Proceso de globalización
o es mi intención profundizar sobre la denominada globalización, que tanto debate y polémica ha despertado en el mundo en los últimos años, ni tampoco entrar a una definición conceptual o histórica, pero sí debo afirmar que el capitalismo ha entrado en una nueva fase en la que “las nuevas tecnologías extienden la base material de su reproducción: la informática y la comunicación, que le dan una dimensión realmente global”, según afirma el sociólogo belga François Houtart.1 Para responder al tamaño de las inversiones en tecnología y las exigencias del capital financiero, el capital requiere una acumulación acelerada, lo que explica su afán por combatir el “estado de bienestar” en los países industrializados, el “desarrollo” nacional de los países del Sur, el desarrollismo cepalino latinoamericano y los regímenes socialistas.
Esta nueva fase del capitalismo o “globalización neoliberal” se fundamenta en el denominado Consenso de Washington, adoptado a comienzos de los ochenta del siglo pasado. Este contempla, entre otros principios, el de la desregulación de la economía, las privatizaciones, el “libre comercio” y la deslocalizacion de la producción.
Luego de la caída del Muro de Berlín, la globalización neoliberal es impulsada bajo la hegemonía de los Estados Unidos, que se perfilan como un imperio con afanes de dominación mundial. Junto con Europa y Japón, concentra el poder financiero, los conglomerados industriales, la tecnología, el conocimiento y la información. Estos países desarrollados controlan la arquitectura financiera (FMI, Banco Mundial, Organización Mundial de Comercio, G8), militar (OTAN) y diplomática (Consejo de Seguridad de la ONU) del mundo. El G8, que agrupa a los ocho países más ricos del mundo (los Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Italia, Canadá, Japón y Rusia), es un especie de gobierno mundial que se atribuye funciones que nadie le ha encomendado y establece directrices que se cumplen a través de organismos como el FMI y el BM, y de otras instancias en las que tienen una gran influencia, como la Organización Mundial de Comercio y las propias Naciones Unidas.
Algunas tendencias del proceso de globalización están referidas al predominio del capital especulativo sobre el capital productivo; la reducción del papel del Estado en la sociedad; la consolidación del poder de las transnacionales, algunas de las cuales llegan a ser más poderosas que ciertos Estados; la depredación y la destrucción aceleradas del medio ambiente; el incremento nunca antes visto de las desigualdades y las exclusiones sociales; una ofensiva sin precedentes contra el trabajo; el incremento de los flujos migratorios, especialmente desde el Sur hacia el Norte; el avance del militarismo y de los fundamentalismos.
Junto con la mundialización de la economía, hay también una globalización de la pobreza: “los países industrializados del Norte del mundo albergan menos de un cuarto de la población mundial y consumen el 70% de la energía del mundo, el 75% de los metales, el 85% de la madera y el 60% de los alimentos, según informa la ONU. Del otro lado del mundo, más de mil millones de personas sobreviven con menos de un dólar por día”.2
Con las “leyes invisibles del mercado” (rentabilidad, individualismo, competencia y consumismo) se pretende uniformar a la totalidad de las poblaciones, culturas y Estados, arrasando con las particularidades, identidades y soberanías nacionales. El proyecto neoliberal aspira a mercantilizar y privatizar todas las actividades humanas, incluidos servicios y actividades esenciales para la supervivencia de la humanidad como el agua, la salud, los alimentos, las semillas, etc. “Hoy asistimos también a una búsqueda de fronteras de acumulación, frente a la crisis del capital productivo y el capital financiero: la agricultura campesina que tiene que convertirse en una agricultura productivista capitalista, los servicios públicos que deben pasar al sector privado, y la biodiversidad como base de nuevas fuentes de energía y materia prima. El resultado es que todos los grupos humanos están sometidos a la ley del valor, no solamente la clase obrera asalariada (…) sino los pueblos autóctonos, las mujeres, los sectores informales, los pequeños campesinos, bajo otros mecanismos financieros (…) o jurídicos”.3
El papel de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)
Como ya señalamos, la globalización neoliberal ha venido acompañada de las tecnologías de la comunicación y la información, entre las que podemos mencionar las redes telemáticas (Internet), las multimedia, los videojuegos, los satélites de comunicaciones y las redes (cobre, fibra óptica) que transmiten datos y flujos de información, la telefonía celular, la televisión satelital y la radio digital, etc. Por su condición de ubicuidad (están en todas partes al mismo tiempo), las TIC están presentes en casi todas las facetas de la globalización, “permitiendo la gestación de una economía que, por primera vez realmente global, puede funcionar en tiempo real en todo el planeta, que queda así configurado como un único espacio”.4
Las TIC no sólo facilitan los intercambios y flujos financieros que se desplazan a la velocidad de la luz, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio. También han permitido la aparición de nuevas formas de producir y organizar las empresas, como la deslocalización de las actividades productivas de las transnacionales, que instalan sus factorías en cualquier parte del planeta donde encuentren la mano de obra más barata, desprotegida y carente de organización sindical, así como regulaciones ambientales inexistentes o susceptibles de ser burladas.
