La mezquita, núcleo del Islam

Yulianela Pérez

…vuelve tu rostro hacia Masyid Al-Harâm
.
Y dondequiera que os halléis,
volved vuestros rostros hacia ella.

Corán, sura 2, aleya 144

El Islam es, desde sus orígenes, un código moral; una religión que constituye también, en su unidad de fe, una unidad cultural, y sintetiza un nuevo modo de vida. Dentro del mundo islamizado sólo un recinto sirve como punto de reunión masiva de la umma (comunidad de musulmanes) los viernes al mediodía: la mezquita. Esta es el símbolo arquitectónico del Islam, ha acompañado a la religión durante toda su historia y, en las últimas décadas, ha cobrado un protagonismo extraordinario en la ascendente ola islámica.
Etimológicamente, la palabra mezquita proviene del árabe masyid, lugar donde el musulmán se postra a rezar. En su origen el vocablo designaba todos los sitios de adoración, aunque con el tiempo quedó la mezquita como sitio por excelencia para alabar a Alá.
La casa del profeta Mahoma en Medina, completada en el año 632 de n.e., se convirtió en el primer lugar de rezo comunitario, la primera mezquita del Islam. Con posterioridad, en las áreas en que el Islam se impuso, la arquitectura de las mezquitas se fue adaptando a las características geográficas e histórico-culturales de cada región, ramificándose así en distintos estilos regionales. Determinado por las condiciones climáticas del lugar, el tipo de suelo y materiales para construir y la tradición constructiva precedente, el aspecto físico de las mezquitas varió según la región. De igual modo, durante la expansión se tuvieron que utilizar como mezquitas edificaciones ya existentes, a las que se les agregaron cúpulas, minaretes, iwanes, como es el caso de la iglesia de Santa Sofía, en Estambul, convertida en mezquita en 1453 por el sultán Mehnut e inaugurada como museo en 1935. Junto a esa habilidad para la adaptación, también se expresó el desarrollo de cierta autonomía local en el arte arquitectónico –facilitado por las formas de gobierno abasida–1 que alcanzó su cenit con la decadencia del poder de este y el surgimiento de diferentes poderes y dinastías locales.
Sin dejar de mantener elementos constantes en su construcción,2 las mezquitas evolucionaron arquitectónicamente con el paso del tiempo y las sucesivas revoluciones tecnológicas y descubrimientos científicos. El arquitecto y profesor británico Martin Frishman, quien habla en sus investigaciones de diferentes niveles o etapas en la evolución arquitectónica de las mezquitas que se mantienen comunes a todas las regiones, afirma:

…En la temprana etapa formativa la forma de las mezquitas originales era la de una sala hipóstila con un patio abierto rodeado de columnatas –diseño que nació en el corazón de las tierras árabes y se desarrolló hasta la mitad del período abasida en los siglos X y XI. La segunda etapa fue el surgimiento de diversos estilos regionales que permanecieron dominantes en sus respectivas áreas geográficas. La tercera etapa que se sobrepuso con la segunda y no tuvo conflicto con el regionalismo, es la que puede ser llamada “estilo monumental”, caracterizado por el uso de la escala monumental.3

