca; pero los que conocieron sólo al Frank radical, revolucionario, clandestino, también tienen razón al decir que podría matar. Pocas personas pudimos conocer a cabalidad su tremenda personalidad y llegar a comprender algunos extraños mecanismos que operaban en él. Yo estoy convencido de que era capaz de realizar cualquier acto, siempre que estuviera movido por una causa justa. Y en esos términos, llegaba a asustar por el grado de convencimiento que se apoderaba de él. Hay una anécdota que me contó años después Enzo Infante, otro compañero de la lucha, que ocurre cuando matan a Josué, y es que cuando Enzo y uno de sus hermanos va a ver a Frank, este le dice que va a tener que empezar a creer en las cosas, interpretando como un símbolo el hecho de que esa mañana le había caído una paloma blanca los pies. Pero poeta al fin, poeta no desarrollado, no cultivado, pero con una fibra poética tremenda, esas metáforas, esos descubrimientos sí eran importantes para él, yo diría que mucho más que la profunda convicción religiosa, máxime cuando nosotros repetíamos un versículo de San Pablo que decía: “la fe que no duda es fe muerta”. Por eso es que no comparto la opinión de los que dicen que Frank actuaba movido por su creencia religiosa.
¿Qué cree usted entonces?
Yo creo que era una parte de su personalidad, de su vida, pero no que actuaba de la manera que lo hizo porque era cristiano, sino que era un hombre al que la formación en el seno de una cultura bautista le confería a sus actos un matiz especial. Esa es una de las cosas que de Frank son publicadas de forma errónea. De la misma manera que se dice que era un muchacho como otro cualquiera, que cantaba y que bailaba. Y resulta que Frank no podía bailar, pues la Iglesia Bautista prohibía en aquella época a sus jóvenes una serie de cosas, entre las que estaban bailar, fumar, beber y tener sexo, restricciones algunas de las cuales eran realmente tormentosas para un joven. Y ahí tienes otro componente para sus crisis existenciales.
¿Crisis amorosas también?
Bueno, él era un muchacho muy enamorado, y la historia ha tergiversado mucho esa cuestión. Por ejemplo, en lo que se refiere a América Domitro, yo no creo que ella haya sido “la novia” de Frank, sino una de las muchas novias que Frank tuvo. Como es natural, debido a nuestra relación amistosa tan cercana, conocí a casi todas las novias que tuvo, y puedo asegurar que de todas, fue Elia Frómeta a quien con más intensidad quiso. Imagínate que cuando lo matan ya ellos están separados, obviamente, y ella se entera por la radio. De inmediato toma un automóvil y llega a la casa de América en Clarín, esquina a Heredia, de donde parte el cortejo fúnebre, y se une a este. La relación de Frank con Elia también tuvo un componente religioso, porque él estaba empeñado en convertirla al cristianismo, cosa que ella hizo al final. De igual forma, a pesar de que ellos estaban al parecer muy comprometidos sentimentalmente, él nunca la llevó a participar de la lucha. En ese sentido, Frank pensaba que la gente tenía que llegar sola a ese camino revolucionario, por eso él era un catequista de la religión, pero no de la revolución. Lo que sí hacía era buscar personas con convicciones patrióticas y con disposición, y entonces las asumía para formarlas. Sobre este aspecto de las relaciones de Frank, tampoco creo que estuviera dispuesto realmente a casarse en el momento de la lucha el 30 de julio.
¿Por qué?
Conociéndolo como lo conocí, estoy completamente seguro de que él no iba a claudicar en su decisión de que la lucha era lo primero, y mucho menos para andar organizando una boda clandestina, cuando lo más importante era conservar la vida para seguir luchando. Es que cuando Frank se empecinaba en algo, nadie lo sacaba de su posición, y si a eso le añades su cierta introspección, te encuentras un joven con unos pensamientos tremendos. En el libro de William Gálvez se menciona un fragmento de una carta donde él me cuenta que está padeciendo una leve, levísima enfermedad genital, y cuando yo, que era por aquel entonces estudiante de Medicina, llego a Santiago de Cuba, me costó trabajo lograr que me hablara del tema y que me confesara que esa había sido la única vez que había tenido sexo con una prostituta. Esto lo cuento porque guarda relación con Doña Rosario, pues esta descubrió que algo raro pasaba con su hijo mayor, ya que les revisaba la ropa, y cuando notó que Frank se estaba medicando, a quien llamó fue a mí. Cuando le expliqué que no era nada serio y que se curaría con facilidad, lo único que me dijo fue: “Pero es que yo soy una madre cristiana”. De la misma forma, cuando ya ella se entera de que Frank está metido de lleno en la actividad revolucionaria, porque ocurre su primera detención y la policía va a la casa a registrar, con un aplomo y una sangre fría extraordinarios les dice que pasen y registren, que ese era un hogar cristiano y no encontrarían nada, pero eso lo dice cómodamente desde un balance, sentada sobre un arma.
