Identidad racial de “gente sin historia”

Yesenia Selier y Penélope Hernández

Cantó y bailó el negro, cuando algún fugaz reposo
se lo permitió, y por su canto pasaron confusamente las rudimentarias
emociones de su vida anterior, revividas con el dolor de lo perdido,
y por su baile cruzaron, invocadas en sombría queja, sus dioses y sus
ancestrales conceptos litúrgicos en una resurrección rítmica.
Salvador García Agüero

Poca memoria tenemos, en el estudio de nuestra historia, de aspectos que nos permitan una comprensión profunda de la forma en que cristaliza, en la actualidad, la visión sobre los grupos raciales, especialmente del grupo negro. Poca memoria de hechos que nos permitan explicarla. Sospechamos que ese olvido no es ingenuo, sino que colabora activamente, coadyuva a la sustentación de los prejuicios y de la visión negativa y conflictiva que los negros y mestizos tienen de ellos mismos.
La relación de los distintos grupos raciales se desarrolla sobre una multiplicidad de factores macro y microsociales, tales como la historia, la economía, la cultura, los enclaves comunitarios, la familia. En Cuba, los negros y mulatos desempeñaron, de distintas formas, el rol de la exclusión social. La participación mayoritaria de estos en las gestas mambisas se eclipsa en la mención de algunos nombres de insoslayable protagonismo. Su despunte económico o sus demandas políticas como grupo fueron “sabiamente” cercenadas, por ejemplo, en los hechos sangrientos de la Conspiración de la Escalera y el escarmiento al levantamiento de los Independientes de Color. Todo ello favoreció al mantenimiento de la ligadura clase-raza a lo largo de nuestra conformación como nación.
La revolución de 1959 generó profundos cambios en todos los órdenes de la estructura social y favoreció el acceso de los sectores más pobres a las instituciones educativas y laborales. Esta brusca apertura tuvo además como uno de sus emblemas básicos la homogeneización de los distintos estratos sociales, en aras de convocarlos a la construcción de la nueva sociedad.
Se crea así una situación de contacto interracial que logró neutralizar la habitual discriminación y separación clasista. Este es uno de los factores más específicos del modelo cubano en el estudio de las relaciones raciales. La declaración de la igualdad político-social, que estuvo carente desde sus inicios de una elaboración analítica del punto de partida o la línea base de los negros –pertenecientes, en mayoría, a las clases más bajas de la sociedad–, condujo al mantenimiento de prejuicios y a la continuación de comportamientos grupales asociados a la sostenida posición de marginación. Ninguna de las vías de influencia social –educativa, medios de comunicación masiva– tuvo una acción directa sobre estas manifestaciones sociales con un conocimiento “desde dentro”, o sea, atendiendo a sus variables sociales, culturales y sociopsicológicas.
Otro factor de considerable importancia se ubica en las escasas investigaciones realizadas en torno a los problemas raciales en Cuba hasta entrada la década del ochenta. Algunas de ellas discurrían paralelamente a la idea de una cubanidad “sin manchas”, como es el caso de una concepción territorialista de lo étnico y biologicista para la conceptualización de lo racial.1
Nos tomaremos la licencia de una digresión para resaltar un interesante fenómeno que se produce en la bibliografía cubana a la que hemos tenido acceso y el cual consideramos digno de un análisis de contenido. Hablamos de las alusiones del tipo: “problemática racial”, “perspectiva racial”, “cuestión racial”, “tema racial”. Aunque no estamos exentos de tales usos, queremos resaltar que, en todo caso, en esas alusiones palpitan un único tema, una única problemática y una única cuestión racial: la de la negritud. La presencia insular de los chinos es abordada generalmente en términos culturales. El negro es nuestro único verdadero demarcador racial, nuestra única y perversa otredad.
El vacío de la historia social de los negros cubanos es una limitación continua para arribar a matices menos superfluos de lo que el instrumental técnico de una investigación puede captar. Los negros-la esclavitud, es la reminiscencia más común que se aprehende en nuestra enseñanza básica actual. Evidentemente, el problema no se da solo en Cuba. Así lo demuestra este fragmento de la resolución propuesta y aprobada en el simposio “Racismo en las Américas y el Caribe”, del XLIX Congreso Internacional de Americanistas (Quito, 1997):