Las TIC, igualmente, han dado lugar al establecimiento de un sector económico específico ligado a la información, los medios, las telecomunicaciones, el entretenimiento y la cultura de masas, que se ha constituido en el de mayor dinamismo y crecimiento en los últimos años. Este sector tiene un carácter parcialmente inmaterial (economía virtual) y está relacionado con el conocimiento, que se ha constituido en unas de las fuentes de generación del lucro y la apropiación privada.
Según el investigador español Javier Echeverría, las TIC se ubican en el origen de lo que denomina el tercer entorno (E3), un espacio electrónico en el que se transmiten datos y flujos de información y en el que convergen y se desarrollan múltiples actividades sociales. Este tercer entorno se superpone a otros grandes espacios en los que se ha desarrollado la vida social históricamente y que se corresponden con las sociedades agrarias e industriales.5
El tercer entorno se caracteriza por ser reticular, electrónico, digital, representacional, multicrónico, transterritorial, bisensorial, asentado en el aire y no en la tierra, etc. En este espacio electrónico cambian las relaciones entre los sujetos y los objetos. Las actividades se desarrollan a distancia y en red, no son presenciales. En este tercer entorno impera un telecapitalismo salvaje y global, que se ha adaptado perfectamente al mismo y que promueve decididamente su expansión. Sin embargo, también están presentes “movimientos comunales y cooperativistas que intentan democratizarlo y humanizarlo”.
Internet: espacio en disputa
La columna vertebral de las nuevas tecnologías es Internet, que es el resultado de un conjunto de descubrimientos e innovaciones desarrollados en las últimas décadas en los campos de las telecomunicaciones, la informática y la electrónica. Internet se presenta como uno de los instrumentos de mayor desarrollo y penetración de los últimos años, si se compara con el tiempo que tardó en expandirse el teléfono, la radio o la televisión. La red de redes no es un medio de comunicación más, sino un nuevo modelo de comunicación e interacción social6 que, según varios autores, cambiará definitivamente la cultura contemporánea. Veamos algunas de sus características:
. Abre paso a la comunicación multimedia en la que convergen, en una sola plataforma digital, la comunicación escrita, auditiva y audiovisual, que antes tenían sus propios soportes y características y se manejaban de forma autónoma.
. Tiene un alcance planetario, está disponible las veinticuatro horas del día y se puede acceder a ella desde cualquier computadora conectada a la red, ubicada en cualquier parte del mundo.
. Permite una comunicación instantánea e interconecta, a la velocidad de la luz, los distintos puntos del planeta, al tiempo que enlaza, en tiempo real, la esfera local a la esfera global.
. A diferencia de la prensa escrita, Internet carece de periodicidad y puede ser modificada o actualizada constantemente.
