Al presidente de la República1
Campamento en Barigua, 16 de mayo de 1876
Ciudadano Presidente de la Republica2
Antonio Maceo y Grajales, natural de la ciudad de Cuba, Brigadier del Ejército Libertador,3 y en la actualidad Jefe de la Segunda División del Primer Cuerpo, ante usted, usando la forma más respetuosa, se presenta y expone:
Que de mucho tiempo atrás, si se quiere, ha venido tolerando especies y conversaciones, que verdaderamente condenaba al desprecio porque las creía procedentes del enemigo, quien, como es notorio, esgrime y ha usado toda clase de armas para desunirnos y ver si así puede vencernos; pero más tarde, viendo que la cuestión clase tomaba creces y se le daba otra forma, trató de escudriñar de dónde procedía, y convencido al fin no era del enemigo, sino, doloroso es decirlo, de individuos hermanos nuestros, que olvidándose de los principios republicanos que observar debían, se ocupan más bien con servir miras políticas particulares: por lo tanto, en razón de lo dicho, se cree obligado a acudir al Gobierno que usted representa, para que bien penetrado de las razones que más adelante expondrá, proceda como fuere de justicia, y resolviendo, dicte las medidas necesarias a fin de que en ningún tiempo se tache ni aparezca dudosa la conducta del exponente, ni su honra con la más ligera mancha; pues los deseos de toda su vida han sido, son y serán, servir a su país, defendiendo los principios proclamados y exponer su vida, como tantas veces lo ha hecho, porque la causa triunfe y se mantengan incólumes los sacrosantos principios de libertad y de independencia.
EI exponente, Ciudadano Presidente, supo hace algún tiempo, por persona de buena reputación y prestigio, que existía un pequeño círculo que propalaba había manifestado al Gobierno “no querer servir bajo las órdenes del que habla, por pertenecer a la clase”, y más tarde por distinto conducto ha sabido que han agregado “no querer servir por serles contrario y poner miras en sobreponer los hombres de color a los hombres blancos”. Tal es la cuestión que ese círculo agita: y es de creer la han lanzado para herir en lo más vivo al exponente, porque con ella quieren servir intereses políticos particulares, y por de contado, para ver si así inutilizan al que consideran un estorbo para sus planes; tratando de hundir, ya que de otro modo no pueden, al hombre que ingresó en la Revolución sin otras miras que la de dar su sangre por ver si su patria consigue verse libre y sin esclavos. Y no obstante no tener ambición ninguna y de haber derramado su sangre tantas veces, cual lo justifican las heridas que tiene recibidas, y tal vez porque sus envidiosos lo han visto protegido de la fortuna, apelan a la calumnia, y esta toma incremento; y el que habla como su conciencia la lleva sin sangre, después de penetrar lo que están haciendo, abordó la cuestión de frente con uno de los que componen el pequeño círculo, convenciéndose después más y más del inicuo fin que se proponen: como también de que plantan sin advertirlo la semilla de la división; siembran, por contado; el disgusto, enervan los ánimos; y en último resultado será la Patria quien sufra las consecuencias.
Y como el exponente precisamente pertenece a la clase de color, sin que por ello se considere valer menos que los otros hombres; no puede, ni debe consentir, que lo que no es, ni quiere que suceda, tome cuerpo y siga extendiéndose: porque así lo exige la dignidad, su honor militar, el puesto que ocupa y los lauros que tan legítimamente tiene adquiridos. Y protesta enérgicamente con todas sus fuerzas para que ni ahora, ni en ningún tiempo, se le considere partidario de ese sistema, ni menos se le tenga como autor de doctrina tan funesta, máxime cuando forma parte, y no despreciable, de esta República democrática, que ha sentado como base principal, la libertad, la igualdad y la fraternidad y que no reconoce jerarquías.
Y si llega el postulante al Gobierno de la Nación, es para que se proceda como corresponde, para que aquél que pruebas tuviere las presente, y de no haberlas, sea tenido como enemigo de la República; porque debe considerarse como tal enemigo a todo aquel que esgrima armas que directa o indirectamente favorezcan los planes de nuestros contrarios, y por consiguiente, se hace acreedor a que nuestras leyes le castiguen.