En forma especial, se les incita a los estados a adoptar medidas inmediatas para promulgar leyes e implementar reformas que permitan tanto la constitución de un sistema educativo efectivamente intercultural y respetuoso de la diferencia, como el control de los medios de comunicación, sobre todo en aquello que implica flagrante atentado en contra de la dignidad de un individuo o de su pueblo, en términos de su condición étnica, de género, capacidad física, disponibilidad material o pertenencia cultural.

Los atentados que se dan en las sociedades contemporáneas contra la identidad de los negros no tienen ese carácter “flagrante”. ¿Puede calificarse de flagrante, acaso, la atenuación de la relevancia histórica de un grupo social? Unos pequeños ejercicios para el lector, académico o no, serán intentar responder alguna de estas preguntas:

•—-¿Qué sabemos sobre la Conspiración de la Escalera?
•—-¿Qué sabe del levantamiento de los Independientes de Color?
•—-¿Qué sabe de la verdadera participación de los negros en nuestras gestas independentistas?
•—-¿Qué sabe de las sublevaciones de esclavos?
•—-¿Qué sabe de las formas de resistencia cultural y biológica de los esclavos?
•—-¿Cuántas figuras negras conoce de nuestra historia?
•—-¿Cuántos hechos en los que los negros cubanos sean protagonistas?

Quisiéramos continuar nuestra disertación sobre la historia, regalar estas necesarias respuestas, pero espacio y tiempo también atentan contra nosotras. Dejaremos aquí levitar apenas una pregunta más, la de mayor relevancia respecto a la identidad del grupo que nos ocupa: ¿hacia dónde va un grupo privado de su historia?

Negros cubanos: una identidad social

¿Cómo podría inducirse que en los negros cubanos existe ese espacio sociopsicológico de pertenencia, esa conciencia de distinción y de unidad respecto a otros grupos raciales?
Los resultados de las investigaciones sobre relaciones interraciales en Cuba de los últimos años, han devenido una compilación de las visiones que los distintos grupos raciales –dígase blancos, negros y mestizos– tienen de sí y de los otros.
Coinciden estos resultados en:

•—-Señalar a los negros como foco de los más fuertes prejuicios, con una imagen de grupo más homogénea que la de otros y, así mismo, más negativa. La representación de los negros tiene esas características, con independencia del grupo de afiliación racial; o sea, es coincidente la imagen que de los negros tienen los otros grupos y la que estos tienen sobre sí.2
•—-Los negros son más asertivos –es decir, menos excluyentes–, en la atribución de valores y rasgos positivos a todos los grupos raciales.3
•—-Dentro del grupo se hallan porcentajes significativos de personas que consideran que no todos los grupos poseen los mismos valores y decencia, ni inteligencia. Entre ellos, por supuesto, los negros son los más desfavorecidos.4
•—-El desplazamiento del eje de la discriminación abierta y activa hacia aquellas zonas donde la implicación afectiva trae otras consecuencias sociales, como por ejemplo el área matrimonial, los noviazgos.5
•—-El reconocimiento de desventajas sociales en la actualidad –léase discriminación–, menos posibilidades de desarrollo, sentimientos de exclusión por parte de otros grupos, a pesar de las mejoras promulgadas por la Revolución.