. Introduce un nuevo lenguaje, el hipertexto, que es un sistema de enlaces, basado sobre un código universal, que permite crear conexiones entre documentos, datos, referencias, espacios, productos, multimedia, etc. El hipertexto introduce una nueva forma de lectura, pues a diferencia de la lectura lineal de un libro o de una revista, permite, por ejemplo, saltar de un tema a otro, de una noticia a otra, detenerse y ampliar un determinado tema, pinchando en un enlace o link que a su vez puede estar conectado a otros enlaces, etc.7
. Potencialmente, tiene cualidades de interactividad y horizontalidad.
Si bien Internet nació en el seno del complejo militar industrial de los Estados Unidos, posteriormente se desarrolló en el marco de un espíritu de colaboración, tanto de redes académicas como de redes ciudadanas, que le imprimieron un carácter de foro abierto y descentralizado, no jerárquico, sin propietarios, donde se intercambia y se debate. En este sentido, se ha convertido en un espacio de interacción social de los movimientos contestatarios a la globalización neoliberal, a la vez que emerge “como un nuevo espacio de conflicto, un lugar donde es posible hacer política desde otros parámetros, con otras características. De hecho, en los últimos años, las redes se han constituido en uno de los campos favoritos de los nuevos paradigmas de la acción colectiva (nuevos o novísimos movimientos sociales). Ello ha propiciado la aparición de modelos originales de intervención política, de organizarse, de coordinarse, enfrentarse o protestar”.8
Limitaciones y obstáculos
Las tecnologías digitales deben valorarse en su real dimensión y también deben tenerse presentes sus limitaciones. Aunque Internet alberga actualmente una serie de voces y medios plurales, independientes y alternativos, todavía es prematuro afirmar que la red de redes se consolidará como espacio de información plural y de debate público.9 Los obstáculos y amenazas para que esto se concrete provienen tanto de los sectores comerciales y financieros que pretenden someter a Internet a los imperativos del mercado (anunciar y vender) como de poderosos Estados que han puesto en pie mecanismos para vigilar a los ciudadanos, so pretexto de la lucha contra la cibercriminalidad y el terrorismo.
Como se sabe, luego de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la denominada Ley Patriota, que “amplía las facultades de las agencias federales de seguridad en los procesos de recopilación y búsqueda de información sobre los ciudadanos y residentes del propio país”, permitiéndoles espiar sin necesidad de una orden judicial. Esta ley ha servido de modelo para otros países. En Europa, el Parlamento Europeo autorizó a sus países a almacenar información digital y telefónica de sus ciudadanos por un plazo de entre seis meses y dos años. El año pasado, el Congreso de Argentina aprobó una ley –bautizada como la Ley Espía– que obligaba a las empresas de telecomunicaciones y proveedores de Internet a grabar todos los correos, llamadas telefónicas y otras comunicaciones electrónicas, por un lapso de diez años. Para alivio de los argentinos, esta ley fue declarada inconstitucional por la Cámara de lo Contencioso Administrativo que la calificó de “sistema inquisitivo”.10
Por otro lado, en la América Latina y el Caribe aún está lejos de superarse la denominada brecha digital, que es la expresión de las “brechas sociales, económicas, políticas y culturales, existentes dentro y entre las sociedades”. Aunque en la región, según datos de la CEPAL, el número de usuarios de Internet se multiplicó por doce entre 1998 y el 2004 (pasó de seis a setentidós millones), ello representa solo el 14% de la población latinoamericana y caribeña, lo que contrasta con el 50% de la de los países desarrollados. El investigador catalán Manuel Castells plantea que la disparidad entre los que tienen y los que no tienen Internet amplía aún más la brecha de la desigualdad y la exclusión social, en una compleja interacción que parece incrementar la distancia entre la promesa de la era de la información y la cruda realidad en la que está inmersa una gran parte de la población del mundo.11
A la luz de los resultados de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, la “brecha digital” todavía está lejos de superarse, pues a la hora de las decisiones los representantes de los países desarrollados se negaron a crear un Fondo de Solidaridad Digital de carácter vinculante, que permitiera hacer efectiva su propia prédica de “Internet para todos”. Sólo se aprobó un fondo de aportaciones voluntarias poco comprometidas, que enfatiza en las inversiones privadas en infraestructura.
