Obras de fundación: la sociedad abakuá en los años noventa

Ivor Miller

Después de una comida criolla, salí de la cafetería Karabalí hacia La Rampa, el paseo más concurrido de la ciudad. En la acera del Karabalí, casi en la esquina de 23 y O, en El Vedado, hay un mosaico cuyo diseño está inspirado en un ideograma abakuá llamado firma. Variaciones de esta firma aparecen a intervalos a lo largo de varias cuadras de La Rampa, y alternan con los diseños de artistas cubanos como Wifredo Lam, Amelia Peláez y otros.1
Desde allí caminé a los barrios de San Leopoldo y Colón, hogar de varios centenarios y aún activos grupos abakuá, hasta llegar al barroco Gran Teatro de La Habana. Construido con dinero procedente de los impuestos por los esclavos que entraban en La Habana, fue inaugurado en 1838 con el nombre de Teatro Tacón, en su momento el mayor teatro del mundo occidental. Más tarde, en el siglo xx fue rebautizado como el teatro García Lorca, por el poeta español, quien asistió a una ceremonia abakuá con la etnógrafa Lydia Cabrera.2 En su interior vi la ópera Ékue Yamba O, basada en la primera novela de Alejo Carpentier, que se centra en los abakuá.3 Y presencié la zarzuela de Gonzalo Roig, Cecilia Valdés, inspirada en la novela homónima de Cirilo Villaverde, con sus presentaciones de danzas abakuá y congas de la procesión del Día de Reyes.4 Estas procesiones fueron descritas en muchas pinturas del siglo xix, lo que originó la imagen de un íreme abakuá como símbolo perenne del folclore cubano.5 Después de que las procesiones del Día de Reyes fueron prohibidas en 1880, emergieron en La Habana comparsas negras, muchas de ellas fundadas por cófrades abakuá.
Fuera del García Lorca, el glorioso Paseo del Prado es el escenario de las comparsas de carnaval que cada año actúan en los alrededores de diversos barrios en los que todavía se asientan los grupos abakuá más viejos (los barrios de Belén, Los Sitios, Jesús María y Colón). En las calles, las radios tocan a todo volumen la versión del grupo Sierra Maestra de Criolla carabalí, una tonada bailable sobre la Sociedad Abakuá. En el hotel Habana Riviera, frente al Malecón, un grupo de artistas está restaurando un mural de los años cincuenta que contiene firmas abakuá.6 Dentro del Palacio de las Convenciones, el edificio donde Fidel Castro se dirige a la nación y sede del parlamento cubano, cuelgan una serie de firmas abakuá de diferentes dignatarios. Están grabadas en unos estandartes de cuero cuya referencia original es la piel sacrificial de Sikán, la mujer que protagoniza el mito fundacional de la sociedad.7 Entro al Teatro Nacional, en la Plaza de la Revolución, para ver al grupo folclórico de Goyo Hernández, Oba Ilú interpretar música y danza abakuá, así como la rumba, la música callejera con gran influencia abakuá. En los pasillos del lobby cuelgan firmas abakuá esculpidas en metal.8
Aunque perseguida durante toda la historia de Cuba, irónicamente la Sociedad Secreta Abakuá se ha convertido, para muchos, en un símbolo de Cuba misma. Las agencias turísticas utilizan imágenes de íremes enmascarados en folletos sobre Cuba.
Entre sus muchos reclamos de legitimidad, está el de que la sociedad abakuá, fundada en 1836, es incluso más antigua que la bandera y el escudo cubanos.9

