Algo más que un amigo (Conversación con Vincent Harding)

Vincent Harding

El presente trabajo es la transcripción parcial de uno de los programas de Democracy Now!, transmitido en abril del 2008. La conductora principal de ese programa radial y televisivo es Amy Goodman.

A.G: El importantísimo discurso del doctor King sobre la guerra de Vietnam fue redactado por su amigo y colega, Vincent Harding.1 Hoy, cuatro décadas después, el doctor Harding está con nosotros para hablar de la vida y el legado del doctor King. El doctor Harding era una persona muy cercana a Luther King y el encargado de escribir sus discursos. Es profesor emérito de Religión y Transformación Social en Illiff School y de Teología en Denver, Colorado, y autor de numerosos libros, entre ellos, Martin Luther King: The Inconvenient Hero (Martin Luther King: el héroe inconveniente) que acaba de ser reditado. El doctor Harding fue también el primer director del Centro Memorial Martin Luther King de Atlanta.
Es un gran honor tenerlo con nosotros. Háblenos de ese discurso. Cuéntenos cómo fue que lo elaboró con el Doctor Martin Luther King. King lo pronunció en Riverside Church en un momento clave, en 1967, justo un año antes de que lo asesinaran. En su libro usted afirma que se le presta muy poca atención a la transformación que estaba sufriendo el doctor Martin Luther King en los últimos años de su vida.

V.H: Creo que hay algo que nos resulta muy difícil de manejar con respecto a esos años. Martin lo menciona en el discurso de Riverside, en el cual insta a la nación a convertirse en una nación más madura, a dejar de ser una nación adolescente y abusadora para convertirse en una nación que trabaja con otras, que se preocupa por otras, y que trata de todas las maneras posibles de abrirse al mundo y de permitir que se abran al mundo sus vecinos y los demás habitantes del planeta. Creo que todavía estamos siendo llamados a alcanzar, como nación, ese grado de madurez. Y creo que esa es, en parte, la razón por la cual tenemos tanta dificultad para escuchar y prestar atención al Martin Luther King de los últimos años, en especial los años que siguieron a un discurso icónico como “Yo tengo un sueño”, que es con el que nos hemos quedado.
Sospecho que una de las razones por las cuales tenemos tanta dificultad para lidiar con el Martin Luther King de los últimos tres a cinco años es que ese King estaba entrando en sintonía con las explosiones que tenían lugar en todo el país, donde quiera que había núcleos negros. Nos resulta difícil porque ese King se estaba diciendo a sí mismo y les decía a todos los que lo rodeaban: “Me identifico con los desposeídos. Me identifico con los pobres”. En un momento como el actual, en que incluso los mejores candidatos a la presidencia hacen cualquier tipo de malabares para identificarse con la clase media y las necesidades de la clase media –lo cual no niego que sea maravilloso y necesario–, en un momento en que parece que hemos olvidado que seguimos siendo la nación más rica del mundo con una numerosa población muy pobre, se hace difícil escuchar a Martin Luther King, porque él no olvidó a los pobres. En realidad, a medida que avanzaba en la vida, más se compenetraba con las experiencias de los pobres y más se identificaba con ellas, de modo que llegó a decir: “debo ayudar a organizar a los pobres para que no tengan que seguir llevando esta vida en nuestra nación”.

A.G: Doctor Harding, me gustaría que hablara sobre el discurso de Vietnam, porque en él Martin Luther King asumió una posición sobre un asunto internacional y sobre el papel que desempeñaba nuestro país en el resto del mundo, especialmente en el Tercer Mundo o mundo neocolonial. ¿El discurso produjo muchas discusiones en el círculo de sus asesores? ¿Cuando usted elaboraba el discurso tenía la sensación de que podía provocar muchos conflictos al asumir esa posición? Porque, obviamente, se buscó la enemistad de los medios de comunicación comerciales y de algunos de sus seguidores.

V.H: Hubo muchas pugnas en la comunidad en torno a ese discurso, y más que en torno al discurso, en torno a la posición que King debía asumir en relación con lo que nuestro país hacía en Vietnam y lo que parecían ser sus intenciones en el mundo entero.
Pero es importante señalar que para King esas cuestiones no eran simplemente lo que podemos considerar cuestiones de política exterior. King era, sobre todo, un pastor, y consideraba esas cuestiones en términos de sus consecuencias para los más pobres, los más débiles, los más vulnerables de nuestro país, y los pobres de otros países, en especial, en este caso, de Vietnam. King no consideraba que estaba apartando su atención de este país y volviéndola hacia el exterior. King consideraba que había una relación natural entre lo que sucedía con los pobres en los Estados Unidos –con el hecho de que los hombres y las mujeres jóvenes expresaran su indignación, su frustración, su desesperación– y la devastación que el país estaba provocando en Vietnam. Por tanto, lo que King intentaba realmente era que el país en su conjunto reflexionara sobre la relación entre sus males internos y los males provocados por su política exterior.