Nosotras nos proponemos ahora detener nuestra mirada en el grupo, para procurar develar, como ya mencionamos en la introducción, variables que pueden incidir en la expresión de su autoimagen. En relación con la representación que el grupo tiene sobre sí, nos dice Alvarado: “[…] la interiorización de, por parte de negros y mestizos, el ideal estético y cultural blanco, ha conducido a actitudes francamente contradictorias que a veces han llegado a afectar el grado de autoestima que cada grupo tiene de sí mismo”.6
Lo más pertinente, ante estos resultados, es preguntarse de qué forma podría revertirse esta visión del grupo, desde dónde podría generarse la transformación, cuáles podrían ser enclaves favorecedores de un mejor conocimiento e identificación grupal. Lo grupal aparece como el eje fundador de esta identidad, pero en qué medida es también –al decir de Maritza Montero–, una salida a la “recuperación” de dicha identidad.7
Respecto a esto comenta Tajfel: el número y la diversidad de las situaciones sociales que un individuo considerará de alguna manera como relevantes para su pertenencia a un grupo, aumentarán en función de:

•—-la claridad de su toma de conciencia de ser miembro de un grupo determinado;
•—-la medida en que las evaluaciones asociadas con esa pertenencia son positivas o negativas y
•—-el grado de compromiso emocional con la toma de conciencia y con las evaluaciones […]
•—-a la inversa, habrá algunas situaciones sociales que forzarán a la mayoría de los individuos implicados, por muy débil y poco importante que sea para ellos su identificación inicial con el grupo, a actuar en función de su pertenencia al mismo.8