*“Plante” Abakuá Orú*10

Las conchas marinas que adornan la arcada que da al patio del templo Abakuá Orú dibujan una palma con una serpiente envuelta alrededor del tronco. Cerca aparece la imagen de una paloma blanca en pleno vuelo. El ápice del arco está marcado con el ideograma central de la sociedad, un círculo con una cruz, que simboliza la unidad de los dos grupos étnicos carabalíes (tierra Efó y tierra Efí) y, por extensión, la unidad y ayuda mutua de todos los que se unen a la hermandad. Con las patas atadas por un cordel que cuelga directamente debajo del ideograma, una paloma blanca observa la actividad humana. Las puertas de hierro forjado de la entrada están abiertas de par en par y permiten que entren los amigos de la hermandad y sus familiares. Calzado con sandalias y vestido con pantalones blancos y una camisa sin mangas, un gorro adornado con listas de satín púrpura, cuentas multicolores ensartadas en un hombro y otra sarta alrededor de su cuello, el guardia me permite pasar al patio. Parados bajo la sombra de una enorme y solitaria ceiba y de una palma –ambas marcadas con sus respectivos ideogramas de yeso amarillo– y sentados en bancos a lo largo de las paredes del patio, hombres, mujeres y niños aguardan la salida de los iniciados desde el templo.
A las 2:00 a.m. la luna amarilla se desliza a través del cielo mientras comienza la limpieza y consagración del templo interior. Con los rayos del sol sobre el horizonte (a las 6:00 a.m.), Ekueñón –el dignitario conocido como “dueño del fambá/templo”– se para a la entrada del templo para llamar a “la divina voz de Dios”. Guiada al interior del templo como un poderoso pez que se moviese con la corriente de un río o como una pantera a través de un sendero en la jungla, la vibración sagrada se transmite con un gran rugido dentro del tambor Ékue, que aguarda. De inmediato comienza la iniciación de los obonékues. Identificados y purificados con diseños en yeso, hierbas, libaciones y cantos bajo la ceiba y la palma, los iniciados son conducidos dentro del templo para ser bautizados y confirmados por las fuerzas sobrenaturales de Seseribó y Ékue.
A las 7:00 a.m, el aire es todavía fresco y los rayos perpendiculares del sol acentúan los colores circundantes, el amarillo crema y el rosado de los recién pintados muros del templo, los verdes de las hojas, y los brillantes colores de la ropa de los asistentes. Un negro sin camisa y con espejuelos oscuros viste una capa de satín púrpura con las palabras Abakuá Orú, y con una imagen de San Lázaro pintada en la espalda. La camisa blanca de un mulato tiene el mismo letrero y una imagen de Santa Bárbara en rojo brillante en la espalda. Muchos de los musculosos jóvenes que visten camisetas tienen tatuajes color índigo en la parte superior del brazo o del hombro, que dicen Abakuá Orú, con la imagen de un bailarín íreme. A la derecha del templo, un altar con un techo de madera, pintado de blanco, alberga una Virgen de Regla, del tamaño de una muñeca, vestida con una túnica azul marino y adornada con cabellos humanos. En el piso, un guisado humea en un caldero sobre un fuego de carbones.
Debajo de la ceiba un grupo de hombres toca música, canta y baila con una orquesta de cuatro tambores y una campana (ekón). Muchos son músicos profesionales y la calidad de su actuación es excelente. Algunos miembros de Abakuá Orú actúan con el Conjunto Folklórico Nacional.11 Además, los abakuá que son músicos en grupos profesionales de rumba como Yoruba Andabo y grupos de son como el Septeto Nacional Ignacio Piñeiro han venido a apoyar la música. Hora tras hora se turnan para conducir las “marchas” (cantos) basadas en los “tratados” (mitos de fundación) de los tres principales territorios del Calabar: Orú, Efí y Efó. Otros se turnan tocando los largos tambores bonkó enchemiyá e interactúan en contrapunto con el bailarín solista y el cantante guía. Cuando los músicos se toman un pequeño descanso, los tambores se colocan uno sobre otro creando la imagen del tronco de una palma, la cual es el origen mítico del tambor.
Orú Abakuá Endure, los padrinos de Abakuá Orú, fue fundado durante la esclavitud, y siguiendo la tradición original de este grupo, los “blancos” son excluidos de la membresía de ambos. Hoy, casi todo el que participa en el patio es negro o mulato –excepto yo–. Mientras contemplo a los músicos, noto a un trigueño casi blanco de ojos verdes que comparte el papel de cantante guía. Se ve muy seguro. Me cuenta más tarde que es miembro de Akoriantan Orú, un grupo hermano integrado por negros, mulatos y blancos, y ha venido a apoyar la música. Después que bailan muchos ancianos, la gente anima a niños de cinco años o más para que aprovechen la oportunidad de bailar. Algunos lo hacen con gran habilidad, se limpian con un pañuelo en cada mano, apoyan sus espaldas contra el pecho y las espaldas de los circundantes y dan vueltas a lo largo de la fila que los rodea, tal como hacen los íremes enmascarados, que a veces se apoyan contra la ceiba o la palma mientras danzan. Un hombre joven baila con una larga caña recién cortada en sus manos; a ratos golpea con ella la tierra y señala el cielo. A medida que la música gana en intensidad, algunos viejos dignatarios se inspiran y entran a danzar en el círculo, uno a uno. Cada uno con su estilo propio, todos con elegancia y con una concentración que elude las palabras, pero que demuestra claramente su completa inmersión en el “misterio” del fundamento. Los que bailan no intentan establecer contacto visual con la multitud. Sus rostros parecen estar enfocados en un punto distante en el cielo, como si escucharan un sonido –inaudible para el resto– que les enviara mensajes. Mientras se alejan del baile, sonríen satisfechos de su actuación, pero sin demostrar ningún ego. El baile es una ofrenda para el grupo, un complemento a la inspiración que reciben de la calidad de la música y los cantos. Cada ejecutante parece tratar de llevar a un máximo nivel la intensidad de la interacción del grupo, para que el colectivo se fortalezca y otros se integren después de ellos.
En el templo hay un crucifijo; en los bordes izquierdo y derecho del techo, dos jarras de cerámica que representan el jarrón en que fue capturado Tanzé, la divinidad ancestral convertida en pez. El triángulo creado por estos tres símbolos ha sido diseñado siguiendo la representación de la Trinidad de la Iglesia católica.12 Sobre el portal está pintado el título Orú Abakuá 1877 (fecha de fundación), junto, hay tres eslabones de cadena entrelazados y siete cetros. Los eslabones simbolizan la inquebrantable unidad de la hermandad, mientras que cada cetro representa a cada ancestro que ayudó a la creación de la sociedad en África. A cada lado hay una caña recién cortada con las hojas del extremo superior unidas en el ápice. Crean la impresión de que al entrar en el templo se está entrando a una tupida selva donde los rayos del sol no llegan a la tierra debido a las hojas arqueadas y entrelazadas en lo alto. Con yeso amarillo está marcada una de las puertas gemelas con el símbolo de fambá, el dignatario que guarda las puertas. Alrededor de las 10:30 a.m. los tamboreros paran y esperan afuera la entrada al fambá.
Con el continuo sonido del rugido del Ékue y el repique de las campanas desde adentro, se abren las puertas del templo y la multitud presencia la impresionante escena de los bailarines enmascarados, los dignatarios con todas sus galas y los nuevos iniciados. La cabeza de cada obonékue está circulada con símbolos en yeso amarillo, basados en el ideograma principal, sobre el portal que da al patio. Cada uno sostiene delante un cetro de un metro de largo. Cada cetro está envuelto en piel de chivo y tiene en su tope un símbolo diferente reluciendo en plata: el perfil de un chivo, un gallo, una luna creciente y un crucifijo, respectivamente.13 Detrás, el altar resplandece con íconos en plata y satín rojo: da la impresión de que los hombres emergen de una caverna iluminada. El tamboreo comienza en todo su apogeo, y un íreme, usando un vestido de un azul deslumbrante y cuadros rojos, sale bailando, guiado por Mpegó y su tambor simbólico con un plumero. Siguiéndolo, surge el íreme Eribangandó, quien danza hacia atrás mientras Isué, con la cresta de la cabeza de un gallo apretada entre sus dientes, danza manipulando al emplumado tambor Seseribó para que lo guíe. El Sese tiene cuatro largos plumeros de plumas de gallo que brotan de los puntos cardinales de su borde superior, donde se asienta una brillante corona de hojalata. Su cuerpo está envuelto en piel de “leopardo” y circulado con conchas cauríes. Sese actúa como un transmisor: sus plumeros en forma de antena y su parche están orientados hacia el íreme, dirigen sus movimientos. En respuesta, el íreme Eribangandó sacude furiosamente las campanillas de sus muñecas, salta hacia arriba para luego caer arrodillado en la tierra, mientras que el gallo vivo atado a su cintura “limpia” al colectivo. Cuando se encaminan hacia la ceiba, la multitud forma un largo túnel, desde el fambá hasta la calle, a través del cual avanzan. Una anciana con collares de santos baila con júbilo para los espíritus que vienen. Después viene Nasakó, sin camisa y bailando con una jarra de barro sobre su cabeza. La jarra de la que brota la escoba amarga (ifa mokeré), se usa para limpiar el juego y protegerlo de sus enemigos. Finalmente, viene la orquesta de percusionistas y cantantes. Inmóvil ante la puerta del fambá, el dignatario Abasí está parado con el crucifijo sobre su cabeza, en el que aparece Cristo caído y sangrante.
Descalzos como todos los participantes en la procesión, los íremes pasan sobre las raíces que sobresalen de la ceiba rumbo a la calle, e interactúan con una multitud que los contempla asombrada. Una mujer, obviamente relacionada con los miembros del juego, sonríe satisfecha mientras el íreme danza para las dos niñas que ella sostiene en sus brazos, las que lloran de temor ante el espíritu enmascarado. Diez pies más allá del portal, ya en la calle, un agente del orden impide que la procesión siga adelante. Después de una breve pero acalorada discusión entre el agente y algunos ancianos, la procesión regresa al patio bailando y cantando con alboroto y se encamina al fambá.