A.G: Quisiera que nos hablara ahora sobre su participación en la redacción de ese discurso y también sobre la reacción de la revista Time, que dijo que el discurso era “una calumnia demagógica que sonaba como un guión de Radio Hanoi” y la declaración del Washington Post de que al pronunciarlo se había vuelto “menos útil para su causa, su país, su pueblo”.

V.H: Debo llamar la atención sobre el hecho de que Martin y yo fuimos amigos durante los últimos años de su vida. Lo conocí en 1958, y a partir de entonces trabajamos juntos, vivimos muy cerca y nuestras familias estaban en constante comunicación. Es importante para mí que quede claro que yo no era sólo quien le escribía los discursos a King. Yo era amigo de Martin Luther King.
Martin quería encontrar la manera de hacer un pronunciamiento honesto sobre Vietnam y vincularlo a lo que estaba teniendo lugar en los Estados Unidos, y hacerlo en un ambiente en que se sintiera cómodo y que estuviera cercano a sus raíces espirituales. Cuando se presentó la oportunidad de hacerlo en Riverside, para hablar ante la organización de los clérigos y laicos preocupados por la situación en Vietnam, Martin consideró que se trataba de una excelente oportunidad. Quería que esa fuera la ocasión de un pronunciamiento fundamental de su parte sobre Vietnam.
Pero en esa época Martin viajaba miles de millas cada mes organizando personas, recogiendo dinero, tratando de concientizar a la nación sobre la agonía que causaba tanto en el país como en el extranjero, y sabía que no tenía tiempo para trabajar en el discurso de la manera que hubiera querido. También sabía que él y yo nos entendíamos perfectamente, que nuestras posiciones en lo relativo a Vietnam eran muy cercanas, al igual que nuestras ideas sobre la guerra y la paz y sobre los peligros de que los Estados Unidos se convirtieran en una potencia imperialista mundial. Fue por eso que me pidió que hiciera un esquema del discurso, porque sabía que yo no iba a decir nada que él no pensara. Yo, simplemente, hablaría como mi amigo quería hablar, y fue así que me puse a la tarea que me pidió.

A.G: Una de las cosas que me llamó la atención en su libro es que usted no sólo describe la labor de King en el Sur, que es la que más se ha estudiado, y el discurso sobre Vietnam, sino que habla también acerca de lo que sucedió cuando King llegó al Norte, cuando fue más allá de Selma y del derecho al voto y de los problemas del Sur y empezó a plantear la cuestión de los derechos civiles en Chicago. Usted habla sobre la recepción que tuvo allí, y sobre cómo esto desembocó en la Poor People’s Campaign,2 y sobre cómo reaccionó la nación cuando King llevó el movimiento de los derechos civiles al Norte.

V.H: La verdad es que creo que King estaba haciendo algo mucho mayor que llevar el movimiento de los derechos civiles al Norte. Si se mira con atención el discurso de Vietnam salta a la vista que Martin insiste en el lema que adoptó la Conferencia de Líderes Cristianos del Sur desde su fundación en 1957. Eso fue antes de que yo lo conociera, y el lema era “no sólo hemos venido a trabajar por los derechos civiles en el Sur, sino que hemos venido para redimir el alma de los Estados Unidos”. Ese era el ámbito mayor en el que King se ubicaba a sí mismo, y en el que nos ubicábamos muchos de los que participábamos en el movimiento: trabajábamos por la transformación de los Estados Unidos, y no había manera de lograrla sin prestarle atención a lo que ocurría en las ciudades del Norte, además de lo que ocurría en las plantaciones del Sur.
King actuaba inspirado por esa visión mayor que siempre tuvo, a pesar de que muchos querían empujarlo hacia el Sur, porque así se sentían más cómodos, porque así podían sentir que eran mucho mejores que los sureños. Pero Martin nos recordó, como también nos recordó Malcom X, que la actitud sureña hacia el débil, hacia el pobre, hacia el vulnerable, es una actitud que no se limita al Sur. Por eso es que a Martin le parecía imprescindible llegar a las comunidades del Norte, porque le preocupaba particularmente la juventud del Norte y el giro que estaba dando la vida de esa juventud.