En entrevistas realizadas en nuestro trabajo de diploma exploramos las manifestaciones de la identidad racial en un grupo de negros habaneros. Para evitar complicaciones con la casi siempre arbitraria taxonomía racial, sea de índole científica o cotidiana, tomamos por sujetos a las personas que fenotípica y psicológicamente se adscribieran al grupo. O sea, los que además de “parecernos” “negros de cuerpo entero” en la recogida inicial de los datos sociodemográficos, se calificaban como tales. Se conformaron dos grupos, teniendo en cuenta su afiliación o no a grupos culturales de ascendencia africana (músicos y bailarines de folclor afrocubano y practicantes religiosos). La selección de esta variable se realizó teniendo en cuenta su carácter electivo, individual o por los grupos de pertenencia, en un contexto variado de posibilidades. Las entrevistas inquirían sobre disímiles aspectos cognitivos y afectivos de la pertenencia al grupo. Entre ellos, las relaciones identidad racial-identidad nacional, los sentimientos asociados a la pertenencia, la percepción de elementos diferenciadores del grupo, de la discriminación y las esferas de la vida cotidiana en que fuese percibida; así como el estado de la memoria histórica del grupo. En la información compilada se privilegia la valoración negativa sobre el grupo, al igual que en investigaciones anteriores. Uno de los indicadores afectivos utilizados para el procesamiento de la información fue la inclusión/exclusión, expresada a través del uso de “somos” o “son”, respectivamente, en las preguntas abiertas. Esto evidenció una fuerte tendencia a la exclusión, más aguda en los no afiliados.
El apareamiento de aseveraciones como: “de ser negro me gusta/me molesta”, revela una pronunciada asimetría cuantitativa, cualitativa, y respecto al vínculo afectivo de los sujetos. La pertenencia sociocultural se manifestó como facilitadora de una mejor imagen grupal; además de orientar la crítica no solo hacia las actitudes negativas del grupo, sino también hacia el papel del escenario social en la legitimación y reafirmación del estatus grupal. Los sujetos sin filiación, por su parte, apenas expresaron criterios en la primera de las preguntas y manifestaron una mayor incomodidad por atributos físicos, especialmente del pelo, lo que apunta a una interiorización menos elaborada de los patrones estéticos del modelo cultural dominante.
Nos pareció significativo que, a pesar de ello, el 62 % de los sujetos declarara sentirse orgulloso de ser negro, lo que evidencia el alto grado de conflictividad a que está sometido este grupo étnico y los mecanismos de reafirmación y autodefensa que se activan para preservar una imagen positiva de sí, que es la función de toda identidad. Parafraseando a Maritza Montero, el conflicto se ha hecho parte de la identidad.9
Investigaciones en Cuba han demostrado que la identidad nacional es una identidad bien constituida, reafirmada continua y positivamente por casi todos los canales de intercambio individuo-sociedad.10 Según Tajfel, la conflictividad cotidiana de una pertenencia grupal puede aumentar la significación subjetiva de esta.11 En nuestro estudio, el 68 % de los entrevistados ubica la identidad racial en un plano de importancia igual o superior a la nacional, lo que habla de la jerarquía psicológica de la primera, al menos en esta población de negros de Ciudad de La Habana.
La relevancia de la identidad racial respecto a la identidad nacional demostrada en este estudio no coincide con resultados de otras investigaciones como la realizada por Daniela Hernández.12 Ello puede asociarse a múltiples factores, desde los regionales e históricos, hasta los de tipo metodológico.13
Alrededor del 94 % de los sujetos percibe la existencia de la discriminación racial en Cuba, lo que indiscutiblemente va asociado a la consideración de desigualdad de oportunidades y posibilidades, y a la existencia de una igualdad formal enunciada por el 60 % de los entrevistados. Más de la mitad de ellos colocó las causas de esta situación fuera del grupo, legitimadas por un “otro” (figura próxima en las relaciones interpersonales, o más distante, que ejecuta el poder en estratos elevados de la sociedad). El segmento afiliado (A), posee más vivencias al respecto (81,25 %), mientras que el 37,5 % de los no afiliados (NA), aunque reconoció la existencia de este fenómeno social, no manifestó vivencias. Este resultado apunta al vínculo de la afiliación con una reflexión consciente del problema, así como a una mayor atención a las consecuencias que trae aparejada la pertenencia al grupo. El subgrupo NA, más coherentemente con otras investigaciones realizadas en nuestro país, percibe la discriminación en las esferas interpersonales y en las relaciones de pareja. Estas diferencias pueden indicar en los NA una centralización personal y en los afiliados una percepción más grupal, sin que dejen de mostrar el carácter conflictivo de su identidad con el grupo.
El grupo A tiene una mejor representación respecto a los agentes activos que puedan movilizar cambios en el estatus grupal. Aunque señalan, conjuntamente con el grupo NA, al Estado y al propio grupo como agentes más relevantes. Aportan además nuevos actores como la religión, los medios de comunicación masiva y la investigación. Ningunas de estas esferas fueron mencionadas por los NA, quienes agregan la educación como agente activo. Los NA fueron los que aportaron más expresiones fatalistas y legitimadoras del problema. Es de destacar que algunos de los afiliados, aunque señalan como necesaria una voluntad estatal, advierten aspectos críticos en el accionar de las instituciones políticas y educacionales. Según ellos, estas también se hallan permeadas por los prejuicios raciales.
Los resultados de mayor impacto fueron los referentes a la memoria histórica. Es alarmante cómo la gran mayoría desconoce el legado que el grupo negro ha dado a la historia de nuestra nación. A pesar de esta tendencia grupal, debemos destacar que la mayoría de las respuestas acertadas fueron dadas por los A, lo cual reafirma el valor de este enclave como un armonizador, incipiente aún, de esta identidad social.
Como parte del mayoritario desconocimiento de sucesos históricos nacionales en los cuales el grupo haya sido protagonista, recogimos respuestas que evidencian una ignorancia total: “Sol de batey y Pataquín” y “No, ¿hay alguno?”; otras más o menos cercanas a la pregunta, en las cuales se expresa gran vaguedad, y, las menos, completamente acertadas. Exponemos algunos ejemplos:

•—-Bueno… La Guerra de Independencia: Maceo, Máximo Gómez, Quintín Bandera… No me viene a la mente ningún otro…
•—-No recuerdo… De verdad que no me acuerdo… Pudiera ser la guerra de Angola, aunque… (piensa). La guerra de Maceo fue uno de los más relevantes.
•—-La rebelión de los esclavos en Haití, no recuerdo cómo se llamaba el caudillo… Cuando Gilberto Girón asaltó Trinidad, creo…
•—-Bastantes. El rescate de Sanguily por Maceo… Sé que hubo muchos negros, pero no fueron reconocidos. La Guerra del 95, el 24 de Febrero.
•—-Ay, yo sé que ha habido muchas sublevaciones, pero no me acuerdo de ninguna. Sé que se alzaron con Carlos Manuel de Céspedes, pero así, como grupo racial, no.
•—-Cuando les dieron la libertad en La Demajagua. Me imagino que en las luchas independentistas haya habido alguno… ¡Ah! También el líder azucarero…

Algunos afiliados engrosan esta categoría:

•—-Cuando se incendió Bayamo, en la época de la Independencia. ¿Tiene que ser en Cuba?
•—-En la Protesta de Baraguá, el Grito de Baire. ¿Carlos Manuel de Céspedes se alzó?
•—-No, en la Historia de Cuba no hay nada. Creo que en Haití… Espérate, espérate. ¿Qué hemos hecho los negros en Cuba? ¿En Cuba tiene que ser? En Cuba no hay ningún hecho cuando estuvo Maceo, le pusieron delante a Máximo Gómez, él era la cabeza pensante…
•—-Dicen que cuando a los estudiantes de medicina los iban a fusilar, unos negros abakuá trataron de salvarlos porque había uno que era abakuá también. En el televisor pusieron una entrevista sobre eso, pero la versión más oficial, que es la del moderador, fue que un terrateniente les dio a unos esclavos unos machetes para liberarlos…
•—-En la Guerra de Independencia eran los que iban alante, los blancos iban detrás. ¿Para qué tú crees que los liberaron? “¡Esta es la libertad caballero, cojan el machete y alante!”
•—-Maceo, es un hecho, no un tipo, yo lo admiro mucho…También están los cimarrones, en todas las guerras, Angola, Etiopía, siempre ha habido un negro. El fuego es pa’ los negros, pa’ los niches…
•—-El movimiento de los Independientes de Color. A uno de ellos lo mataron, otro se dio un tiro. Fue una matanza como de 3 000 a principios de siglo. Quintín Bandera estaba enrolado también en eso.

Algunas reflexiones al pie de la identidad racial

Aunque las dimensiones de este estudio no permiten generalizar los resultados, decidimos establecer algunas tipologías o categorías manifiestas como tendencias o salidas de esta identidad. Tras analizar íntegramente las entrevistas realizadas, hallamos:

1) Sujetos que poseen una identidad racial altamente elaborada, sin que se revelen conflictos de pertenencia. Esto puede captarse sobre todo en el subgrupo A. Algunas de sus manifestaciones son la tendencia a la inclusión personal en las valoraciones sobre el grupo y que la aparición de otros contenidos motivacionales no solapan a la identidad racial.
Ejemplos:

•—-Yo no tengo nada en contra de los blancos, me considero negro. Cuba es un país multirracial, según el concepto de raza que se ha impuesto. […] yo llegué a la universidad pero en mi familia son trescientos negros y soy el único. Con la mayoría de los negros en la universidad es lo mismo. ¿Cuántos negros están en la universidad que no están conscientes ni orgullosos? Están desarraigados. No todos se comportan como han sido culturalmente formados, por temor a ser rechazados. ¿Cuántos no se sienten fuera de grupo? Casi siempre es de origen más humilde. El precio que tiene que pagar un negro para llegar no es fácil. ¿Tú concibes que en un país como este en que hay cultura cubana gracias a África, y no lo digo yo, sino que lo ha dicho gente como Fernando Ortiz, se puede entrar con un crucifijo a una escuela pero no con un iddé, por orientación de organismos superiores? Este mundo está mal, está al revés (afiliado).
•—-Yo no tengo un álbum con fotos de abuelo con bucles, no sé, tal vez no teníamos dinero para eso. Esos negros se inscribían como a los veinte años. En Cuba no hay sociedades de negros, hay españolas, árabes. No sé por qué. Yo nunca he pensado más que hasta aquí. Creo que es un grupo que no está en la programática ni siquiera de José Martí. Él decía algo así como que somos más que blanco, más que negro, que mulato; pero lo que no dijo es que éramos iguales, que yo era igual que el blanco (afiliado).