Reservorios de símbolos

Más que sistemas de creencias y para la curación, la función abarcadora de las religiones afrocubanas ha consistido en mantener activas las tradiciones ancestrales, la identidad colectiva y la memoria de África. Las religiones afrocubanas son reservorios de prácticas simbólico-culturales africanas, de lo mundano –cocina con fuego, cocina específica, caminar descalzo, dormir sobre esteras– a lo divino (lenguajes rituales, tambores vivos, ritmos polimétricos, iconografía sagrada). La importancia de estos sistemas, y especialmente de la sociedad abakuá, no ha disminuido desde el siglo xix. Las razones son múltiples, pero incluyen a la economía. Aun si la economía fuera transformada de forma dramática, las actividades abakuá probablemente continuarían de alguna manera.
Las tradiciones culturales relacionadas con la familia, la música, la vida del barrio, la visión del mundo y la estética cambian con lentitud. Algunos abakuá están altamente entrenados dentro de las instituciones occidentales, sin embargo, participan en la hermandad porque es un sistema cultural que los conecta a algo mucho mayor que sus individualidades.
Lo artístico es clave para entender el impacto de las religiones afrocubanas, incluyendo la abakuá, en las vidas de sus participantes. El uso profundo de la metáfora llevada a la acción ceremonial da mucho que pensar. La continuada génesis a través de la iniciación, la relación activa de los vivos con los ancestros, el papel de la música, la danza, el color y la cocina para la comunicación con lo divino, proveen a los miembros de un amplio espacio para expresarse emocional y artísticamente en formas inaceptables para la sociedad elitista eurocéntrica. Puesto que sus expresiones multidimensionales están encarnadas en la danza, la cocina, la literatura oral y las artes visuales, las tradiciones afrocubanas han impulsado la cultura popular y la psiquis de la sociedad cubana como un todo.

El escenario está listo

La historia económica de Cuba la hace única para el estudio de la construcción de las instituciones de la diáspora africana. Los antropólogos Sidney Mintz y Richard Price han escrito:

Los datos afrocubanos son particularmente convincentes […] la difusión desde África hacia el Nuevo Mundo no puede ser cuestionada seriamente. El caso cubano establece de manera clara que una porción relativamente compleja de cultura puede ser llevada sustancialmente intacta de un sitio a otro.14

De principios del siglo xvi en adelante, La Habana fue un puerto importante en las expediciones hacia la América Latina. A través de un sistema conocido como coartación, los esclavos cubanos podían comprar su propia libertad.15 La Habana tenía una gran proporción de negros libres disponibles para el trabajo marítimo. Por ello la sociedad habanera era excepcional en las Américas, al haber organizado comunidades de habla africana –los cabildos– y una gran concentración de negros libres en un complejo entorno urbano. Estos factores ayudan a explicar por qué los abakuá existen solamente en la parte noroccidental de Cuba, así como el uso conservador de un lenguaje derivado de su lengua africana, de la cultura material –disfraces, instrumentos musicales– y de actos rituales. Los negros libres de la ciudad tenían mucho más espacio social y tiempo para mantener las tradiciones de su patria. La sociedad abakuá desempeñó una importante función para con los negros de la sociedad cubana del siglo xix.