Esa primera detención es un tormento muy grande para ella, pues significaba que su hijo estaba en algo que podía llevarlo a cometer actos violentos, tanto es así que no va a verlo a la prisión, de lo que Frank se queja en una de sus cartas. A ella le costó mucho trabajo entender esas cosas, como madre, por el riesgo que entrañaba para la vida de sus hijos, pero también como madre cristiana, que los había criado dentro de los cánones evangélicos, donde no tenía cabida la violencia. Recuerda que cuando el señor País muere, Frank tenía sólo cuatro años, y fue algo que lo marcó para siempre por algo que hizo Doña Rosario en la ceremonia celebrada en el Templo Bautista de Carnicería y Enramadas. La madre tomó a los tres niños, abrió el ataúd e hizo que se despidieran del padre a la manera española, besándolo en la mejilla. De eso Josué no se acordaba, Agustín muy poco, pero Frank sí, y quedó marcado por eso para siempre. Es decir, que el fenómeno de la muerte era para él algo cercano, conocido, y por eso digo que él se preparó para el momento en que tuviera que matar.
¿Cómo concibe la Iglesia Bautista la idea de que uno de sus miembros dé muerte a un semejante? ¿Qué respuesta da a ese hecho?
Eso guarda una estrecha relación con las características individuales de los miembros y de los pastores, pues ni todos los creyentes son iguales, ni todos los pastores responden igual ante un hecho. Aunque la Iglesia Bautista
no tenía dogmas tan cerrados como los de la Iglesia Católica, hay que decir que la comunidad de la Primera Iglesia Bautista de Santiago de Cuba, prácticamente en bloque, no aceptó nunca la actitud y el compromiso beligerantes y libertarios de Frank.
¿Fue rechazado?
Sí. Pero como cristianos al fin, lógicamente, en el momento de su muerte, cuando lo van a enterrar, están ahí el pastor de la Primera Iglesia, Celestino González, y el de la Segunda Iglesia, donde él trabajaba en la escuela, Agustín González. En todo eso tiene que ver la relación de Frank con Agustín González, al que llama en una de sus cartas “explotador”. Este señor, que ciertamente se comportó de forma revolucionaria y ayudó mucho, a diferencia de Celestino, era director en Palma Soriano del Colegio Bautista El Sinaí, colegio privado de alto nivel, y después pasa a la Segunda Iglesia, donde funda el Colegio Bautista El Salvador, también privado, mas no de alta categoría. En ese momento existían tres iglesias bautistas en Santiago de Cuba, nombradas a la usanza norteamericana, la Primera estaba en Carnicería y Enramadas y era la más burguesa de todas, la Segunda en el Reparto Sueño y la Tercera en Vista Hermosa. Frank era miembro de la primera y, como tal, participaba en las misiones en muchos barrios, en calidad de maestro de la Escuela Dominical de la Iglesia.
Una digresión: ¿conoció personalmente a Mariano Randich, el delator de Frank? Sí lo conocí. También sobre este personaje a veces se cometen errores, como decir que era compañero de Frank de la Escuela Normal, lo cual es un disparate. Randich había sido de nuestra generación, mas no del mismo grupo en el Instituto de Segunda Enseñanza. Y lo más triste de todo es que Frank, siempre tan brillante, había sido repasador de Matemáticas de Mariano, que procedía de una familia negra, extremadamente humilde: la ayuda que recibió de Frank luego se la pagó delatándolo al identificarlo ante sus captores y asesinos.
Tengo información que ubica a Frank País continuando su labor de maestro entre las filas revolucionarias, formando personalmente a los jóvenes que eran encargados de participar en acciones violentas en las que, por fuerza, había derramamiento de sangre. Creo que ese trabajo tiene un alto componente ético. ¿Qué opinión le merece este particular?