Las disparidades relativas a las TIC y el conocimiento están estrechamente vinculadas con los niveles de ingresos y de instrucción, la edad, la extracción racial o cultural, la ubicación rural o urbana, el género y los aspectos demográficos y geográficos. En la región, el acceso a Internet se concentra en las capas de mayor nivel económico12 y es usado más por hombres que por mujeres. Amplios sectores pobres del campo y de las ciudades, grupos étnicos y minorías forman parte del gran contingente que se está quedando fuera de los potenciales beneficios de las nuevas tecnologías.
La pobreza, la crisis de la educación, el analfabetismo absoluto y funcional, el racismo y las discriminaciones por motivos de raza, color de la piel, edad o género también son factores negativos que impiden alcanzar la plena participación en el acceso a fuentes de información y al conocimiento a través de las TIC.
Sin embargo, se debe anotar que muchos gobiernos y sectores empresariales sólo ponen el acento en la conectividad y el acceso a Internet (que, de paso, rinde muchos beneficios a los proveedores de software y hardware), cuando de lo que se trata realmente es de impulsar políticas públicas que permitan un verdadero acceso universal, especialmente de los sectores excluidos, el derecho a la privacidad, la libertad de expresión, la preservación del dominio público sobre el conocimiento, la diversidad cultural y lingüística, etc.
Concentración mediática
En el mundo de la información y la comunicación se registra en las últimas décadas un proceso creciente de concentración y monopolización a escalas mundial y regional. El proceso de fusiones, restructuraciones y adquisiciones internacionales ha dado lugar al nacimiento de unos pocos conglomerados multimediáticos que controlan, gracias a la convergencia digital, los medios, la industria cultural y del entretenimiento, además de Internet, etc., a nivel planetario. Entre ellos se puede mencionar a AOL-Times-Warner, Disney Company, News Corporation, Vivendi Universal y Bertelsmann, Viacom, Microsoft. Estos conglomerados cumplen un doble papel: son agentes discursivos y agentes económicos. En tanto actores económicos, se inscriben en una de las actividades de mayor desarrollo y que más ganancias genera, a tal punto que desde ellas han surgido los mayores multimillonarios del mundo, como Bill Gates. Como agentes “discursivos”, no solo “venden y legitiman el ideario global, sino que también lo transforman en discurso social hegemónico, difundiendo visiones del mundo y modos de vida que transfieren al mercado la regulación de las demandas colectivas. La llamada gran media fabrica el consenso sobre la superioridad de las economías abiertas, insistiendo en que no hay salida fuera de las recetas neoliberales”.13
Aunque las transnacionales mediáticas asentadas en los Estados Unidos tienen una gran influencia en la región, sus competidores de origen europeo, principalmente de España, como el grupo PRISA y Telefónica Móviles,14 están conduciendo a una diversificación de la dependencia y a un incremento de la subordinación cultural e informativa de la América Latina y del Caribe. Las transnacionales del Norte controlan en la región la telefonía fija y móvil, los servicios de Internet, las comunicaciones satelitales y las redes de televisión. Las cadenas de televisión por cable (CNN, MTV, Cartoon Network, Discovery Channel), las agencias de información y sus servicios para radio y televisión de los países desarrollados, llegan con sus mensajes a millones de telespectadores, radioescuchas o lectores, en asociación con los medios locales.