La Sociedad Abakuá

Abakuá es una orden religiosa y una sociedad de ayuda mutua cubana, para hombres, establecida por los africanos en Regla, La Habana, en 1836. Abakuá se deriva de las “sociedades del leopardo” para hombres del Àbàkpà (Ejagham), pueblos Efut y Èfik del viejo Calabar, en el sureste de Nigeria.
Estas sociedades son llamadas Ngbè y Ékpè por los términos de Ejagham y Èfik para “leopardo”. Antes del siglo xix, las comunidades de la región de Cross River eran “acéfalas”, es decir, tenían sistemas políticos no centralizados donde las sociedades secretas como Ékpè mantenían el control social y político.16
Como los africanos llegaron a Cuba durante la trata de esclavos, el gobierno español buscó dividirlos étnicamente alentando a aquellos de las zonas urbanas a formar cabildos o grupos de “nación”. Los cabildos se convirtieron en centros importantes para la conservación de las lenguas africanas y las prácticas culturales. Los carabalíes (en Cuba la l y la r fueron transliteradas) formaron numerosos cabildos en el siglo xviii, y dentro de ellos había miembros con títulos de las sociedades del leopardo.
De acuerdo con la historia oral, a los cubanos descendientes de africanos –llamados criollos– no les estaba permitido entrar a la sociedad secreta carabalí, reservada para los africanos. La Sociedad Abakuá fue establecida como una institución cubana en 1836, cuando el cabildo carabalí Ápapa Efí apadrinó la fundación de un grupo compuesto de negros nacidos en Cuba, que llamó Efí Kebúton.
Desde entonces esta organización no proselitista y no basada en un texto se ha expandido por las ciudades portuarias de La Habana, Matanzas y Cárdenas, en el noroeste de Cuba. Las primeras investigaciones documentan cómo la Sociedad Abakuá se organizó para comprar la libertad a esclavos y la participación de muchos de sus miembros participaron en el movimiento de independencia contra las autoridades españolas.17 Como fuerza laboral organizada, los abakuá fueron muy influyentes en los muelles de La Habana durante más de cien años.18 Cada grupo, inicialmente compuesto de unos veinticinco hombres, podía crecer hasta tener una fuerza de varios centenares. En 1882, Trujillo documentó ochentitrés juegos abakuá en La Habana (no mencionó Matanzas).19 En 1914 había cincuentisiete grupos abakuá documentados en Cuba;20 cuando escribimos esto, hay ciento diecisiete grupos funcionando, con un total aproximado de quince mil a veinte mil miembros.
Los grupos abakuá son probablemente similares en estructura a las logias masónicas. Los miembros llaman a estos grupos “juegos”, “partidos”, “potencias” o “tierras”. Juego es la palabra usada con mayor frecuencia: se refiere a un equipo o colectivo.
Partido se refiere a partido político. Potencia, que significa “poder”, se reserva para los grupos más viejos y más grandes, algunos de los cuales tienen casi ciento sesenta años y los componen más de seiscientos miembros.
Su poder descansa no solo en el número de sus miembros, sino también en la edad de sus atributos sagrados, algunos de ellos confeccionados por los fundadores carabalíes del abakuá. Tierra es otra palabra usada para referirse a los grupos abakuá: se usa extensamente para incluir la idea de territorio, nación o tierra de los antepasados. Los juegos abakuá se fundan y se nombran a partir de tratados o historias míticas del viejo Calabar. Cada una de ellas cuenta cómo los territorios que una vez estuvieron divididos se unieron al colectivo abakuá. De este modo, cada grupo desciende míticamente de un territorio específico (Efó, Efí u Orú) y en las ceremonias se interpretan las acciones de importantes ancestros, así como se recita y se canta sobre ellas.
Cada juego está compuesto por una jerarquía de dignatarios llamados obón, en español, plaza. Cada plaza debe desempeñar una jurisdicción de responsabilidades. Los distintos obónes –palabra que significa “rey” en Èfik– necesarios para conducir las ceremonias, cada uno vital y con una función distinta, reflejan los sistemas de gobierno del Cross River que se piensa fueron practicados mucho antes del gobierno británico en Nigeria. Varios de los más altos dignatarios reciben un cetro llamado muñón y cada uno de ellos representa un ancestro fundador de la sociedad. Los muñones y los tambores sagrados, emblemas y signos, son metonimias de pueblos actuales y míticos, animales y símbolos importantes en la historia abakuá.
Cuando nace, cada juego recibe su propio sello. El sello del juego es la firma completa. Las firmas (gandó, anaforuana) abakuá son trazos mágicos que representan y evocan actos importantes de su historia.21 Son profundos y solamente algunas plazas lo conocen. Trabajando con el sello de su propio juego, las plazas principales hacen wembán (brujería) para dar fortaleza y unión al juego. La wembán del abakuá es interna –no se dirige contra nadie, como se hace a veces en la Regla de Palo Mayombe–.22 Nunca se muestra el sello completo afuera de las plazas principales porque miembros de otros juegos pueden hacerles daño (aflojar la fuerza del fundamento) con esta información. Para presentar al pueblo, se hace una representación siempre incompleta del sello.
El término para la ceremonia, “plantar”, está estrechamente conectado a la idea de tierra, fundamento, pararse firme, y a la recreación de sucesos del pasado. El término asocia las acciones rituales con la siembra de árboles y hierbas sagradas para el abakuá. En un “plante” para consagrar una nueva propiedad perteneciente al grupo, se siembran y consagran palmas y ceibas.
En ceremonias posteriores las historias de creación del abakuá son recreadas en esta tierra que ahora está consagrada. Estos actos continuamente restablecen y reafirman a la sociedad. Los juegos abakuá “nacen” y se mantienen de acuerdo con su relación con la tierra, el lugar donde el fundamento se estableció.
Ideas abstractas como Dios, hermandad, unidad, ancestros, se consagran en la práctica abakuá a través de asociaciones metafóricas con la tierra.
Uno de los conceptos fundamentales organizativos del abakuá es el fundamento. La palabra es intraducible, pero se acerca a “ley sagrada” y a “autoridad moral”. Sus múltiples implicaciones se sienten en todos los aspectos de la sociedad. Los fundamentos son objetos donde se concentra una fuerza sobrenatural, que representa a una divinidad suprema (Abasí), fuente de toda existencia. Esta fuerza proviene de Tánze, que finalmente representa a Abasí. El fundamento central de toda acción ritual es el tambor Ékue. Ékue se conoce como “el secreto”, “el misterio de los misterios”; es el tambor sagrado a través del cual la Voz de Dios reverbera. Los objetos ceremoniales como tambores, cetros, trajes, etc., contienen y a veces pueden transmitir fundamento después del contacto ritualizado con el tambor Ékue.
Varios de los altos dignatarios e íremes (bailarines ancestrales) se dice que “tienen fundamento”. Como los otros fundamentos, ellos también encarnan y se convierten en fundamento al recibir la transmisión de Ékue, junto con los cantos y movimientos orquestados y el uso de hierbas y firmas sagradas en las ceremonias. El fundamento viene de la tierra donde los ancestros están enterrados, y del bosque, donde crecen las medicinas sagradas. La sociedad funciona como una familia extensa, con diversos ancestros, pero el fundamento se refiere al ancestro original, ahora divino. Los juramentos sagrados que se hacen al fundamento durante la iniciación solo se desobedecen a riesgo propio.
Como los fundamentos abakuá están establecidos en el noroeste de Cuba, esta región es el centro de toda la actividad de la sociedad. El fundamento plantado por los inmigrantes carabalíes estableció definitivamente el abakuá en suelo cubano y es un ramal vital en la continua construcción de Cuba como tierra sagrada. Los abakuá cubanos no miran a África como su patria, como hacían los rastafaris originarios de Jamaica, que buscaban la repatriación a Etiopía. Por el contrario, el fundamento abakuá permite a la sociedad existir como un Estado separado dentro de una nación, con su propia lengua y leyes. Porque viven en tierra consagrada por su fundamento, los grupos abakuá consideran las suyas como tierras soberanas cuya obediencia primaria se debe al Ékue, al fundamento.
Aunque sus líderes consideran a sus grupos tierras soberanas, los más de cien grupos abakuá comparten una mitología común y una estructura organizativa. Siguiendo el tratado o el mito original de cada grupo, se identifican con uno o a veces dos de los distintos grupos étnicos del Cross River: Efí (Èfik), Efó (Efut), Orú (Oron) y Suáma (Ìgbo). Estos grupos son relativamente independientes, una vez que han recibido el cayado de Abasongo, aunque son responsables ante un grupo de ancianos de reconocido dominio de la sabiduría abakuá. Estos se reúnen en tiempos de crisis. A partir de 1992, dicho grupo se ha organizado en un buró abakuá. A mediados del siglo xx, un basayo organizó y recreó varios grupos cuyos miembros habían fallecido por vejez.
En 1998 presencié un multijuego colectivo de obónes que dirigían una ceremonia de iniciación para llenar las vacantes entre los miembros más ilustrados del grupo.23 De esa manera, los grupos independientes actúan como una sociedad, respetando a la vez las particularidades de cada grupo, considerado como tribu por sus miembros, y actuando colectivamente en momentos de crisis.

El viejo Antonio

Antonio es un miembro de la Sociedad Abakuá.24 Después de cerca de ochenta años de pertenecer a ella, ha recibido el título de basayo o viejo sabio, lo que significa que tiene autoridad para asumir cualquier papel en el grupo (juego) abakuá durante las ceremonias rituales en caso de que un dignatario titular (plaza) esté ausente. Él es una conexión viviente con las prácticas ancestrales del abakuá, un maestro para las generaciones jóvenes.
Nacido y criado en los solares de Centro Habana y La Habana Vieja, Antonio ha sido involuntariamente toda su vida un miembro de La Habana marginal. Lector autodidacta con una agilidad mental increíble, su piel negra y su falta de escolaridad determinaron que se moviera de un trabajo mal remunerado a otro. Antonio usó su inteligencia para convertirse en historiador no oficial de la Sociedad Secreta Abakuá y de la vida en las calles habaneras durante este siglo.25 La sociedad está organizada barrio a barrio, y sus actividades son de gran importancia simbólica para sus miembros en las distintas localidades.
A su edad, Antonio raras veces asiste a las ceremonias, aunque muchos abakuá se le acercan para obtener información, y él se siente separado de las prácticas contemporáneas por una o dos generaciones. No existe un texto escrito oficial para las prácticas abakuá. La mayoría de los ancianos tienen sus versiones personales de vocabularios e historias, escritos a mano, que heredaron de sus ancestros. Cada nuevo iniciado está en su derecho de aprender las tradiciones del abakuá de boca de un maestro que ellos mismos busquen. Los pocos que aprendan de un basayo y que asimilen todo lo que les enseñen, se convierten en líderes. Antonio aprendió la lengua y la historia en el seno de su propia familia, de libros escritos a mano que dejó su bisabuelo, un abakuá nacido en África. También aprendió de su hermano mayor, que fue un temido íreme Anamanguí, o bailarín enmascarado en las ceremonias funerales. En cualquier práctica comunitaria una persona no puede atesorar todo el conocimiento pero, como me enseñaron en Gambia, “cada anciano es una biblioteca ardiendo”. De 1993 a 1998 tuve el privilegio de trabajar con Antonio a fin de documentar su testimonio, lo que incluye no solo sus experiencias de vida, sino también la historia de la Sociedad tal y como le fue transmitida por sus mayores. Los dos acápites siguientes son un resumen de su testimonio sobre las actividades abakuá en la Cuba de los años noventa.