Y si por evento no creíble se le negase al postulante la justicia que demanda, y si por fin político, ya que se ha puesto la cuestión en el tapete, se le quisiere condenar a la inercia, dejándole como simple espectador de una guerra que abrazó con tanta fe como denuedo, por creer en la santidad de la misma, pide le den sus pasaportes para el extranjero, donde se reserva hacer uso de los derechos y protestar ante el mundo civilizado como lo hace ahora aquí; sin que por esto se entienda ni remotamente, que éste sea un pretexto para abandonar el país; y mucho menos ahora que la Patria necesita más que nunca del postrer esfuerzo de todos sus buenos hijos: pues ni está inutilizado a pesar de las once heridas que en su cuerpo lleva noblemente, ni está cansado: porque el exponente, Ciudadano Presidente, no es de los hombres que se cansan, ni se cansará mientras no vea a su patria en posesión de los derechos que reportar debe la sangrienta lucha que empeñó desde 1868, para librarse de todo aquello que no sea republicano.
Y por último:
A usted ocurre con la súplica de que ordene la formación del correspondiente juicio para que la verdad quede en su lugar y el castigo se aplique a los que a él sean acreedores.
Campamento de Barigua, a 16 de mayo de 1876, 9º de la Independencia. Patria y Libertad.
A. Maceo
Brigadier del E. L.
*Proclama ¡Viva Cuba independiente!*4
Compatriotas:
En nuestra desgraciada patria ha sonado nuevamente el grito de ¡Libertad! Ha llegado el momento oportuno de que hagamos conocer al mundo entero que el cubano sabe morir por la redención de su patria; ya no hay nada que esperar: nuestro glorioso pabellón ondea en los campos de batalla y a su alrededor debemos todos de agruparnos para conquistar y defender nuestra independencia.
Jóvenes que no os ocupáis de vuestro porvenir; tened presente que nuestros enemigos ocupan hoy los puestos que mañana debéis desempeñar, porque tenéis derecho a ello, y porque os encontráis en mejores condiciones para regir el porvenir de nuestra patria; corred pues presurosos a ocupar el puesto que os está señalado en el valiente ejército que la ha de redimir.
Y tu, pueblo, que has sufrido las vejaciones, el oprobio, la insolencia y la iniquidad, que no has contado con derechos, que te han negado todo, que estás excluido de tomar participación en lo que al hombre libre le corresponde, ¿qué hacéis ahora?, ¿qué esperáis? Arrójate sobre tus usurpadores y marcha a los campos a conquistar tus derechos.
Españoles: A vosotros no os es desconocido el inicuo proceder de vuestro gobierno que os agobia con enormes contribuciones, y que os tiene igual al esclavo que trabaja para su dueño, haced efectivas vuestras simpatías por nuestra causa, y podréis contar que, además de respetarse vuestras vidas y haciendas, obtendréis los beneficios de un pueblo libre; pero si así no lo hacéis, la responsabilidad será vuestra.
Cubanos que contáis con riquezas, amparaos con la bandera de la libertad que es la que os corresponde; pues si preferís lo contrario, no contéis con que ella garantiza vuestros intereses.
¡Esclavos! El tirano os ha negado la libertad y os condena al martirio. El hombre negro es tan libre como el blanco: la maldad del opresor os tiene sufriendo las crueldades de vuestros amos. El látigo que aún cruje sobre vuestras espaldas lo sufrís porque estáis engañados; recordad que vuestros compañeros que pelearon en la pasada guerra, conquistaron su libertad porque los cubría la bandera de Cuba, que es la de todos los cubanos; agrupaos, pues, bajo de ella, y obtendréis libertad y derecho, y haréis luego causa común con los que hoy quieren redimiros de la degradante situación en que os encontráis.
¡Compañeros de la pasada guerra! Vosotros que por espacio de diez años habéis hecho resonar vuestro nombre más allá de los mares ¿qué esperáis al lado del tirano? Lanzáos al campo del honor a conquistar de nuevo la libertad que tantos sacrificios os ha costado: alIí tendréis derechos, nombre, reputación y os encontraréis luego honrados con el postizo nombre de cubanos que lleváis; allí está la gloria del que combate contra la vejaminosa tutela que nos prodiga el gobierno de España: si lo hacéis, pronto me tendréis a vuestro lado para conquistar gloria y honor en el campo de batalla. Vosotros sabéis que las armas que redimen a un pueblo de la opresión, hacen grandes a los hombres y a las nacionalidades; corred presurosos, vosotros que sabéis que el peligro es nada cuando se aprecia la honra y la dignidad del hombre.