Por honestidad debo decir que yo no participé con Frank en la lucha. Toda la información que tengo de esta etapa es por referencias de compañeros también cercanos a él y que conocían de nuestra profunda amistad. Pero sí, yo también tengo esa información, brindada por varios compañeros. Frank se ocupaba de adiestrar, no sólo militarmente, a los jóvenes que mandaba a realizar acciones armadas, por la preocupación que él tenía de que esos muchachos no se convirtieran en asesinos, sino que vieran los hechos en que participaban como un medio para aplicar la justicia revolucionaria y alcanzar la victoria. Eso guarda relación directa con uno de los más grandes tormentos que persigue a Frank: la muerte de Josué. La orden directa impartida por él era no hacer nada y permanecer tranquilos, y Josué, típico de su personalidad, se lanza a la calle y es asesinado junto a Floro y Pascual. Es decir, Frank había estado en muchas ocasiones cerca del fenómeno de la muerte, y eso él lo identificaba como una especie de presagio personal.
Pero Frank tiene también grandes diferencias con su hermana mayor, Sara. ¿Esto no contribuyó a aumentar sus crisis personales?
Ciertamente. Sara era hija del señor País con su primera esposa, la cual murió poco después de llegar a Cuba, y el viejo País, quien era un defensor del amor entre el hombre y la mujer, se interesa seriamente por la señorita Rosario, sirvienta en el templo de la Primera Iglesia Bautista. La iglesia accede a la petición del señor País, hombre muy respetado y querido en la comunidad evangélica, pero le dicen que no es correcto que viva bajo el mismo techo que su prometida, y por eso Rosario pasa a vivir en la casa de un diácono, Nicolás Carmona, que estaba en Heredia entre Reloj y Calvario, hasta el momento de la boda. Sara, mujer muy inteligente, doctora y profesora del Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago de Cuba, casada con el doctor Molina, profesor de la Escuela Normal, se opone rotundamente a la boda, aparentemente por motivos sentimentales cuando en realidad se trataba de un problema de clases, pues ella no concebía a su padre unido a una criada, y eso hizo que nunca quisiera a Doña Rosario.
Cuando nace Frank, Sarita, la hija menor de Sara, tenía ya quince años. La diferencia de edad entre Frank y su hermana era de más de treinta años. Otro detalle es que Sara era reaccionaria, pronorteamericana de siempre, simpatizante con la política americana, sobre todo con los republicanos. Hablaba un inglés perfecto, pues había sido profesora de Inglés en el Instituto desde los años veinte hasta 1933. Cuando cae Gerardo Machado, la expulsan de la escuela, pues era machadista, y viene para La Habana, donde la aceptan de profesora en el Instituto de Segunda Enseñanza de El Vedado, y comienza a vivir con su esposo en la calle 27 entre D y E. Ella luego trae a Frank un tiempo, cuando muere el doctor Molina, y comienzan las visitas esporádicas de Frank a La Habana. Años después, cuando él venía acá, se quedaba en mi casa, cosa que molestaba mucho a Sara, a pesar que ella sabía de nuestra profunda amistad. En ese tiempo ella era asesora de la Unión Bautista de Estudiantes Universitarios, y cuando yo regresaba de Santiago le decía: “Doctora, acabo de llegar de Santiago y estuve conversando con su hermano”, y ella me respondía: “Mi medio hermano, César, mi medio hermano, no lo olvide”. Eso molestaba mucho a Frank, y creo que respondiendo tu pregunta te diría que sí, que ese fue otro elemento que contribuyó a que él no estuviera casi nunca tranquilo.
José Martí en Frank. ¿Qué puede decirme? Le voy a dar un dato para que aprecie la influencia de Martí. Las iglesias, cuando tienen un colegio, es común que el nombre que usen se relacione con la religión, y qué curioso que el colegio de la Primera Iglesia Bautista de Santiago de Cuba se llamara José Martí, nombre que fue ratificado por el señor País al momento de hacerse cargo de la Iglesia. Es en esa escuela donde Frank, Agustín Josué hacen toda la primaria. Quiere decir esto que Martí está metido en esos niños, al igual que la Biblia. Esto alcanza la tremenda dimensión humanista y ética de Frank. La figura de Martí era usada con frecuencia por él, y eso lo fue convirtiendo en un joven sumamente preparado para enfrentar la lucha, teniendo al Apóstol como asidero ético.
Un mensaje final
Podrían desprenderse varios mensajes de esta conversación, pero el fundamental es que no debemos manipular los hechos, lo repito, no debemos manipular los hechos, ni pretender santificar a quienes en vida fueron seres humanos con virtudes, pero también con defectos, con todas sus características personales, igual que nosotros.