El testimonio

Hace dos siglos se fundó esta religión, y por mucho que lucharon todos los gobiernos desde la colonia no pudieron exterminarla. Hoy, que hemos sido aceptados y podemos practicarla libremente, tenemos que enseñarle a la nueva generación las historias verdaderas sin recelo, para que se continúe, porque el abakuá no tiene razón de dejar de existir. Los principios del abakuá no tienen nada que ver con la política, ni con los cambios que surjan. Esto es hermandad y ayuda entre los hombres. Cuando los africanos juraron al primer juego de criollos, en la transmisión se juró hasta la eternidad. Eso quiere decir: aunque el hombre muera, el abakuá no.
Nosotros no podemos respaldar la explotación de ningún género, ni obligar a nadie a que se incorpore a esta religión. Tiene que ser por la propia voluntad de los hombres.
Actualmente se están creando muchos juegos abakuá, no se sabe con qué interés. Y a la vez, muchos se están dividiendo. Por eso es que la nueva juventud que va surgiendo dentro del abakuá tiene que estar mejor definida. Hay que investigarlos bien, porque se están cometiendo muchas faltas de respeto entre amigos y familiares. Se han dado casos en que quieren ocupar las plazas de Mosóngo, Iyámba, e Isunékue para explotar a los demás que se incorporan y para dominar los juegos. Hay muchos que están viviendo de eso. En mi concepto eso no debe ser, porque todos somos hijos de un mismo fundamento. Yo creo que debe frenarse un poco, porque se corre el riesgo de que se pierda la importancia de los principios del abakuá con el divisionismo entre los juegos. Si se sigue con esas ideas el abakuá peligra porque según nacen juegos se desintegran. Muchas de las plazas no tienen suficientes conocimientos y se han hecho obras que no debían realizarse.
Un ejemplo de eso ocurrió en 1995, con el juego Usugaré Munankébe que, habiendo muerto varias plazas, plantaron con los muñones caídos, sin haber respetado el tiempo necesario. Eso repercutió entre los demás juegos y se llegó al acuerdo de no dejarlos entrar en ningún plante. Además, los juegos que ellos apadrinaron fueron suspendidos porque sus padrinos no cumplieron con lo establecido. Usugaré Munankébe tuvo que hacer rectificación levantando las plazas principales. Para hacerlo fueron a Matanzas para traer los hombres principales del juego Efí Etéte para plantar y renovar las plazas que ellos habían hecho y levantar sus muñones. Se llama esta ceremonia el “levantamiento de plato”.26
En 1996 el juego Muñánga Efó ha tenido que corregirle la falta a dos de sus miembros, botándolos del juego.
Como se debe saber, esta religión se hizo para la unión de todos, no para tener división. Sucede que los juegos viejos están inconformes con el desenvolvimiento del abakuá y se unieron para suspender a unos cuantos hombres de sus juegos. Por ejemplo, en junio de 1996 el juego Efí Nuróbia, de Regla, dijo que fundó un nuevo juego llamado Ápapa Efí Ákábátón Moruá, pero ellos no hicieron ninguna de las consagraciones, ni lo que se debe de realizar para hacer un juego nuevo.27 Ellos, sin oficiar a nadie, sin transmitir el bonkó y sin hacer las reglas que sostiene el abakuá, se encerraron en un cuarto. Entonces terminaron y dijeron que había nacido otro hijo del abakuá. ¿Cuál fue el hijo que nació de ese juego abakuá? Ninguno. Nada más que la palabra de ellos. Entonces el director del Buró Abakuá de Matanzas pasó por una comisión a todas las identidades de los juegos de abakuá, y todos estuvieron de acuerdo en ponerle una sanción y no dejar a aquellos hombres que se juraran sin nadie darles fe. Han sido suspendidos y no los dejarán entrar en ninguna ceremonia abakuá.
Por eso este juego no existe, aunque quieran decir que se encerraron en un cuarto e hicieron un juego. Yo no estoy de acuerdo con eso, porque se conoce que para hacer un juego se organiza todo y los padrinos –los que van apadrinar ese juego– rompen ellos para funcionar. Se juran a las cabezas principales en el juego de los padrinos, entonces los atributos del juego apadrinado, incluidos Ékue, Sese y Eribó, tienen que consagrar a los bongós judíos del nuevo juego. Si no se hace así y hacen un juego sin autorización del padrino, sin transmitir su fundamento, sin la ceremonia correcta, ¿cómo es que aquel juego va a existir? Entonces el juego Efí Akabatón no puede existir, y por eso es que se está perdiendo la fe dentro del abakuá.
Aunque muchos juegos han cometido faltas, otros están realizando actos buenos, aprovechando la amplitud que hay ahora en Cuba para los asuntos religiosos. Por ejemplo, con el apoyo del gobierno cubano, en 1992 se fundó el Buró Abakuá para administrar las actividades de los juegos.28 Por esa bondad, muchos juegos están haciendo ceremonias y obras recordatorias a sus años de fundado, que se habían dejado de hacer. A la vez, muchos juegos están construyendo sus propias casas, y eso es muy bueno.29
El 21 de noviembre de 1992, el juego Efí Nuróbia fundó el juego Índia Ubáne en Guanabacoa.30 Pero es nuevo y no tiene relaciones y coberturas. Muchos de los nuevos juegos no han plantado independientemente después que juraron.
Hicieron el juego Usagaré Ibondá Efó el 24 de diciembre del año 1871, en el parque de Jesús María frente a la iglesia, en la calle Diaria entre Revillavigedo y Águila. En ese lugar, el día que se hizo la juramentación se sembró una ceiba y fue consagrada por los africanos. Cada vez que ese juego cumple años, ellos van a rendirle tributo a esa ceiba donde se consagró el juego.31 En diciembre de 1995, la celebración fue por lo alto. A las siete de la mañana, cuando sacaron la procesión, los íremes Eribangándo y Aberisún salieron a la calle para homenajear la ceiba y darle de comer a los gallos. Todo el mundo estaba contento. El cura también fue e hizo su ceremonia junto con ellos, y se hizo misa en la iglesia de Jesús María para todos los difuntos del juego. Esa fue la misma iglesia que entregó el crucifijo a los abakuá cuando Andrés Facundo de los Dolores Petit sacó la procesión en la década de 1850. Luego se fueron para su templo en Marianao y celebraron la fiesta para conmemorar los ciento veinticuatro años de la fundación del juego.32
Al final del siglo xix, el juego Ebión Efó fue fundado en el barrio de Jesús María y, como recordatorio, en 1995 hicieron baróko, le dieron comida al fundamento Múna, con gallo, chivo y todas las demás cosas. Eso se dice en lengua: Asóko bíro omután Ékue, amoréré bonkó,amoréré bonkó. Quiere decir: comida al bonkó.
El día 31 de diciembre de 1995 plantó el juego Efí Abarakó Sisi en Regla.
En 1995 el juego Bongorí Fafá (del barrio de San Lázaro) hizo una ceremonia para llorar a unos hombres que murieron y el juego Ebión Efó los ayudó porque son sus padrinos.
En diciembre de 1995 el juego Amiabón Eneyó (del barrio de Colón) plantó para llorar a su Isunékue, que era Pipo, el sobrino de José, el Pelao, Embákara de Amiabón Eneyó.33 Sacaron Anamanguí y otro íreme.
En febrero de 1995, el juego Ekerewá Momí se plantó y juraron cincuentitrés hombres en Marianao.
El juego Muñongo Efó fundó a Índia Nikué en Regla en 1995, pero no tiene el peso que se debe. En Marianao, Iróngrí apadrinó a Bakonkere Efó en 1994, pero Bakonkere no ha podido plantar desde que lo hicieron.34 Entonces, en junio de 1996 se murieron el Iyámba y el Mokóngo de Bakonkere Efó, y la gente dice que eso es por los padrinos Iróngrí no saber los que se consagraron. El abakuá tiene muchas tradiciones y es misterioso, porque cuando las cosas no están bien hechas, suceden otras que dimanan en desgracia para los participantes.
El 7 de enero de 1996 se plantó en Guanabacoa para unificar todas las potencias. Como un pacto de generosidad, el juego Abakuá Orú reunió a todas las potencias de su rama, incluyendo Orú Bibí y Ekóbio Endúre, y se hizo una unificación colosal. El juego que los hizo a todos fue Orú Ápapa.
En estos últimos meses han muerto muchos abakuá y muchos juegos están de luto. En abril de 1996 el juego Isun Efó hizo un acto demostrativo de mucha honestidad y sinceridad cuando plantó para que pudieran asistir todos sus padrinos y ahijados. Ellos hicieron un aviso para cumplir con las reglas de la tradición; todos los juegos que pertenecen a su rama lloraron. Participaron los juegos Efóri Enkomón, Muñánga Efó e Itá Amana Enyuáo, que son sus padrinos y ahijados.
En abril de 1996 iba a plantar el juego Fokondó Endibó, del barrio de Jesús María. No pudieron porque Usagaré Mutánga Efó, el que tenía la plaza de Abasí, murió. Entonces los del juego Usagaré hicieron una encerrona para llorar, porque no les dio tiempo a sacar el permiso para que el juego Fokondó pudiera plantar para hacer baróko.
Del pueblo de Regla también plantaron los juegos Makaró Efó y Obón Tánse Moruá Yambumbe Efó. En Regla, el 25 de agosto de 1997, Abasí Erionda Efó hizo el juego Okánko Efó Abasí Bongó Babaí Kebuton Bata Uñáuñá. Se hizo Gregorio Iglesias, el Goyo, el Enkóboro de Abasí Erionda.
En septiembre de 1997 Abakuá Efó hizo el juego Ekué Erebión Abasí Bongó Abatabá Uñá Uñá en Regla.35
Yo amo mi religión y la practico según me la enseñaron. Hoy muchas personas no cumplen los parámetros establecidos y a muchas se les ha tenido que suspender del juego.
En el abakuá existen muchos tratados, aunque cada cual actúa de la manera que entienda, ya que todos no pensamos igual. Se exige cumplimiento, pero no todo el mundo lo hace. Por eso muchas veces hay que expulsar a algunos hombres de su juego.
Antiguamente los abakuá eran más rectos, y si tú no cumplías con los estatutos te botaban. Antes de jurarte dentro del cuarto fambá, te repetían que uno tenía oportunidad y tiempo para decidir si quería o no jurarse.
Hoy en día, cuando se va a hacer una potencia nueva, la mayoría de los jefes lo están haciendo por hacerlo. Dan el título que mejor les parezca al juego que va a nacer sin regirse por ninguna relación o tratado.
Muchos hombres que han surgido en la religión no siguen los parámetros como se debe, y eso ha traído como consecuencia la difamación que hubo de los abakuá.
Hay juegos que no se guían por los tratados de las distintas tierras, y se tiene a la religión abakuá como un lucro. La mayoría de los viejos que quedamos, para no disgustarnos de las cosas que no se hacen correctamente, casi nunca vamos a los nuevos plantes. Además, están cobrando mucho dinero. El derecho original del ritual son siete pesos, porque fueron las siete potencias africanas que se reunieron originalmente en Casablanca.