¡Cubanos emigrados! Los reveses de nuestros principios me tienen con vosotros, y ese acontecimiento desgraciado que me ha hecho conocer vuestros importantes servicios; y hoy os aconsejo que si queréis poner más alto esa reputación de patriotas eminentes que habéis conseguido, cruzad el mar, que allí es donde hoy y mañana, debe congregarse vuestros esfuerzos por la independencia del país que os vio nacer; corred pronto para que coronéis vuestra obra.
Con el corazón lleno de fé y de valor lancémonos machete en mano sobre el tirano que quiere empeorar nuestra condición, armémonos de resolución y digamos a nuestros padres, mujeres e hijos que se armen para expulsar a los que quieren nuestro exterminio, a los sicarios de la tiranía; que recordando la época de los carniceros Dulce, Valmaseda, Boot, Cañizares y otros de igual índole, nada que se haga puede compararse con los hechos de aquellos asesinos, a quienes debemos perseguir sin tregua ni descanso hasta arrojarlos para siempre de nuestro suelo; no haya compasión para esos seres que han venido al mundo para tormento de la humanidad, a fin de que podamos decir: ¡tenemos patria!
Antonio Maceo
Kingston, 5 de septiembre de 1879
*Fragmentos de la carta al Mayor General Máximo Gómez, el 6 de febrero de 1880*5
Yo tengo toda la grandeza de una causa conmigo, y ésta es la de mi país, a la cual tengo consagrados doce años de constante servicio, sin que a ello me haya impulsado más móvil que el anhelo de conseguir la independencia de mi patria, para obtener con ella la regeneración de un pueblo abyecto por la servidumbre de cuatrocientos años. Usted sabe cuáles han sido mis esfuerzos por llegar a este fin, sin sentirme hoy con el remordimiento de mezquinas y bastardas aspiraciones. He deseado lo que puedo ser: un obrero de la libertad.
Al compadecerme de la esclavitud doméstica de mi país, con preferencia a la esclavitud política a la que pertenece el resto, es porque creo a los negros de mi patria dignos de lástima por su crasa ignorancia, pero no porque la situación de ellos sea peor que la nuestra. Ellos sufren con sus amos por mezquinos intereses; y nosotros padecemos con el enjambre de mandarines españoles que están constantemente exigiéndonos la deshonra. Cuando esto no se consigue, se nos manda matar.
*Al General en Jefe Máximo Gómez*6
P. y L., La Campana, 4 de diciembre de 1895
General en Jefe Máximo Gómez.
El Secretario de la Guerra con fecha 30 de noviembre pasado, me dice lo que sigue: [“Se acuerda que a los estudiantes que concurran a engrosar las filas del Ejército Libertador, se les reconozcan, en atención a sus méritos y conforme las aptitudes que tengan, los grados y consideraciones en la forma siguiente: Cabo, el que tenga cursado el segundo año de Filosofía. Sargento, el que tenga aprobado hasta el cuarto año, de id. Alférez, el que se haya graduado de Bachiller. Teniente, el que tenga cursado y aprobado tres años de alguna facultad. Capitán, el que haya alcanzado un título en las carreras facultativas; a no ser que por su empleo, con arreglo a los Reglamentos de Cuerpos facultativos, se le asigne otro grado superior. Los Jefes, Oficiales y clases pertenecientes a Ejércitos extranjeros, incluso el español, serán reconocidos como tales y ratificados sus nombramientos al ingresar en el Ejército Libertador”]7 lo que tengo el gusto de trasladar a usted, llamando a la vez su atención de usted acerca del privilegio que establece la disposición inserta, la cual daría lugar a quejas y censuras por parte de la mayoría de los individuos que constituyen nuestra fuerza armada y que son precisamente el brazo de hierro de la Revolución, quejas y censuras que traerían consigo disgusto general como inevitable resultado de la preferencia que se observa para unos, a tiempo que se posterga a otros que, con menos instrucción, tienen mayores méritos y aptitudes militares para ascender en la carrera.
