Cómo entender y hacer realidad desde las múltiples experiencias con que nos topamos todos los días ese concepto freireano de cambiar y transformar la “casa”, esa casa que metafóricamente para nosotras y nosotros es Cuba y su sociedad.
Mientras hablaba el presentador de esta mesa, Ariel Dacal, reflexionábamos sobre cuán difícil es —aunque no imposible, por suerte— colarse Por el hueco de la aguja (que es el título del cuaderno de Educación popular que hoy presentamos), y sobre cuán difícil es todo para las mujeres, sobre todo, cuán difícil ha sido para las protagonistas de las historias contenidas en el libro. Y es que como parte de este proceso de construcción de identidad y búsqueda de sentidos, las historias contadas desde la perspectiva de las mujeres despiertan cada día mayor interés, sobre todo lo relativo a los aportes desde la subjetividad femenina, que ha sido tradicional y convenientemente invisibilizada por la cultura patriarcal, que ha dominado los universos privado y público, construidos simbólicamente desde la Antigüedad.
Las mujeres hemos tenido que batallar muy duro, a fuerza de voluntad e inteligencia, para hacernos visibles. Y por suerte, en esa lucha se nos han unido hombres que han logrado rebasar los estereotipos de su propia construcción cultural de género. Ellos y nosotras, juntos, desde la Educación popular, hacemos importante y decisivo el empeño de soñar un mundo más humano, más digno, más diverso. Las cuatro historias recogidas en este Cuaderno 24 de Educación popular están contadas desde los testimonios y la memoria que las mujeres y los hombres tienen de sus experiencias concretas. Tienen el valor de visibilizar el aporte que ellas y ellos hacen desde sus ámbitos a la realidad que vive Cuba hoy.
En estas páginas se cuenta la historia de Gilma Gómez, psicóloga y educadora popular, quien coordina un proyecto llamado Naturaleza y Salud, resultado del trabajo de CEPRODESO, un espacio que el Centro acompañó durante mucho tiempo y hoy es una de las experiencias que con mayor solidez ha trabajado la Educación popular desde una perspectiva medioambiental en Cuba. Gilma es blanca, joven, universitaria, y en contraste con ella, también vamos a encontrar la historia de Regla González Miró, una mujer negra de La Marina, uno de los barrios de los mal llamados marginales, que tiene una riqueza cultural extraordinaria. Esta mujer, que estaba entrampada y condenada en las redes de su casa, descubrió la Educación popular y los lazos que la unen a un proyecto que se desarrolla allí, en La Marina, que involucra a la gente, a los niños, a las familias, y que ha logrado transformar su entorno. El cuaderno también recoge la historia de vida de Heidys Tejeda, una mujer que lidera un proyecto de desarrollo local en Güines, y que asumió el desafío de juntar a muchas personas, hombres y mujeres, negros, blancos y chinos, para trabajar sus concepciones de cultura, desarrollo, comunidad. Gente que incluso, una vez que cerró el central azucarero del municipio, logró rescatar para su trabajo a un grupo de los profesionales que laboraban allí. Heidys es una mujer con serios problemas de salud, pero mantiene intactos su entusiasmo y ganas de hacer. En una ocasión, contaba con un financiamiento para un proyecto y no sabía cómo implementarlo. Entonces tuvo la suerte de conocer a varias profesoras de la Universidad Agraria de La Habana que ya venían trabajando con la Educación popular, que incluso habían pasado los talleres del Centro, y que le dijeron: “Espera, espera, no abandones la idea que aquí hay una propuesta, una posibilidad metodológica y política de trabajar con la gente”. A partir de ese momento, ella descubre cosas que no les vamos a contar porque están en el Cuaderno. La otra historia es la de María Caridad Inerarity, quien dirigió el Taller de Transformación Integral de Balcón Arimao, en La Lisa, y que trabajó in-cansablemente por resolver con coherencia y articulación problemas sociales concretos del municipio.
Nos gustaría añadir que este Cuaderno tuvo como antecedentes dos documentales testimoniales producidos por el Centro, Por el hueco de la aguja y Para la libertad, que muestran las huellas que la Educación popular ha dejado en personas y prácticas sociales concretas en distintas regiones del país. O sea, lo que van a leer es el contenido que esos documentales nos dejaron, y en él van a encontrar fragmentos de las historias de vida de estas mujeres y su estrecha y decisiva relación con los proyectos que realizaron en sus comunidades a partir de la Educación popular. Les recomendamos, además, detenerse en las perspectivas sobre cómo trabajaron ellas con gente diversa y cómo las involucraron a sus proyectos. Hablamos de rumberos, bautistas, pedagogos, portadores de VIH, promotores de salud, entre otros, que a partir de esas experiencias articularon entre sí sus áreas específicas de trabajo.
Quisiéramos terminar con la voz de Regla, que de alguna manera resume lo que hemos dicho aquí:
Desde que me involucré con la Educación popular, más que con el proyecto, me involucré con la gente, con la familia, con el barrio. Yo veía a La Marina dividida, la parte donde yo vivo y aquella otra de allá. Pero La Marina es una sola…
La manera de proyectarme ante la vida a pesar de tantos tropiezos ―en la vida todo no es color de rosas; hay rosas pero ellas también tienen espinas― hizo que me encontrara a mí misma. Saqué algo que tenía dentro de mí y eso se lo debo a mis compañeros, a la Educación popular, se lo debo al roce que he tenido con educadoras y educadores populares de otras ex-periencias.
Ahora mismo pertenezco al movimiento de educadoras y educadores populares del Centro Martin Luther King, pero a la vez soy santera. Eso no prohíbe nada, al contrario, eso nos ayuda.