Por qué no se puede jurar fuera de Cuba

Yo sé que cuando este trabajo llegue al público va a ayudar a la nueva generación a mantener la religión. No importa que otros lo lean, si de todas maneras no saben cómo hacer los rituales. Además, tampoco con este trabajo va a poder salir el abakuá de Cuba, ya que ellos no tienen quien haga la transmisión de muna (el fundamento).
El fundamento no puede salir de Cuba. En una ocasión quisieron llevárselo y se les explicó que no puede cruzar el mar porque pierde efecto. Para que en otra tierra trabaje muna, hay que hacerle al río la transmisión del pez, y ¿quién lo sabe hacer? Nadie: este secreto los africanos se lo llevaron a la tumba. Los hombres se pueden venir a jurar de donde quieran, pero no llevarse a muna.
En el año 1988 o 1989, unos cubanos que viven en Puerto Rico recomendaron a unos puertorriqueños para formar un juego. Vinieron los que querían representar las plazas principales. Ellos querían llevar el abakuá hasta su país. Se les hizo la consagración en el juego Bekurí Bondá, pero se les explicó que no pueden funcionar ni jurar ningún juego fuera de Cuba. Los cubanos los mandaron a jurarse aquí porque ellos no podían hacer las consagraciones: no tienen las condiciones, ni el fundamento. El juego Bekurí Bondá nació en 1962, sus padrinos son el juego Ibondá Efó. Los dos pertenecen al barrio de Jesús María.
Lo que sucede con los puertorriqueños es que en su país hay ceibas y palmas, pero no existe el sacramento que hicieron los abakuá que llegaron de África. Ellos pueden venir y jurarse, pero en su país no pueden hacer plantes, porque sus árboles no tienen la transmisión de los africanos, y aunque los siembren ya es otra tierra. No es la tierra cubana.
Si un grupo de hombres quiere formar una potencia fuera de Cuba, puede hacerlo. Vienen, se juran y se les entregan las plazas con todos sus atributos bautizados, pero ¿cómo aprenderían la lengua?, ¿en cuáles árboles sagrados llevarían a cabo la ceremonia?, ¿con cuáles plantas prepararían la mokúba?, ¿quiénes servirían de padrinos para poder funcionar? Son muchas cosas dentro de esta religión, y es muy difícil que puedan funcionar. Además, ¿quién haría la transmisión del pez en un río para ese fundamento, como lo hicieron los africanos? Solamente ellos sabían hacerlo.
Hay una lengua que explica que no se puede brincar el fundamento de tierra para el mar, pero del mar para la tierra sí. Esta lengua es Asoíro mugo Ékue békambéka.36 Se dice cuando se coge el fundamento del río para llevarlo a tierra. El fundamento del abakuá vino del mar (río) y no se puede hacer otra transmisión.
A todos los abakuá en el mundo yo les hago esta evocación: Iyí baribá benkamá, asoíro unkaño erie Abasí, asére Abakuá, emomí endaba kabayo songo monína kamán yere. Jeyé benkamá, asére obón, indiobón, teñenobón, asére Obonékue, amanamba, amanambe baíreme Efí, baíreme Efó, bongó Itá, Ékue jura katinde Akanarán enkrúkoro. Kisóngo kiñóngo, akuritia Abangá, ateberen diminua, Ítiá Abangá, Núnkue, ltiá Fondogá, kanima asére, Embúgara. Iyí benkamá, krúkoro Abakuá, Efí amurañon asikarawa morenke Abasí menaguamé ankrukoroki kisóngo kiñóngo. Okóbio, endifon gundo unyegeye, atakobio erenobon, besón kaño Abasí, asére Abakuá.
Así estoy llamando a todo el mundo, diciéndole que todos pertenecen a la misma religión, que Dios los bendiga y que todos son uno jurados en un mismo fundamento.
Con este rezo se está dando fe y muchas felicidades para todos los que están en los Estados Unidos y otras partes del mundo, que aunque no tienen tierra reconocida porque no han hecho baróko, hay que decirles como debe ser en nuestra regla: Itiá Abangá asére enkrúkoro momban. Quiere decir: saludo a los que están en los Estados Unidos (tierra grande).37