En la América Latina también se produce un proceso de concentración mediática protagonizada por los grupos tradicionales dominantes que históricamente han detentado el poder económico y político, y que han entrado en una alianza, de manera subordinada, con el capital transnacional. Entre los conglomerados latinoamericanos de mayor influencia se puede mencionar a Televisa de México, O Globo de Brasil, el grupo Clarín de Argentina, el grupo Cisneros de Venezuela, el Mercurio de Chile y Caracol de Colombia, entre otros. “La concentración en pocas manos dificulta la entrada de nuevas empresas, estilos y contenidos en el mercado. Más aún: homogeniza el noticiero y estandariza el entretenimiento. Poderosos, los controladores son contrarios a la crítica y al cuestionamiento a sus procedimientos. En el caso de las emisoras de radio y televisión, que dependen de concesiones públicas para operar, el caso es peor, ya que la condición pública, los compromisos que se derivan de la concesión y las contrapartidas sociales son simplemente olvidados”.15
El proceso de monopolización también se reproduce en las redes globales de comunicación, particularmente en Internet. En lo que se refiere al gobierno de Internet, os Estados Unidos controlan la red de redes a través de la Corporación para la Asignación de Nombres y Números de Internet (ICANN, por sus siglas en inglés), un organismo de derecho privado dependiente del Departamento de Comercio de los Estados Unidos.16 “La ICANN es la gran controladora de la red. Se basa en un dispositivo técnico constituido por trece poderosos ordenadores, denominados ‘servidores raíces’, instalados en los Estados Unidos (cuatro en California y seis cerca de Washington), en Europa (Estocolmo y Londres) y en Japón (Tokio)”.17 Durante los debates de la segunda fase de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI), realizada en Túnez, los Estados Unidos mostraron una tenaz oposición a perder la hegemonía de Internet, aunque, gracias a la presión internacional, se dio paso a la creación de un Foro sobre la Gobernanza de Internet, una instancia de deliberaciones que no alterará el control norteamericano sobre la red mundial de computadoras.
En lo que se refiere a la industria del software es conocido el dominio monopólico de la estadounidense Microsoft, aunque su “imperio” informático está siendo cada vez más cuestionado por el movimiento de software libre, que gana cada vez más terreno, y por gobiernos que han adoptado el software de fuente abierta. De otro lado, algunos estudios indican que catorce empresas absorben el 60% del tiempo que los navegantes pasan conectados a Internet. Con respecto a los idiomas, el 80% de los contenidos difundidos en los sitios web está en inglés, pese a que sólo el 10% de la población mundial maneja ese idioma.18
La irrupción de los movimientos sociales en el ciberespacio
Las redes y movimientos que se opone a la globalización neoliberal han comenzado a incursionar paulatinamente en la telaraña, no sólo por su relativo bajo costo, sino porque posibilita la coordinación y la planeación de acciones y movilización globales que han puesto en entredicho y han sacado a la luz las facetas más perversas del modelo neoliberal, como el militarismo y las guerras de agresión, la depredación de la naturaleza, las políticas de los organismos multilaterales, la violación de los derechos humanos, las formas más extremas de explotación del trabajo, etc. Pero no sólo han utilizado la red como instrumento de denuncia, sino que la han empleado para sensibilizar, promover y organizar grandes manifestaciones contra los organismos y entidades rectores de las políticas neoliberales globales como la OMC, el G8, las Cumbres Presidenciales, el Foro Económico Mundial, etc.
El uso de Internet ha sido decisivo, por ejemplo, para organizar las grandes movilizaciones contra la OMC o el G8 en cualquier ciudad o país en que decidan reunirse, o las marchas contra la guerra en Irak, en las que han participado millones de personas de numerosos países, por sólo citar dos casos. Igualmente, las tecnologías digitales han sido decisivas para promover y organizar eventos y procesos internacionales en los que se generan propuestas alternativas, como los Foros Sociales Mundiales, que comenzaron en el 2001 en Porto Alegre, y para el impulso de redes y campañas mundiales contra la guerra, la deuda externa, el “libre comercio”, la violencia contra la mujer, o en pro de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, y muchas otras.
