La empresa transnacional con cooperación entre las potencias coloniales, las revoluciones de independencia de los “pueblos de color”, los foros sociales de la sociedad civil, la búsqueda de la unidad en la diversidad… en todos estos temas, para bien y para mal, el Caribe, que es él mismo una creación de la modernidad capitalista, ha sido precursor.
Esa historia que nos creó para el mercado mundial no previó que de esta caldera de islas del mar y territorios continentales costeros saldrían, sin embargo, pueblos muy singulares que hasta el día de hoy buscan empecinadamente en la cultura, la resistencia, las relaciones, el pasado y el futuro, el reino de este mundo.
Lugar señero dentro del Caribe lo ha tenido Haití, la primera, la más castigada, la que no perdonan, la más empobrecida, la ocupada… que hasta el día de hoy paga el “pecado” de haberse levantado contra los poderes del colonialismo europeo y haberlos vencido. Sirva este número, entonces, para seguir hablando de Haití, para siempre seguir hablando de Haití, nuestra hermana más cercana, la que creó un idioma que es el segundo que se habla en Cuba. Y también para recordar nuestro deber de solidaridad que la herida haitiana nos sigue reclamando.
En la sección 50 años de la Revolución abordamos por primera vez otra dimensión de la Revolución cubana: la religiosa y la de la Teología producida por uno de sus mayores exponentes, Sergio Arce Martínez. Vaya también, con la publicación de estos elogios nuestra felicitación a Sergio por sus ochenticinco años que le han llegado con las manos todavía puestas en el arado.