¿Inmigración ilegal?
Un fundamento abakuá en los Estados Unidos

A diferencia de otras religiones cubanas de origen africano, el fundamento abakuá raramente ha abandonado la Isla o ha sido recreado en el exilio. La única excepción documentada es la recreación de un fundamento abakuá por parte de abakuá exiliados en una prisión colonial en Ceuta, a fines del siglo xix, la cual, hasta donde sabemos, no tuvo un efecto duradero ni produjo otros juegos.
Aunque miembros abakuá han vivido por lo menos durante cincuenta años en los Estados Unidos, hasta muy recientemente el fundamento no había sido recreado allí.
En 1994 visité a José, el Pelao, en Miami, un amigo de Antonio y titulado miembro abakuá. Respecto a las actividades abakuá en Miami, me dijo: “En Miami hay ceibas y palmas, pero no se puede consagrar ningún juego, ya que lo principal es el fundamento, y ese está en Cuba. Yo he reunido a los abakuá que viven aquí y hemos hecho fiestas, ya que tengo un juego de tambores, pero consagraciones no. También en una ocasión sacamos una procesión. Asistieron muchos periodistas y les gustó mucho”.38
Sin embargo, el 6 de enero de 1998 nació en Miami el primer grupo de abakuá en los Estados Unidos, llamado Efí Kebúton Ekuente Mesoro. Efí Kebúton es una referencia al primer grupo abakuá en Cuba, y Ekuente Mesoro significa que este grupo nació sin la presencia de otro fundamento mayor. Sus líderes enviaron una carta al Buró Abakuá (la Organización para la Unidad Abakuá), en la que anunciaban su existencia. Los mayores cubanos con los que hablé respecto a este asunto, lo consideraron unánimemente una profanación y un acto impuro. Me dijeron que el nacimiento de un grupo abakuá sin un padrino y un fundamento no es válido, porque no existe la transmisión de la voz sagrada de Ékue.
Los abakuá cubanos consideran que el grupo de Miami carece de autoridad ritual o de otro tipo. Señalan que muchos de los mayores de Miami fueron suspendidos de los grupos cubanos por desobediencia, y que se les considera malos hermanos. También alegan que no saben lo suficiente como para realizar las ceremonias adecuadas y crear un fundamento.
Las cuestiones de representación también son importantes. Los mayores abakuá cubanos temen que el grupo de Miami no sea tan selectivo en cuanto a sus membresías. Y que, por ejemplo, dejen entrar a mafiosos en la organización, lo que solo atizaría el fuego de la propaganda de Ios abakuá como fuerza negativa. Los mayores abakuá que hablaron conmigo expresaron unánimemente su sentir de que el grupo abakuá no autorizado de Miami es un acontecimiento negativo y que no lo reconocerían. Esto demuestra una vez más la absoluta cubanía de los abakuá: hasta ahora, no se les ha permitido salir de la Isla.