La regla común en todos estos casos es la lógica del trabajo en red. Las redes son constituidas por los propios actores sociales que las componen, y muchas veces no tienen un plan preconcebido o una lógica que las preceda. Las redes introducen una forma de organización descentralizada, sin jerarquías; se fundamentan en valores compartidos y potencian fuerzas aisladas y dispersas. Según Fernando Mires, las redes sociales pueden ser de identificación o de correspondencia. Con las primeras, las organizaciones, durante la etapa de exploración y expansión, “descubren” que en otros lugares del planeta existen organizaciones que tienen los mismos valores y objetivos, y establecen relaciones bajo el signo de una identidad común o de semejanza. Con las segundas, en cambio, las organizaciones también “descubren” que existen otros actores, con los cuales no es posible una identificación, pero sí una coincidencia sobre objetivos puntuales y concretos.19
En un horizonte marcado por la concentración y la manipulación de la información y las comunicaciones mundiales, los movimientos y redes sociales perciben que Internet permite disponer de canales propios para difundir sus ideas y sus reivindicaciones sin filtros, controles o manipulaciones de terceros.20 Así, en la última década se advierte una explosión de redes, comunidades virtuales y personas que producen, crean, intercambian y difunden información, imágenes, voces y opiniones utilizando herramientas como sitios web, listas de correo electrónico, chats y foros, weblog, blogs o bitácoras y teléfonos móviles, entre otros. “Hay todo un flujo de informaciones circulando por fuera de los sistemas formales, lo que indica que muchos millones de personas han escogido canales alternativos para informarse y opinar.”21
La experiencia latinoamericana
En la América Latina se han desarrollado experiencias importantes de apropiación y utilización de las TIC en el contexto de las luchas sociales, democráticas y ciudadanas desarrolladas en los últimos quince años.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que salió a la luz en 1994, precisamente el día en que debía entrar en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ha sido uno de los pioneros en el empleo estratégico de Internet para comunicar sus mensajes al mundo y convertirse en un referente de la lucha global contra el neoliberalismo. Los mensajes del Subcomandante Marcos, ampliamente difundidos en todo el mundo por las redes electrónicas, han contribuido a difundir la realidad de los pueblos indígenas y a crear redes de apoyo y solidaridad que han impedido que las elites mexicanas ahoguen a sangre y fuego al movimiento zapatista.
En Venezuela, como se sabe, el 11 de abril del 2001 se produjo un golpe de estado fallido que intentó derrocar al presidente Hugo Chávez, quien fue restituido dos días después al poder por el pueblo, que se lanzó a las calles. En la autoconvocatoria y la repuesta inmediata del pueblo venezolano se destaca la conformación de una red que permitió romper el cerco informativo impuesto por los grandes medios. Esa red no sólo utilizó Internet, sino también los celulares, las radios y la televisión comunitaria por cable, además de la comunicación cara a cara o los mensajes que llevaban y traían los motociclistas que tanto abundan en Caracas.
En Argentina, en ocasión del derrocamiento del presidente Fernando de la Rúa el 19 de diciembre del 2001, se utilizaron mecanismos alternativos de comunicación para convocar a los “cacerolazos” y a las movilizaciones tanto a los sectores populares como a las clases medias afectadas por la crisis bancaria y económica. Los sitios web, listas electrónicas y foros de discusión sirvieron como mecanismos de convocatoria y debate sobre los problemas del país, con lo que remplazaron de alguna manera las hojas volantes o las publicaciones partidarias que tradicionalmente eran utilizadas para informar lo que los medios ocultan.
Durante la insurrección boliviana que culminó con la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en octubre del 2003, las radios comunitarias de la cadena ERBOL (Educación Radiofónica de Bolivia) vinculada a la iglesia, desempeñaron un papel clave en la difusión de informaciones y la organización de las protestas, lo cual se combinó con la comunicación electrónica. “Los dirigentes sociales hacían sus convocatorias a la movilización llamando a las radios, que les permitían salir al aire con sus mensajes no censurados. Los vecinos de las principales ciudades bolivianas no sólo sintonizaban las cadenas radiales más comprometidas con la lucha social, sino que también oficiaban como reporteros espontáneos, ayudados por los teléfonos celulares. Las transmisiones radiales desde los mismos lugares donde se producían masacres de las fuerzas armadas y bloqueos de los pobladores generalizaron un clima de indignación que finalmente forzó la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.”22
Otro ejemplo de utilización de las TIC ocurrió en Ecuador en abril del 2005, durante la “insurgencia” ciudadana que derrocó al gobierno presidido por Lucio Gutiérrez. Cuando los medios masivos tradicionales –principalmente la televisión– ocultaron o minimizaron las movilizaciones del pueblo quiteño, el movimiento ciudadano recurrió a formas alternativas de información que incluyeron la comunicación cara a cara, los teléfonos móviles, las listas electrónicas y los sitios web, aunque principalmente se utilizó una radio FM (La Luna) en la cual se debatía, se convocaban y se organizaban las concentraciones y movilizaciones.
