El interés que despiertan actualmente en la América Latina los convenios de integración contrasta con la escasa atención que suscitaban esas iniciativas en el pasado. Es indudable la relevancia de estos tratados para la configuración futura de la región. Esa fisonomía será muy diferente si prevalecen los convenios bilaterales que sustituyen al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) o formas aún impensadas de convergencia popular.
Cualquiera de estas variantes introducirá una transformación de largo alcance. Pero el sentido de este viraje es una incógnita que la vertiginosa mutación en curso no permite dilucidar con facilidad. Los tratados se suscriben y convalidan al mismo ritmo que se revisan o anulan. Estos giros han creado un rompecabezas indescifrable para sus propios artífices.
El Mercosur en Sudamérica y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) en el norte del continente han cumplido más de una década. Pero están sometidos a fuertes correcciones y cuestionamientos, y a potenciales desgajamientos. La Comunidad Andina de Naciones (CAN) tiende a diluirse a medida que prosperan los tratados de libre comercio (TLC) que los Estados Unidos suscriben con varios miembros de esa asociación. Otras iniciativas en danza –como la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN)– sólo aportan, hasta ahora, una nueva sigla sin contenido claro. Pero ciertos proyectos –la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP)– sacuden el tablero regional con propuestas más atractivas para los movimientos sociales y las organizaciones populares. La interpretación de estos múltiples procesos es el principal propósito de este libro.
Desarrollamos este análisis buscando distinguir los episodios de las tendencias, en un mosaico de complejas negociaciones que inducen a confundir las anécdotas con los compromisos de largo plazo. Este mareo es muy visible en las crónicas periodísticas, que un día anuncian la existencia de “avances irreversibles hacia la integración” y al poco tiempo proclaman la inviabilidad definitiva de los mismos acuerdos.
Para superar este vaivén, proponemos ciertas claves que orienten la reflexión hacia los procesos determinantes de las negociaciones en curso. Las tratativas están condicionadas por la restructuración capitalista, las prioridades estratégicas del imperialismo y los intereses de las clases dominantes locales. Se encuentran, además, bajo la influencia directa de las resistencias sociales y las propuestas de integración más radicales. Los entrelazamientos y choques que generan estas tendencias definen el futuro diseño de Latinoamérica. Que el ALCA resucite a través de los TLC, que el Mercosur renazca o que el ALBA se corporice, dependerá del resultado de los conflictos gestados en torno a estas tensiones.
A diferencia de lo ocurrido en los años sesenta, los convenios en marcha no están directamente motivados por las necesidades sectoriales del comercio regional. Lo que origina la actual avalancha de acuerdos es el salto registrado en la mundialización. Este cambio induce a gestar bloques zonales en todo el planeta con propósitos defensivos u ofensivos. Bajo la compulsión competitiva que impone la creciente internacionalización de la economía, las clases dominantes de todos los países redefinen –mediante acuerdos regionales– sus nuevos aliados y concurrentes.
Este replanteo genera en la América Latina agudos conflictos entre las alianzas extrarregionales propiciadas por las grandes potencias y los frágiles ensayos de articulación zonal. La remodelación del mapa zonal no ha incluido hasta ahora ningún desmembramiento nacional. Pero las tensiones secesionistas existen, y aunque no alcanzan la intensidad de las del Medio Oriente, Africa o Europa Oriental, constituyen otro factor de inestabilidad que se magnifica durante las crisis económicas.
Los desequilibrios financieros y productivos condujeron en toda la región a sucesivas depresiones durante las últimas dos décadas, pero en la actualidad prevalece una coyuntura económica de crecimiento y reactivación. Lo que no ha cambiado es el dramático cuadro de pauperización, desempleo, contracción del salario e incremento de las desigualdades sociales.
La integración no ofrece, por sí misma, ningún remedio a esta tragedia social, y varias opciones en juego agravarían aún más los padecimientos populares. En nuestro texto, subrayamos esta ausencia de implicaciones espontáneas de progreso que muchos analistas les asignan a los tratados regionales. En realidad, todo depende del modelo y de los intereses sociales que predominen en estos convenios.
Compartir cierta vecindad geográfica facilita la convergencia zonal, pero no asegura su legitimidad. Lo que impulsa a distintos pueblos a compartir un proyecto histórico es la existencia de una meta de emancipación común. Por ello, el carácter de la unidad regional depende del programa, las prioridades y los sujetos involucrados en esa iniciativa.
El devenir del ALCA, el Mercosur o el ALBA (y sus respectivos remplazos o complementos) está muy sujeto a los giros políticos que conmueven a Latinoamérica. El ALCA perdió cimientos con la caída de varios gobiernos derechistas, el Mercosur cambió de perfil con el ascenso de la centroizquierda y el ALBA emergió por la irrupción del nacionalismo radical.
También las dificultades del imperialismo norteamericano para mantener a Latinoamérica bajo su férreo control determinan la suerte de cada opción. Las prioridades militares de los Estados Unidos en el Medio Oriente redujeron su capacidad de intervención política en otras zonas y afectaron la implementación del ALCA. A su vez, el ALBA ha podido formularse por el fracaso de las agresiones del Pentágono contra Cuba y Venezuela.