Espero que usted sabrá inspirarse, como siempre, en la justicia y entablará las reclamaciones del caso para evitar que tenga fuerza de ley una práctica observada por los jefes de fuerzas durante la actual campaña, pero aplicada discrecionalmente y según las circunstancias, a fin de no lastimar derechos adquiridos por una colectividad tan digna de toda clase de consideraciones y premios como la que forma la gran masa del Ejército Revolucionario.
A. Maceo
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Notas
1—Copia de Gregorio Delgado Fernández. Publicado en Documentos manuscritos de interés, t. I, no. 44, Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País, La Habana, 1885.; Antonio Maceo Grajales: Escritos, Biblioteca Popular de Cultura Cubana, Santiago de Cuba, [s. a.], pp. 4-6; Ideario Cubano, III, Antonio Maceo, Cuadernos de Historia Habanera, no. 34, [s. n.] Municipio de La Habana, 1946, pp. 38-40; y en Revista Bimestre Cubana, La Habana, vol. XVIII, no. 1, enero-febrero de 1923.
2—Tomás Estrada Palma, que había sustituido a Juan B. Spotorno a fines de marzo del año 1876.
3—El día 6 de este mismo mes había sido aprobado por la Cámara de Representantes su ascenso a Brigadier [notas de Leonardo Griñán Peralta].
4—Copias de Gregorio Delgado Fernández y Leonardo Griñán Peralta. Publicado en La Independencia, Nueva York, 18 de octubre de 1879; Biblioteca Cuba: Antonio Maceo. De la Campaña, [s. n.], La Habana, 1916, pp. 18-21; y en Disciplina y dignidad, Publicaciones de la Secretaría de Educación, Dirección de Cultura, La Habana, 1936, pp. 21-25.
5—Carta autógrafa. Original en el Archivo Nacional. Copia de Gregorio Delgado Fernández y Leonardo Griñán Peralta. Publicado en Biblioteca Cuba: Antonio Maceo. De la Campaña, [s. n.], La Habana, 1916, pp. 19-36; Papeles de Maceo, edición de la Academia de la Historia de Cuba, La Habana, 1948, t. I, pp. 78-90; y en Maceo en Santo Domingo, por Emilio Rodríguez Demorizi, [s. n.], Santiago de los Caballeros, 1945, pp. 236-250.
6—Publicado en De nuestra Epopeya, por Benigno Souza, Avance, La Habana, 1938-1939. Tomado de Antonio Maceo. Ideología y política. Cartas y otros documentos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998.
7—Este es el texto del acuerdo tomado por el Consejo de Gobierno, a que se refiere Maceo en esta carta. La comunicación del Secretario de la Guerra de fecha 30 de noviembre, no aparece incluida en la colección publicada por Benigno Souza. El acuerdo fue tomado el 28 de noviembre en Santo Tomás, Las Villas [nota de la Oficina del Historiador de la Ciudad].
Pedro luis Triana Fales dice:
Ciudadanos del mundo y en especial compatriotas cubanos en esta carta extraoirdinaria llena de amor a la causa de la independencia de Cuba se puede ver a las claras como era la brillantes y claridad del pensamiento del General Maceo su firmeza de caracter su valor humano su integridad a la causa de la libertad de Cuba Aqui podemos analizar el racismo enfermiso y divisor que a tavez de nuestra historia ha lacerado la unidad monolitica del pueblo cubano Si desde el principio de nuestras luchas independentistas este flagelo ya existia y nada menos tratandose de maceo que podemos esperar ahora en estos tiempos convulsos de poco Patriotismo y mucho oportunismo Esta es una de las razones del porque de la Patria de Maceo y Marti esta en estas condiciones actuales carente de valores morales y materiales y los mas asombroso el pueblo y sus falsos dirigentes esperando que los vecinos del norte resuevan los males endemicos que corroen la sociedad Cubana Tengamos fe hombres y mujeres con decoro La libertad nunca muere y el Racismo ignorante sera aplastado por la rueda de la historia