En rápido paseo por la historia podemos comprobar que desde la casa de Mahoma dedicada al rezo (pobre construcción hipóstila4 hecha de troncos de palmera y techo de hojarasca), hasta las mezquitas diseñadas por el gran arquitecto Sinan, inspirado en el impresionante estilo imperial otomano,5 se hace evidente el constaste avance de la tecnología. Por otro lado, los estilos varían visiblemente en Africa y Asia. Tanto las mezquitas de arcilla, típicas del sur del Sahara, como la del Viernes de Kano, Nigeria, son tan características en Africa como las de adobe con sus pináculos, contrafuertes y travesaños. En la zona centroasiática predomina el diseño clásico de la mezquita-madrasa iraní, formado por cuatro iwanes que bordean el patio exhibiendo sus muqarnas6 y resaltado por minaretes cilíndricos. En Asia, las mezquitas casi no se distinguen de las construcciones tradicionales disfrazadas bajo un sistema de tejados superpuestos como la mezquita de Tao-chou en China o la de Shah Hamadán en Cachemira, inspirada en la arquitectura budista. Otra diferencia se observa entre la base cuadrada o rectangular de los minaretes de la región del Magreb y la cilíndrica de la zona oriental de Asia.
A partir de los años cincuenta proliferó la construcción de mezquitas en todo el mundo, comisionadas por una variedad de “clientes”. En la década siguiente aumentaron los proyectos de construcción subvencionados por el Estado, como principal cliente en la “industria constructiva religiosa”. Estas mezquitas suelen ser grandes, con capacidad para más de veinte mil fieles, y simbolizan la unidad nacional. Otro grupo de “clientes” es el de instituciones como fundaciones religiosas, universidades, hospitales y aeropuertos; sus mezquitas dependen del número de personas de la institución particular, pero el diseño enfatiza la importancia y tamaño de la misma. A este “cliente” se deben las mezquitas de Jodishapur University, en Irán, y King Khalud International Airport, en Arabia Saudita. Sin embargo, el grupo más fuerte de “clientes” es el de las comunidades musulmanas en los países de mayoría no musulmana, por la masividad de las migraciones en el último medio siglo. Ejemplos como Taric Islamic Centre, en Canadá, e ISNA Mosque, en los Estados Unidos, señalan el incremento del número de musulmanes en la parte norte del continente americano.7
Por otro lado, el hecho de que la mayoría de los países islámicos haya alcanzado su independencia ha puesto en discusión el elemento “tradicional” frente al fenómeno de la “occidentalización” y ha destapado una interrogante: ¿cómo adaptar la “modernidad” a la arquitectura religiosa sin que esta pierda sus valores autóctonos? Como respuesta se han mantenido y reglamentado para todas las mezquitas los elementos más arraigados de la tradición arquitectónica islámica y se han añadido tecnologías contemporáneas como el uso del aire acondicionado para eliminar los patios en las zonas de clima cálido, los altoparlantes para hacer más audible el sermón en los mayores espacios actuales que satisfacen la necesidad de rezo de una comunidad en aumento y para realizar el adhán (llamado a la oración), y se han elaborado medidas de seguridad para incrementar la protección a “los jefes de estado u otros dignatarios seculares”.8
Paralelamente al desarrollo de esta rica historia artística y esta diversidad arquitectónica que va desde los diseños más simples de hojarasca y barro hasta los monumentales complejos sociorreligiosos de Sinan, y desde estilos predominantemente asiáticos hasta típicamente africanos, la mezquita ha organizado al interior de sus muros, desde los primeros momentos, todas las actividades fundamentales que afectan la vida diaria de la comunidad musulmana. Con el tiempo, las funciones sociales que comenzaron a desempeñar las convirtieron en la institución religiosa central del mundo islamizado. Como dijera H. Leibich Salam: “Es el templo del Islam que necesariamente se encuentra allí donde el Islam se ha impuesto… Es el foro del Islam”.9
En la casa de Mahoma, la primera mezquita, se reunía la asamblea para orar, presidida por el Profeta. Este pronunciaba sus sermones, que no sólo contenían llamados a la sumisión a Alá, sino también regulaciones que afectaban la vida social de sus seguidores. Los delegados de otras partes de Arabia llamaban a la puerta para quedarse, los prisioneros eran encerrados, los asuntos importantes eran discutidos y la justicia administrada.10