Pero la dinámica de la resistencia social es el principal condicionante de los modelos de integración. Las acciones populares que derivaron en rebeliones masivas han limitado el alcance de los atropellos capitalistas e impuesto la vigencia de importantes conquistas democráticas. Las protestas callejeras frustraron la implementación secreta del ALCA y han sustraído el análisis de los TLC de la excluyente órbita empresarial.
Muchos convenios bilaterales con los Estados Unidos están sujetos a cuestionamientos públicos y oposiciones muy activas. Esta disconformidad también rodea en parte al Mercosur, porque una asociación que ha beneficiado a las empresas transnacionales y a sus socios locales no puede postularse como un proyecto de las mayorías del Cono Sur.
La irrupción del ALBA, justamente, obedece a esta búsqueda de una alternativa popular.
La integración ha sido incorporada como un tema significativo en la agenda de los movimientos sociales. Un problema que en el pasado sólo preocupaba a los diplomáticos, a los empresarios y a las elites gobernantes es actualmente estudiado con atención en los foros y encuentros de las organizaciones populares. Se ha tornado evidente que la batalla por las reformas sociales a escala nacional requiere también logros zonales del mismo tipo. Esta convicción impulsa a retomar la vieja resistencia contra la balcanización de la América Latina.
Este libro indaga, en seis capítulos, en la compleja variedad de temas que habitualmente se acomodan en el casillero de la integración. Varias interrogantes sobre el ALCA constituyen nuestro punto de partida. ¿Por qué fracasó un proyecto estadounidense tan estratégico? ¿Cómo se frustró la asociación de las empresas del Norte con los grupos exportadores latinoamericanos? ¿Qué influencia tuvieron las firmas menos internacionalizadas en este resultado? Al comienzo del texto estudiamos cómo un conflicto entre empresarios se extendió a los gobiernos y despertó la resistencia popular.
Aplicamos el mismo criterio al análisis de los tratados bilaterales que actualmente radicalizan la agenda neoliberal y aumentan la indefensión de las economías latinoamericanas. Pero puntualizamos el papel desempeñado por la concurrencia europea y establecemos una comparación entre los convenios que se firman con los Estados Unidos y los tratados que se originaron en la Unión Europea.
En el segundo y tercer capítulos abordamos las interrogantes que rodean al Mercosur, para tratar de dilucidar en qué medida esta asociación podría constituir una alternativa frente al ALCA. Distinguimos las distintas etapas que ha atravesado este tratado, evaluando por qué la pujanza, el estancamiento y la incertidumbre han signado sucesivamente su existencia.
Nuestro estudio intenta responder a las inquietudes del momento: ¿El Mercosur tiende a decaer o a resurgir? ¿Recobra fuerzas con la restructuración de los grupos empresariales que sobrevivieron a la crisis? ¿Pierde sostén con la aproximación de Uruguay y Paraguay a los Estados Unidos? ¿Persistirá como unión aduanera precaria y como zona de libre comercio incompleta?
Nuestra opinión se fundamenta en un análisis de la asociación y la rivalidad que mantienen las clases dominantes locales con el capital externo. Atribuimos especial importancia a los conflictos suscitados en torno a los subsidios norteamericanos al agro, y también definimos en qué medida las propuestas del Mercosur son afines o antagónicas con los intereses populares.
Los criterios utilizados para esclarecer esas interrogantes constituyen el basamento del capítulo cuarto, dedicado a investigar el ALBA. Asignamos gran importancia a un proyecto que propone formas de integración sustentadas en la resistencia activa al imperialismo.
El ALBA introduce principios de complementación y solidaridad opuestos a la competencia y el libre comercio que inspiran a los restantes proyectos. Pero su implementación exigiría varios pasos de ruptura con el orden vigente en la América Latina. La necesidad de estos cambios conduce a discutir también los caminos de la emancipación nacional y social de la región. ¿Cuál es la estrategia adecuada para desenvolver esta acción? ¿Quiénes serían los protagonistas y los aliados de esta transformación? ¿Cuáles serían sus prioridades en el terreno de la energía, las finanzas y la redistribución del ingreso?
El torbellino de acontecimientos en Latinoamérica es tan intenso que a último momento decidimos incorporar un quinto capítulo de evaluación de ciertos hechos recientes. Aquí se analizan los nuevos cuestionamientos al NAFTA en México, la escandalosa suscripción de un TLC en Perú, la firma de un convenio automotor entre Argentina y Brasil, el desmembramiento del CAN, las repercusiones del Tratado de Comercio de los Pueblos, la nacionalización de los hidrocarburos dispuesta en Bolivia y, sobre todo, el ingreso de Venezuela al Mercosur.
El capítulo final presenta nuestras conclusiones a la luz del nuevo escenario político que han creado en la región los alineamientos derechistas, las mutaciones de la centroizquierda y las oscilaciones del nacionalismo radical. Estos procesos expresan la secuela de varias rebeliones populares que han profundizado la conciencia popular antiliberal y las convicciones antimperialistas vigentes en la región. En nuestro estudio comparamos estos rasgos con características equivalentes en otras zonas del planeta. En la parte final también explicamos por qué el socialismo es el único horizonte promisorio para los pueblos de la región. Este último mensaje sintetiza nuestros razonamientos, convicciones y esperanzas.