2) Sujetos cuyo autoconcepto está centrado en otra identidad social. Son los casos de personas con una fuerte identidad religiosa, nacional o de género. En ellos se da un espectro variado de relaciones entre las dos identidades que pueden ir desde el solapamiento o superposición de ambas, hasta la subordinación de la identidad sociorracial.

•—-Antes había prohibición de llevar collares religiosos a los centros de trabajo, a la universidad, era difícil obtener cargos y la militancia del Partido. No se podía iniciar a los hijos y todo esto a pesar de los valores humanitarios, benéficos y curativos de nuestra religión. Al padre le echaban siete años de prisión y le quitaban los santos. Yo me tuve que esconder para iniciar a mi hija. Te botaban del trabajo si te hacías santo, entonces la ley del vago te cogía en la calle. Para mí es parecido a la esclavitud, otro tipo de cepo. […] Hoy hablan de nuestra cultura otros, nos quitan la voz a los que la defendimos (afiliado).
•—-Son prepotentes, altaneros, aunque una tenga más posición, nivel, les gusta estar por encima. La mujer negra es distinta, no como yo he caracterizado a los negros, lo he comentado con otras mujeres y hasta lo he escrito. Son insoportables, machistas, violentos, no sé por qué. Yo no quiero saber nada más de ellos (afiliada).
•—-(Respuesta a la pregunta “¿En algún momento de su vida ha sentido o pensado que ser negro es importante?”) Sí, lo he sentido, pero un momento… Quizás mucho más como cubano, sobre todo fuera del país, bailando en México. Los negros forman parte de la cultura y la identidad cubana (afiliado).
3) Sujetos cuyos sentimientos de pertenencia se erigen en una escisión en la valoración del grupo. La identidad es activa y positiva respecto al segmento del grupo que es percibido como poseedor de valores positivos y no con el grupo como totalidad.

•—-Los negros tienen sus características diferentes porque hay negros que viven con complejos y otros que no; eso los hace ser malos, racistas. (¿Pusiste eso que son complejistas?) […] La otra parte son normales, llevan una vida normal. Se hacen profesionales y pueden desempeñar cargos porque se sienten igual que los demás. […] yo como negra he logrado realizarme, yo no me he restringido, he evolucionado como todas las personas. El mismo negro se limita (no afiliado).
•—-Hay personas negras que tienen malas conductas, una forma de ser descabellada. Hay blancos también de malos sentimientos y negros incluso de buen corazón (no afiliado).
•—-Me gusta ser el tipo de negro que soy. Vivo convencido de que soy negro y que no por ello tengo impedimento en mi propia vida […] Los negros tienen mucho que aprender. Existen muchos negros que no saben que son negros […] Hay que enseñarles desde la cuna a mirar de frente, que su raza no es un impedimento para su desarrollo. Se les enseña a mirar de frente, pero con guapería (afiliado).

4) Y otros para los cuales el autoconcepto es excluyente respecto a la identidad racial.

•—-Me siento diferente a otros negros, no soy agresivo, ni explosivo, ni escandaloso. Todo lo contrario. […] Detesto las religiones esas, siempre me he mantenido lejos, no me gustan, me siento mal de recibir algo de un practicante. En cuanto me deshago de eso vuelvo a la normalidad. Hasta pesadillas me da. Esa influencia me afecta (no afiliado).
•—-Soy negro, pero sin ninguna posición radical, porque nunca he tenido problema con eso de ser negro. Mi raza es la negra, pero no he tenido necesidad de reafirmarme en cuanto a eso (afiliado).