A.G: Recientemente leía un comentario de Mumia Abu-Jamal sobre Martin Luther King en el cual citaba al difunto David Halberstam, quien dijo que “King ha decidido representar a los ghettos. Trabajará en ellos y hablará en su nombre. Pero la voz de los ghettos es discordante y alienada. Si King verdaderamente quiere hablar en nombre de los ghettos, su voz debe ser un reflejo de la de ellos. Debe ser también una voz alienada, y es muy probable que esté cada vez más enfrentada a la sociedad norteamericana”. ¿Comparte usted ese criterio de David Halberstam?

V.H: Creo que Halberstam tenía muchísima razón. Me parece que es imposible ponerse del lado de los pobres, hablar en nombre de los pobres, sin concitar el tipo de respuesta que recibió el discurso de Martin. Su voz se consideró alienada; su discurso, extemporáneo. Y eso era natural a la luz del compromiso que había asumido. Cuando alguien decide que debe ir a trabajar con los basureros, aunque tenga un doctorado en Teología, es natural que muchas personas que están acostumbradas a codearse con los doctores en Teología digan que se ha vuelto loco. Y Martin sufría de una locura magnífica que hacía que a algunas personas les resultara muy difícil entenderlo y convivir con él. Lo que quisiera recordar no es lo que dijo la revista Time o lo que dijo el Washington Post, sino la canción que dice “The King of love is dead, what should we do now?” (El rey del amor ha muerto, ¿qué haremos ahora?). También quiero recordar lo que dijo el gran rabino Abraham Joshua Heschel diez días antes de que asesinaran a Martin. Heschel dijo: “Martin Luther King es una voz, una visión y un camino, y todos debemos recorrer con él su camino, porque el futuro de los Estados Unidos depende del impacto y de la influencia del doctor King”. Eso es lo que creo. Y creo también que esa es, en parte, la razón de que tantas personas se sintieran incómodas, porque sabían que nos estaba llamando a recorrer un camino difícil, un camino para trascender el racismo, el materialismo y el militarismo. Esos no son caminos fáciles. Es por eso que comencé diciendo que King nos pedía que fuéramos un pueblo maduro y no un pueblo adolescente.

A.G: Cuando comenzaron las marchas en el Norte, en Chicago, ¿se sintió el doctor King sorprendido por el odio y los prejuicios que se evidenciaron contra él y contra el movimiento? Porque obviamente, después de su muerte, fue muy visible el auge del movimiento conservador, del racismo y del conservadurismo en general en los Estados Unidos.

V.H: No sé si la sorpresa fue la emoción clave. Si sé que lo entristeció mucho sentir lo que llamó una respuesta cargada de más odio del que había encontrado en el Sur. King era una persona compasiva, y entendió que esa respuesta violenta enmascaraba algo muy profundo empozado en el corazón y el alma de las personas que quería cambiar. Y eso lo hizo percatarse de que, como le gustaba decir, hemos recorrido un largo camino pero todavía nos queda un camino muy largo por recorrer. Martin estaba dispuesto a vivir con la tensión de reconocer que el movimiento había producido cambios magníficos en el país, pero que, al mismo tiempo, el país iba a seguir presentando una fuerte resistencia al llamado a renunciar al racismo, al materialismo, al militarismo.

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Notas:

1—El discurso sobre la guerra de Vietnam fue publicado en el n. 39 (enero-marzo del 2006) de Caminos.
2—En noviembre de 1967, Martin Luther King, Jr. y la directiva de la Southern Christian Leadership Conference (Conferencia de Líderes Cristianos del Sur) se reunió para debatir qué dirección adoptaría el movimiento después de la aprobación de leyes sobre los derechos civiles, el surgimiento del Poder Negro y los motines urbanos del verano anterior. La Conferencia decidió organizar la Poor People’s Campaign (Campaña de los pobres), un movimiento que abordara de forma amplia las desigualdades económicas mediante la acción directa no violenta. La campaña no comenzó hasta después de ocurrido el asesinato de Martin Luther King en 1968, y su ausencia incidió en su falta de efectividad. La campaña concluyó en junio de ese año sin lograr un impacto significativo en las políticas económicas estadounidenses.

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