En todos estos casos se ha hecho evidente el cuestionamiento a los grandes medios de información, que por estar ligados al poder se han mostrado incapaces de responder a las necesidades de información y comunicación de los ciudadanos que demandaban cambios sustanciales en sus países. Al mismo tiempo, se ha evidenciado que los movimientos populares y ciudadanos utilizan una panoplia de medios e instrumentos alternativos, los cuales han combinado adecuadamente en función de los objetivos perseguidos.
Desafíos
Para concluir, se puede decir que, aun reconociendo el aporte de Internet al desarrollo de la capacidad comunicacional de las organizaciones sociales, es preciso adoptar un enfoque crítico que permita establecer los límites de esta herramienta y desmitificar el discurso tecnologista y mercantil que aprovecha el deslumbramiento general que ha provocado Internet para “vender” la globalización neoliberal. “Este discurso promocional pretende atribuir a Internet características propias como si fueran inherentes –transparencia, horizontalidad, interactividad, acceso ilimitado al conocimiento, etc.– cuando no pasan de ser potencialidades (entre muchas), cuya realización efectiva está supeditada a los intereses, juegos del poder y contradicciones sociales que inciden en las formas que vertebran su desarrollo y sus usos”.23
Más allá de la fascinación que provocan las tecnologías de la información y de la comunicación y del discurso que sobredimensiona su papel, el reto es definir estrategias y políticas de comunicación, lo que implica asumir compromisos programáticos y políticos para “democratizar la palabra” y luchar por los derechos de la comunicación, que están interrelacionados con los demás derechos humanos. En este camino, es indispensable impulsar una plataforma que valore las diferencias y la diversidad, desenmascarar el discurso hegemónico, impulsar la creación de regulaciones y la fiscalización del sistema mediático, promover los medios comunitarios y de servicio público, promover y apoyar la labor de las veedurías y observatorios ciudadanos de la comunicación y la información, en definitiva, apuntar a cambiar la estructura del sistema mercantilizado de información. Estos son los postulados de la Campaña Continental por los Derechos de la Comunicación en la que participan asociaciones, redes y agencias de información latinoamericanas y caribeñas.
El reto es construir un tejido comunicacional propio y apuntar a la construcción de una fuerza social organizada que exija derechos en este campo y que reivindique los espacios públicos, intentado frenar las políticas neoliberales de privatización y liberalización que favorecen a los conglomerados mediáticos y a sus aliados locales.
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Notas:
1—François Houtart: “Los movimientos sociales y la construcción de un nuevo sujeto histórico”, América Latina en Movimiento, n. 407, 26 de abril del 2006, ALAI, Quito.
2—Frei Betto: “Globalización o globocolonización”, http://www. alainet.org, 6 de abril del 2006.
3—François Houtart: op. cit.
4—Carlos Taibo: “Cien preguntas sobre el nuevo desorden”, Punto de Lectura, Madrid, 2002.
5—Javier Echeverría: “Nuevas tecnologías, sociedad y democracia”, Solidaridad en red, Hegoa, Madrid, 2005.