Más tarde, con la expansión del Islam, los centros religiosos que se establecieron en los territorios conquistados constituyeron centros administrativos de los musulmanes. Según algunos autores, en la mayoría de los casos surgió al lado de la mezquita la dar al-imará, la casa de gobierno, donde residía el califa o su representante. “La dar al-imará… acabará por concentrar las funciones de lo que podríamos llamar ministerios.”11 Esta tradición originada en tiempos de Omar fue mantenida por todos los gobernadores de las tierras arábigas hasta el siglo X.
En el terreno de la educación, entendida como un deber nacional, la mezquita ha desempeñado un importante papel por el carácter religioso-tradicional de esos estudios. La madrasa, siempre a la sombra de la mezquita, es la institución que se ha encargado de educar al musulmán, no sólo dándole conocimientos religiosos, sino, además, preparándolo moral y éticamente para la vida.
Pero el servicio más importante que brinda la mezquita a la umma es el de proporcionar un espacio para realizar la oración. Los cinco llamados diarios para la oración a Alá (salat) han contribuido a reglamentar los horarios de negocios, oficinas, escuelas, entre otros, en la mayoría de las ciudades musulmanas. Además, la realización de la ablución (wudu, ritual para limpiar el cuerpo) antes del rezo, ha obligado a construir sofisticados sistemas de acueductos para llevar el agua a todas las mezquitas, incluso las rurales.12 Igualmente, alrededor de las mezquitas congregacionales (que, además, se sitúan por lo general en el centro de la ciudad islámica) y aprovechando la masividad del rezo comunitario de los viernes, comenzó a disponerse el comercio distribuido entre los zocos (mercados). Los fieles discutían los contratos y negocios dentro de los templos religiosos, negocios que según el poder de los contratantes trascendían el simple trueque de los orígenes.13
La oración comunal de los viernes al mediodía (Salatu I-Jumuah) es para los musulmanes la más importante de sus obligaciones. Los musulmanes la consideran inviolable, entre otras cosas, porque sustituye el servicio de esa hora y porque su ejecución resulta veintisiete veces mejor que cumplida en soledad. Además, debe rezarse en una asamblea dirigida por un imam14 desde el mimbar, asamblea que propicia que los musulmanes estructuren y confirmen sus lazos religiosos y su solidaridad social respecto a los fundamentos de la fe.15
En este servicio el imam pronuncia un sermón (jutbah) que en sus orígenes tenía carácter de alocución política y se recitaba de memoria. Después de la Segunda Guerra Mundial se reformó su estructura por el interés de las nuevas élites que asumieron el control político. “Como resultado, el sermón (…) es ahora una amalgama de conceptos islámicos tradicionales con las políticas de las élites gobernantes contemporáneas y un canal de comunicación del Estado”.16
Durante la jutbah, el imam suele pedir el bienestar general de los musulmanes, se recita y explica algún pasaje del Corán con fines de exhortación moral y amonestación, se exponen temas de interés general para la umma como los programas de gobierno y noticias del ámbito internacional, e incluso se incluyen temas que conciernen a la vida cotidiana.
“Hoy día el propio acontecimiento es el hecho de que un jefe político determinado tome la palabra en la oración del viernes”17 para reflexionar y debatir sobre la actualidad política. En esos casos, la esencia del sermón del viernes puede rebasar los límites de lo sagrado y tomar partido ante los peligros que afectan a la nación. Ello politiza el contenido de la jutbah y la convierte, en determinadas circunstancias, en un llamado a la unidad nacional, lo que, a su vez, transforma las mezquitas en “centros organizativos de la resistencia confesional”.18
Un hecho que puso en evidencia este doble papel desempeñado por las mezquitas ocurrió durante el proceso revolucionario de Irán a fines de la década de los setenta. En ese convulso período, sólo las mezquitas se encontraban fuera del campo de acción de los instrumentos de represión del shah y eran aprovechadas por la oposición como espacio de reunión en el que se pasaban grabaciones en cassettes del Ayatollah Khomeini denunciando el entreguismo y la corrupción del gobierno pronorteamericano del shah, e invitando a un levantamiento contra la monarquía. Cimentada ya la Revolución en el poder, las mezquitas mantuvieron su múltiple propósito:

…el nuevo régimen utilizó prioritariamente a las mezquitas como centro difusor de valores y de socialización. Al convertirse en centros administrativos casi institucionales (distribución de las mercancías racionadas, vigilancia de la población), han perdido en parte su carácter sagrado, pero encuadran con eficacia a la nación. Al mismo tiempo, la oración de los viernes organizada en lugares profanos abre una brecha de islamización en un mundo que antes sólo miraba a Occidente.19

Otro momento en que las mezquitas fueron escenario de denuncia fue en agosto del 2004, cuando el clérigo chiíta Muqtada al-Sarder se atrincheró, junto a milicianos armados, en la Mezquita de Alí, en la ciudad iraquí de Najaf, para enfrentar a las tropas de ocupación, y desde el mimbar de la mezquita calificó, en varias ocasiones, a los Estados Unidos de enemigo público de Irak.
Igualmente, grupos de filiación islámica como Hammas en Palestina y Hezbollah en El Líbano han hecho de las mezquitas una vía para llegar a las grandes masas que no reciben ningún tipo de asistencia gubernamental. Este vacío es llenado por la religión, que distribuye alimentos y medicamentos, y asegura la educación elemental, entre otras acciones.
Lamentablemente, las mezquitas son víctimas de los atentados terroristas de determinados grupos extremistas, como consecuencia de conflictos interconfesionales o producto de la agresión militar directa de una potencia extranjera. En cualquier circunstancia, se mal aprovecha este espacio de los viernes para realizar crímenes que ocasionan numerosas víctimas y perjudican irreparable mente las edificaciones, con lo que, además, se afectan patrimonios nacionales que son muestra evidente de la cultura de los pueblos musulmanes.
La historia ha demostrado que la mezquita, en su amplia gama de funciones, no es exclusivamente un sitio para rezar, ni es el único lugar que existe para realizar el rezo, sino que constituye a la par un punto de reunión para intercambiar las noticias de la localidad, un refugio, un centro para la educación religiosa y un lugar para el desarrollo del comercio.

Notas:

1—Dinastía árabe que reinó en Bagdad entre los siglos VIII y XIII.
2—Algunos elementos comunes a todas las mezquitas en su interior son la qibla o pared de la qibla (que indica la dirección de la Caaba, en La Meca, hacia donde los musulmanes deben rezar), el mirab (nicho que indica la pared de la qibla), el mimbar (púlpito donde se para el imam a pronunciar el sermón), la fuente (para realizar la ablución), patios abiertos o cerrados. Desde el exterior, estas se distinguen por los minaretes o alminares (torres desde donde se llama a la oración) y la presencia de cúpulas e iwanes (habitación abovedada, con uno de sus lados abiertos, utilizada como salón de rezo). Dichos segmentos componentes son piezas indisolubles de las instituciones y son las que le dan el carácter propio de mezquita, diferente a cualquier otro centro religioso.
3—Martin Frishman, Hasan-Uddin Khan et. al: The Mosque. History, Architectural Development and Regional Diversity, Thames and Hudson Ltd., Londres, 1994, p. 12.
4—Salón sostenido por filas de columnas.
5—Las mezquitas se caracterizaron por el uso de grandes sistemas superpuestos de cúpulas que les daba un ambiente único. A la vez, constituían grandes complejos dedicados a obras caritativas y culturales con madrasas (escuela islámica), hospitales, hospicios, comedores para pobres, mercados y albergues caravaneros, como la Mezquita de Solimán el Magnífico o la Mezquita Azul de Ahmed I, ambas en Estambul.
6—Estalactitas de carácter ornamental que decoran las cúpulas o saledizos de un edificio.
7—Martin Frishman, Hasan-Uddin Khan et.al: “An Overview of Contemporary Mosques”, en op. cit., pp. 243-269.
8—Ibídem.
9—Hayat Salam Leibich: El arte islámico: cuenca mediterránea, Ediciones Paidós, Barcelona, 1987, p. 11.
10—Umberto Scerrato: Islam, Mas-ivars editores, Verona, 1972, p. 19.
11—Ibídem, p. 21.
12—R. B. Serjeant: La ciudad islámica, Ediciones del Serbal, S.A., Barcelona, 1982, pp. 51-59.
13—Ibídem, pp. 127-128.
14—Persona que se sitúa delante de los creyentes durante los servicios religiosos, en la mezquita, para indicar los movimientos rituales y el momento en que deben hacerse. Para los chiítas es un descendiente de Alí y Fátima y a la vez de Mahoma.
15—Hammudah Abdalati: Luces sobre el Islam, Editorial Planeta chilena S. A, Santiago de Chile, 1990, pp. 71-72.
16—Bruce M. Borthwick: “The Islamic Sermon as a Channel of Political Communication”, en Middle East Journal 3, pp. 300-301.
17—Yann Richard: El Islam shií, Ediciones Ballatera, Barcelona, 1996, p. 234.
18—Tariq Alí: El choque de los fundamentalismos. Cruzadas, yihads y modernidad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006, p. 18.
19—Yann Richard: op. cit., p. 238.

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