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Notas

1—Estas firmas y otros diseños fueron instalados en 1967 en la inauguración del Salón de Mayo en La Rampa. La cafetería Karabalí fue fundada en 1946, según “El Chino”, el trabajador más antiguo. Conversación en la cafetería, junio de 1998.
2—García Lorca visitó Cuba en 1929. Cabrera escribió: “No se me olvida el terror que el íreme desató en García Lorca, ni la delirante descripción poética que me hizo el día después de haber testimoniado un «plante» [ceremonia]. Si hubiera nacido un Diaghilev en esta isla, seguramente hubiera llevado a un desfile ñáñigo a los teatros europeos”, en Lydia Cabrera: “La ceiba y la sociedad secreta abakuá”, Orígenes, 1950 (citado en Fernando Ortiz: Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba, p. 519). [En los casos en que la publicación original en español no incluyó los datos relativos a la edición, se ha mantenido esa omisión, dada la imposibilidad de encontrar dicha información tanto tiempo después (n. de las E.)].
3—La ópera Ékue Yamba O, de Roberto Sánchez Ferrer, estrenada en 1989 en el teatro García Lorca. Conversación con el compositor, mayo de 1998.
4—Las siguientes zarzuelas son las más notables por su uso de temas afrocubanos: Cecilia Valdés (basada en la novela homónima de Cirilo Villaverde), de Gonzalo Roig; El cafetal, El batey, María la O y Lola Cruz, todas de Ernesto Lecuona.
5—Los ejemplos más famosos son Día de Reyes (1848), de Frédéric Mialhe, litografía; Día de Reyes en La Habana, (187-), de Víctor Patricio Landaluce.
6—Este mural, que contiene firmas abakuá, fue creado en 1957 por López Dirube. Fue restaurado en 1998-1999 por la profesora Elisa Serrano.
7—Estas firmas son parte de la colección permanente del Palacio de las Convenciones. No sabemos el nombre del artista.
8—El artista Rafael Queneditt Morales esculpió estas firmas en metal, que fueron instaladas en 1978 para la inauguración del Teatro Nacional de Cuba.
9—Diseñados por Miguel Teurbe Tolón en 1849, la bandera y el escudo cubanos llegaron a la Isla en 1850 con la invasión del general Narciso López.
10—La descripción se basa en mi participación en una ceremonia de iniciación de cuatro obonékues, el 13 de junio de 1998, en Guanabacoa. No se permitieron dispositivos de grabación, por lo que dependo de mi propia capacidad de observación de este evento, simbólicamente complejo.
11—Los seis hermanos “Aspirina”, de Guanabacoa, conocidos internacionalmente por su habilidad como cantantes y bailarines de rumba, son miembros de Orú Abakuá Endúre y de Abakuá Orú.
12—¿Es esta trinidad arquitectónica un ejemplo del sincretismo “externo” utilizado por los negros cubanos para disfrazar sus ancestrales tradiciones africanas, o simplemente un préstamo tomado por los abakuá a la Iglesia católica para anunciar que este edificio es un espacio sagrado? Debido a que la gran mayoría de los templos abakuá fueron edificados en el siglo xx, lo último es lo más probable.
13—Estos bastones son la representación de los obónes Mokóngo, Mosóngo, Abasóngo y Embákara, respectivamente. Los obonékues los usan solo para las procesiones ceremoniales.
14—Sidney W. Mintz y Richard Price: The Birth of African-American Culture: An Anthropological Perspective, Beacon Press, Boston, 1992, p. 59.
15—Ver Antonio Benítez-Rojo: The Repeating lsland, segunda edición, James E. Maraniss (trad.), Duke University Press, Durkham, 1996, p. 320, n. 33.
16—E. J. Alagoa: “Fon and Yoruba: The Niger Delta and the Cameroon”, en B. A. Ogot (ed.): General History of Africa. Africa, from the Sixteenth to the Eighteenth Century, University of California Press, California, 1992, p. 450.
17—Específicamente el movimiento dirigido por Aponte en 1812 y la Conspiración de La Escalera, en 1844. Ver Pedro Deschamps Chapeaux: “Margarito Blanco «Osongo de Ultán»”, Boletín del Instituto de Historia y del Archivo Nacional, t. LXV, julio-diciembre de 1964, pp. 97-109.
18—Pedro Deschamps Chapeaux: El negro en la economía habanera del siglo xix, UNEAC, La Habana, 1971, p. 93.
19—Trujillo: Los criminales de Cuba, p. 372.
20—Este número es probablemente bajo. Ver Alejo Carpentier: La música en Cuba, segunda edición, Fondo de Cultura Económica, México, 1946, p. 291.
21—“Empegó, con la grafía de su yeso, fija en el suelo la fórmula mágica que «dice» lo que ha de hacerse e indica los lugares precisos de la acción. Esos dibujos esotéricos son muy típicos en los ritos abakuá y congos, que sobreviven en Cuba como expresiones de lenguaje jeroglífico, holográfico y convencional de origen africano, que algo recuerda el nsibidi de los negros ekoi y puede dar luz acerca del origen de la escritura entre las artes humanas”, en Fernando Ortiz: El baile y el teatro de los negros en el folklore de Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1981, p. 494.
22—“Las (escobas) de Nasakó y las de los ngangas son como los eleguás de los babalochas, guardianes de las puertas de las casas. Rechazan brujerías, no dejan pasar a los malos espíritus que quieren introducirse en éstas para dañar”, en Lydia Cabrera: La lengua sagrada, p. 381.
23—El 29 de junio de 1998, participé en Usagaré lbondá Efó, en el templo del grupo Usagaré Ororó Mayambeke en La Habana.
24—Los nombres de estas personas no son reales, pero los testimonios sí.
25—Se refiere al siglo xx [n. de las E.].
26—“Levantamiento de plato” es el proceso completo que se hace para levantar un muñón caído. “Levantar” quiere decir renovar, recrear, fortalecer. Vuelve a llorar al dignatario que murió y después jura otro en su lugar. Cabrera menciona esta ceremonia (Anaforuana, p. 440). También Nlloró (Llanto o Ñampe). A esta ceremonia que los ñáñigos celebran para honrar a sus muertos, suelen darle muchas veces el nombre de “levantamiento de plato”, que es como llaman los devotos de los orishas lucumí a este rito, que con idéntico fin se practica a la muerte de un Babalocha o una Iyalocha; en Lydia Cabrera: La lengua sagrada, p. 410.
27—El juego Ápapa Efí Akábátón tomó su nombre del juego Ápapa Efí Akamaró, el grupo carabalí del mismo territorio que fundó Efí Kebúto, el primer juego de criollos en Cuba.
28—Por primera vez en la historia de Cuba, en 1992 se fundó una organización con el apoyo del Estado para reconocer y apoyar las actividades de los juegos abakuá. El Buró Abakuá (la Organización para la Unidad Abakuá) está organizado por municipio. El primer buró se fundó en Regla, el pueblo natal del abakuá, y hasta la fecha Guanabacoa, Matanzas, San Miguel del Padrón, Marianao y Arroyo Naranjo han creado sus propios buróes, en este orden. Frente a la iglesia de la Virgen de Regla, el Buró Abakuá de Regla creó un monumento en conmemoración “a los africanos que fundaron la Sociedad Abakuá en Regla, 1836-1996”.
29—Después del Cuarto Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), en 1991, la expresión pública de sentimientos religiosos se amplió considerablemente.
30—Esta fecha y nombre están escritos en hierro en el templo de Efí Nuróbia. “Índia Ubane: territorio de los Èfik”, en Lydia Cabrera: La lengua sagrada, p. 236.
31—“Al nacer de cada nueva tierra que engendraba de Efor [Efó], lo primero que hacía Nasakó, reunidos los obónes, para recibir de Ékue Mbori ser y vida, era plantar una ceiba”, en Lydia Cabrera: La Sociedad secreta, p. 120.
32—El primer templo de lbondá Efó estaba en la calle Águila, entre Vives y Puerta Cerrada, a un costado de la iglesia de Jesús María. Durante el régimen de Batista, el templo se trasladó para el barrio de Los Pocitos, en Marianao; actualmente el juego está construyendo un nuevo templo en La Cuevita, San Miguel del Padrón.
33—Amiabón Eneyó es ahijado de Irianabón Brandí Masóngo.
34—El 31 de mayo de 1998 Bakonkere Efó juró siete obonékues en la casa de Efóri Búman, Los Pocitos, Marianao. Cabrera escribe: “Bikomé: un hijo del rey de los Eforisún. Bakonkere e Irongrí eran sus hermanos”, en Lydia Cabrera: La lengua sagrada, p. 111.
35—Ékue = el fundamento; Ebión = el Sol. Se fundó el 14 de septiembre de 1997. Este juego no tiene su propia casa y plantan en el templo de Abasí Eriondá Efó, de Regla.
36—Asoíro = llevar; mugo (mogo) = fango. Cabrera escribe: “Asoiro mugo Ekue betán betán: traslado de Ékue del agua a la tierra”, en Lydia Cabrera: La lengua sagrada, p. 77.
37—ltiá = tierra; Abangá = grande; asére = elogiar, hermano; enkrúkoro = grupo, colectividad. Itiá Abangá como “Estados Unidos” es una frase compuesta por Antonio. Muestra que los maestros del idioma abakuá, aunque siendo conservadores, crean frases novedosas para su contexto cubano contemporáneo.
38—Entrevista hecha por el autor en la casa de José, el Pelao, en Miami, el 23 de septiembre de 1994. El Pelao falleció en 1998 en Miami. Su cuerpo fue trasladado a La Habana para las ceremonias abakuá.

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