6—Internet tendría una doble dimensión como tecnología de información y tecnología social: “Cuando nos enfrentamos a Internet, no sólo estamos ante una tecnología ilimitada para el acceso y suministro de información; estamos ante una tecnología social en la que miles e incluso millones de diversos se aúnan para crear nuevas dimensiones de relación social y, quién sabe, proyectar nuevas formas de organización social”. Ver José Manuel Paquete de Oliveira, et al: Internet como instrumento para la participación ciudadana, Ventana Global, Taurus, Madrid, 2002.
7—Sally Burch, Osvaldo León y Eduardo Tamayo: Comunicación en movimiento, ALAI, Quito, abril del 2005.
8—Igor Sádaba Rodríguez: “Del cambio tecnológico al cambio social. Conflictos y protestas globales en la red”, en Solidaridad en Red, Hegoa, Madrid, 2005.
9—Osvaldo León: “Exclusión social y brecha digital”, en Solidaridad en Red, Hegoa, Madrid, 2005.
10—Luis Pablo Giniger: “No espiarás a tu prójimo”, http://www. alainet.org, 15 de marzo del 2006.
11—Manuel Castells: La Galaxia Internet. Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad, Areté, Barcelona, 2001.
12—El 20% más rico de la población mundial acapara el 93,3% de los accesos a Internet, frente al 20% más pobre que apenas tiene el 0,2% de las líneas. PNUD: Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU 2004, Ediciones Mundi-Prensa, Madrid.
13—Dénis De Moraes: O capital da midia na lógica da globalização. Por uma outra comunicação, midia, mundialização cultural e poder, Editora Record, Río de Janeiro, 2003.
14—Tras la compra de la filial de Bellsouth en Argentina a mediados de enero del 2005, la empresa española de telecomunicaciones completó una operación de dominio en diez países latinoamericanos, que arrancó en marzo de 2004. Ver OMAL: “Telefónica Móviles afianza su estrategia de expansión en Latinoamérica”, http://alainet.org, 21 de enero del 2005.
15—Rogério Christofoletti: “Dez impasses para uma efetiva crítica de mídia no Brasil”, http://www.saladeprensa.org, 31 de enero del 2004.
16—El vicepresidente de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica, Néstor Busso, señala que la ICCAN maneja cuatro áreas básicas: 1) adjudica los nombres de dominio (es decir, las terminaciones .com, .org, .edu, .gov, etc.) y el código de cada país; 2) concede los números de protocolo de Internet (llamados IP), que son doce dígitos que lleva cada computadora para ser reconocida por otra; 3) controla los “servidores raíz” que analizan las equivalencias de los IP y los dominios para que el tráfico fluya en orden; y 4) controla los “estándares técnicos” para asegurar la interoperatividad de toda la red. (Busso Néstor: “Estados Unidos vs. el Mundo terminó en empate”, http://alainet.org, 16 de noviembre del 2005).
17—Ignacio Ramonet: “El control de Internet”, http://www.mon-diplo.com.
18—“Obstáculos planteados por el orden internacional vigente”, http://www.cubaminrex.cu/Sociedad_Informaciom/Cuba_TIC.
19—Sally Burch, Osvaldo León y Eduardo Tamayo: Movimientos sociales en la red, ALAI, Quito, 2001.
20—En las últimas décadas se han desarrollado en la región una serie de iniciativas para democratizar las comunicaciones, que incluyen redes de comunicación alternativa y comunitaria, veedurías y observatorios de medios, movimientos de software libre, grupos que promueven la diversidad y la equidad de género, el movimiento de las radios comunitarias o populares que luchan por la democratización del espectro radioeléctrico, los movimientos de consumidores, las redes que promueven los derechos a la comunicación, iniciativas periodísticas para defender el rol de la comunicación como servicio público, iniciativas de alfabetización mediática, redes de videastas jóvenes, entre otros.
21—Sally Burch, Osvaldo León y Eduardo Tamayo: Comunicación en…
22—Raúl Zibechi: “La comunicación nomade”, América Latina en Movimiento, n. 399-400, ALAI, Quito, 12 de octubre del 2005.
23—Sally Burch, Osvaldo León y Eduardo Tamayo: Comunicación en…, p. 224.