En la población estudiada se reveló la existencia de una identidad negativa. Esta es reconocida en una relación no conflictiva con la identidad nacional y está asociada a rasgos propios distintivos de otros grupos sociales.
Los afiliados, aunque perciben elementos críticos del grupo, centran más su reflexión en los determinantes sociales e históricos que ocasionan o son consecuencia de la marginación social. A diferencia de los no afiliados, demostraron una elaboración más positiva de su distinción sociorracial.
Los no afiliados ofrecen menos expresiones afectivas en torno a la pertenencia. Hay en ellos una mayor tendencia a centrarse en experiencias y criterios personales disociados de la identidad racial. Es evidente que, para ellos, ser negros supone menos posibilidades de retribuciones positivas, así como de articular una imagen gratificante relacionada a la inclusión grupal.
En la población participante de esta investigación, la afiliación se manifestó como catalizador de la identidad racial, en tanto las vías de inclusión o la pertenencia a estas organizaciones impactaron la autoimagen anterior de los sujetos. Se expresó como una variable compleja, no siempre capaz de revertir la tendencia a la conformación de una identidad racial negativa.

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Notas

1—Ver Jesús Guanche: “Etnicidad y racialidad en la Cuba actual”, Temas, no. 7, julio-septiembre de 1996. También en América Negra, no. 15, 1998.
2—En Juan A. Alvarado Ramos: “Relaciones raciales en Cuba. Notas de investigación”, Temas, no. 7, julio-septiembre de 1996. También en Alvarado Ramos: “Estereotipos y prejuicios raciales en tres barrios de La Habana”, América Negra, no. 15, 1998; María Magdalena Pérez Álvarez: “Los prejuicios raciales: sus mecanismos de reproducción”, Temas, número citado.
3—Idem.
4—Entre 10 y 30 %, según Alvarado Ramos: op. cit.; Daniela Hernández: “Raza y prejuicio en Santa Clara: un reporte de investigación”, América Negra, número citado.
5—Ver Alvarado Ramos: op. cit.; Daniela Hernández: op. cit.; Yesenia Selier, Penélope Hernández: “Representación social de la raza negra en jóvenes de Ciudad de La Habana” (trabajo de curso, Metodología de la Investigación), Facultad de Psicología, Universidad de La Habana, 1997.
6—En Alvarado Ramos: “Relaciones raciales en Cuba…”, op. cit., p. 39.
7—Maritza Montero: “Ideología, alineación e identidad”, Ediciones de la Biblioteca, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1984.
8—Henry Tajfel: Grupos y categorías humanos, Editorial Herder, Barcelona, 1984, pp. 27, 49.
9—Montero: op. cit.
10—Carolina de la Torre: Las identidades: una mirada desde la Psicología, Centro de Investigaciones y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2001.
11—Tajfel: op. cit., p. 174.
12—Daniela Hernández: op. cit.
13—La investigadora aplicó su estudio en la ciudad de Santa Clara, para lo cual tomó sujetos de todos los grupos sociales, blancos, negros y mulatos, y con una perspectiva generacional, antes y después de la Revolución. En nuestro caso, la muestra sigue otros criterios e incluye solo a personas negras de Ciudad de La Habana, con un promedio de edad de treintidós años. La presentación de la pregunta, desde el punto de vista metodológico, es diferente, pues aparecen las categorías cubano y negro excluyéndose mutuamente; lo que en nuestra consideración puede activar más resistencia en los sujetos que el modelo empleado por nosotras. Te sientes: “más cubano que negro”, “más negro que cubano”, “igual las dos cosas”, “ninguna de las dos”, “otras”.

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